Para
cerrar este tema de una buena vez, voy poniendo punto final a estos escritos
con la consabida anotación que queda bastante por hacer al respecto y que ha
quedado tinta en el tintero. Y ante la tan conocida cantaleta de que el Perú es
uno de los países más megadiversos del planeta, es necesario saber que esta
trajinada verdad va de la mano con otra no tan “bonita” afirmación: el país
tiene una cuota bastante alta en lo que se refiere a la pérdida de su diversidad
biológica. Por eso, debemos ponernos a trabajar en producir información
científica y velar para que esta sirva de sostén a las políticas que rigen
nuestro condenado destino. Para ello, debemos comunicarnos más y mejor.
Es hora de pasar a la acción. Por ende, partiendo
del hecho de que los medios de comunicación —como sabemos, aunque nos
mortifique— moldean, deforman, dirigen y condicionan la opinión pública y que
de paso, influyen en la formulación y ejecución de políticas públicas, sugiero detenernos
en este hecho. Por eso, es urgente que desde el mundo científico y académico se
invierta tiempo y esfuerzos para asegurar que este arrogante y peligroso rol de
las comunicaciones no se nos escape de las manos. Va a ser difícil velar para que
no se filtren intereses económicos y políticos que condicionen y apoyen medidas
irresponsables hacia el medio ambiente. No obstante, no todo está perdido.
En toda esta perorata estoy centrando las
ideas en el rol de los medios de comunicación en relación al medio ambiente,
dado que sería muy ambicioso e inútil intentar tocar la realidad en otros
campos como la educación, salud, economía y otros temas que de ellos se
desprenden. Ahora, si bien siempre se repite también la cantaleta de que las
comunicaciones son (o deberían ser) un tema transversal a la gestión de los
proyectos de conservación y desarrollo; y que deberían ser incluidas desde el
principio de toda iniciativa de conservación, queda pendiente evidenciarlo y
demostrarlo.
Así por ejemplo, ¿cómo se puede o debe hacer
para insertar la “noticia ambiental” en la opinión pública, con el propósito de
que pueda competir con la noticia cotidiana en cuanto a la atención del
público? Pues al parecer, en esta batalla perdida, existirían algunas maneras
de intentar desviar los reflectores hacia los temas ambientales. Necesitamos producir
información y “procesarla” (sin perder la rigurosidad científica) para que sea
atractiva para los medios de comunicación masiva. De esta manera, estaríamos
asegurando que la información publicada llegue al ciudadano promedio. Además, debemos
capacitar a especialistas o técnicos que reúnan ciertas características en
temas comunicacionales para enfrentar y “gustar” a los medios de comunicación,
con el propósito de que salgan a difundir la “palabra de la ciencia” y lo que
su respectiva organización, ministerio (o personalmente) está haciendo y para
qué.
En caso de que lo anterior nos falle, debemos
identificar a los que no son especialistas o expertos, pero tienen “pasta” para
salir a la prensa. Se les debe capacitar en temas científicos, con el fin de
que, bien asesorados y poniendo de su parte, sirven de interlocutores con los
medios de comunicación y encanten a “las masas” para llamar la atención con
temas científicos y ambientales. En ambos casos, es necesario evitar los
“figuretismos” y es evidente que se debe hacer “lobby” con los medios de
comunicación. No todo lobby es malo. Es cierto que esta palabrita parece ser
sinónimo de corrupción y de intereses ocultos, pero para este caso, el lobby es
necesario.
Los medios de comunicación no siempre van
hacia los científicos, las ONG, los ministerios, las universidades o a donde se
produce y gestiona el conocimiento, a menos que se les ofrezca un buen “coffee
break” y se atienda sus “demandas”. Por lo tanto, para ser más efectivos e
intentar obtener mejores resultados, hay que buscarlos, ir donde ellos,
enamorarlos, darle la información ya preparada (con fotos y material
audiovisual de ser posible) y “venderles” buenos y novedosos temas.
Digerir
para informar
Dirigiéndome a los científicos y académicos y
actuando como “mediador” entre ellos y la prensa, sugiero que siempre que se
quiera ofrecerle información a los medios de comunicación, se intente incluir —en
la medida de lo posible— el factor humano, es decir, analizar cómo influye,
condiciona, beneficia o perjudica a la gente lo que se va a presentar. Si vamos
a hablar, por ejemplo, sobre el Pavipollo de Pico Verde que ha sido descubierto
en la remota localidad de Las Lomas, veamos la manera de enlazar tal hecho a lo
que podría significar para la población local, para el país y por qué no para
la humanidad. Evitemos circunscribirnos solo a la descripción biológica o
morfológica de la especie o al resultado del análisis del ADN mitocondrial de
los especímenes colectados.
Así por ejemplo, se puede mencionar las
posibilidades que existirían para el ecoturismo, la investigación científica o para
la educación ambiental; o se puede alertar sobre el estado de conservación del
lugar y el papel biológico de la especie; y finalmente hacer un llamado para la
protección del sitio, con el fin de no perder a esa especie y a su entorno. Se
debe intentar también buscar la “fibra sensible” de la gente y atacar el lado
sentimental, así nos cueste hacerlo. De esta manera, podemos llamar la atención
de las y los ciudadanos para que no perciban el hecho como algo aislado y ajeno
a su realidad; y de paso, les estaríamos poniendo un señuelo a los políticos,
tomadores de decisión y a otros de esa calaña para ver si se interesan por el
tema.
Para complementar lo abordado, agregaré un par
de ideas extraídas del texto de Sergio Escobar-Lasso de la Fundación RANA
(Restauración de Ambientes Neotropicales Alterados) de Colombia, titulado: “Los
biólogos de la conservación en Latinoamérica: el papel del biólogo anfibio en
el divorcio entre ciencia y sociedad” y aparecido en la
Revista Latinoamericana de Conservación, volumen 4, número 1 en el 2014 (págs.
52-55). En dicho escrito, el autor menciona que “es muy poco probable que los actores que participan en la toma de
decisiones ambientales en Latinoamérica, lean y estén al tanto de los últimos
manuscritos y avances científicos, que en su mayoría están publicados en
inglés, y por lo tanto actúen y tomen sus decisiones basadas en dicho
conocimiento (…)”.
En esa dirección, el autor plantea como
indispensable contar con “interlocutores
científicos (…) que permitan que el conocimiento fluya a través de los
diferentes actores que componen las sociedades latinoamericanas”. Por lo
tanto, pienso también que se debe incluir un enfoque multidisciplinario en la
transmisión de conocimientos, lo cual implica que además de analizar, explicar,
describir y predecir hechos con sustento científico, es necesario involucrarse
en la toma de decisiones y pasar a la acción.
En otras palabras, como dice Escobar-Lasso, “la labor de investigación (…) no debería
concluir con la publicación del manuscrito científico, sino que debe concluir
cuando se exponga sus resultados tanto a la comunicad científica como a la no
científica, de esta manera se garantiza un aprovechamiento social del
conocimiento biológico (…)”.
Así por ejemplo, cuando leo algunos artículos
aparecidos en el Vol. 22, Núm. 1 (2015) de la Revista
Peruana de Biología, me quedo un poco en el aire. Claro, yo no tendría por qué
entender lo que en ellos se incluye. Empero, con el perdón o alegría de los
autores, los invito a leer los siguientes documentos: “Primer registro de Lophodinium polylophum (Daday)
Lemmermann 1910 (Dinophyceae:
Lophodiniaceae) en el Perú”; o “Primer reporte del dinoflagelado
potencialmente tóxico Alexandrium minutum
Halim 1960 en el litoral peruano”; o por qué no, “Crecimiento por ramificación
basal en dos especies de palmeras huicungo, Astrocaryum
carnosum y A. huicungo”.
No dudo de que publicar estos artículos
implica un proceso arduo y complejo y que es todo un mérito hacerlo; y felicito
por ello a los autores. Además, al momento de redactar estos textos, los
autores no piensan en el público de a pie, en los políticos o en los medios de
comunicación, pues su intención es divulgar lo investigado en el mundo
científico. No obstante, el mundo sería de repente algo mejor si nos enterásemos
qué se podría y debería hacer con lo expuesto. Pese a todo, ¡qué sigan
escribiendo!
¡Escribir
más!
Y para amenizar el tema, sugiero revisar el
documento de trabajo: ¿Quién escribe más
y sobre qué? Cambios recientes en la geopolítica de la producción científica en
América Latina y el Caribe de Raúl Hernández Asensio, publicado en el 2014
por el Instituto de Estudios Peruanos (IEP). En el documento se consigna
información interesante que vale la pena revisar. Así por ejemplo, el autor
indica que “los datos consignados en los
capítulos anteriores muestran que Perú es uno de los países de la región con
mayor incremento de la producción científica en el periodo considerado
(1996 2012). Nuestro país pasa de
producir 164 documentos indexados en 1996 a más de 1200 en 2012. Esto significa
un incremento de 7,3 veces la producción original, el tercer más alto de la
región, tras Colombia y Haití”.
¿Haití? Sí, yo también me quedé sorprendido. El
país centroamericano está incluido en los países que se sitúan “(…) claramente por encima del promedio
regional de crecimiento (4,7 veces la producción de 1996). Este grupo incluye a
Colombia, el país que más crece de la región, que multiplica su producción por
10, Haití (9,5), Perú (7,3) y Brasil (6,5). El caso de Haití es poco
significativo, por tratarse de una producción ínfima en número total de
documentos científicos”. ¡Ah ya! Ese dato no me lo esperaba y es que en
dichas cifras y en tales enunciados no se menciona el número de publicaciones
producidas por país. No obstante, el autor menciona que “(…) el auge de los otros tres países (Colombia, Perú y Brasil) tiene
importantes consecuencias en la economía política de la producción científica
latinoamericana”.
Se menciona además que “(…) el elemento más destacado es el creciente peso de Brasil, que se
convierte en el país hegemónico en el campo científico regional, al menos
cuantitativamente. La producción brasileña pasa de 8532 documentos científicos
en 1996 a más de 50 000. Relativamente, esto supone un crecimiento del 37% al
52% del total de la producción científica regional. Esto significa que en la
actualidad más de la mitad de la producción científica indexada procedente de América
Latina y el Caribe proviene de Brasil”. Por lo tanto, no nos debe
sorprender que nuestros vecinos estén invirtiendo bastante en ciencia, con el
claro objetivo de llegar a ser una potencia mundial.
Por eso, tampoco debe extrañarnos que los
cariocas nos hayan hecho descender del segundo al tercer lugar mundial[1]
en cuanto al número de aves, para enquistarse —Dios sabe hasta cuándo— en el segundo
lugar tras Colombia. Otro dato interesante es que, según el autor, “en el conglomerado subregional que comprende
los países andinos (…) encontramos un auténtico vuelco, determinado por el
hundimiento relativo de la producción científica venezolana y el extraordinario
auge de Colombia, y en menor medida, Perú”. Lo de Venezuela tendría una
explicación política y lo de Colombia parece ser ya costumbre. Lo del Perú es
un buen síntoma.
Finalmente, se debe tomar en cuenta que, como
ya lo he mencionado, estamos en pañales en lo que se refiere a la producción y
publicación de investigaciones científicas, no obstante, felizmente, estamos
mejorando. En ese escenario, Hernández Asensio menciona, en cuanto a la
producción peruana, que “(…) pese al
notable incremento experimentado en el número de documentos indexados, la
participación porcentual a nivel internacional sigue siendo muy limitada”. Adicionalmente,
el autor anota que en relación a Latinoamérica, que “(…) nuestro país no supera en ninguna área de conocimiento el 3% de
la producción. El caso más destacado es inmunología, donde los documentos
indexados procedentes del Perú, suponen apenas el 2,3% del total de la región”.
¿Y las ciencias biológicas?
En resumen, hay bastante por hacer. Y para los
que estamos en el diminuto mundo de la conservación o de la “protección de la
ecología” en el Perú, solo me queda decir: sigamos para adelante como el
cangrejo.
Julio 2015
Artículo publicado originalmente en la versión online de la Revista Rumbos:
[1] ¡Ya no somos el segundo país en el mundo
con el mayor número de aves! Artículo publicado en la Revista Rumbos: http://www.rumbosdelperu.com/-ya-no-somos-el-segundo-pais-en-el-mundo-con-el-mayor-numero-de-aves--V1810.html
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