El planeta soporta cerca de 7000 millones de personas. Foto: Reuters. |
Hace unos días, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) hizo un
pronóstico que ha sido calificado por algunos expertos como controversial por
la manera de haber sido estimado. La ONU sostiene que el planeta contaría en el
año 2100 con 13 200 millones de personas. Estos cálculos se basan en lo que ya
se había estimado para el año 2012. Para tal fin, se ha tomado datos desde el
año 1950 hasta el año 2012 y se ha estimado que la población que más va a
crecer es la del continente africano. No obstante, existen varios expertos que
critican que con los datos estadísticos de tan solo 60 años se pretenda saber
qué pasará con la población mundial en casi 90 años. Pero de tan solo pensar en
los chinos, no me parecen nada trasnochadas estas cifras.
En lo que sí están de acuerdo, tanto los funcionarios de la ONU, así
como sus detractores, es en el hecho de que la educación y la formación
académica tienen mucho que ver con la cantidad de nacimientos en el planeta. Para
ello, uno de los expertos afirma que en promedio, una mujer etíope trae al
mundo a seis hijos, sin embargo, si ella fuese a la escuela ininterrumpidamente
y hasta los 15 años, solo traería al mundo dos hijos. Así, en las proyecciones
de la ONU el factor “formación y educación” no habría sido tomado en cuenta
para sus estimaciones.
Además, para los cálculos sobre los pronósticos del clima mundial, es
importante la cifra, sobre todo si pensamos en números absolutos, ya que esta
nos indicaría cuál es y cuál será la población mundial total y no se distingue
entre nacionalidades, educación, sexo o cualquier otro factor similar. No
obstante, cuando hablamos de la población por naciones, la situación cambia.
Mientras que un europeo central se preocupa, por ejemplo, en recibir a tiempo
su jubilación y sus políticos se rompen la cabeza en dilucidar cómo hacer para
que los pocos jóvenes del viejo continente sigan aportando a la caja fiscal,
con el fin de asumir los costos del Estado, la situación es totalmente distinta,
por ejemplo, en Nigeria. El país más poblado de África tiene un severo problema
con sus jóvenes, pues según se estima, para el año 2100 la población juvenil se
quintuplicará.
África es uno de los contnentes más afectados. |
Así, entre las grandes preocupaciones del gobierno nigeriano está el
hecho de ver la manera de construir más escuelas y de garantizar la educación
de un gran número de sus ciudadanos. Además, no solo es necesario intentar
asegurar el tema educacional, sino también ofrecer posibilidades de desarrollo,
vivienda, alimentación, trabajo y lo mínimo que se necesita para vivir
dignamente. Sabemos que todo esto implica espacio, tiempo y dinero; y que tiene
un costo ambiental bastante notorio. Por ende, con una población mundial
creciendo de manera imparable, no es descabellado pensar que con ello se
acrecentarán problemas como la pobreza, la salud humana, la contaminación y
degradación ambiental, la mortalidad infantil y la dura pelea por el acceso a
los recursos naturales con los consecuentes conflictos socioambientales.
No hay cama para tanta
gente
Algunos cálculos indican que para entender un poco cómo está creciendo
la población humana, podemos imaginarnos que cada cinco días, desde hoy hasta
el año 2050, surgiría una ciudad de un millón de habitantes en los países en
vías de desarrollo. Anualmente, estamos creciendo a razón de 80 millones de
personas en el planeta. A eso, hay que tomar en cuenta el hecho de que el mayor
porcentaje de ese crecimiento se da en las regiones más pobres del globo terráqueo.
En países como Malawi, Nigeria y Uganda, vivirán, en el año 2100, el quíntuple
de personas de las que viven hoy, si es que se logra hacer retroceder las
cifras de fertilidad. Si eso no sucede, se estima que el número de habitantes sería
30 veces más grande que el actual. Sin duda, estamos hablando de bastante gente
en una zona altamente pobre.
Y no nos debe extrañar que esto suceda, cuando sabemos que en los
países en vías de desarrollo existen cerca de 80 millones de mujeres que quedan
embarazadas sin desearlo. Esto sucede en gran parte porque no tienen acceso a
métodos anticonceptivos. Si las mujeres y adolescentes podrían decidir
libremente cuántos y cuándo tener hijos y si tendrían acceso a métodos
anticonceptivos y a una educación sexual sin tapujos religiosos, serían mucho
más saludables, productivas y tendrían mayores y mejores posibilidades de
recibir educación y de formarse como profesionales.
Por otro lado, en Europa habitan actualmente cerca de 742 millones de
personas. Para el año 2100 se estima que habría 639 millones de europeos, es
decir, existiría un retroceso de 14% en su población total. Esto grafica un
poco cómo se está dando el crecimiento en algunas partes del planeta. Asimismo,
la ONU proyecta que el promedio de la esperanza de vida en la Tierra subirá de
la actual cifra de 70 años a 82 años para el año 2100; e incluso, en países
industrializados esta cifra podría llegar a 89 años de edad. En otras palabras
y aunque suene duro, habrá más gente que alimentar y mantener por más tiempo.
Y en el país de las
maravillas
El Perú no se queda atrás, es decir, el país seguirá creciendo en
varios aspectos. El incremento evidente de la rentabilidad económica para un
gran porcentaje de peruanas y peruanos se evidencia, entre otros, en un
creciente poder adquisitivo y en una expansión desordenada de las ciudades del
país. Además, en muchos lugares es evidente el avance de la deforestación, de
la quema de tierras y de la invasión de terrenos para ampliar la frontera
agrícola y ganadera. Sin duda, el deterioro de nuestra diversidad biológica
seguirá aumentando, pues tenemos muchas cabezas que alimentar y tendremos más
de ellas en los siguientes años. Las familias seguirán creciendo y
atomizándose, los nuevos miembros querrán tener su carro, su departamento, su
chacra para sembrar, sus equipos tecnológicos; y querrán no quedarse atrás y
“progresar” para asegurar el bienestar de los suyos y de los que vienen más
adelante.
Así por ejemplo, hace unos días, el economista Eduardo Zegarra,
investigador principal del Grupo de
Análisis para el Desarrollo (GRADE), afirmó que cerca de seis
millones de peruanos no contarían con los servicios de agua potable. Y esa
cifra, así como vamos, podría seguir aumentando. E incluso, ya no solamente es
el hecho de tener agua potable en tu domicilio, sino, también sucede que tienes
tu conexión, pero la demanda es tan alta en tu zona que recibes solamente un
“chorrito” de agua. Eso estaría sucediendo en algunos nuevos edificios en Lima
y en otras ciudades costeras. Con todo lo anterior, a quién le extraña que cada
vez sea más caro y complicado acceder al agua potable.
El hecho es que cada día somos más y que la pugna por el acceso a los
recursos naturales va a crecer y va a ser más despiadada. Es lógica pura, a más
gente, más bocas a las que debemos alimentar, a las que debemos darle agua, asegurarles
el transporte, darles energía, garantizarles un espacio para vivir, darles
medicina, etc. Es decir, de ninguna manera puede quedar el planeta tal cual
como ─en el mejor de los escenarios─ está actualmente, ante el imparable
crecimiento poblacional. Así la población humana dejase de crecer hoy día, el
planeta ya cojea y sufre para darnos a todos alimentos, agua, refugio y
combustible.
Dicho lo anterior,
¿se imaginan si la profecía de la Cámara de
Comercio de Lima se cumple? Es decir, ¿cómo será el Perú si es que se llega a
convertir, en el año 2027, en un país del “Primer Mundo”?. Habría que alucinar
cuál sería el estado de conservación de nuestros bosques tropicales, de nuestros
páramos andinos, de toda nuestra geografía en general y en especial (creo yo)
de nuestro mar. Ser un país “desarrollado” nos costaría un “ojo de la cara” sin
lugar a dudas. Esto, en especial, si no existe un cambio de actitud en la mente
de nuestros compatriotas por valorar nuestra diversidad biológica, por buscar
la institucionalidad, por dejar de practicar la asquerosa y contraproducente
“criollada”, por cambiar de actitud y por dejar atrás la informalidad. No
podemos detener el crecimiento, pero crezcamos bien y pensando en los que
vienen más adelante. Dejemos también de repetir la frase: “dejemos un mejor
planeta para las futuras generaciones”. Lo que debemos dejar son mejores
personas.
Artículo publicado en la versión online de la Revista Rumbos:
Octubre
2014
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