sábado, 26 de octubre de 2024

¡MAMÍFEROS COMO CANCHA!

 

Perú, país de ratas.

“Mastozoológicamente” hablando, somos un país de ratas y ratones.

 

Hace unas semanas, mientras revisaba junto a una colega las fotos de diversos individuos de mamíferos que, por un lado, fueron rescatados de los recientes incendios forestales, así como del comercio ilegal de fauna silvestre, tuve que, a sugerencia de una especialista, revisar un artículo de Víctor Pacheco et al. (2021) titulado “Lista actualizada de la diversidad de los mamíferos del Perú y una propuesta para su actualización”, a fin de poder tener más claridad sobre este taxón y conocer más de cerca a estos representantes “peruanos” del reino animal.

 

Pacheco et al. reportan que, a noviembre de 2021, el Perú tiene 573 especies de mamíferos. En él, se evidencia que ocupamos el tercer puesto a nivel mundial. El primero lo tiene Indonesia, con 773 especies; y el segundo, Brasil con 751. El cuarto lugar es de México con 564 especies.

 

Es menester resaltar que las órdenes zoológicas de mamíferos que más aportan a que tengamos estas cifras en el Perú son dos, la de los Rodentia (192 especies), es decir, la que agrupa a las ratas, ratones, ardillas, cuyes silvestres, majaz, capibara, entre otras; así como la Chiroptera (187), o sea la de los murciélagos y vampiros. Los siguientes dos puestos son ocupados por dos órdenes que se arranchan los pelos por figurar y sobresalir en este listado. Con 47 especies tenemos a la Orden Didelphimorphia, es decir, la de las zarigüeyas y comadrejas; y a la Orden Artyodactila (46 especies) que aloja a los camélidos sudamericanos, ciervos, venados, ballenas, delfines, cachalotes, entre otras especies.

 

Y como ven, México nos pisa los talones. No obstante, en este caso, no se percibe que estemos en una lucha eterna, como la que existe entre Colombia y Perú (y Brasil) por el número de especies de aves. Las cifras en cuanto al número de especies de mamíferos no varían tanto como en el caso de los plumíferos. Recordemos que hace pocos meses, el Perú pasó al primer puesto en cuanto al número de especies en aves, tal como quedó evidenciado en el último número del Boletín de la Unión de Ornitólogos del Perú (UNOP). Sin embargo, los colombianos y los brasileros no se deben haber quedado con los brazos cruzados y ya contraatacarán, si no es que ya lo han hecho.

 

Estos “movimientos”, más recurrentes en las cifras de aves, se deben, entiendo yo, a que las aves son más “generalistas” y “pioneras” para ocupar hábitats y acceder a fuentes de alimento. Las aves colonizan rápidamente “nuevos” territorios (transfronterizos) que se generan tras eventos de, por ejemplo, deforestación, incendios forestales u otros. Podemos decir que “viajan” con el avance de, en el caso de la Amazonía, la pérdida de cobertura forestal. Así, “lamentablemente”, nuestra lista ornitológica habría aumentado mínimo en diez especies, debido a que estas habrían “entrado” desde Bolivia, Brasil y Ecuador para conquistar el Perú y ocupar sábanas en nuestra Amazonía y el bosque tropical estacionalmente seco que aún conservamos en el noroeste del país.

 

Por otro lado, la introducción de especies exóticas, producto del comercio ilegal, ha sumado también a que tengamos más especies de aves. Los mamíferos, al contrario, son, en general, más “conservadores” en estos aspectos y requerirían más seguridad alimentaria y hábitats más extensos y específicos para adaptarse a nuevos entornos. Y si bien también son víctimas del comercio ilegal, a través de esta actividad delictiva no habría un aumento significativo en las cifras debido a ello. Ahora, un punto que suma a que en general, en todos los taxones, tengamos más o menos especies, es el que en las últimas décadas se realiza un mayor número de estudios moleculares y genéticos que sugieren cambios en la taxonomía de casi todas las familias biológicas.

 

Es decir, mediante el análisis de ADN de diversas especies o subespecies, se puede determinar, por ejemplo, que una subespecie X de la especie Y es ahora una nueva especie, con lo cual, aumentaría en uno el número de especies. Pero también puede pasar que una especie X y otra especie Y del género Z son en realidad una misma especie, con lo cual, se reduce la lista en una especie. De esta forma, permanentemente ―y últimamente con más frecuencia―, existen aumentos o reducciones en las listas de especies biológicas.

 

Sumas y restas mastozoológicas

 

Un ejemplo, claro de esto es lo que sucedió hace unos meses con el pudú en el Perú. Resulta que, hasta inicios del año 2024, se pensaba que existían en Sudamérica solo dos especies de estos ciervos enanos: el pudú o sachacabra (Pudu mephistophiles) que habita en el norte del Perú, así como en Ecuador y Colombia; y el pudú del sur (Pudu puda), presente en el sur de Chile y Argentina. No obstante, estudios taxonómicos y genéticos recientes demostraron que en realidad existen en el Perú dos especies de pudú. La primera es una endémica, el Pudella carllae que habita exclusivamente en el sur de la quebrada de Huancabamba, en Piura; y la segunda es el ya mencionado Pudu (Pudella) mephistophiles. Ambas especies forman ahora un nuevo género, el Pudella. El pudú de Chile y Argentina queda como única especie del género Pudu.

 

Con ello, el Perú tendría una nueva especie de mamífero y un nuevo integrante de la Familia Cervidae (Orden Artiodactyla). De ocho especies ahora tendríamos nueve. Como esto ha sido en el año 2024, en lo reportado por Pacheco et al. (2021) en el artículo arriba mencionado, no figura este caso. Recodemos que en esta familia zoológica están incluidos el ciervo de los pantanos (Blastocerus dichotomus), la taruca (Hippocamelus antisensis), el venado de cola blanca (Odocoileus peruvianus), entre otros.

Extracto tomado del artículo incluido en 
el texto sobre el género Lontra en 
Mesoamérica. 

 

Un caso similar es el de la nutria (Lontra longicaudis), especie que forma parte de los ocho representantes de la Familia Mustelidae (Orden Carnivora) que habitan en el Perú. Dicha especie tiene tres subespecies reconocidas: Lontra longicaudis annectens (México, América Central y el Noroeste de los Andes -incluido al Perú-), Lontra l. enudris (cuencas del Orinoco y del Amazonas -incluido al Perú-) y Lontra l. longicaudis (cuenca del Paraná y costas orientales de Brasil -no incluye al Perú-). Según estudios recientes[1], la subespecie Lontra l. annectens debería ser reconocida como una especie diferenciada (nueva) de las otras dos subespecies cisandinas (enudris y longicaudis) y debería ser reconocida como Lontra annectens.

 

En este caso, los resultados de los análisis genéticos arrojan que existe una fuerte diferenciación entre las poblaciones trasandinas de este género (México, Perú y Colombia) y las cisandinas que incluyen a las dos otras especies del género Lontra presentes en América del Sur: L. felina (Perú y Chile) y L. provocax (Chile y Argentina), por lo que se sugiere “separar” la subespecie Lontra longicaudis annectens; y como se menciona líneas arriba, hacer que pase a ser una nueva especie.

 

Si esto se da, Perú tendría una especie más en esta familia, ya que a la fecha en nuestro país tenemos solo registrada la presencia de: L. felina y L. longicaudis. No obstante, se debe ahondar en el estudio de su distribución geográfica, para definir con más precisión el rango de distribución de esta posible nueva especie de nutria y saber con claridad si nos “toca” tener esta especie en nuestra lista de mamíferos. 

 

También se da el hecho de que existen muchas especies biológicas “hipotéticas” que no han sido descritas científicamente y que, hasta que no sean “anunciadas oficialmente” a la sociedad mediante un artículo científico, no cuentan en estos listados. Y dado que en las últimas décadas ha aumentado la producción de estos artículos, existen nuevas especies en los listados biológicos que alimentan nuestras cifras como país.   

 

Una nueva especie (no para nosotros)

 

En el Orden Rodentia, el Perú tiene 192 especies; y en la familia Ctenomyidae, tenemos a tres representantes. Estos son: Ctenomys leucodon, C. opimus y C. peruanus. Estos mamíferos son llamados localmente como tucu-tucu. Estos roedores son poco conocidos y no existe mucha información sobre ellos; y habitan principalmente en el Altiplano, entre los 2000 y 5000 metros de altitud. El tercero de ellos, el C. peruanus, es una especie endémica del Perú, es decir, solo se encuentra en nuestro país, en el departamento de Puno.

 

Estos mamíferos que se asemejan a cuyes gigantes viven exclusivamente en América del Sur y tienen hábitos casi exclusivamente subterráneos. Existen más de 60 especies vivientes agrupadas en un solo género Ctenomys. Argentina es el país que agrupa a más representantes del género. Están perfectamente adaptados a su entorno, por lo que tienen cola corta, ojos y orejas pequeños y fuertes y grandes incisivos.

Fuente: Conicet Mendoza.

 

Hace unos pocos días se anunció que, en el departamento de Tunuyán, en la provincia de Mendoza, en Argentina, se descubrió a un nuevo integrante de esta familia de roedores, el Ctenomys uco, en alusión al Valle de Uco en la región central del país gaucho. Esta especie, que es nueva para la ciencia, es endémica de esa porción territorial argentina. Como vemos, las cifras en estos temas no son únicas y absolutas. Esta vez no nos tocó a nosotros. Para la siguiente será. Asimismo, para la siguiente entrega me veré obligado a escribir algunas pinceladas sobre las diversas especies de mamíferos que habitan en el Perú.

 

 

Octubre 2024

 

 



[1] Genome-wide data support recognition of an additional species of Neotropical river otter (Mammalia, Mustelidae, Lutrinae). Journal of Mammalogy, 2024, XX, 1–9.

martes, 1 de octubre de 2024

ORCHIDS: FROM ENGLAND TO OXAPAMPA

 

 

 


Revisando unas lecturas pendientes, me topé con una que me llamó la atención por varias razones. La primera es que del 7 al 11 de octubre de 2024 se realizará el III Congreso Peruano de Orquideología, en Oxapampa, Pasco, Perú. La segunda razón es que, mientras revisaba los últimos dos informes de la Plataforma Intergubernamental Científico-Normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas (IPBES en inglés: Intergovernmental Science-Policy Platform on Biodiversity and Ecosystem Services), se menciona, entre otros, que las orquídeas conforman uno de los grupos botánicos más amenazados del planeta por la casi irreversible pérdida de la diversidad biológica. La tercera razón es que hace unos días fui testigo de una conversación, en la cual, uno de los participantes afirmaba con una certeza implacable que las orquídeas solo habitan en el Perú porque son especies “exóticas”; y lo peor de todo, porque son “bonitas y únicas y nos representan como país”. Esta última afirmación me dejó al borde de un derrame cerebral.  

 

Pero ¿cuál es esa bendita noticia que me llamó la atención? Esta es: un dentista inglés, aficionado a la botánica, registró en Gran Bretaña una orquídea muy rara de ver en estado silvestre. Desde hace más de quince años, no se tenía registros de esta especie. Lo interesante es que nadie sabe a ciencia cierta dónde crece y cómo es que sobrevive en espacios bastante reducidos y amenazados.    

 

Estamos hablando de la orquídea fantasma (Epipogium aphyllum), una especie que está presente en casi toda Europa y que habita en densos y oscuros bosques. Según la Sociedad Botánica Inglesa e Irlandesa de Orquídeas, no más de cinco personas han podido ver en el Reino Unido a esta orquídea en estado silvestre, por lo que muchos la consideran como la “joya de la corona”.

 

Adicionalmente, lo llamativo es que desde el año 2009 era considerada como desaparecida en todo el Reino Unido, hasta hace unas pocas semanas, que el médico dentista Richard Bale la pudo encontrar, tal como lo informó el diario británico The Guardian.


Poder ver a la mencionada orquídea es sumamente complicado. A ello se suma que, una vez que sale a la superficie, sobrevive solo horas o días porque su presencia atrae a una serie de animales que se la comen, desde caracoles hasta venados. Por eso, se debe tener suerte y saber sobre la biología de esta planta para tener la dicha de apreciarla.

 

Tras este feliz hallazgo, los científicos ingleses se ven en la necesidad de proteger a esta especie, tanto de sus depredadores naturales, así como de los recolectores ilegales de dos patas que andan tras estos especímenes. Además, se le debe tratar con mucha delicadeza, dado que las partes de la planta que permanecen bajo tierra son muy frágiles y sensibles a la perturbación humana. Por todo ello, el lugar del hallazgo se ha mantenido en secreto. 

 

El nombre de la orquídea se debe a su color pálido y marfil; y sobre todo a que vive y florece en oscuros, cerrados y fantasmagóricos bosques europeos. Además, estas plantas no tienen hojas y no producen clorofila, dado que no realizan fotosíntesis. Los nutrientes necesarios los obtienen del suelo, donde pasan gran parte de su vida. Solo cuando las condiciones climáticas son óptimas para la floración, estas particulares orquídeas “salen a la luz”.

 

El primer registro de esta orquídea data del año 1854; y como indican algunos especialistas, fue algo “tarde” para una especie nativa. Pero claro, en base a lo anteriormente nombrado, verla en estado silvestre es casi un milagro del Señor. En esos 170 años desde que fuera vista por primera vez, se pudo ver su floración solo pocas veces.

 

Lo resaltante es que la naturaleza nos demuestra una y otra vez que es más resiliente de lo que creemos. Al final, entre líneas, nos dice, creo yo, aún hay algo de esperanza para proteger lo que queda de nuestra diversidad biológica. Quiero ser optimista, aunque debo confesar que empiezo a perder la fe.

 

¿Y a qué viene todo esto?

 

Como ya ha sido documentado, el cambio climático no es el único problema “ecológico” del planeta. La pérdida ─ya casi imparable e irreversible─ de la diversidad biológica nos está pasando la factura. A nivel planetario, se habría ya perdido el 30% de la cobertura forestal, en comparación a los años anteriores a la Era Industrial. Según el IPBES (2019), ya hemos perdido, a partir del año 1870, más de la mitad de los corales vivos. Y no solo eso, se estima que el 40% de todas las especies de insectos podrían desaparecer de la Tierra; y que más de un millón de especies biológicas registran algún grado de amenaza.

 

A raíz de ese escenario apocalíptico, las Naciones Unidas crearon el mencionado IPBES, tomando como referencia el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), con el fin de revisar, ordenar y unificar la información científica que se tiene sobre este problema mundial. Justamente este conglomerado de científicos ha generado recientemente dos informes sobre la utilidad y necesidad de salvaguardar la diversidad biológica del planeta y sobre el valor y significado que tiene esta para nuestra vida cotidiana.

 

Producto de ello, el IPBES alerta sobre la urgencia de tomar acciones políticas inmediatas para frenar la pérdida de la diversidad biológica terrícola, la cual puede significar a la larga una amenaza a la supervivencia humana. Todos dependemos de los bienes y servicios que nos ofrecen la flora y fauna silvestre planetaria, de la diversidad genética de estos recursos y de los ecosistemas que los albergan. Solo por mencionar algunos ejemplos, tenemos a los bienes como madera, pesca, frutos, semillas, hongos, algas, caza; y servicios, como el uso recreacional que hacemos de nuestros ecosistemas, la regulación del clima, captación de agua y otros. Todos ellos son elementos indispensables para sostener la vida humana.

 

Los informes del IPBES estiman que un tercio de los recursos biológicos del planeta han sido agotados en los últimos 40 años. En especial, en los últimos 20 años, la demanda por estos ha aumentado de manera grotesca. Tal situación no pasa desapercibida, dado que de ello se estima que una gran cantidad de especies de orquídeas, cactus y palmeras podrían desaparecer del planeta en los siguientes años. A ello se suma el comercio ilegal de animales y plantas silvestres, actividad que ahonda la crisis de la diversidad biológica planetaria.

 

Debemos sumarle a esto, el hecho de que aún se tiene muchos vacíos de información para determinar con exactitud qué tan grave es el problema que afrontamos. Incluso existiría un alto número de especies vegetales que ni siquiera han sido descritas para la ciencia, lo que nos demuestra que tenemos una carencia relacionada a la investigación científica. Como leen, aún tenemos muchos pendientes.


¿Qué hacer?   


Los informes mencionados aconsejan que el aprovechamiento (sostenible) que se le debe dar a la diversidad biológica debe incluir políticas de inclusión y participación que aseguren que se tome en cuenta los contextos ecológicos y culturales, tanto en el plano internacional, como nacional y local. Se recomienda también que los costos y ganancias de todo el proceso productivo deben ser distribuidos de manera justa entre todas las partes de la cadena.


Los científicos a cargo del informe subrayan que es importante tomar en cuenta el rol de las comunidades nativas y campesinas, dado que estos grupos humanos pueden aportar conocimientos ancestrales sobre el manejo y aprovechamiento de los bienes y servicios que nos ofrece la diversidad biológica a nivel local, sobre todo en aspectos de recuperación, épocas de veda o restricciones para el uso de determinadas especies biológicas. 


En el segundo informe se hace énfasis en la relevancia de la naturaleza para el ser humano y subraya que la principal causa de la pérdida de la diversidad biológica es el afán de asegurar el crecimiento económico, para lo cual muchas decisiones políticas son hechas a medida de grandes intereses sin medir su impacto en la “ecología”. Estas políticas y decisiones no toman en cuenta el valor y el rol de la naturaleza y son hechas a medida para satisfacer intereses que tienen al dinero como único fin y para promover actividades, tales como un turismo masivo o una industria alimentaria abusiva con el planeta.

 

El segundo informe exige también que de una vez por todas se tome real conciencia de este problema y que se haga un “cambio de chip” urgente. Y ya para finalizar, ambos documentos del IPBES hacen un llamado urgente: ¡ya no hay tiempo para más informes, debemos actuar y tener un plan de acción claro! Las investigaciones científicas deben centrarse en prioridades y no solo dar buenos argumentos para actuar, sino determinar claramente qué demonios debemos hacer para no lamentarnos más adelante.


Esperemos (aunque yo ya no espero nada) que para la 16 COP del Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB) de las Naciones Unidas, a celebrarse, entre el 21 de octubre y el 1 de noviembre de 2024 en Cali, Colombia, haya algo que rescatar. Estamos dejando un planeta destruido, contaminado, caliente y con cada vez más terrícolas a los que les vale madre lo que pase con la diversidad biológica, porque aún no sienten las consecuencias de su pérdida. ¡Espérense cabrones!, aunque ya este año estamos batiendo récords en temperaturas, vemos incendios forestales más frecuentes y prolongados, así como un rosario de efectos del calentamiento global del planeta.


Concolón

Pese a este escenario tremendista, como lo demuestra la orquídea protagonista de estas líneas, la naturaleza es más resiliente de lo que pensamos. Seguramente gran parte de la riqueza biológica del planeta sobrevivirá a los embistes del Homo sapiens. Claro, ustedes y yo no veremos cómo terminará esta historia, pero de hecho espero que termine bien. No quisiera tener que reencarnarme en algún ser vivo y en este planeta herido o en algún otro planeta que la humanidad haya conquistado y esté en camino de la destrucción, para ver con mis propios ojos que de nada sirvió lo que acá comento.

 

Y con respecto a las orquídeas, estas plantas están presentes en todo el planeta, excepto en zonas desérticas y en los polos. Lógicamente, en las zonas tropicales es donde más especies existen, debido a las condiciones climáticas y a la variedad de ecosistemas existentes. Espero que las dos personas a las que escuché debatir sobre las orquídeas en el Perú y que seguramente seguirán pensando en que estas especies son como el ceviche y la Inca Kola, lean estas líneas.

 

No solo en el Perú existen orquídeas. Tengan en cuenta eso. Lo que sí es exclusivo del país es el Plan Nacional de Conservación de las Orquídeas Amenazadas del Perú, un documento de gestión clave para salvaguardar a este fascinante, diverso, multicolor, enigmático grupo de especies vegetales de gran valor. Esperamos que, en el congreso venidero sobre este grupo botánico, y en concordancia con lo que nos dicen los informes del IPBES, no se nos escape esta oportunidad para aterrizar en acciones concretas que contribuyan a cumplir con el plan.


Setiembre 2024

¡PERÚ, PAÍS DE RATAS!

  Rata negra ( Rattus rattus ), Foto: Heidi Snell. CDF. Como se mencionó en una entrega anterior , “mastozoológicamente” hablando, somos un ...