lunes, 27 de julio de 2015

¡ESCRIBIR O MORIR EN EL INTENTO! (III)


Para cerrar este tema de una buena vez, voy poniendo punto final a estos escritos con la consabida anotación que queda bastante por hacer al respecto y que ha quedado tinta en el tintero. Y ante la tan conocida cantaleta de que el Perú es uno de los países más megadiversos del planeta, es necesario saber que esta trajinada verdad va de la mano con otra no tan “bonita” afirmación: el país tiene una cuota bastante alta en lo que se refiere a la pérdida de su diversidad biológica. Por eso, debemos ponernos a trabajar en producir información científica y velar para que esta sirva de sostén a las políticas que rigen nuestro condenado destino. Para ello, debemos comunicarnos más y mejor.
 
Es hora de pasar a la acción. Por ende, partiendo del hecho de que los medios de comunicación —como sabemos, aunque nos mortifique— moldean, deforman, dirigen y condicionan la opinión pública y que de paso, influyen en la formulación y ejecución de políticas públicas, sugiero detenernos en este hecho. Por eso, es urgente que desde el mundo científico y académico se invierta tiempo y esfuerzos para asegurar que este arrogante y peligroso rol de las comunicaciones no se nos escape de las manos. Va a ser difícil velar para que no se filtren intereses económicos y políticos que condicionen y apoyen medidas irresponsables hacia el medio ambiente. No obstante, no todo está perdido.

En toda esta perorata estoy centrando las ideas en el rol de los medios de comunicación en relación al medio ambiente, dado que sería muy ambicioso e inútil intentar tocar la realidad en otros campos como la educación, salud, economía y otros temas que de ellos se desprenden. Ahora, si bien siempre se repite también la cantaleta de que las comunicaciones son (o deberían ser) un tema transversal a la gestión de los proyectos de conservación y desarrollo; y que deberían ser incluidas desde el principio de toda iniciativa de conservación, queda pendiente evidenciarlo y demostrarlo.

Así por ejemplo, ¿cómo se puede o debe hacer para insertar la “noticia ambiental” en la opinión pública, con el propósito de que pueda competir con la noticia cotidiana en cuanto a la atención del público? Pues al parecer, en esta batalla perdida, existirían algunas maneras de intentar desviar los reflectores hacia los temas ambientales. Necesitamos producir información y “procesarla” (sin perder la rigurosidad científica) para que sea atractiva para los medios de comunicación masiva. De esta manera, estaríamos asegurando que la información publicada llegue al ciudadano promedio. Además, debemos capacitar a especialistas o técnicos que reúnan ciertas características en temas comunicacionales para enfrentar y “gustar” a los medios de comunicación, con el propósito de que salgan a difundir la “palabra de la ciencia” y lo que su respectiva organización, ministerio (o personalmente) está haciendo y para qué.

En caso de que lo anterior nos falle, debemos identificar a los que no son especialistas o expertos, pero tienen “pasta” para salir a la prensa. Se les debe capacitar en temas científicos, con el fin de que, bien asesorados y poniendo de su parte, sirven de interlocutores con los medios de comunicación y encanten a “las masas” para llamar la atención con temas científicos y ambientales. En ambos casos, es necesario evitar los “figuretismos” y es evidente que se debe hacer “lobby” con los medios de comunicación. No todo lobby es malo. Es cierto que esta palabrita parece ser sinónimo de corrupción y de intereses ocultos, pero para este caso, el lobby es necesario.

Los medios de comunicación no siempre van hacia los científicos, las ONG, los ministerios, las universidades o a donde se produce y gestiona el conocimiento, a menos que se les ofrezca un buen “coffee break” y se atienda sus “demandas”. Por lo tanto, para ser más efectivos e intentar obtener mejores resultados, hay que buscarlos, ir donde ellos, enamorarlos, darle la información ya preparada (con fotos y material audiovisual de ser posible) y “venderles” buenos y novedosos temas.

Digerir para informar

Dirigiéndome a los científicos y académicos y actuando como “mediador” entre ellos y la prensa, sugiero que siempre que se quiera ofrecerle información a los medios de comunicación, se intente incluir —en la medida de lo posible— el factor humano, es decir, analizar cómo influye, condiciona, beneficia o perjudica a la gente lo que se va a presentar. Si vamos a hablar, por ejemplo, sobre el Pavipollo de Pico Verde que ha sido descubierto en la remota localidad de Las Lomas, veamos la manera de enlazar tal hecho a lo que podría significar para la población local, para el país y por qué no para la humanidad. Evitemos circunscribirnos solo a la descripción biológica o morfológica de la especie o al resultado del análisis del ADN mitocondrial de los especímenes colectados.

Así por ejemplo, se puede mencionar las posibilidades que existirían para el ecoturismo, la investigación científica o para la educación ambiental; o se puede alertar sobre el estado de conservación del lugar y el papel biológico de la especie; y finalmente hacer un llamado para la protección del sitio, con el fin de no perder a esa especie y a su entorno. Se debe intentar también buscar la “fibra sensible” de la gente y atacar el lado sentimental, así nos cueste hacerlo. De esta manera, podemos llamar la atención de las y los ciudadanos para que no perciban el hecho como algo aislado y ajeno a su realidad; y de paso, les estaríamos poniendo un señuelo a los políticos, tomadores de decisión y a otros de esa calaña para ver si se interesan por el tema.   

Para complementar lo abordado, agregaré un par de ideas extraídas del texto de Sergio Escobar-Lasso de la Fundación RANA (Restauración de Ambientes Neotropicales Alterados) de Colombia, titulado: “Los biólogos de la conservación en Latinoamérica: el papel del biólogo anfibio en el divorcio entre ciencia y sociedad” y aparecido en la Revista Latinoamericana de Conservación, volumen 4, número 1 en el 2014 (págs. 52-55). En dicho escrito, el autor menciona que “es muy poco probable que los actores que participan en la toma de decisiones ambientales en Latinoamérica, lean y estén al tanto de los últimos manuscritos y avances científicos, que en su mayoría están publicados en inglés, y por lo tanto actúen y tomen sus decisiones basadas en dicho conocimiento (…)”.

En esa dirección, el autor plantea como indispensable contar con “interlocutores científicos (…) que permitan que el conocimiento fluya a través de los diferentes actores que componen las sociedades latinoamericanas”. Por lo tanto, pienso también que se debe incluir un enfoque multidisciplinario en la transmisión de conocimientos, lo cual implica que además de analizar, explicar, describir y predecir hechos con sustento científico, es necesario involucrarse en la toma de decisiones y pasar a la acción.

En otras palabras, como dice Escobar-Lasso, “la labor de investigación (…) no debería concluir con la publicación del manuscrito científico, sino que debe concluir cuando se exponga sus resultados tanto a la comunicad científica como a la no científica, de esta manera se garantiza un aprovechamiento social del conocimiento biológico (…)”.

Así por ejemplo, cuando leo algunos artículos aparecidos en el Vol. 22, Núm. 1 (2015) de la Revista Peruana de Biología, me quedo un poco en el aire. Claro, yo no tendría por qué entender lo que en ellos se incluye. Empero, con el perdón o alegría de los autores, los invito a leer los siguientes documentos: “Primer registro de Lophodinium polylophum (Daday) Lemmermann 1910 (Dinophyceae: Lophodiniaceae) en el Perú”; o “Primer reporte del dinoflagelado potencialmente tóxico Alexandrium minutum Halim 1960 en el litoral peruano”; o por qué no, “Crecimiento por ramificación basal en dos especies de palmeras huicungo, Astrocaryum carnosum y A. huicungo”.

No dudo de que publicar estos artículos implica un proceso arduo y complejo y que es todo un mérito hacerlo; y felicito por ello a los autores. Además, al momento de redactar estos textos, los autores no piensan en el público de a pie, en los políticos o en los medios de comunicación, pues su intención es divulgar lo investigado en el mundo científico. No obstante, el mundo sería de repente algo mejor si nos enterásemos qué se podría y debería hacer con lo expuesto. Pese a todo, ¡qué sigan escribiendo!

¡Escribir más!

Y para amenizar el tema, sugiero revisar el documento de trabajo: ¿Quién escribe más y sobre qué? Cambios recientes en la geopolítica de la producción científica en América Latina y el Caribe de Raúl Hernández Asensio, publicado en el 2014 por el Instituto de Estudios Peruanos (IEP). En el documento se consigna información interesante que vale la pena revisar. Así por ejemplo, el autor indica que “los datos consignados en los capítulos anteriores muestran que Perú es uno de los países de la región con mayor incremento de la producción científica en el periodo considerado (1996  2012). Nuestro país pasa de producir 164 documentos indexados en 1996 a más de 1200 en 2012. Esto significa un incremento de 7,3 veces la producción original, el tercer más alto de la región, tras Colombia y Haití”.

¿Haití? Sí, yo también me quedé sorprendido. El país centroamericano está incluido en los países que se sitúan “(…) claramente por encima del promedio regional de crecimiento (4,7 veces la producción de 1996). Este grupo incluye a Colombia, el país que más crece de la región, que multiplica su producción por 10, Haití (9,5), Perú (7,3) y Brasil (6,5). El caso de Haití es poco significativo, por tratarse de una producción ínfima en número total de documentos científicos”. ¡Ah ya! Ese dato no me lo esperaba y es que en dichas cifras y en tales enunciados no se menciona el número de publicaciones producidas por país. No obstante, el autor menciona que “(…) el auge de los otros tres países (Colombia, Perú y Brasil) tiene importantes consecuencias en la economía política de la producción científica latinoamericana”.   

Se menciona además que “(…) el elemento más destacado es el creciente peso de Brasil, que se convierte en el país hegemónico en el campo científico regional, al menos cuantitativamente. La producción brasileña pasa de 8532 documentos científicos en 1996 a más de 50 000. Relativamente, esto supone un crecimiento del 37% al 52% del total de la producción científica regional. Esto significa que en la actualidad más de la mitad de la producción científica indexada procedente de América Latina y el Caribe proviene de Brasil”. Por lo tanto, no nos debe sorprender que nuestros vecinos estén invirtiendo bastante en ciencia, con el claro objetivo de llegar a ser una potencia mundial.

Por eso, tampoco debe extrañarnos que los cariocas nos hayan hecho descender del segundo al tercer lugar mundial[1] en cuanto al número de aves, para enquistarse —Dios sabe hasta cuándo— en el segundo lugar tras Colombia. Otro dato interesante es que, según el autor, “en el conglomerado subregional que comprende los países andinos (…) encontramos un auténtico vuelco, determinado por el hundimiento relativo de la producción científica venezolana y el extraordinario auge de Colombia, y en menor medida, Perú”. Lo de Venezuela tendría una explicación política y lo de Colombia parece ser ya costumbre. Lo del Perú es un buen síntoma.

Finalmente, se debe tomar en cuenta que, como ya lo he mencionado, estamos en pañales en lo que se refiere a la producción y publicación de investigaciones científicas, no obstante, felizmente, estamos mejorando. En ese escenario, Hernández Asensio menciona, en cuanto a la producción peruana, que “(…) pese al notable incremento experimentado en el número de documentos indexados, la participación porcentual a nivel internacional sigue siendo muy limitada”. Adicionalmente, el autor anota que en relación a Latinoamérica, que “(…) nuestro país no supera en ninguna área de conocimiento el 3% de la producción. El caso más destacado es inmunología, donde los documentos indexados procedentes del Perú, suponen apenas el 2,3% del total de la región”. ¿Y las ciencias biológicas? 

En resumen, hay bastante por hacer. Y para los que estamos en el diminuto mundo de la conservación o de la “protección de la ecología” en el Perú, solo me queda decir: sigamos para adelante como el cangrejo.

Julio 2015

Artículo publicado originalmente en la versión online de la Revista Rumbos:


[1] ¡Ya no somos el segundo país en el mundo con el mayor número de aves! Artículo publicado en la Revista Rumbos: http://www.rumbosdelperu.com/-ya-no-somos-el-segundo-pais-en-el-mundo-con-el-mayor-numero-de-aves--V1810.html


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