miércoles, 22 de enero de 2014

SEGUIMOS EN REDD PARA ENTENDER LA RED DE REDD Y NO ENREDDARNOS


Toda esta aventura surgió en base al documento: “Enmascarando la destrucción: REDD+ en la Amazonía peruana” de Joanna Cabello del Movimiento Mundial por los Bosques. Con ganas de seguir indagando al respecto, veamos otros aspectos alrededor del mecanismo de Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación de los bosques (REDD).  

Partamos del hecho de que, según el reciente Caso de Estudio en el Perú: Políticas REDD+ y los medios de comunicación, publicado por el Center for International Forestry Research (CIFOR) y Libélula Comunicación, Ambiente y Desarrollo[1], “el número de noticias que hablan de temas ambientales son muy pocas, siendo REDD un tema que se toca de manera muy escasa, y aún más escasas son las noticias que realizan un análisis más profundo del tema. Existen incluso eventos relevantes que no se han identificado en las noticias halladas”. Este escenario no debe extrañarnos, pues nuestro país aún presenta un gran déficit en cuanto a la publicación científica y periodística de temas relacionados al medio ambiente, a la conservación de especies biológicas y a toda la paleta de temas “ecológicos”.

Por eso, no sorprende que en el caso de los departamentos donde se viene implementando algunos proyectos REDD, como Madre de Dios y San Martín, “además de ser muy escaso el número de noticias halladas en general, considerando todas las búsquedas, llama la atención la baja incidencia de noticias vinculadas con REDD”. Por otro lado, se afirma en el estudio que un tema recurrente es el de la falta de estabilidad jurídica “lo que pone en riesgo los derechos de propiedad, y por lo tanto plantea un desafío importante para programas de REDD en el país”. Y para redondear el tema, “las noticias a nivel nacional y subnacional son, en su mayoría, descriptivas y no analíticas. (…) Se dan noticias ambientales pero difícilmente se explican sus causas históricas, económicas y culturales, lo que reduce el panorama reflexivo del público lector”.

Dicho esto, podríamos afirmar que muchos temas similares solo son manejados y procesados por un puñado muy reducido de habitantes, lo que no resulta conveniente ni adecuado para implementar políticas públicas y estrategias de conservación. Contra esto, podríamos también afirmar que no es necesario gastar energía en informar a la opinión pública y al ciudadano de pie al respecto, porque igual no van a entender, no les interesa y porque no es una prioridad para los que trabajan en estos temas. Esta conducta cavernaria, el desinterés ciudadano (hay que aceptar que existe) por estos temas y la escasez de medios de comunicación comprometidos con temas ambientales son barreras que debemos ir sorteando cada día para buscar mejores opciones de desarrollo y en especial para saber que debemos actuar involucrando a la mayor cantidad de personas. Pero regresemos a REDD.

REDD is complicated

En base al estudio: La situación de REDD en el Perú publicado por Derecho, Ambiente y Recursos Naturales (DAR)[2], “la relación de los bosques y el cambio climático pone al Perú en una encrucijada. Seguir impulsando el desarrollo económico a costa de sus impactos en el ambiente, en particular en los bosques; o un cambio de modelo de desarrollo bajo en carbono y resiliente al cambio climático”. Ante este escenario, el Ministerio del Ambiente (MINAM) consideró que el país debe adoptar esquemas y normas de institucionalidad que aseguren una gestión óptima de REDD+. En otras palabras, el Estado apuesta, digámoslo así, casi todas sus cartas al éxito de REDD para llegar al 2021 con cero deforestación. Adicionalmente, en el informe de DAR (2011) se indica que en el Perú, “los proyectos REDD o iniciativas tempranas (¿?) están avanzando más rápido que la capacidad que tiene el gobierno para hacerles seguimiento y para brindar las condiciones necesarias para su desarrollo en armonía con una política pública sobre REDD”.

No es fácil poner en práctica este mecanismo voluntario y menos en nuestro país, donde estamos luchando día a día para construir un Estado que llegue a todas y todos; y para tener ciudadanos (y ciudadanas) responsables y comprometidos con su entorno. En esa dirección, Jorge Torres y Augusto Castro, en un texto consignado en el capítulo 12: Construyendo un régimen REDD+ en Perú, perteneciente al libro ¿Gratis?: los servicios de la naturaleza y cómo sostenerlos en el Perú[3], afirman que “no obstante, el Perú ha presentado avances en los últimos años. Ejemplo de ello es la formulación del Documento Guía para la Fase de Preparación para REDD+ en el Perú, en donde gracias en buena medida a la apertura del Gobierno Nacional y al involucramiento activo de la sociedad civil organizada en el Grupo REDD+ Perú, se generaron discusiones importantes sobre temas claves relacionados con el diseño e implementación de REDD+ en el país”.

En el mencionado capítulo se incluye también información sobre diversos avances en el país referentes al desarrollo y a la implementación del tan mentado mecanismo, “a pesar de las incertidumbres internacionales, tanto de tipo político como técnico que limitan ciertamente el flujo de inversiones privadas requeridas y disponibles, y que no están siendo compensadas por su equivalente de fondos públicos y/o multilaterales”. De haber avances, creo que es necesario darlos a conocer para entender mejor qué está pasando y cómo realmente estamos protegiendo nuestros bosques, cómo podemos colaborar y cuáles son los retos que nos esperan, entre otros aspectos que garanticen el éxito.  

Y por supuesto, estimo conveniente e imprescindible hacer un esfuerzo por incluir siempre el componente de comunicación en estas iniciativas, pero, subrayo esto, desde el principio, no al final de cada iniciativa o proyecto, cuando se debe presentar el informe final y cuando se quiere tener un video, una memoria o un reporte final para documentar el trabajo y poder mostrarle a los donantes lo realizado y para que sepan en qué invirtieron su plata. El tema de la difusión y el esfuerzo en el tema de comunicaciones deben estar desde el arranque y no solo al final.

Deforestación al interior de la Reserva Nacional Pacaya Samiria. Foto: Enrique Angulo Pratolongo.
Es decir, se debe evitar interiorizar que un trabajo serio en estos aspectos es una buena estrategia para optimizar la implementación de este y de otros mecanismos; y que no solo es para tomar fotos y filmar todas las reuniones. Urge producir información de interés y difundirla. No en vano, en el mencionado capítulo se indica que “uno de los campos más limitados, a pesar de la gran cantidad de talleres realizados, es la difusión acerca de los alcances de REDD+ en términos de beneficios y compromisos”.  

Y dado que estamos frente a un tema complicado que no termina de “cuajar”; donde los esfuerzos para su implementación y las críticas que se oponen a REDD van y vienen, ojalá podamos hacer más entendible este y otros esfuerzos similares. Las críticas son bienvenidas claro está, pero estas también deben traer consigo propuestas viables que no suenen solamente a quejas insinuando que todo debe quedar tal cual o que ya no hay nada que hacer. El hecho es que los bosques tropicales sí están desapareciendo y que algo debemos hacer para evitar ese retroceso. Los esfuerzos para esto deben venir del Estado, de la sociedad civil y de los pobladores indígenas y colonos que están directamente relacionados a los bosques amazónicos. Tampoco es cuestión de victimizarse y no hacer nada al respecto.      

¿REDD+ + REDD+ = 2REDD+ o = REDD++?

Y aunque parezca algo sarcástico, también existe REDD++. Dicho mecanismo está mucho menos desarrollado y se enfoca básicamente en preservar la conversión de bosques que no son tan densos —pero que albergan una alta diversidad biológica y que emitirían mucho menos carbono que los bosques tropicales si desaparecen— en terrenos para la agricultura o la ganadería. Así, lo más interesante es que REDD++ estaría protegiendo parte de los terrenos que no estarían incluidos en REDD+, es decir, espacios donde podría trasladarse la necesidad de bajarse el monte para actividades productivas que generen ingresos alternativos a los bosques.

Así por ejemplo, en zonas subtropicales, como Argentina, existe el Consorcio Municipios Unidos para la Conservación de la Selva Paranaense Argentina (MUCSPA - REDD++) que busca aplicar este mecanismo en la selva de la región de Misiones. El + adicional se da para el enriquecimiento de la masa boscosa y el desarrollo de las comunidades rurales dependientes de los bosques.

Algo similar ocurre en otros países como México, donde se quiso implementar el mecanismo de REDD en la región de Chiapas, lo que produjo diversas críticas. Una de ellas fue que se le tildó de ser una forma más de asistencialismo, mediante la cual era mejor recibir este fondo que no recibir nada. Esto fue visto por muchos indígenas mexicanos como que “si no me pagan por conservar, me tumbo la selva”. Los críticos señalan que lo monetario se sobrepone a la esencia misma de la conservación. Y en el caso de que las comunidades acepten recibir un pago, el problema vendría cuando se acabe el financiamiento.

Aún queda mucho pan por rebanar. Y es que en este escenario tan complejo existen, felizmente, varias experiencias que luchan incansablemente para poner en práctica alternativas claras y específicas que detengan el avance de la deforestación. Esto es muy importante y alentador, dado que, como ya se dijo, los bosques sí están desapareciendo. En la próxima entrega tocaré dos iniciativas que vienen luchando para lograr el tan ansiado retroceso de la deforestación en el país. Debemos conocerlas para no perder las esperanzas.
  
Enero 2014


[1] Perla Álvarez, J., Freundt Moreno, D., Burga Barrantes, E., Postigo Takahashi, T., Menton, M. 2012 Políticas REDD+ y los medios de comunicación: Caso de estudio en el Perú. Documento de Trabajo 101. CIFOR, Bogor, Indonesia.
[2] Che Piu, H. y García T. 2011. Estudio REDD Perú: La situación de REDD en el Perú. Derecho, Ambiente y Recursos Naturales (DAR). Lima.
[3] ¿Gratis?: los servicios de la naturaleza y cómo sostenerlos en el Perú. Goldman, Wackernagel, Salomón… [et al.]; editado por Franl Hayek y Pablo Martínez de Anguita. Primera edición. Lima: Servicios Ecosistémicos Perú. 2012. 

Artículo publicado en la versión online de la Revista Rumbos: 
http://www.rumbosdelperu.com/seguimos-en-redd-para-entender-la-red-de-redd-y-no-enreddarnos-V1314.html

lunes, 13 de enero de 2014

EL MUNDO DE LOS REMOLINOS Y ENREDOS DEDICADOS A LA DEFORESTACIÓN (REDD)

No recuerdo cómo llegó a mis manos el documento: “Enmascarando la destrucción: REDD+ en la Amazonía peruana” de Joanna Cabello del Movimiento Mundial por los Bosques, pero le di una revisada más que todo por el “achorado” y sugerente título. Al respecto, debo decir que no siempre he seguido muy de cerca el tema de Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación de los bosques (REDD) y de todas sus variantes. Sin embargo, he estado varias veces entre dos fuegos cruzados, es decir, entre los defensores y los detractores de este mecanismo. Sé que estoy pisando territorio minado. Veamos cómo me libro de esta sinuosa experiencia que es parecida a entrar a la Matrix y no poder salir de ella. 

El tema es controversial, álgido, ¿utópico?, pasional y bastante difuso. Tal vez por eso, pese a que soy consciente de caminar por arenas movedizas, lanzo algunas ideas sueltas y generales para reflexionar y para enterarnos un poco más al respecto. Personalmente, no puedo tomar una decisión a favor o en contra, dado que, sin duda alguna, este tópico es bastante complejo. Me he visto varias veces confrontado con él; y no han faltado los que me exigen y esperan que apoye o que critique este mecanismo, sin embargo, todavía no cuento con los elementos necesarios y básicos para opinar.

Por supuesto, mi opinión es referencial y nada objetiva. Por ende, no es el fin de lo que viene, convencer o atacar este proceso, sino, entender un poco más lo que tenemos a la mano. A eso, es importante saber qué significa el más (o plus) que se le agrega a REDD; y es que implica adicionarle al mecanismo la función de la conservación, gestión sostenible de los bosques y el aumento de las reservas de carbono.

Antes que nada, incluyo algunos puntos resaltantes del artículo ya mencionado, con el fin de discutir al respecto y sacar algunas conclusiones. Para J. Castillo, REDD+ “…se trata del carbono. De la medición y acumulación de las partículas de las partículas de dióxido de carbono en los árboles, bosques y suelos para su compra-venta y especulación en los mercados de carbono”. Asimismo, “… REDD+ pretende que, sin contrarrestar el modelo extractivista y sin lidiar con las causas subyacentes, al añadir un valor económico al carbono, se creen los incentivos suficientes para reducir la deforestación”. Para la autora, “Esto claramente no funciona”. 

Pero, ¿qué otra definición existe de REDD? No es fácil encontrar un concepto claro y preciso de este término, por lo que, haciendo una mezcla de lo encontrado, asumamos que REDD es un mecanismo (voluntario) en desarrollo (ojo) que pretende reconocer el servicio que los bosques le prestan al planeta almacenando inmensas cantidades de carbono (¿cuánto?, ese es uno de los puntos críticos en todo esto). Uno de sus fines es, según Castillo, “insertar a los bosques en la lógica de mercado, creándole un valor financiero al dióxido de carbono almacenado en los bosques y suelos, o más bien, a su capacidad para absorber dicho carbono”.

¿REDDificil de entender y de poner en marcha?

Para poner en práctica el reconocimiento de los bosques como sumideros o reservas de carbono, el mecanismo REDD sugiere que los países que opten por reducir sus índices de deforestación en relación a valores referenciales acordados (¿entre quiénes?) recibirán compensaciones (¿de quién?) según se cumplan los objetivos planteados. Así también, REDD busca incentivar el cambio de algunas actividades productivas que implican “tumbarse” el monte. Para tal fin, propone la ejecución de prácticas sostenibles que eviten justamente la deforestación y la degradación de los bosques; no obstante, no se indica específicamente cuáles son esas actividades.

En un proyecto REDD+ se debe establecer un acuerdo entre el que usa el bosque y el “comprador” de los créditos que son generados por mantener el bosque en pie, lo que genera que se reduzca la emisión de CO2, producto de la deforestación. En el caso del usuario, este debe comprometerse (¿cómo?, ¿quién firma el acta, documento o contrato?) a no deforestar y a reducir las posibles amenazas al bosque. Es decir, deben existir otras actividades productivas que generen ingresos económicos para los pobladores locales, con el fin de que satisfagan sus necesidades básicas y no tengan que vender madera a precios irrisorios o vender sus tierras para monocultivos u otras actividades que impliquen la emisión de CO2 a la atmósfera.   

Luego de un periodo a determinar, el usuario del bosque (una comunidad nativa, una familia, ¿un propietario privado?, ¿o quién más?) deberá recibir un certificado que indique que mediante el proyecto REDD+ se evitará la reducción de X toneladas de los conocidos Gases de Efectos Invernadero (GEI). Bacán, pero ¿y la platita? ¿cómo es? No sé cómo se da o debe dar este tema. En principio, suena todo bien, pero no entiendo cómo y cuánto recibe, por ejemplo, una comunidad nativa del mercado por conservar y/o no tocar el bosque. Y cuando se recibe un monto específico, cómo hacen para repartirlo entre todos los miembros de la comunidad. Menuda tarea.

REDD y la deforestación

Para que haya REDD debe haber deforestación, ya que, se supone, si no hay reducción de la masa forestal, estos mecanismos no serían necesarios. Según Castillo, “la mayoría de documentos oficiales que promulgan analizar los agentes de la deforestación… identifican a los campesinos como los principales agentes de la deforestación, principalmente por migrar a tierras boscosas y abrir en su mayoría pequeñas áreas forestales para hacer parcelas con cultivos de subsistencia”. En su mirada, “los proyectos a gran escala de extracción, infraestructura y apuntados a la exportación tienen apenas un papel secundario o ‘indirecto’ en el proceso de deforestación y degradación forestal”.

Para muchos, las principales amenazas de los bosques amazónicos en el país son: la fuerte dependencia que tenemos con la agricultura y ganadería, la cual nos exige nuevos terrenos para estas y otras actividades productivas colaterales; el acelerado e imparable crecimiento demográfico que nos obliga a obtener más energía (y alimentos) mediante centrales hidroeléctricas, explotación gasífera y petrolera y a construir carreteras; así como la tala selectiva, la contaminación, la minería ilegal e informal y otros factores que van mermando nuestros bosques con la consecuente emisión de CO2, calentamiento global y los cambios climáticos que ya estamos padeciendo. Así las cosas, elegir qué factor es el más “bravo” en todo esto, depende mucho del cristal con el que se mire el problema.

Algunas críticas

Deforestación en Brasil. Foto: Reuters
Una de las críticas que más recuerdo de las reuniones somníferas a las que he acudido al respecto es que mediante REDD, lo único que se estaría haciendo es trasladar la deforestación a otros lugares donde este mecanismo no esté en juego. Por lo tanto, quién, cómo y en qué medida se tiene control sobre la verificación de que el mecanismo en sí no genera emisiones de carbono en lugares no controlados fuera del área determinada para REDD. Supongo que tanto el Ministerio del Ambiente (MINAM), así como los gobiernos regionales amazónicos y otros actores privados involucrados en este mecanismo ya tendrán este (y otros) puntos bajo control. No lo sé.

Según el MINAM, REDD es uno de los mecanismos claves para cumplir con la ambiciosa meta de llegar al año 2021 con índices de deforestación cero. No obstante, al parecer habrá algunas limitaciones en cuanto a las capacidades del Estado para implementar REDD en el país, por lo que habrían saltado a la palestra algunas ONG, con el fin de materializar estos esfuerzos. Esto no ha pasado desapercibido para algunos actores claves, tales como las organizaciones y federaciones indígenas, quienes estarían pensando que esta es una manera de apropiarse de terrenos comunales indígenas para usos posteriores como los monocultivos, plantaciones forestales u otros.

Tenemos bastante por conocer, discutir y entender en lo que respecta a este tema. Siendo el Perú un país megadiverso con grandes (todavía) extensiones de bosque tropical (segundo en Sudamérica y noveno en el mundo), debemos saber qué está pasando, qué se está haciendo para evitar la deforestación y cuál es el escenario que nos espera. Claro, todo esto sucede entre conflictos de intereses y críticas entre los actores involucrados, encomiables esfuerzos para conservar nuestros bosques, falta de interés de la ciudadanía y de la prensa nacional y entre la aún baja institucionalidad en el país.  

Concolón

Y ahora que estamos con la fiebre de la COP 20, donde casi todos los “ambientalistas” son expertos y gurús en los temas de calentamiento global y cambio climático, será necesario, sin lugar a dudas, aterrizar todo esto en políticas y acciones tangibles, claras y que se puedan poner en práctica ¡ya! Mucho tiempo no tenemos. Sería interesante también ir dejando progresivamente esa costumbre tan arraigada en nuestro medio “conservacionista” llamada “reunionitis”, es decir, la necesidad inminente de reunirse para —en teoría— discutir y buscar soluciones. Muchas reuniones son interminables (sin producir algo concreto) y parecen ser solo la oportunidad perfecta para empujarse cientos de sanguchitos y cafecitos; y servir de plataforma para decir cualquier cosa, con tal de justificar estar presente y para hacer relaciones públicas.

Esa es una de las críticas que más he escuchado en campo y de la cual siempre he intentado zafarme en la medida de lo posible. No perdamos el tiempo en reuniones esotéricas que no llevan a nada interesante. Y bueno, mientras escribía estas líneas me enteré de que el 2014 ha sido nombrado como el “Año de la Promoción de la Industria Responsable y del Compromiso Climático”. Si le quitamos el responsable a este título honorífico podría sonar contradictorio para muchos. Veamos qué sucede en este año que, como todos los anteriores, es “trascendental” para el futuro del país. Hasta ahora lo más importante que veo en los siguientes 365 días es el mundial de fútbol en Brasil.        


PD. Es necesario indicar que la versión del documento de J. Castillo a la que tuve acceso no indica el año de su elaboración y publicación. No obstante, por la información incluida y las referencias utilizadas, parece ser que el texto es de mediados del 2013.

Enero 2014

Publicado en la versión online de la Revista Rumbos:  

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