Partamos del hecho de que, según el reciente Caso de
Estudio en el Perú: Políticas REDD+ y los medios de comunicación, publicado por
el Center for International Forestry Research (CIFOR) y Libélula Comunicación,
Ambiente y Desarrollo[1], “el número de noticias que hablan de temas
ambientales son muy pocas, siendo REDD un tema que se toca de manera muy
escasa, y aún más escasas son las noticias que realizan un análisis más
profundo del tema. Existen incluso eventos relevantes que no se han
identificado en las noticias halladas”. Este escenario no debe extrañarnos,
pues nuestro país aún presenta un gran déficit en cuanto a la publicación
científica y periodística de temas relacionados al medio ambiente, a la
conservación de especies biológicas y a toda la paleta de temas “ecológicos”.
Por eso, no sorprende que en el caso de los departamentos
donde se viene implementando algunos proyectos REDD, como Madre de Dios y San
Martín, “además de ser muy escaso el
número de noticias halladas en general, considerando todas las búsquedas, llama
la atención la baja incidencia de noticias vinculadas con REDD”. Por otro
lado, se afirma en el estudio que un tema recurrente es el de la falta de
estabilidad jurídica “lo que pone en
riesgo los derechos de propiedad, y por lo tanto plantea un desafío importante
para programas de REDD en el país”. Y para redondear el tema, “las noticias a nivel nacional y subnacional
son, en su mayoría, descriptivas y no analíticas. (…) Se dan noticias
ambientales pero difícilmente se explican sus causas históricas, económicas y
culturales, lo que reduce el panorama reflexivo del público lector”.
Dicho esto, podríamos afirmar que muchos temas similares
solo son manejados y procesados por un puñado muy reducido de habitantes, lo
que no resulta conveniente ni adecuado para implementar políticas públicas y
estrategias de conservación. Contra esto, podríamos también afirmar que no es
necesario gastar energía en informar a la opinión pública y al ciudadano de pie
al respecto, porque igual no van a entender, no les interesa y porque no es una
prioridad para los que trabajan en estos temas. Esta conducta cavernaria, el
desinterés ciudadano (hay que aceptar que existe) por estos temas y la escasez
de medios de comunicación comprometidos con temas ambientales son barreras que
debemos ir sorteando cada día para buscar mejores opciones de desarrollo y en
especial para saber que debemos actuar involucrando a la mayor cantidad de
personas. Pero regresemos a REDD.
REDD is complicated
En base al estudio: La situación de REDD en el Perú
publicado por Derecho, Ambiente y Recursos Naturales (DAR)[2], “la relación de los bosques y el cambio
climático pone al Perú en una encrucijada. Seguir impulsando el desarrollo
económico a costa de sus impactos en el ambiente, en particular en los bosques;
o un cambio de modelo de desarrollo bajo en carbono y resiliente al cambio
climático”. Ante este escenario, el Ministerio del Ambiente (MINAM)
consideró que el país debe adoptar esquemas y normas de institucionalidad que
aseguren una gestión óptima de REDD+. En otras palabras, el Estado apuesta,
digámoslo así, casi todas sus cartas al éxito de REDD para llegar al 2021 con
cero deforestación. Adicionalmente, en el informe de DAR (2011) se indica que
en el Perú, “los proyectos REDD o
iniciativas tempranas (¿?) están
avanzando más rápido que la capacidad que tiene el gobierno para hacerles
seguimiento y para brindar las condiciones necesarias para su desarrollo en
armonía con una política pública sobre REDD”.
No es fácil poner en práctica este mecanismo voluntario y
menos en nuestro país, donde estamos luchando día a día para construir un
Estado que llegue a todas y todos; y para tener ciudadanos (y ciudadanas)
responsables y comprometidos con su entorno. En esa dirección, Jorge Torres y
Augusto Castro, en un texto consignado en el capítulo 12: Construyendo un
régimen REDD+ en Perú, perteneciente al libro ¿Gratis?: los servicios de la
naturaleza y cómo sostenerlos en el Perú[3],
afirman que “no obstante, el Perú ha
presentado avances en los últimos años. Ejemplo de ello es la formulación del
Documento Guía para la Fase de Preparación para REDD+ en el Perú, en donde
gracias en buena medida a la apertura del Gobierno Nacional y al
involucramiento activo de la sociedad civil organizada en el Grupo REDD+ Perú,
se generaron discusiones importantes sobre temas claves relacionados con el
diseño e implementación de REDD+ en el país”.
En el mencionado capítulo se incluye también información
sobre diversos avances en el país referentes al desarrollo y a la implementación
del tan mentado mecanismo, “a pesar de
las incertidumbres internacionales, tanto de tipo político como técnico que
limitan ciertamente el flujo de inversiones privadas requeridas y disponibles,
y que no están siendo compensadas por su equivalente de fondos públicos y/o
multilaterales”. De haber avances, creo que es necesario darlos a conocer
para entender mejor qué está pasando y cómo realmente estamos protegiendo
nuestros bosques, cómo podemos colaborar y cuáles son los retos que nos
esperan, entre otros aspectos que garanticen el éxito.
Y por supuesto, estimo conveniente e imprescindible hacer
un esfuerzo por incluir siempre el componente de comunicación en estas iniciativas,
pero, subrayo esto, desde el principio, no al final de cada iniciativa o
proyecto, cuando se debe presentar el informe final y cuando se quiere tener un
video, una memoria o un reporte final para documentar el trabajo y poder
mostrarle a los donantes lo realizado y para que sepan en qué invirtieron su
plata. El tema de la difusión y el esfuerzo en el tema de comunicaciones deben
estar desde el arranque y no solo al final.
Deforestación al interior de la Reserva Nacional Pacaya Samiria. Foto: Enrique Angulo Pratolongo. |
Es decir, se debe evitar interiorizar que un trabajo
serio en estos aspectos es una buena estrategia para optimizar la
implementación de este y de otros mecanismos; y que no solo es para tomar fotos
y filmar todas las reuniones. Urge producir información de interés y difundirla.
No en vano, en el mencionado capítulo se indica que “uno de los campos más limitados, a pesar de la gran cantidad de
talleres realizados, es la difusión acerca de los alcances de REDD+ en términos
de beneficios y compromisos”.
Y dado que estamos frente a un tema complicado que no
termina de “cuajar”; donde los esfuerzos para su implementación y las críticas
que se oponen a REDD van y vienen, ojalá podamos hacer más entendible este y
otros esfuerzos similares. Las críticas son bienvenidas claro está, pero estas
también deben traer consigo propuestas viables que no suenen solamente a quejas
insinuando que todo debe quedar tal cual o que ya no hay nada que hacer. El
hecho es que los bosques tropicales sí están desapareciendo y que algo debemos
hacer para evitar ese retroceso. Los esfuerzos para esto deben venir del
Estado, de la sociedad civil y de los pobladores indígenas y colonos que están
directamente relacionados a los bosques amazónicos. Tampoco es cuestión de
victimizarse y no hacer nada al respecto.
¿REDD+ +
REDD+ = 2REDD+ o = REDD++?
Y aunque parezca algo sarcástico, también existe REDD++. Dicho
mecanismo está mucho menos desarrollado y se enfoca básicamente en preservar la
conversión de bosques que no son tan densos —pero que albergan una alta
diversidad biológica y que emitirían mucho menos carbono que los bosques
tropicales si desaparecen— en terrenos para la agricultura o la ganadería. Así,
lo más interesante es que REDD++ estaría protegiendo parte de los terrenos que
no estarían incluidos en REDD+, es decir, espacios donde podría trasladarse la
necesidad de bajarse el monte para actividades productivas que generen ingresos
alternativos a los bosques.
Así por ejemplo, en zonas subtropicales, como Argentina,
existe el Consorcio Municipios Unidos para la Conservación de la Selva
Paranaense Argentina (MUCSPA - REDD++) que busca aplicar este mecanismo en la
selva de la región de Misiones. El + adicional se da para el enriquecimiento de
la masa boscosa y el desarrollo de las comunidades rurales dependientes de los
bosques.
Algo similar ocurre en otros países como México, donde se
quiso implementar el mecanismo de REDD en la región de Chiapas, lo que produjo diversas
críticas. Una de ellas fue que se le tildó de ser una forma más de
asistencialismo, mediante la cual era mejor recibir este fondo que no recibir
nada. Esto fue visto por muchos indígenas mexicanos como que “si no me pagan
por conservar, me tumbo la selva”. Los críticos señalan que lo monetario se
sobrepone a la esencia misma de la conservación. Y en el caso de que las
comunidades acepten recibir un pago, el problema vendría cuando se acabe el
financiamiento.
Aún queda mucho pan por rebanar. Y es que en este
escenario tan complejo existen, felizmente, varias experiencias que luchan
incansablemente para poner en práctica alternativas claras y específicas que
detengan el avance de la deforestación. Esto es muy importante y alentador,
dado que, como ya se dijo, los bosques sí están desapareciendo. En la próxima
entrega tocaré dos iniciativas que vienen luchando para lograr el tan ansiado
retroceso de la deforestación en el país. Debemos conocerlas para no perder las
esperanzas.
Enero 2014
[1] Perla Álvarez, J., Freundt
Moreno, D., Burga Barrantes, E., Postigo Takahashi, T., Menton, M. 2012
Políticas REDD+ y los medios de comunicación: Caso de estudio en el Perú.
Documento de Trabajo 101. CIFOR, Bogor, Indonesia.
[2] Che Piu, H. y García T. 2011.
Estudio REDD Perú: La situación de REDD en el Perú. Derecho, Ambiente y
Recursos Naturales (DAR). Lima.
[3] ¿Gratis?: los servicios de la
naturaleza y cómo sostenerlos en el Perú. Goldman, Wackernagel, Salomón… [et al.]; editado por Franl Hayek y Pablo
Martínez de Anguita. Primera edición. Lima: Servicios Ecosistémicos Perú. 2012.
Artículo publicado en la versión online de la Revista Rumbos:
http://www.rumbosdelperu.com/seguimos-en-redd-para-entender-la-red-de-redd-y-no-enreddarnos-V1314.html
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