Quiero dedicar este artículo a mi gran amigo Rolf
Petermman Meyer-Miethke (25 – 07 -1964 / 01 - 08 - 2015). Va para ti gringo,
donde estés. ¡Te voy a extrañar harto chamo!
No
debería sorprendernos que en el planeta se siga descubriendo nuevas especies
para la ciencia, tal como acaba de suceder, por ejemplo, en el Perú. En estos
lares han sido reportadas una nueva especie de orquídea y una nueva especie de
mono amazónico endémico del Perú, específicamente del valle del Urubamba en
Cuzco. Sin embargo, por otro lado, tampoco debería sorprendernos que cada día
que pasa la flora y la fauna mundial deben resistir los embistes de la raza
humana. Para muchos científicos, ya estamos viviendo lo que sería la sexta
extinción masiva de especies del planeta. ¡Bienvenidos al apocalipsis!
Permanentemente escuchamos que existen cientos de
especies de flora y fauna que están amenazadas y que están en peligro de
extinción. Esto ya casi no es noticia, pues a nadie le afectaría (salvo a unos
cuantos) que el Mono Rojiblanco que vive en un hábitat restringido del bosque
tropical amazónico peruano se extinga. Si ni siquiera lo conocemos, de qué nos
debemos lamentar. Y además, si se extingue un tipo de mono, cuál es el
problema, ya habrán otros monos que tomen su espacio; y además, ¿cuál es el rol
del mono en la naturaleza? y ¿cómo se ha extinguido si la selva amazónica es
tan grande? Qué respondan los que deben responder. Sigamos.
Los bosques tropicales del planeta deben retroceder
indefensos ante el avance de la agricultura y la ganadería extensivas y se ven
mermados por la ilegal tala selectiva de especies maderables comerciales. Los
ecosistemas deben soportar y pelear en desventaja contra las especies invasoras
que causan un daño terrible a sus habitantes originales. El clima cambiante,
producto del innegable calentamiento global del planeta, está poniendo en jaque
a muchas especies que no están preparadas para hacerle frente a este problema
(pero hay algunas que sí sacan ventaja de esto). Además, la contaminación
ambiental —en todas sus variantes— está haciendo estragos en la flora y fauna
mundial. Y ya ni qué decir de la pesca masiva (y abusiva) de especies
hidrobiológicas en el mar y en todos los cuerpos de agua continentales, así
como de actividades no permitidas como la caza de fauna y la extracción de
algunas variedades de plantas (como las orquídeas) para el tráfico ilegal de
especies.
Esta “pequeña” lista de amenazas nos da una idea de
lo que se cierne sobre nuestra flora y fauna local y planetaria. Sin embargo,
necesitamos cifras para entender mejor el problema. No obstante, los números
son difíciles de obtener en este caso, pues existe mucha polémica al respecto y
los métodos para obtenerlos varían mucho en cada país. Asimismo, los parámetros
de comparación crean permanentes discusiones entre los científicos. Sin
embargo, para Gerardo Ceballos y sus colegas de la Universidad de México, la
sexta extinción masiva de especies ya está en marcha. Los investigadores
publicaron un artículo en la revista “Science Advances”[1],
en el cual además advierten que la disminución de especies biológicas es
perjudicial para el que la produce, es decir, para el ser humano.
Para llegar a tal conclusión, Ceballos y Co.,
compararon las cifras de extinción de los mamíferos, aves, reptiles, anfibios y
peces desde el año 1500 a la fecha con el número de especies, cuya desaparición
se daría sin la influencia del ser humano. Para ello, es necesario saber que es
normal que algunas especies se extingan. Pero, cuando hablamos de extinciones
masivas, nos referimos a la desaparición de una gran parte de los seres vivos
en un periodo de tiempo bastante corto. Algo similar ocurre con el actual
cambio climático que estamos viviendo como producto del calentamiento global.
Los cambios climáticos en el planeta siempre se han dado de manera natural y en
periodos de tiempo bastante extensos, pero el actual se está dando en un
periodo de tiempo bastante corto y por causas antrópicas. En este escenario,
para que la Tierra se recupere de ambos procesos se va a necesitar miles de
años.
Las
cinco primeras
Como recordar es volver a vivir[2],
recordemos brevemente cómo es que se dieron las cinco primeras extinciones
masivas de especies en el planeta. La primera de ellas se dio en la transición
del periodo Cámbrico al periodo Ordovícico (aproximadamente,
hace 439 millones de años) en la era Paleozoica. En ese entonces, la vida
existía principalmente en el mar y debido a que los niveles de este
descendieron enormemente para formar grandes glaciares y que luego el nivel del
mar volvió a subir por el derretimiento de los glaciares, desaparecieron cerca
del 25% de las familias (de especies) y el 60% de las especies marinas.
La segunda se dio en el periodo (tardío) Devónico (aproximadamente hace 364 millones de años) por una causa aún desconocida. Sin embargo, se estima que se extinguieron 22% de las familias y el 57% de las especies marinas. Sobre las especies terrestres no se tiene mucha información. En el caso de la tercera, la causa es un tema álgido de discusión entre los científicos. En lo que sí se está de acuerdo es que fue la que ocasionó el mayor número de especies extintas: 95% de todas las especies de la Tierra, 53 % de las familias marinas, 84% de las especies marinas y el 70% de las especies (animales, plantas, insectos) que habitaban el planeta. Esta se dio al final del periodo Pérmico en la era Paleozoica hace cerca de 251 millones de años.
La cuarta se dio a finales del periodo Triásico de la era Mesozoica, hace aproximadamente entre 200 y 214 millones de años. La causa parece haber sido la enorme cantidad de erupciones volcánicas en el planeta, la cual originó un calentamiento global de grandes proporciones. Se extinguieron 22% de las familias y el 52% de las especies marinas. El número de especies terrestres extinguidas es desconocido. La quinta extinción masiva se produjo posiblemente como consecuencia de la colisión de un meteorito con el planeta en la península de Yucatán en México hace 65 millones de años. Este fenómeno ocasionó la desaparición del 16% de las familias y el 47% de las especies marinas, además del exterminio del 18% de las especies terrestres incluyendo a los dinosaurios.
Vamos bien
Según se sabe, la cuota de extinción es de 0,1 a 1
especie por cada 10 000 tipos de estas en un periodo de 100 años. Así, Ceballos
y su equipo hicieron sus cálculos en base a 2 especies extintas por cada 10 000
en el mismo periodo de tiempo, para así evitar anticipadamente críticas en
torno a que la cuota utilizada sería muy baja. Los resultados obtenidos fueron
comparados con la información de la Unión Internacional para la Conservación de
la Naturaleza (UICN), con restos fósiles y con una extensa revisión
bibliográfica. Uno de los resultados es que la gran mayoría de especies
animales se extinguieron en los últimos 114 años, es decir, desde que empezó la
Revolución Industrial, allá por el año 1900.
Asimismo, con el fin de comparar algunas cifras, los
investigadores incluyeron en sus cálculos las especies clasificadas como
extintas, extintas en la naturaleza o como probablemente extintas. Con ello, se
llegó a la conclusión de que el promedio del número de especies en extinción en
el último siglo es entre 10 y 100 veces mayor al promedio del número de
especies que se habría extinguido de manera natural en 100 años. Es decir, bajo
condiciones normales, tendrían que haber pasado entre 800 y 10 000 años para
que desapareciera el mismo número de especies que ya ha desparecido en el
planeta en los últimos 100 años.
¿Y cómo nos afecta todo esto? Pues resulta que
dependemos de otros organismos de la naturaleza para obtener nuestros alimentos
y nutrientes. Ejemplos de ello tenemos varios. Un caso preocupante es el de las
abejas que si bien no están amenazadas de extinción, sus poblaciones vienen
decayendo de manera alarmante. Sin abejas, la polinización natural disminuye
con la consecuente disminución de la floración y por ende, de la producción de
frutos. Por lo tanto, la producción alimentaria podría verse afectada. Así
también, con la pesca indiscriminada, cada día que pasa, los mares están más
vacíos y obtener peces y frutos del mar se vuelve más complicado.
Por eso, si no nos ponemos las pilas y frenamos las
causas que aceleran la extinción masiva de especies, podríamos estar cavando
nuestra propia tumba. Proteger nuestra flora y fauna a nivel interplanetario es
una de las principales preocupaciones del mundo científico, pero al parecer no es
la de todas y todos los terrícolas. Ya es hora de cambiar eso. Espero que
cuando las siguientes generaciones estén ya instalados en un nuevo planeta
recuerden esta extinción como la última y que no estén ad portas de la séptima.
Monos
y orquídeas
Como ya se mencionó, recientemente han sido
descubiertas en el Perú dos nuevas especies para la ciencia: una orquídea y un
mono. En el caso de la orquídea[3],
esta nueva especie fue descubierta como resultado de un estudio desarrollado el
año 2014 en el departamento de Junín por el Ministerio del Ambiente (MINAM), a
través de la Dirección General de Diversidad Biológica (DGDB), con el decidido
apoyo del Programa de Asistencia Técnica (PAT) USAID/MINAM. La nueva orquídea
fue encontrada a 3200 metros de altitud en una zona de bosques montanos y
ostenta el nombre científico Epidendrum
jose-alvarezii, como reconocimiento al actual Director General de la DGDB
del MINAM, José (Pepe) Álvarez Alonso.
Adicionalmente y hace poco también, el Proyecto Mono
Tocón reportó que había sido descrita una nueva especie de primate para el Perú[4].
Se trata del Callicebus urubambensis, especie
encontrada en una expedición organizada por el mencionado proyecto, con el fin
de aportar nuevos datos en la distribución y taxonomía de las especies de monos
tocones del centro y sur del Perú. Ambas son sin duda muy buenas noticias para
el mundo científico y para todas las y los peruanos. No obstante, también recae
en nuestras manos lograr que podamos seguir ostentando su presencia en los
siguientes años.
Por eso, es importante saber qué tenemos, dónde
está, cuál es su estado de conservación, cuáles son las amenazas que se ciernen
sobre nuestro patrimonio biológico y sobre todo, es primordial hacer algo al
respecto. El Mono Rojiblanco, su parentela, sus vecinos y toda la flora y fauna
del planeta nos lo agradecerán.
PD. Quiero expresar
mi reconocimiento y felicitaciones a Harol Gutiérrez Peralta, botánico de la
DGDB del MINAM, quien fue uno de los descubridores de la nueva orquídea y con
quien he trabajado unos meses; y a Julio C. Tello Alvarado del Proyecto Mono
Tocón, a quien también conozco y es uno de los que reportó la nueva especie de
mono para el Perú.
Agosto 2015
Artículo publicado originalmente en la versión online de la Revista Rumbos:
[1]
http://advances.sciencemag.org/content/1/5/e1400253
[3]
http://www.minam.gob.pe/notas-de-prensa/autoridad-cientifica-cites-peru-identifica-una-nueva-especie-de-orquidea/
[4]
http://static1.1.sqspcdn.com/static/f/1200343/26367059/1436028902233/PC29_Vermeer__Tello_Peruvian_Callicebus.pdf?token=LyXfxhix1unWIJm4%2FiT0MdtnTkA%3D
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