sábado, 31 de mayo de 2014

LOS PERROS (DEMASIADO) HAMBRIENTOS (II)

Alpaca devorada por perros silvestres en el distrito de Chachas, 
provincia de Castilla, departamento de Arequipa. 
Foto:  Carlos Enrique Michaud.
Como era de esperar, he recibido comentarios de todo tipo y calibre por la entrega anterior. ¡Excelente! Ese era uno de los objetivos de haberme metido en esto. Sigamos con el tema y esperemos que algo se haga para frenar esta situación. Recordemos también que los perros silvestres y asilvestrados, así como las especies exóticas e invasoras no conocen fronteras políticas ni zonas de amortiguamiento ni áreas naturales protegidas. Ellas y ellos siguen su camino buscando sobrevivir y asegurar su descendencia. Ojalá que las autoridades no se tiren la pelota y que las soluciones que se planteen para enfrentar este tema no sean peor que la enfermedad. Recordemos además que no debemos perder de vista a algunos mamíferos que ya llegaron al país para quedarse, como es el caso de la Liebre Europea (Lepus europaeus). 

Una de las amenazas actuales sobre la conservación de la diversidad biológica en nuestro medio es el impacto de perros domésticos (callejeros, vagos y asilvestrados). Como especie invasora puede depredar, competir y transmitir enfermedades a las especies nativas. Así, en base a la nota científica “Amenazas de perros domésticos en la conservación del cóndor, el zorro y el puma en las tierras altas bolivianas”[1] de Aliaga-Roseel et al. (2012), aparecida en la Revista Latinoamericana de Conservación, existen en Bolivia algunos conflictos —ocasionados por los perros silvestres— entre depredadores nativos, como el Zorro Andino (Licalopex culpaeus) y el Puma (Puma concolor) y los pobladores locales.

Según Aliaga-Roseel et al., “en Bolivia se ha registrado varios casos de muerte o de mutilaciones causadas por perros a ciervos andinos (Hippocamelus sp.) y a otros ungulados (animales con cascos o pezuñas) silvestres (…). También existen registros dispersos de ataques a animales domésticos como ovejas, chivos, burros y ganado vacuno, matando o dejando muy maltrechos a los mismos (…). Esto ha ocasionado que el Cóndor, el Zorro y el Puma Andino sean culpados por las comunidades locales de las pérdidas de sus animales domésticos”. Además,  a diferencia de otros predadores que cazan generalmente en solitario o en pequeños grupos y que atacan al cuello y matan por asfixia a sus presas, los perros silvestres atacan en jaurías y matan a su presa a mordiscos para destriparlas y empezar a tragárselas por el abdomen. Por eso, es fácil detectar cuando un animal es atacado por los canes.

Lo mismo estaría sucediendo en el Perú, pues se le estaría echando la culpa a los depredadores nativos de ser los malos de la película. Tal situación estaría obligando a muchos pobladores a agarrar su escopeta y dispararles o a darles veneno para evitar más pérdidas. Con esto se estaría mermando su población sin saber que los culpables no son ellos, sino los perros silvestres o asilvestrados.

Una manada de perros salvajes a punto de matar a un Buitre Leonado
(Gyps fulvus) en Segovia, España.
Foto: La Crónica Verde, por César Javier Palacios.
Y no solo están los animales domésticos en el menú de estos cánidos, sino también figuran los camélidos sudamericanos como la Vicuña (Vicugna vicugna), la Alpaca (Vicugna pacos) y el Guanaco (Lama guanicoe). En ese entendido, los pobladores andinos piensan que son los zorros y pumas andinos los comensales, pero, como sucedió en Bolivia, según Aliaga-Roseel et al., “(…) los pobladores locales amenazaron con organizarse para matar a estos animales (pumas y zorros). A los pocos días y después de un seguimiento por técnicos y guardaparques, se determinó que los verdaderos causantes del conflicto era un grupo de cuatro perros provenientes de una comunidad vecina. Una vez que estos perros fueron eliminados, cesaron inmediatamente los ataques a las alpacas en la zona”.

Según estos autores, “la información publicada sobre las implicaciones negativas de los perros sobre fauna nativa en revistas científicas es casi inexistente, sin embargo, son abundantes los registros de ataques por perros a la fauna nativa y con diferentes categorías de amenaza en diversos lugares del mundo; por ejemplo ataques de perros a Buitres Leonados (Gyps fulvus) en España, ataques a ciervos en Estados Unidos (…); la depredación de primates en Brasil (…) o ataques y daños ocasionados a tortugas, iguanas, pingüinos, y otras aves de la frágil fauna en Galápagos, Ecuador (…)”.  En el Perú no nos quedamos atrás.

El Perú y los perros

En nuestro terruño, se habría reportado ataques a la fauna local por perros silvestres en Sechura y en la Zona Reservada Illescas (a propósito, ¿cuándo serán categorizadas Illescas y la Zona Reservada Sierra del Divisor? ¡ya es hora!); en la Reserva Nacional San Fernando, donde los cánidos son la pesadilla de los pocos guanacos que bajan a la costa; en Arequipa, donde también se ha reportado la presencia de perros silvestres en zonas aledañas a la “Ciudad Blanca”, los que estarían persiguiendo (y cazando) guanacos y posiblemente interfiriendo con el anidamiento y descanso de algunas aves que utilizan los desiertos y zonas remotas para tales fines; y en la Reserva Nacional de Lachay, donde los zorros andinos y costeños estarían casi desapareciendo de la zona ante su presencia y donde los proyectos de reintroducción del Venado de Cola Blanca (Odocoileus virginianus) estarían amenazados por su presencia pues ya han ingresado a la Reserva a hacer de las suyas y a querer darle curso a los venados. Y seguramente hay más casos.

Como también sostienen Aliaga-Roseel et al., “normalmente, los perros domésticos no solo atacan para alimentarse, los ataques en jaurías usualmente llevan a la mutilación de sus víctimas. (…) Sin embargo, la natural simpatía de los humanos hacia los perros domésticos (…) impide la objetividad en casos de muertes, depredación y ataques sobre la fauna nativa”. No es mi intención satanizar a los cánidos, pero creo que debemos pensar en este problema y exigir a las autoridades que se haga algo al respecto. Tampoco es que deben salir cuadrillas de cazadores improvisados e ilegales a disparar al primer perro que se le aparezca en el campo. Se debe realizar una investigación seria para determinar el grado de amenaza y cuáles serían las medida a tomar y además ¡se debe publicar y comunicar los resultados!

Veamos el caso chileno

Recientemente se ha desatado en Chile una interesante discusión en torno a un proyecto de ley que permitiría que las personas puedan cazar perros silvestres en zonas rurales o aisladas, bajo la premisa de que las jaurías de cánidos atentan contra las especies nativas. Esto ha desencadenado un intercambio de ideas interminable entre las autoridades y los grupos que defienden la vida animal. Para los primeros, la presencia de perros silvestres puede llevar a la extinción (local y/o global) de especies que ya se encuentran amenazadas y en bajas densidades. Y debido a la irresponsabilidad en la tenencia de mascotas y a la débil fiscalización en este aspecto, el número de perros abandonados ha aumentado exponencialmente.

En la otra esquina, los defensores de la vida animal argumentan que la mencionada ley arruinaría y traería abajo todos los avances que se habrían dado en el país sureño en cuanto a la protección animal y que se desataría una cacería infernal. Además argumentan que ninguna especie debe ser cazada y que existen opciones para mantener el equilibrio ambiental sin violar los derechos y la libertad de los animales. El mencionado reglamento le daría luz verde a la caza o captura en cualquier época del año de los llamados perros salvajes y de otras especies calificadas como dañinas en todo el territorio chileno y sin limitación de número de piezas o ejemplares.

Cría de Guanaco devorado por perros silvestres en Chile, en el
Parque Nacional Pan de Azúcar. 
A todo esto, según el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) chileno, uno de los casos más estudiados es el de los perros silvestres que podrán ser controlados, siempre y cuando se encuentren en jaurías y en sectores rurales. Así por ejemplo, en la Región de Coquimbo, en Chile, una epidemia del virus distemper provocó la muerte de zorros cerca a la Reserva Fray Jorge. Asimismo, poblaciones de guanacos y de pudúes (ciervos pequeños) en el sur del país sufren una fuerte depredación por parte de perros. Por ello, frente a perros silvestres y a otras especies exóticas e invasoras, para las autoridades chilenas la caza es un método efectivo de control o erradicación para detener o disminuir la expansión de estas especies y para mitigar su impacto.

Continuando con la discusión en Chile, los que defienden a los animales traen a colación que se intenta incluir dentro del reglamento de caza a los perros asilvestrados, siendo este un concepto que no existe, pues los perros son animales domésticos y la ley busca controlar animales silvestres, con lo cual toda esta persecución sería ilegal. También se apela a un punto de vista ético, tildando a la caza como un método ineficiente que gran parte de la población rechaza, pues percibe que se trata de una matanza injustificada. Para ellos, la solución es la esterilización masiva de los cánidos y la educación basada en la tenencia responsable de animales.

También se escuchan voces discrepantes que indican que los perros salvajes son los que rompieron todo contacto con su mejor amigo bípedo y que se han aislado de ellos, por lo que deben valerse por sí mismo y cazar para sobrevivir y asegurar a sus cachorros. En ese sentido, es normal que los “animalistas” busquen evitar la cacería de perros, pero los argumentos científicos en este caso son más poderosos.  

Uno de los puntos que resalto de esa discusión mapocha es el hecho de la exigencia de la opinión pública de tener que contar necesariamente con profesionales competentes en estos temas tan complejos que requieren una cuota de interdisciplinariedad. No es cuestión simplemente de agarrar a todos los perros abandonados, vacunarlos, esterilizarlos y castrarlos o de reclutarlos en refugios donde las condiciones son paupérrimas.

Por todo lo anterior, es imprescindible que nuestras autoridades piensen en emprender alguna campaña educativa en las zonas afectadas y en buscar alianzas para emprender campañas de esterilización con estos perros. En el peor de los casos, habrá que eliminar a muchos de ellos. Además, como en el Perú está de moda hacer planes de conservación de especies, planes de acción y estrategias nacionales de diversidad biológica, de humedales y otras, sería bueno introducir este tema y no dejarlo de lado. ¿Qué opinan ustedes?

P.D. Quiero dedicar estas líneas, con mucho aprecio y estima, a Javier Barrio Guede, investigador y mastozoólogo de CORBIDI, quien está delicado de salud. Estoy seguro que se repondrá y que aportará mucho a este tema. Javier es una de las voces más autorizadas en lo que se refiere a mamíferos en el Perú. ¡Fuerza Lobo! Te esperamos para discutir al respecto.     

Mayo 2014

Artículo aparecido en la versión online de la Revista Rumbos: 


[1] Aliaga-Rossel E., Ríos-Uzeda B. & Ticona H. 2012. Amenazas de perros domésticos en la conservación del cóndor, el zorro y el puma en las tierras altas de Bolivia. Revista Latinoamericana de Conservación 2 (2) – 3(1): 78-81.

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