miércoles, 8 de noviembre de 2023

AHORA SÍ, A CONSERVAR LAS AVES PLAYERAS

 

El pasado miércoles 25 de octubre, el Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (SERFOR) presentó el Plan Nacional de Conservación de las Aves Playeras en el Perú 2023 – 2032, documento que sienta las bases para poner en práctica diversas acciones destinadas a proteger a las aves playeras y los hábitats que usan. Muchas de las especies de este grupo de aves no son muy conocidas, no obstante, en su conjunto representan uno de los colectivos de seres alados silvestres más numeroso en el planeta.

Este importante documento de gestión ha sido esperado por muchos y por fin vio la luz. En este caso, se ha puesto bajo los reflectores a las aves playeras, un grupo de aves que no capta mucho la atención de los ciudadanos de a pie, dado que su presencia a veces pasa desapercibida. Sin embargo, estos seres alados son fascinantes. Además, es necesario saber que este grupo de aves está presente en todo el planeta y que muchas de las especies que lo conforman son migratorias y recorren miles de kilómetros entre los dos hemisferios.


Las aves playeras son generalmente especies que ocupan áreas abiertas —generalmente al borde de los cuerpos de agua— y pasan la mayor parte del tiempo buscando alimento y descansando en el suelo y no en árboles, rocas, ciudades u otros espacios. Estas aves pueden ser confundidas, en cuanto a sus características y al hábitat que usan, con las aves marinas, como, por ejemplo, los pelícanos, las gaviotas, piqueros y otras.

 

Pero acá lo importante es resaltar que las aves playeras, por ejemplo, no se alimentan de peces, es decir, no pescan como los piqueros o cormoranes, ni recorren grandes distancias sobre el mar o “flotan” en la superficie marina como los pelicanos.  

 

Y como se indica en el Plan, “Las aves playeras conforman uno de los grupos más diversos de la fauna silvestre. Los ornitólogos han reconocido a más de 215 especies de aves playeras agrupadas en más de 14 familias”. De estas, 81 se encontrarían a lo largo de América y 52 se reproducen en Norteamérica.

 

Asimismo, según el Plan, “(…) se entenderá como aves playeras a los miembros de las familias Charadriidae, Haematopodidae, Recurvirostridae, Burhinidae, Scolopacidae, Thinocoridae y Jacanidae pertenecientes al orden Charadriiformes que han sido reportados y se distribuyen habitualmente en el Perú (53 especies). De estos se conoce que 29 especies realizan una migración boreal y 24 se reproducen en el Perú”.

 

En el caso de estas aves, al mencionar que son playeras, surge otro tema que debe ser aclarado; y es el referido al uso del hábitat y al término “playa”. Y es que cuando hablamos de playas, se asume que nos encontramos a orillas del mar. No obstante, en cuánto a su distribución, estas aves también están presentes en la sierra y selva del Perú.

 

¿Y cómo así? El hecho es que podemos encontrar a estas aves en playas marinas, humedales costeros, humedales andinos (bofedales), lagunas altoandinas y en ríos y humedales amazónicos e incluso se puede registrar su presencia en pastizales, campos arados y tierras agrícolas inundadas (regadíos). Pero, las ubicamos siempre en las orillas de estos cuerpos de agua. Es decir, como se comentó, estas aves usan principalmente las playas y orillas para buscar su alimento, descansar y, cuando corresponde, anidar.

 

Entonces, debemos saber que en bofedales y lagunas altoandinas y en los ríos amazónicos también encontramos a estas aves. Para usar estos hábitats, estas aves están adaptadas. En su gran mayoría, tienen patas y dedos largos, posturas erguidas y picos extensos, con lo cual se les facilita la obtención de alimento. Generalmente, se alimentan de moluscos, crustáceos, poliquetos, gusanos marinos, así como de insectos.

Plan para todos

Ilustración del libro: Strand-und 
Sumpfvögel Europas 
einschliesslich Nordafrikas und
des Nahen Ostens, de 
Wolfang Makatsch

 

Tras entender la conceptualización del Plan, es tal vez oportuno postular lo siguiente: la puesta en marcha de este documento de gestión y todo lo que conlleva su ejecución pueden convertirse en una excelente oportunidad para educar a la población. En todos los planes y casi en todos los documentos de este tipo aparece casi siempre como un mandato dictatorial impulsar, promover, asegurar —o lo que fuese que suene bonito— “la educación ambiental como estrategia para contribuir a garantizar el éxito del plan”.

 

En este caso, si este Plan es comparado con los planes nacionales de conservación de la pava aliblanca, el oso andino, el suri, el tapir andino (sobre todo este), jaguar u otros, los objetos de conservación de estos últimos son muy “lejanos” y casi desconocidos para la ciudadanía. Con este Plan, el objeto de conservación, si bien como ya se dijo, es un tanto desconocido para muchos, este está a la vuelta de la esquina y en buena cantidad; y por supuesto, con más abundancia, entre los meses de noviembre y abril, que es cuando “recibimos” a las aves migratorias, principalmente del hemisferio norte.

 

Es decir, para contribuir al cumplimiento del Plan, se puede (o se debe) sumar al ciudadano de a pie para que sea pieza clave en su ejecución. La información ciudadana aporta bastante al cumplimiento de las tareas asignadas. Las personas interesadas pueden salir a ver aves, (lo cual calza con la reactivación económica), pueden contribuir a monitorear las poblaciones de estas aves, pueden brindar información sobre el estado de conservación de los espacios donde estas aves habitan y a donde llegan para recuperarse y alimentarse y otras acciones con las que aportan a lograr los objetivos planteados.

Ostrero americano.

 

Por ende, este Plan de conservación también es “la excusa” perfecta para promover la conservación de los hábitats de estas aves. Las playas en nuestro litoral marino, los humedales costeros y andinos, manglares, bofedales, ríos amazónicos y otros espacios que albergan a estas aves son también el objeto de conservación “encubierto” de este Plan. Sin estos espacios, las aves en cuestión no tendrían muchas posibilidades de mantener sus poblaciones en el tiempo.  

 

Y el Perú, para variar, ocupa un lugar privilegiado como lugar para la llegada y paso de estas aves en su ruta migratoria de ida y vuelta desde el hemisferio norte hasta esta parte del planeta. En nuestro territorio confluyen hasta dos de las tres rutas migratorias —casi siderales—que cubren estos seres alados en el continente americano. La ubicación geográfica del Perú y su consecuente diversidad de hábitats son factores que resaltan la importancia de que este Plan pueda ser cumplido.

 

Educación para todos

 

Al ser este Plan, bajo una mirada personal, la excusa perfecta para cristalizar esfuerzos ciudadanos a favor del patrimonio de fauna silvestre en el país, se puede aprovechar la oportunidad para acercar diversos conceptos al colectivo no científico o no especializado en estos menesteres. ¿Cuántos peruanos (y peruanas) saben qué son la CITES, la CMS, la CBD, la Convención RAMSAR o términos extraños como la Estrategia de Conservación de las Aves Playeras de la Ruta del Pacífico de las Américas (ECAPRPA)?

Ostrero brujillo.

 

¿Cuántos saben qué es la WHSRN, Red Hemisférica de Reservas para Aves Playeras? Seguramente, una ínfima parte de la población ha escuchado estos términos. Lo cierto es que, a través de un trabajo coordinado entre el Estado y la sociedad civil, es hora ya de pensar las mejores estrategias para que la distancia entre la “ciencia” y el accionar y entusiasmo ciudadano por la conservación “de la ecología” se acorte.

 

En crudo, creo que es más fácil —para la gran mayoría de personas— pensar en contribuir con la conservación de las aves playeras que con la de otras especies de fauna silvestre que tienen su plan de conservación nacional como el tapir andino (Tapirus pinchaque), la pava aliblanca (Penelope albipennis) o el suri (Rhea pennata). Esto, por que esas especies tienen rangos de distribución bastante restringidos, son difíciles de ver y no necesariamente son muy carismáticas.


Mis preferidas

Una de las aves playeras más peculiares es el alcaraván peruano o huerequeque (Burhinus superciliaris), un ave que destaca por sus ojos amarillos y patas largas. Está presente, de preferencia, en humedales costeros, en las zonas más secas e incluso es común en las ciudades. Mis otras dos aves playeras preferidas son el ostrero americano (Haematopus palliatus) y el ostero brujillo (Haematopus ater). Ambas especies aparecen en las playas costeras al atardecer y tienen un pico rojo bastante llamativo.

 

Huerequeque. 
Con ellas tres convivimos en las ciudades y en las playas costeras. Respetemos sus espacios (y por supuesto el de todas las demás especies) y aprendamos a convivir con ellas. Eso se llama coexistencia. Ya hablaremos de eso más adelante. Acuérdense de esa palabrita: coexistencia.

 

Mira la presentación del Plan acá:

https://www.facebook.com/SerforPeru/videos/3570534496536600

 

Y para descargar el Plan, ingresa al siguiente enlace:

https://www.gob.pe/institucion/serfor/informes-publicaciones/4764874-plan-nacional-de-conservacion-de-las-aves-playeras-en-el-peru-2023-2032

 

Las ilustraciones del huerequeque y de los dos ostreros han sido tomadas del libro: Aves de los humedales de la costa peruana, de Javier Barrio y Carlos Guillén (2014).

 

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