sábado, 4 de diciembre de 2021

MALDITO 2021: TIGRES, GLASGOW Y RUN RUN

He estado estos últimos meses sumamente preocupado, inquieto y lleno de angustia, porque conforme se va acabando el año, siento que debo escribir, aunque sea un artículo más para quedarme tranquilo. Nadie me obliga, nadie lo va a publicar, a nadie le interesa, pero a Gerald sí. Ese enano maldito me atormenta en mis sueños y se me aparece intermitentemente en las noches. Soy el único (creo) que lo ve deambular por ahí con actitud crítica “hacia mi persona”. Le hablo y me queda viendo con cara de “¡ya escribe nomás, pinche cabrón, deja de ver tanta serie en Netflix! Bueno le he hecho caso y acá me tienen frente a una de mis peores pesadillas: la hoja en blanco, el cerebro entumecido, la inspiración cercana a la nulidad y la concentración por los suelos. Además, no puedo quitarme a Run Run de encima. Aparece en cada párrafo como queriendo no perderse de nada.

Pese a lo anterior, pude rescatar algunos temas de diversos rincones flotantes de mi memoria y ponerlos por escrito. Y es que después de tanto Run Run, recordé lo que habían declarado hace poco unos científicos sobre el tigre de Malasia o malayo (Panthera tigris jacksoni).

La comparación suena descabellada, lo sé. Sin embargo, después de toda la parafernalia con Run Run, ya nada me parece extraño. Además, como empecé a escribir esto ad portas del Día Internacional del Jaguar (29 de noviembre) recordé que esta subespecie de tigre tenía, según los expertos, los años contados. Se estima que no debe pasar de quince años, si no se toman medidas urgentes que aseguren su permanencia, para que este gatito se extinga. Y esto no es solo para el tigre y esta subespecie, sino en general, para los grandes felinos (y para Run Run y los suyos).

Según se sabe, no habría más de 220 ejemplares en estado silvestre de este hermoso gran minino, que además es el animal nacional de Malasia. En el caso de nuestros grandes felinos —el jaguar (Panthera onca) y el puma (Puma concolor)—, la situación no es aún tan dramática y apocalíptica. Y en el caso de Run Run y familia, tampoco lo es, ¿o sí?  

La principal causa de la desaparición del tigre malayo es la pérdida de su hábitat, principalmente, por el cambio de uso del suelo. Los bosques tropicales en este país del sureste asiático son talados para dar pase a las plantaciones de palma aceitera. Recordemos que Malasia e Indonesia son los principales productores de aceite de palma en el planeta. La industria en torno a este producto vegetal —tan preciado, necesario, rentable y que cada día se expande más— es considerada un vector importante de la desaparición de extensas áreas de bosques. Ojo, Run Run.

Pero regresando al tigre malayo, esta es una de las seis subespecies de tigre que existen aún, junto al tigre real, al siberiano, al de Sumatra, al de Indonesia y al del sur de China que solo puede ser visto en cautiverio. Tres subespecies ya están extintas: el tigre de Java, el de Bali y el del Caspio. Si seguimos así en el planeta, hasta Run Run va a desaparecer, pero lo bueno es que ya es inmortal y que está en nuestros corazones.

CH4 vs. CO2

Hace poco fue la COP-26 y por supuesto no tengo la menor idea sobre los acuerdos tomados, qué de nuevo se viene para el planeta y menos aún, cuántos años de vida le queda a Run Run en este cada vez más caliente globo terráqueo a punto de colapsar. No espero mucho de estos eventos, así que ni me preocupo en saber más al respecto. De lo único que recuerdo haber escuchado es sobre la decisión de reducir las emisiones de metano (CH4) a nivel planetario.

A nadie le cabe la menor duda de que nuestro peor enemigo no es Run Run y su séquito de defensores a ultranza. No, no lo son. En cuanto a los gases que generan el tan mentado efecto invernadero en el planeta, debido a la gran cantidad que se libera a la atmósfera, el dióxido de carbono (CO2) es nuestro peor enemigo. No obstante, el metano también tiene gran parte de la culpa del calentamiento global de la Tierra en esta disputa gaseosa. El metano es generado cuando la materia orgánica, en un medio con la ausencia de oxígeno, se degrada, por ejemplo, a través de la putrefacción. Las principales fuentes naturales emisoras de este gas son pantanos, marismas y volcanes; y el conocido permafrost cuando la temperatura sube y se empieza a descongelar.

Se calcula que cerca de dos tercios de todas las emisiones de metano no tienen un origen natural, sino que están directamente relacionadas a actividades humanas, tales como la ganadería, el uso de combustibles fósiles, la siembra de arroz y la quema de biomasa. Detengámonos en las vacas. En el estómago de estos rumiantes se genera metano que luego es expulsado a través de ventosidades. Se estima que una vaca libera al día cerca de 300 litros de este gas. ¿Cuánto metano emitirá Run Run?

Pero ¿cuál es el problema con el metano? Las moléculas de este gas retienen a energía solar de manera mucha más “efectiva” que el CO2, de tal manera que esta no pueda abandonar la atmósfera y es “devuelta” a la Tierra. Así, el efecto de una tonelada de metano atmosférico puede ser hasta cinco veces más que la de una tonelada de dióxido de carbono. Por eso, pese a que existe en menor cantidad, el metano es el causante de aproximadamente el 25 por ciento del calentamiento del planeta desde la época industrial. ¿Qué culpa tiene Run Run para no poder regresar a su “hogar”? En este caso, definamos primero qué y cuál debería ser el hogar de este mamífero.

Por eso, algunos desadaptados nos piden no comer tanta carne de res; y también reducir el consumo de arroz. Esto último suena ya a catástrofe mundial en el Perú. Y ¿por qué el arroz?, ¿por qué sufre Run Run? Y es que cuando los terrenos de cultivo son inundados, se genera un medio sin oxígeno, donde proliferan microorganismos que producen metano. Una manera de contrarrestar esto es que, entre cada siembra, se deje secar el terreno. Esto sucede en la costa tal vez, pero al otro lado de los Andes, no necesariamente. ¿Por qué sembrar arroz en la costa donde hay escasez de agua? Mejor en la selva, pero ¡ahí se generaría más metano! Mejor volvámonos vegetarianos y no comamos arroz.

Si es que la maldita humanidad, incluido Run Run, logra reducir la emisión de metano en un 45% hasta el año 2030, el promedio de la temperatura global, en el año 2040, podría reducirse en 0,3 °C. Algo es algo, claro, para el año 2040 ya debo estar generando metano desde mi tumba. Así que ni me importan estas cifras ni me sirven de mucho.

“Felizmente”, en Glasgow, cerca de 100 países se han puesto de acuerdo para poner en marcha una iniciativa de la Unión Europea y de los Estados Unidos de Norteamérica que busca reducir la emisión de metano en el planeta. Para este cometido, se pretende identificar dónde es liberado este gas, con el fin de detener esta acción. En ese entendido, se ha propuesto usar aparatos de medición en aviones, drones y vehículos de transporte vial para detectar “fugas” de metano y mitigar. Incluso, pronto se pondrá en órbita el satélite “MethaneSAT” que detectará dónde existen emisiones de este gas en el planeta que deben ser controladas; y con ello, se le podría poner un chip a Run Run para monitorearlo desde el espacio.

A esta última iniciativa (financiada por una organización no gubernamental estadounidense y otra organización espacial neozelandesa) se le debería sumar un satélite que detecte la emisión de sandeces y afirmaciones inconexas y sin prueba de nada, para poder identificar el accionar de mercachifles, fanáticos, resentidos y parlanchines y poder mitigar sus efectos nocivos sobre nuestra flora y fauna silvestre. Seguramente, desde el espacio se vería varios puntos calientes en el Perú. Run Run lo agradecerá, pues muchos “expertos” en conservación intentan definir su futuro, en base a conjeturas y sentimientos que difieren de lo que se llama manejo de fauna silvestre.

Run Run

El caso del zorro andino (Lycalopex culpaeus), al que sus “dueños” llamaron Run Run, alborotó Lima y fue la comidilla de varios días en el Perú y casi en todo el planeta. Este emblemático caso nos ha dejado muchas lecciones. No me alcanzan ni el tiempo ni el espacio (en realidad, sí me alcanzarían, pero me da flojera) para abordar todo lo referente al impacto que tuvo y tiene este cánido en el colectivo peruano. Sin embargo, lo que me ha quedado claro es que aún nos falta mucho para entender por qué un animal silvestre que fue criado como una presunta mascota, no debería regresar a su hábitat natural.

Recordemos que Run Run fue comprado cuando era cachorro, por ende, fue extraído de su entorno natural, posiblemente a pocos días o semanas de haber nacido. Fue vendido como si fuese un perro y tras un corto tiempo, se escapó y convivió con los perros y la gente brava del barrio. Con estos antecedentes, este espécimen no debería ser liberado para que se “reecuentre” con sus congéneres. Es una bomba de tiempo, pues podría portar enfermedades y regarlas por ahí. Además, dada su cercanía y dependencia con el humano, terminaría regresando a algún centro poblado o acabaría sus días por ahí por no saber valerse por sí mismo.

Pese a todo, Run Run ha puesto en vitrina un tema importante: el comercio ilegal de fauna silvestre. Si deseas tener una mascota, asegúrate que esta tenga un origen legal y que puedas dedicarle tiempo. No adquieras monos, loros, tortugas, iguanas u otros por pena o para ver qué tal te va con ellos. Primero, al hacerlo, estás alimentando la cadena de comercio ilícito de animales silvestres; y segundo, al final estos terminan siendo soltados por ahí o se escapan. Al ser decomisados o hallados por la autoridad, estos animalitos no regresarán a su hábitat natural y deberán ir a un centro de cría. Y ojalá te claven una buena multa.  

En fin, y ya que se acerca el fin de año, les ofrezco un tema para rumbear: "Ay mi zorrito run run", con el cual podrán zapatear hasta la mañana siguiente. Pero si eres reguetonero o has tenido algún accidente cerebral, te recomiendo esta canción. A seguir cuidándose y esperemos que el 2022 sea algo mejor que este maldito año.

P.D. No hay. Iba a poner algún dato interesante, anecdótico, pintoresco, pero la verdad es que no se me ocurre absolutamente nada resaltante. Pero se ve bien que al ir llegando al final del texto haya una nota de este tipo. Te queremos Run Run, qué tengas una Feliz Navidad y un venturoso 2022.

Diciembre 2021

viernes, 13 de agosto de 2021

HOY MÁS QUE NUNCA, HAY QUE SALIR DEL CLÓSET (POLÍTICO) (II)

 

En la entrega anterior lapidé mi prometedora vida política. Así, tras hacer la siguiente confesión: “Me he vuelto un anticomunista, parezca o no. Pero a lo que le he agarrado total turra o fobia es a ese grupo de personas que cree ser la reserva moral del país”, algunas puertas se han cerrado para mí. Asimismo, varios adalides del pensamiento zurdo, crítico y por supuesto exclusivo y certero de lo que se necesita para el país, me han negado el voto de confianza. Profundamente dolido y consternado y tras una pequeña crisis nerviosa, me vi tentado a repensar lo dicho y reflexionar al respecto, porque yo también debería ser una reserva moral y ética para el país y el mundo como ellos, pero al final, me puse a ver mi serie en Netflix y se me pasó.

 

Recuerdo claramente cómo, en las elecciones municipales del año 2010, cuando la votación debería definir si asumía el sillón de Pizarro una candidata de derecha o una de izquierda, comenté abiertamente que votaría por la primera. En esos días de octubre, las puyas en las redes sociales no eran nada, en comparación con las de ahora. Y al conversar telefónicamente con una amiga claramente izquierdista, fue inevitable platicar sobre el momento electoral de ese entonces y fue ahí cuando me dijo: “¿vas a votar por Lourdes?, ¡Asuuuu!”. Así, tras sentir cómo el tono de la conversación se fue haciendo más áspero, cerramos la conversa y tras una fría despedida, colgué el teléfono (¿o ella me colgó?).

 

Para el lector, posiblemente, no haya nada extraño en esta pequeña narración. No obstante, el tono soberbio del comentario por mi decisión electoral, las circunstancias en el que se dio y el hecho de que cada uno sabía cuál es la postura política de su interlocutor, me dejaron en claro lo siguiente: si no piensas como ellos, estás fuera de foco, eres bruto, achorado, inmoral y un “apestado” político. Claro está que esa supuesta superioridad moral no se restringe a una sola persona. Esa argolla ideológica es típica de aquellos denominados por muchos como “caviares”, progres, social confusos, comunistas de ventana y otros apelativos.

 

Las personas de este rubro son fáciles de identificar. Todo les preocupa, sobre todo, lo relacionado a los derechos humanos, a los “pobres” indígenas y a los hombres del campo explotados, a la igualdad (¿qué es eso?, no lo entiendo) y a todo a lo que a este privilegiado grupo burgués la parece injusto o de tufo derechista. Claro, siempre y cuando, el pronunciarse por lo que ellos creen que es lo correcto, no les perjudique ni los deje sin trabajo. Desde cómodas casas veraniegas, extensos jardines citadinos, restaurantes lujosos; y para los más jóvenes de esta estirpe, desde cafés de moda (por no decir, desde el imperialista Starbucks) e “inclusivos que resaltan el valor del productor oprimido” y desde sus laptops con su sticker del Che Guevara, defender todo lo que creen “justo”; y envalentonados por sus camaradas, es fácil y para nada, contradictorio. Total, en casa no les falta nada y está todo bien.

 

Estos conciudadanos por supuesto piensan que el Estado debe tener más control en temas como educación, energía, servicios, cultura, etc.; le hacen guiños al terrorismo (¿o a la confrontación y reivindicación de las clases oprimidas?) y a los luchadores sociales que, según ellos, no merecerían ser tratados de tal manera, que se atente contra sus derechos humanos, porque lo que habrían hecho, lo hicieron para ayudar al pueblo, a las masas, a la plebe, sin saber exactamente si eso era lo que estas deseaban. Este último punto de discusión es uno de los más severos entre los de derecha e izquierda. No ahondaré al respecto. No obstante, una de las cosas que más me irrita es que estas personas, creen ser las llamadas a convertirse en la reserva moral del país, porque, según ellos, siempre defienden lo justo y “lo socialmente correcto”.

 

La postura política de este grupo humano —que se asume, muchas veces, como la supuesta reserva moral que está en la facultad de dictar cuál debe ser el destino político del país, porque lo que ellos pregonan y defienden, es lo que todos deben seguir— es, sin duda, el camino a la salvación. Por eso, muchos de estos camaradas pecan de soberbios. Esto último se ha hecho, en mi opinión, más intenso en estas últimas elecciones generales 2021, lo cual me reafirma lo que me llevó a escribir un texto que publiqué el año 2012 en este humilde blog, titulado: Polos opuestos, izquierda y derecha, Brecht y Flaubert. En él incluí unas líneas del querido y odiado Nobel peruano Mario Vargas Llosa (MVLL) que nos ofreció en su libro: La orgía perpetua. Flaubert y Madame Bovary. En resumen, MVLL indica que Brecht, amado por los zurdos, creo que más por inercia y “cliché” que, por haber entendido su obra, plasmaba sus textos de tal forma que “parece suponer el infantilismo o la ineptitud de su público: todo debe serle explicado y subrayado para no dar la menor oportunidad al equívoco, a la interpretación incorrecta”.

 

Por su lado, para MVLL, Flaubert, que era visto como alguien que le tenía cierto rencor a la humanidad, contradictoriamente tal vez, realizó “una obra que en la práctica supone (en la medida que las exige) la adultez y la libertad del lector: si hay una verdad en la obra literaria (porque es posible que haya varias y contradictorias), se halla escondida, disuelta en el entramado de elementos que constituye la ficción, y le corresponde al lector descubrirla, sacar por su cuenta y riesgo las conclusiones éticas, sociales y filosóficas de la historia que el autor ha puesto ante sus ojos. El arte de Flaubert respeta por sobre todas las cosas la iniciativa del lector”.

 

Esta comparación me sirvió para entender un poco más a esta camada izquierdosa, tras haber yo mismo, pasado por un trance de no pocos años en las telarañas zurdas, si es que eso existía en unas épocas de juventud en un país llamado Perú que estaba en el último lustro de los años noventa del siglo pasado al borde del abismo.

 

Consulta por sobre todas las cosas

 

Muchas y muchos de estos amigos caviares o progresistas son expertos en entornillarse en las organizaciones no gubernamentales de todo tipo e incluso en el Estado y en llamar a los suyos a desarrollar innumerables consultorías para intentar buscar la igualdad, la inclusión, la justicia social, la defensa de los indefendibles (¿les han preguntado a sus “beneficiarios” si quieren ser “salvados por los grandes intelectuales de escritorio”?) y circular y hacer que otros pasen por caja. Me extraña cómo, según sus conocimientos y cosmovisión de izquierda fácil y comodona, tienen la receta inequívoca para saber qué se debe hacer por las comunidades nativas y campesinas o por los más necesitados y olvidados, porque eso es lo que ellos quieren y necesitan. Aguanta tu coche: ¿tú cómo lo sabes? ¿vives con ellos? ¿eres uno de ellos? ¿o será tal vez que lo leíste en un manual de sociología en la biblioteca de tus papis?

 

Su supuesta superioridad moral y a veces gaseosa defensa de todos los valores de la humanidad hacen que estos ciudadanos se vean obligados a defender cualquier acto de injusticia y/o la toma de decisiones que no van con sus pensamientos o con su postura política atomizada de izquierda (por lo menos en el Perú). Cualquier alternativa que pueda ser efectiva para dar solución rápida, efectiva y real a problemas ambientales, sociales, culturales y otros, no va si no tiene su venía. Estos jueces morales de la humanidad deben certificar si alguna propuesta es válida y no atenta contra los principios sociales. Si por alguna razón no logran imponer su agenda, se indignan y exigen que todos se indignen. Pero si ven algo que criticaron o no apoyaron, pero que al fin de cuentas les es útil o les da chamba, ya no se indignan.

 

En resumen y ya para no hacer hígado, podrán existir algunos puntos ideológicos con los que podría comulgar con esta estirpe salvadora de la humanidad, pero con lo que sí no puedo tranzar es con la soberbia y la falsa creencia impuesta de que su postura es la única que salvará a la humanidad y que es lo único correcto para hacer. ¿Solo ellos pueden indignarse? Yo me acabo de indignar y no me siento caviar, pese a que muchos creen que sí lo soy y que sí me he indignado; y que otros piensan que no lo soy y que no me he indignado. Lo que sí sé es que intento ubicarme al centro y no avalar una derecha pro-naranja como salvadora de la economía de un puñado de gente; y menos avalar una izquierda esperpéntica que recibe loas por unos soberbios que pregonan una cosa y hacen otra.

 
Agosto 2021

miércoles, 2 de junio de 2021

HOY MÁS QUE NUNCA, HAY QUE SALIR DEL CLÓSET (POLÍTICO) (I)


No me considero un animal político. Nunca me ha interesado discutir mucho sobre política, pero en los últimos años, creo que hacerlo, es inevitable. Y sobre todo, es ineludible, —¿o me equivoco?— en estas elecciones generales 2021, previas al bicentenario de la Bolivariana República Bananera del Gran Perú. Esta última votación ha polarizado al país de tal forma que o eres un maldito zurdo o un maldito derechista. Lo que me preocupa es que el abismo en el medio crece mucho más y al final, intentar retomar el centro, la decencia o la ecuanimidad va a parecer un acto suicida, cobarde o imposible. Y lo más gracioso es que muchos decían “¡no me importa la política!”, pero en estos días, los nuevos politólogos son infalibles, eruditos y hasta pueden calificar rápida e inequívocamente a las personas por un solo comentario o “meme” que publica el vecino. Tanto así, que, con toda la frescura y objetividad del mundo, clasifican a uno de terruco o capitalista, de honesto o corrupto, de capacitado o incapacitado moralmente para algo; y hasta de bruto o argollero. ¡Dios nos coja confesado a los bananeros y bananeras del Perú a partir del 29 de julio de 2021! ¡Sapeeee! 

Poznan en Polonia. 

En los últimos años del colegio y debido a diversas influencias familiares, mi conducta podría ser, hoy en día, calificada como “roja”, “progre”, “revolucionaria” o condimentada de alguna salsa roja. Claro, no era muy complicado, allá por el final de los años ochenta del siglo pasado, recibir solo información sesgada y tener que conformarse con lo que había a la mano. Aún no habíamos entrado a la globalización, acababa de caer el Muro de Berlín y no había Google. Recuerdo que Silvio Rodríguez, Pablo Milanés y la nueva trova cubana eran parte de mi repertorio musical. Incluso hasta ahora lo son, pero con menos frecuencia. Sí, los escucho muy de vez en cuando, pero sin prestar atención a las letras. Estas, en su mayoría, me parecen panfletarias y sosas. El hecho es que por mi accionar, mis gustos musicales, mis influencias intelectuales, por “la moda” y por las amistades del momento, era considerado un “rojo”. 

Lo más interesante es que para muchos o para casi todos, ando en las mismas, ideológicamente hablando; y claro, me imagino que mis actos, mis opiniones, los recuerdos, las afirmaciones que debo haber hecho, hacen su parte para llegar a esa conclusión. Me causa curiosidad saber si el hecho de no pronunciarme abiertamente por algunos temas, no tener muchos amigos y cultivar el ostracismo, ser bipolar, demostrar tibieza política, jugar a doble cachete, consumir sustancias tóxicas y alotrópicas, el abuso del café, por culpa de Vizcarra, el cambio climático o alguna otra razón desconocida, hacen que se me perciba como una persona que tiende hacia la izquierda. 

Centro derecha 

 Haré un resumen ejecutivo, a fin de intentar explicar por qué me considero (ahora) de centro derecha, sin tener claro a qué realmente me comprometo. El año 1990 me fui a Alemania con mi mochila roja. La cargaba de manera inconsciente sin saber muy bien qué hacer con ella o realmente para qué servía. Llegué sin saber que a los pocos meses visitaría Polonia en la Navidad de aquel año. 

Así, tras gozar unos meses la vida en un país “del primer mundo”, visité Polonia, uno de los países que formaba parte del bloque comunista, detrás (visto desde occidente) de la “cortina de hierro”. Para llegar a Poznan, ciudad ubicada a 270 km, al este de Berlín, tuve que atravesar las dos caras de Berlín ya sin muro. Sin duda, para un tercermundista y sudaca como yo, apreciar claramente las dos caras de una moneda era una experiencia asombrosa. Pero, lo más interesante era que Polonia, recién “salidita” del bloque comunista, se parecía, en ese entonces, bastante al Perú. 

¡Cómo olvidar esa goleada! 

 Por supuesto, ya en Poznan, no entendía ni una palabra de polaco, pero podía usar palabras fundamentales como vodka (vodka, en todos los idiomas del planeta), Zigaretten (cigarros, en alemán) y Bier (cerveza, en alemán) para sobrevivir. Para ellos, era un bicho exótico y raro, procedente de un país extraño al otro lado del mundo. La única idea que tenían de Perú estaba asociada al fútbol. Cuando mencionaba los nombres Lato y Boniek y señalaba con las manos el 5 a 1 que nos propinó la selección polaca de fútbol en el Mundial de España 1982, escuchaba en polaco la palabra Perú. Solo así podían vagamente alucinar de dónde venía. No obstante, lo más importante era conocer un país que recientemente acababa de dejar de ser socialista; y que me hacía recordar la realidad peruana que había dejado algunos meses atrás. 

Boniek, Lato y nuestra selección goleada.
Tiendas vacías, gente descontenta, escasez de alimentos, grupúsculos de poder enquistados en el gobierno, una clase media diezmada, servicios públicos decadentes, una Iglesia Católica como actor político de peso y algunos otros aspectos, me hacían establecer un inevitable paralelo con el Perú que por ese entonces salía del primer gobierno de Alán García e iniciaba el fujimorato. Recordemos que los años finales de la década de los ochenta y los primeros años de la década del noventa del siglo pasado, el país estaba hecho trizas en casi todos los aspectos. 

En esa década del noventa fui regularmente a Polonia y cada nueva estadía me permitía ver cómo el país europeo iba saliendo del letargo y se iba “occidentalizando”. De la misma manera, en esos diez años, viajé al Perú por lo menos cinco o seis veces. Era interesante ver cómo había cierta similitud en ambos países en lo referido a los cambios en el poder adquisitivo del pueblo, como “entraba” la modernización; y, sobre todo, cómo era la transición hacia la “democracia” en Polonia; y la vida tras un golpe de Estado en el Perú y la vida sin terrorismo (no guerra civil). En esos dos lustros, ambos países parecían ser más felices, más desarrollados, más modernos y estables políticamente e iban contentos, camino al cambio de siglo. 

La ex DDR 

 Cuando ya masticaba el idioma alemán, pude conversar con muchos polacos sobre la situación de su país y sobre lo poco que yo podía contarles del panorama político en el Perú y América del Sur. Así, siempre les preguntaba cuáles eran o fueron los beneficios de vivir bajo el manto de la ex URSS y comentaba que, en América del Sur —y con la sombra de mi pasado rojo aun pululando por ahí— Cuba era casi el paraíso y un ejemplo que “nosotros” veíamos, en parte, como el futuro anhelado para muchos. La gran mayoría de mis interlocutores me miraban de reojo y entre serios y sarcásticos me explicaban las desventajas de haber vivido en un país comunista. 

  • Tras estas experiencias empecé a cuestionarme el modelo que me habían vendido o en el que creía como el necesario para mi país. Así también, conocí muchas personas de Bulgaria, Hungría, Moldavia, de la antigua República Checa y de otros países “del este” que me dieron diversas versiones de su pasado en dictaduras comunistas, algunas más duras y otras más blandas que otras. En todos los casos, el comunismo se me fue desdibujando y mi radar político se fue alejando de lo que creía ser mi opción política. 

    Recuerdo también con mucha claridad, una conversación con un chofer que era de la ex DDR, es decir de la República Democrática de Alemania (RDA), que me contaba las penurias que pasó él y su familia para sobrevivir al otro lado del muro; y que siempre me decía que él al igual que yo, era un “extranjero” en su país ya unificado. Rainer, como se llamaba, me rebatía punto por punto lo que yo pensaba y defendía rabioso, sobre lo que era o debería ser un modelo económico que velaba por “el pueblo” y que era dirigido por el mismo pueblo. Así, tras acaloradas discusiones, varias cervezas y cigarros, tenía que reconocer que, a mis, en ese entonces, no más de veintidós años, estaba, políticamente, a la deriva; y que mis argumentos de defensa de un sistema político que ni siquiera conocía, eran bastante pobres.

    Otro punto de inflexión fue cuando, también en Alemania, me encontraba en la biblioteca leyendo “Der Spiegel” y me topé con un artículo que analizaba lo que significaba la clásica figura del Che Guevara y cómo era “visto” en muchos lugares alejados de Cuba. El Che era para muchos un símbolo pop que disfrazaba un ser que tenía manchas negras en su guerrillera vida; y que al final, parecía más de extrema derecha que de izquierda. Sin duda, nunca fui admirador del argentino, pero reflexionar desde la distancia sobre una realidad que siempre me fue ajena, pese a que yo suponía que era mi “marca” política, me abrió los ojos. 

    Tras estos sucesos y por supuesto, tras ser testigo casi in situ de cómo se desmoronó el bloque socialista, fui haciendo un giro político e ideológico hacia el centro. Esto debe continuar. Hace tiempo que quería escribir estas líneas. La actual desgracia política que envuelve al Perú me obligó a no retrasar más esta confesión. Me he vuelto un anticomunista, parezca o no. Pero a lo que le he agarrado total turra o fobia es a ese grupo de personas que cree ser la reserva moral del país. Pese a todo, el 06 de junio de 2021 votaré en blanco o viciado. ¿Quieren mi voto? ¡Sobre mi cadáver! (o háganme una propuesta económica seria). 

    Junio 2021

    miércoles, 17 de febrero de 2021

    ¡NO ME DIGAN QUE ES MUY TARDE! HOMENAJE A ISMAELITO, EL NIÑO BONITO DE LA FANIA

    Sabía que en algún momento tenía que escribir estas líneas. Ya desde hace tiempo me lo había planteado. No pensé que me iba a tener que adelantar, dado que hasta hace unas semanas sabía que estaba rumbeando como siempre lo ha sabido hacer. Me siento obligado a escribir sobre mi cantante y compositor preferido en lo que a salsa respecta: Ismael Miranda, el niño bonito. Este borincano, pronto a cumplir 71 años, nació en Aguada, Puerto Rico; y es uno de los pocos cantantes de salsa que aún está vigente. Proviene de las canteras neoyorquinas, de la mano principalmente del Judío Maravilloso, Larry Harlow y saltó a la fama con la insuperable Fania All Stars. Su salud le ha jugado una mala pasada y se encuentra en cuidados intensivos. Espero que salga de esta. Gracia a Ismaelito, me metí de lleno a escuchar este género musical universal. Inicié esta aventura en el extranjero; y es que, sin duda, existe una gran diferencia entre escuchar salsa en Perú y en Alemania.

    Gracias a las fuerzas salseras, Ismaelito ya está en casa. ¡Ahí noma!

    La canción que me hizo entrar al fascinante mundo de Ismaelito para conocer más de su repertorio fue Borinquen tiene Montuno, que cantó junto a la Fania All Stars en el concierto que ofrecieron en Puerto Rico, allá por el año 1994. En mis primeros 18 años en el Perú, nunca había escuchado antes de este jibarito. Por ahí, escuché algo de salsa, pero sin tomarle importancia. Lo mío era sin duda el rocanrol. Los primeros años de los noventa del siglo pasado aterricé en tierras teutonas y estando lejos del terruño, escuchar salsa te hacía sentirte más latino y enorgullecerte de “tus raíces”. No es lo mismo escuchar por ejemplo Los Morochucos en Alemania, en un invierno crudo europeo que, en Lima, en el Bar Queirolo. Créanme que no hay comparación. Los sentimientos que te revuelven cambian sin duda, pero ese es otro tema.

    Cuando fui a Nueva York en el año 1997 me pasé casi un día buscando todos los cd de Ismaelito por la Gran Manzana. Felizmente pude comprar casi todos, los mismos que guardo con mucho celo. Es así como una de las canciones que más debo haber escuchado en mi vida es: Lamento de un guajiro (salgo al inicio del video con peluca) al igual que la anterior canción ya nombrada. Esas canciones han sido parte de emblemáticas e inacabables rondas de cervezas y noches de juerga y rumba. En las frías noches de invierno o en los días más calurosos de los veranos europeos, Ismael siempre estaba ahí. 
    Ismaelito

    He pasado días escuchando únicamente canciones de Ismael; y nunca me canso de hacerlo. Un gran sonero que perdura como él, siempre que rumbea, lo hace con calidad y harto saoco. La primera vez que lo vi en vivo, fue allá por el año 2002 o 2003 en la antigua Feria del Pacífico. Fui con el gran Fernando Tuesta Soldevilla. No podía creer que lo estaba viendo. Varios años después lo vi con mi hermanita Briscila y con mi hermano Wilfredo Cóndor Arias en un festival de salsa en El Callao. Por supuesto, después de aquella vez terminamos en El Superba ingiriendo varios “pomos” de “cervecita, licor, amargo”. La última vez que lo vi fue en el año 2014 si mal no recuerdo. Ismaelito compartía tarima con mi segundo cantante preferido de salsa: Adalberto Santiago.

    Aquella vez tocó en un bar en La Molina. Esa noche llegaba en la noche de Iquitos a Lima, luego de haber estado en la Reserva Nacional Pacaya Samiria. Ni bien dejé mis cosas y de un baño, salí disparado al concierto. Algo me debe haber pasado (¿o estaba pasado?) que llegué casi moribundo al concierto que empezó mucho más tarde de lo anunciado. Así, casi al borde de la muerte, toneamos como Dios manda. Esa vez estuve otra vez con mi hermanita Brix vacilando y rumbeando. Terminamos de madrugada devorando un sanguchón. Me fui a dormir sin saber si iba a sobrevivir a esa noche abrupta, interminable y ácida.

    Podría poner casi cincuenta canciones de Ismaelito en estas líneas, pero sería muy extenso. Escuchen sus canciones y saquen sus propias conclusiones. Este sonero borinqueño tuvo sus años de excesos y sin duda disfrutó de la fama. Felizmente pudo salir bien librado de toda la juerga brava y dura. En las últimas décadas, Ismael vive una vida sana y sigue demostrando por qué es uno de los mejore cantantes salseros que aún nos acompañan.

    Y como todo buen sonero, Ismael interpreta un bolero: Abandonada fue que casi me empujó a la destrucción total en esos momentos aciagos, lúgubres y donde ya nada importaba. Así también, me ofreció una canción perfecta para poder dedicársela a muchas mujeres:
    Las mujeres son y que podría ser usada para animar muchas campañas que pregonan temas relacionados al género (¿o sexo?) femenino. En fin, por supuesto, la calidad y entereza de la potente voz de Ismaelito hace que cada interpretación suya sea de muy alta performance.

    Pacheco
    Pacheco

    Otra canción que me acompaña desde hace más de veinte años es Nicolás y que me parece súper potente, característica de un sonero de alto nivel. Asimismo, recuerdo cómo puse a varios en aprietos al sugerir que pongan en plena rumba esta canción: Tu cosita mami.


    Y para finalizar, No me digan que es muy tarde para poder escribir estas líneas y seguir gozando con las canciones de este jibarito. Y celebremos que aún seguimos vivos. No nos queda más que seguir para adelante y de recordar a los que ya partieron. Por eso, va este pequeño texto como un homenaje a un grande y un saludo a la vida que nos queda: Rumba a la vida y larga vida para ti Ismaelito.

    P.D. Y como no pude terminar a tiempo este texto, lo tuve en la incubadora varios días y hace dos días, el lunes 15 de febrero de 2021, tuve que encajar un derechazo. Se nos fue Pacheco. Recuerdo cómo he delirado con su flauta. Escuchar “agua del clavelito” a todo volumen mientras recorría los campos heidelberguenses o en una noche fría del invierno alemán, me transportaba al medio del caribe, al monte con lluvia mirando el mar que parecía una sopa caliente. Verlo a Pacheco dirigir a la Fania en los innumerables conciertos que dieron o tocando la flauta como un poseído, son escenas que forman parte ya de mi cerebro. Son como grandes murales en mi masa gris. Hasta siempre Pacheco. Sé que te fuiste a tomar agua del clavelito en algún lugar intergaláctico. ¡Buen viaje maestro!

    Febrero 2021

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