El martes 21 y el miércoles 29 de noviembre de 2023, en la horrible ciudad de Lima, asistí a dos conciertos que me han dejado con secuelas de efectos aún impredecibles. Y es que tras las presentaciones en vivo de Les Luthiers y Roger Waters, nunca más podremos ver en vivo a estos dos grandes exponentes musicales. Es por eso que no podía terminar el año y dejar de dedicarles unas líneas por las tantas horas de deleite musical que me han ofrecido. Cada vez que los vuelva a escuchar, recordaré esos dos conciertos y entraré en un trance difícil de explicar para los que no han quemado cerebro con ambos artistas.
Empezaré por los Les Luthiers (LL). Todo empezó allá por el año 1988 o antes tal vez, cuando empecé a escuchar a estos argentinos. Lo primero que recuerdo con certeza es el haber estado en el departamento que teníamos en la avenida Petit Thouars, en San Isidro, Lima, cuando encima del camarote que usábamos mi hermano y yo, y en un “equipo” de doble casetera, marca Sanyo, escuchábamos sin parar a estos capos. Este gran descubrimiento musical se lo debemos a la excelente recomendación de mi tía Pitucha y de Jorge Sáez.
Escuchar una y mil veces las mismas canciones podría parecer algo enfermizo y hasta preocupante. No obstante, además de aprenderme las canciones de memoria y de reír cada vez que escuchaba “La Tanda”, la “Cantata del adelantado Don Rodrigo Díaz de Carreras, de sus hazañas en tierras de Indias, de los singulares acontecimientos en que se vio envuelto y de cómo se desenvolvió”, “El rey enamorado” y por supuesto “Cartas de color”, con el inolvidable Yoghurtu Nghé y otros temas, cada vuelta al casete era un viaje interminable por escenarios ideados entre risas, ingenio, inteligencia e insólitos instrumentos.
Imaginar todos los escenarios creados por los LL e intentar descifrar cómo se desenvolvían ante el público, era, en ese entonces ―a finales de los años ochenta y principios de los noventa del siglo pasado―, una labor fantasiosa, dado que solo podíamos escucharlos a través de casetes. No recuerdo saber, por aquellos años, cómo eran estos señores, ni cómo era su despliegue artístico en los escenarios. Escuchaba cómo el público se carcajeaba mientras no escuchaba nada, es decir, además actuaban y hacían miles de cosas que generaban estrepitosas y envidiables carcajadas.
Los LL te hacían viajar por diversos escenarios mientras escuchabas sus delirantes y perfectamente logrados diálogos. De repente estabas en un estudio de televisión en Argentina para enterarte que “de cada diez personas que ven televisión, cinco son la mitad” y para intentar entender, entre otros, cómo es que la dactilografía puede ser parte de lo que se imparte en el programa “Cultura para todos” y cómo es que si es para toda la familia, debemos despertarnos o quedarnos despiertos hasta las tres de la mañana.
O tal vez, estabas listo para hacer un viaje por el continente americano y poder disfrutar de los diferentes lugares a donde llegó Don Rodrigo Díaz de Carreras para conquistar a los pueblos originarios de esta parte del mundo, como es el caso de los Incas, en donde el intrépido hombre de aventuras hizo “hincapié”. Por otro lado, para gozar de las peripecias del rey enamorado, uno debía trasladarse a un castillo medieval europeo, para que, a través de un despistado juglar, el monarca pueda querer “satisfacer sus deseos, los más sublimes y los más perversos” con la inocente María.
Sería muy difícil hacer una selección de las obras que más me gustan de los LL, pero intentaré nombrar por lo menos diez, en orden aleatorio: i) Romance del joven conde, la sirena y el pájaro cucú y la oveja, ii) La bella y graciosa moza, iii) Acto en Banania, iv) El rey enamorado, v) El sendero de Warren Sánchez, vi) El regreso del indio, vii) Cantata del adelantado Don Rodrigo Díaz de Carreras, de sus hazañas en tierras de Indias, de los singulares acontecimientos en que se vio envuelto y de cómo se desenvolvió, viii) La campana suonera, ix) Visita a la Universidad de Wildstone (¡abrí más la caliente!) y x) La payada de la vaca.
Ojo, deben escuchar también la introducción de cada una de ellas. Para mí, los diálogos más delirantes son los de los números i) y iii). ¿Se imaginan estar en los ensayos de Les Luthiers? ¿Cómo así se les ocurre crear al compositor italiano Giovanni Corpocorto? ¿Cómo así crearon “Así hablaba Sali Baba” (Verdades hindudables)? Estos señores son unos malditos genios.
Finalmente, recuerden, no pierdan el tiempo en cosas innecesarias ni en discutir por cosas (ni con) inútiles porque, como nos lo explican con mucha sapiencia los LL: time is money, el tiempo es un maní.
Rogelio Aguas
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Foto: Briana Angulo Riva. |
Tras ver los videos de Pink Floyd, siempre me llamó la atención la voz de RW y la manera cómo toca(ba) el bajo, tanto así que cuando intento simular e imaginarme que “toco” guitarra, en realidad hago mi teatro como si tocara el bajo. Y esto es porque me quedó desde muy chico el accionar del amigo Rogelio. Nuca podré, por ejemplo, olvidar esa “energía” que sentí en la ciudad de Pompeya, allá por el año 1997 o 1998 cuando visité su anfiteatro, en el cual, Pink Floyd grabó en vivo Ummagumma vol. 1. Escuchar repetidas veces “Careful with that axe, Eugene” e interiorizar la vocalización de RW y deleitarse con cómo interpretaba el bajo, me causó un “brain damage” irreversible.
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Foto: Briana Angulo Riva. |
Recuerdo que cuando hice un viaje desde Heidelberg, en Alemania, hacia Barcelona, escuchaba en un “walkman”, el concierto de The Wall, Live in Berlin. La canción que más me impactaba era “Mother”, interpretada por Sinead O'Connor. Recuerdo cómo deliraba con ese tema. También recuerdo como si fuera ayer, cuando bicicleteaba en Heildeberg, casi de madrugada con el sol apareciendo a todo dar, y escuchaba, a inicios de los años 90 del siglo pasado, uno de los discos como solista de RW: The Pros and Cons of Hitch Hiking. Mientras cruzaba el río Neckar por un puente en dirección a Neunheimer Feld, sentía que era inmortal.
Años después, escuchaba casi sin parar el disco, para mí, mejor logrado por RW en su carrera como solista: Radio K.A.O.S. Se los recomiendo. Luego, pasé a escuchar otro gran disco del amigo Roger: Amused to Death, del cual, sobresale una canción que me agrada mucho: “Watching TV”. La voz y la composición de RW siempre han sido para mi inolvidables y su música no puede faltar en la lista de canciones que deberán sonar en mi velorio. Debido a Roger, el instrumento que algún día debo tocar es el bajo. Su presencia en sus canciones es para mí, un signo de vigor, braveza y de melodía musical inigualable. Sin el bajo, no somos nada.
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Foto: Briana Angulo Riva. |
Recordemos que RW ya había venido el año 2007 y su concierto en la explanada del Estadio Monumental del campeón del fútbol peruano, marcó un hito en el país. Ese año, ver volar el famoso chancho por los cielos, entre tanto humo de olores peculiares, fue un éxtasis de locura y desenfreno. Para mí, después de ese concierto, Lima se volvió una plaza interesante para este tipo de espectáculos.
Sea como sea y dicho todo lo anterior, con respecto a RW, es una pena que ya no produzca más, aunque nada está dicho. Hablando de ello, les recomiendo la serie de canciones de Aguas que grabó durante la pandemia: Lockdown Sessions. En esas canciones están las capas de Lucius y todo el elenco con el que vino a Lima estas dos últimas veces.
(1) https://mitambordehojalata.blogspot.com/2010/07/reir-es-tan-humano-y-veces-tan.html
Diciembre 2023