lunes, 27 de diciembre de 2010

ASPECTOS ADAPTATIVOS A LA TERRA FIRME

Tercera reseña sobre el libro de Betty J. Meggers, "Amazonía. hombre y cultura en un paraíso ilusorio". En primer lugar es necesario mencionar lo que la autora afirma al principio de la lectura y reafirma en las conclusiones: “las cinco tribus elegidas como ejemplos de la adaptación al medio ambiente de la terra firme exhiben muchas semejanzas culturales. Subsisten con muchas de las mismas plantas y animales que se obtienen con métodos similares; viven en casas comunales en grupos familiares extendidos”. Asimismo, en las conclusiones afirma que “en toda la zona se dispone de los mismos cultivos y recursos alimenticios silvestres (con excepciones mínimas)”. Sin embargo, “no hay dos grupos que combinen los mismos ingredientes en las mismas proporciones. 

No obstante, cualquiera que sea el ciclo anual de subsistencia que se haya adoptado, se obtiene todos los elementos nutritivos necesarios en las cantidades requeridas”. Bajo estas premisas comentaré tres aspectos que me han llamado la atención, pero que en mi opinión, son el resultado adaptativo de los grupos indígenas a un medio que puede parecer un paraíso, pero que no lo es. Al contrario, la Amazonía es un medio hostil que si bien da la impresión de ofrecer todo lo que algunos grupos humanos puedan anhelar o necesitar, demanda mucha energía y esfuerzo para sobreponerse y desarrollarse. Es así como los procesos adaptativos, en mi opinión, han estado más dirigidos a sobrevivir que a cultivar valores culturales que permitan un mayor desarrollo. 

 El medio ambiente ha frenado el avance hacia un nuevo horizonte, lo cual tal vez se pueda verificar con los últimos avistamientos de indígenas en aislamiento voluntario o no contactados (o que no quieren contactarse con la “civilización”). El poblador de la terra firme pasa (o pasa aún) mucho tiempo tratando de descifrar los misterios del medio que lo rodea e intentando explicar diversos fenómenos que rige su día a día. Producto de esa búsqueda o anhelo de encontrar algunas explicaciones, surge la figura del chamán o brujo, personaje infaltable en estas tribus indígenas, salvo en una de las estudiadas en el libro de Meggers. Pese a que este personaje también se encuentra en otras comunidades de la sierra y de la costa, percibo que en la terra firme, cumple un papel adicional al de curar o repartir conocimientos. 

 En estos territorios, el chamán es un hombre con poder que tiene un status más allá de lo que realmente pueda ofrecer y que limita o acelera ciertos procesos sociales. Por otro lado, al parecer, la migración de los pueblos de la terra firme hacia territorios menos hostiles o más diversos en cuanto a la oferta en flora y fauna, como la selva alta, los Andes, los valles interandinos e incluso la costa desértica del Pacífico, permitió forjar un mayor desarrollo y dedicar más tiempo a la búsqueda de nuevos estilos de vida que ya no dependían tan marcadamente de una naturaleza hostil y que no es tan diversa como suele parecer. Técnicas para controlar el tamaño de la población 

Llama la atención las diferentes estrategias utilizadas para mantener un equilibrio entre la población y el medio ambiente, con el fin de asegurar que el uso de este último no sobrepase su capacidad de regeneración. Dichas técnicas surgieron sin duda como parte de los procesos adaptativos y de la selección natural que se impone en este medio. Los grupos indígenas estudiados dominan las acciones destinadas para regular su crecimiento, de tal modo que ellos mismos no amenacen su propia supervivencia. Para tal fin, no solo utilizan métodos naturales, sino también culturales manejados propiamente y estando plenamente conscientes de la importancia de su cumplimiento como parte de su “destino” o “misión”. 

El uso de estos métodos se ve posiblemente reforzado por la brujería, para entender mejor su significado, o simplemente para justificar su implementación. Y como bien lo anota la autora, es necesario diferenciar entre el propósito de estas prácticas y la función que cumplen. El propósito es evidente para los que los practican, debido a que si no cumplen con dichas imposiciones, pueden ser sancionados o mal vistos en la tribu. Por otro lado, la función de estas prácticas para las personas involucradas, podría ser rara e incomprensible. No obstante, estos comportamientos forman parte de los elementos culturales que caracterizan y son “normales” para estas comunidades indígenas. 

 Lo resaltante, retomando lo que afirma Meggers, es que, conforme se mejora las técnicas para contrarrestar las causas naturales de mortandad, se debe perfeccionar las herramientas culturales para mantener a raya la superpoblación. Para determinar cuál es el número de hijos que deba o pueda tener la hembra, ha sido necesario el paso de varias generaciones, así como la transmisión de conocimientos para mantener una tasa reproductiva estable que preserve el presente y asegure el futuro de la tribu. Es por eso interesante distinguir en estos cinco grupos indígenas todas las técnicas que utilizan. Me llama la atención aquella que aplican los sirionó. 

Esta tribu no emplea ninguna medida de control en los períodos prenatales y juveniles, sin embargo, el promedio de hijos por pareja es de dos. Lo que implica que adopten medidas naturales que no hacen necesario el uso de otras técnicas culturales. Sin embargo, lo que me parece más singular es que, en la etapa adulta, los sirionó abandonan a los más débiles o enfermos. Esta medida me parece un ejemplo claro de selección natural y adaptación perfectamente justificable. Algo también importante es que esta tribu no tiene chamanes que pudiesen intentar curar a los enfermos o a los más débiles. Asimismo, esta situación se da también en el reino animal como un proceso de selección y del proceso adaptativo al medio ambiente. 

Además, en dicha tribu no existe el reconocimiento para las personas adultas como sí sucede en otras tribus, por lo que al parecer los “viejos” también pueden ser prescindibles y no adquieren un papel de sabios o de maestros. Esta adaptación me parece una medida que responde a un estilo de vida itinerante, errático y menos civilizado, lo cual se comprueba más adelante en la lectura, en el caso de esta tribu. Es decir, la distancia que separa al hombre del animal es, en este caso, más corta, pero no por eso, menos exitosa. 

Técnicas para controlar la densidad de la población 

Es interesante anotar que, pese a la gran diversidad de la terra firme, ésta no está distribuida de manera uniforme y de manera accesible para todos. A dicha situación se le suma la baja fertilidad del suelo amazónico, por lo que es común en la zona la rotación de los cultivos e incluso la rotación de las tribus en búsqueda de mejores tierras. Esto condiciona además que una población numerosa debe mantenerse dispersa para no agotar todos los recursos disponibles de su entorno. Los mecanismos culturales de las tribus indígenas garantizan que no exista una concentración demográfica que ponga en peligro el acceso a las fuentes de alimento. 

Es interesante determinar que tal situación se da en estas tribus y se complementa con el primer aspecto tratado. Es decir, ambos aspectos aseguran que no exista una explosión ni una concentración demográfica. Sin embargo, es también importante anotar que el medio natural en sí también cumple un rol protagonista en estas situaciones, debido a su hostilidad y a su gran extensión. Adicionalmente, la presencia indígena no ha podido incrementarse debido al triste papel del foráneo, el cual se ha encargado de mantener “a raya” a estas tribus e incluso a borrarlas del mapa. En el caso de los jívaros y de los waiwai, sus poblados están constituidos por casas comunales separadas entre sí por una distancia que fluctúa entre 2 y 10 kilómetros, lo que garantiza que exista suficiente terreno para el abastecimiento. 

Esta situación es posible también debido al gran territorio de la terra firme. Pero además, estas dos tribus indígenas multan con severas sanciones a quienes violen esta “norma”, la cual implica además, no aumentar el número de personas por casa, más allá del límite establecido. Es decir, la regulación y la adaptación empiezan literalmente “en casa”. Sin embargo, en este caso entra a talar otro aspecto, el temor a que “el vecino” te haga brujería. Un miembro de cualquier grupo familiar solo puede estar seguro dentro de su familia. Dicha situación explica también e la implementación de estas medidas, ya que exponerse al contacto con otras personas ajenas puede ser perjudicial. Pero como es habitual, la población de las casas también crece, y con ello aumentan las posibilidades de que surjan problemas entre sus miembros, por lo que las casas se subdividen. Esta característica de la subdivisión social es solo posible en grupos relativamente pequeños y “aislados” en un vasto territorio que además es poco fértil y limitado en el acceso a sus recursos. 

 Adicionalmente, está presente el tema de la brujería, pues los pobladores de estas dos tribus no quieren estar cerca del hechicero. Además, en una población más numerosa, es más propensa la posibilidad que se generen conflictos entre sus miembros, para lo cual se debe llamar al brujo. Estas situaciones evidencian tal vez un estado de interrelaciones personales limitado, pero que cumple un rol importante en la estructura social que es la base (a veces muy frágil) de las tribus indígenas estudiadas. Otro de los aspectos que me llama la atención es el hecho de que las guerras se conviertan, dentro de estas tribus indígenas, en reguladores de la población. Además, existen diferencias con las guerras de otras latitudes, ya que estos conflictos no se realizan para tomar territorios. Para los jívaro por ejemplo, ocupar áreas habitadas por sus enemigos es detestable y no es lo deseado. A esto se le debe sumar que el territorio es ya de por sí extenso, por lo que tampoco hay una escasez de tierras. 

Lo singular es que esta tribu arremete contra los miembros de su propia etnia hasta aniquilarlos; y en el caso de los kayapó, estos destruyen todos los utensilios e implementos sin el deseo de obtener ningún botín. En ambas tribus, la guerra es un arte, en donde dar muerte a un enemigo es símbolo de hombría y de reconocimiento. Es difícil entender a cabalidad el significado e importancia de las guerras, pues como se aprecia, estas no son hechas para obtener beneficios tangibles. 

En todo caso, creo que la “cultura de la guerra” responde a modelos de control poblacional llevados a niveles extremos, que si bien para nosotros no son justificados, para los grupos nativos, estas actividades forman parte de los procesos adaptativos que les han permitido sobrevivir a la terra firme. Finalmente, otro punto interesante es el abandono de las casas cuando alguien muere. Esto se da en diversos niveles entre las tribus indígenas seleccionadas, pero al parecer podría responder a medidas higiénicas. No obstante, creo que además se debe al tema de los espíritus y de las creencias. Sea como fuese, es importante anotar que esta medida puede calzar en un medio hostil donde se busque nuevos horizontes y acceso a los recursos naturales; y que no responde a la necesidad de tener más, sino tener lo suficiente. 

Diferencias en la complejidad cultural 

Si existiese la necesidad de “medir” el avance cultural, se puede observar, según la lectura, que los kayapó y los camayurá poseen algunos elementos que no se encuentran en las otras tres tribus, lo cual los pone en aparente “ventaja cultural”. Uno de estos puntos es que ambas tribus poseen un jefe permanente, lo que les da cierto grado de estabilidad. Adicionalmente, poseen una especie de consejo consultivo que delibera los problemas y necesidades de la tribu, algo que denota un grado de organización y jerarquía. Además, la estructura social de los kayapó es más compleja, en donde las ligas de parentesco son sustituidas por las ligas civiles. En el caso de los camayurá, se presenta la división del trabajo por ocupaciones y el intercambio formalizado por medio de un mercado público, lo que genera un mayor grado de relaciones interpersonales que fortalece los nexos sociales y posibilita la adaptación y el desarrollo de la tribu, además de la obtención de diversas fuentes de alimento y de elementos que favorecen su desarrollo. 

 En ambos casos, se percibe que existen algunos avances culturales, sin embargo, estos no se dan con la misma intensidad, debido a que no son percibidos como necesarios, o a que el medio natural condiciona otras dinámicas de desarrollo o las limita. Me llama la atención el grado de desarrollo de los sirionó por ser el más primitivo. Al parecer, la permanente adaptación de esta tribu al medio ambiente y su constante lucha por sobrevivir impide que se desarrollen culturalmente. Si bien es necesario anotar que las diferencias culturales no son abismales, ni muy marcadas entre las tribus indígenas estudiadas, es importante incidir en el tema del medio ambiente y del clima como “regulador” del avance cultural. Esto se percibe en el caso de las lluvias que generan el movimiento de las tribus, lo que tal vez propicie intermedios o avances en el desarrollo cultural. 

 La posible abundancia de recursos naturales no es sinónimo de desarrollo, sino más bien, al parecer, el factor determinante es el acceso a ellos. En otras culturas que se han desarrollado en ambientes poseedores de una diversidad menos variada, se puede registrar un mayor avance. Este aspecto, sumado a los avances culturales y a la estructuración social, podría conjugarse para fomentar un mayor desarrollo en todos los aspectos. Es interesante comparar entonces, el estadio de las culturas amazónicas con las culturas andinas y costeñas. El medio ambiente jugó y juega un papel primordial que condiciona conductas como el infanticidio, las guerras, los movimientos migratorios locales, etc. En el caso de otras culturas se practicaba el sacrificio humano como culto a los dioses, pero no para regular la población. En el caso de las tribus amazónicos no se registra estas prácticas, pero sí la muerte (condicionada) para mantener un equilibrio. Si en teoría existía (o existe aún) abundancia de recursos, entonces ¿por qué frenar el crecimiento de la población? 

Octubre 2007

lunes, 20 de diciembre de 2010

LOS KAYAPÓ Y LOS JIVAROS

Segunda reseña sobre el libro de Betty J. Meggers, "Amazonía. hombre y cultura en un paraíso ilusorio".

Elegí a estos dos grupos indígenas por un motivo geográfico, ya que ambas tribus se encuentran muy distantes entre sí. Los Kayapó habitan en el centro y al lado este de América del Sur, cerca de la costa del Océano Atlántico, y por otro lado, los Jivaros ocupan territorios cerca de la línea ecuatorial y al oeste de América del Sur, cerca a la costa del Océano Pacifico.

Por otro lado, me pareció interesante analizar a estos dos pueblos indígenas debido a que, comparando sus territorios, se percibe una “diferencia hídrica” notoria. En los territorios de los Kayapó, en la selva tropical, se tiene una estación seca bien definida que dura tres meses (de julio a septiembre). En el caso contrario, en los territorios jivaros, todo el año se presentan lluvias intensas. Esta diferencia en la precipitación pluvial determina, según el libro de Meggers, algunas estrategias de supervivencia como puede ser los movimientos de las tribus en la selva para buscar alimento y las diversas dietas en las que se basa su alimentación.

Así también, existen diferencias lingüísticas entre ambos grupos indígenas. Los Kayapó hablan ge, mientras que los Jíbaro hablan un idioma distinto. Esta situación, según la autora, permite afirmar que “las posibilidades de que compartan un origen común son menores que si tuvieran vinculaciones lingüísticas” No obstante esto, basados en la propuesta de Meggers, “si uno de los principales determinantes culturales es la adaptación, entonces las culturas aborígenes deben reflejar esta situación ambiental en dos formas principales”.

La primera de ellas es la existencia de un patrón cultural general en toda la selva tropical como respuesta al medio que presenta características bastante similares de clima, flora, fauna y suelo que definen esta vasta región. Seguidamente, existe un “patrón local” debido a las variaciones regionales que determinan la abundancia, ausencia o limitada presencia de ciertas especies biológicas. Este último factor es el que tal vez determine también varias estrategias de supervivencia y adaptación al medio como el tipo de alimentación, el comercio y la cosmovisión de los pueblos indígenas en general.

En todo caso, las distintas adaptaciones revelan las diferencias en el esquema general que derivan, según la autora, en las variaciones ambientales. En la obra de Meggers se describe estas culturas particulares a través de los detalles que las caracterizan y las diferencian de las otras. Asimismo, Meggers establece categorías para ordenar los datos obtenidos; y a su vez estos datos conforman un todo. Es interesante lo que plantea la autora con respecto a la forma de estudiar a estos grupos indígenas, los cuales son “disecados y separados en partes para ser examinados”. La metodología utilizada es la del análisis científico que consiste en desagregar las partes para explicar el todo. En el caso de estas tribus, se adiciona el medio ambiente, algo que fortalece la afirmación de que existe una interdependencia entre lo biótico y lo abiótico que determina muchos factores de desarrollo económico y social.

Los Kayapó

Esta tribu habita en territorios salpicados por franjas de sabana que constituyen penetraciones de las altiplanicies áridas en la llanura amazónica brasilera. Además, en estos territorios existe una marcada distribución estacional: en junio, julio y agosto la precipitación es escasa. Y entre las distintas tribus existe una hostilidad constante. Por otro lado es interesante anotar que desde que se originó el contacto con la cultura europea , la población de esta tribu se ha visto mermada considerablemente, en especial, en el siglo pasado.

Esta situación ha sido ocasionada principalmente por las enfermedades de las que se han contagiado debido al contacto con los europeos y por las constantes disputas con los caucheros y madereros, situación que se mantiene en la actualidad tanto en el Perú como en el Brasil. Esta reducción en su número ha debilitado considerablemente sus estructuras sociales, lo que acrecienta un resquebrajamiento en la continuidad de la tribu.

En cuanto a algunos de sus patrones de conducta, los Kayapó alternan la vida sedentaria en época de lluvia, ─es decir la mayoría del año─, con una existencia errante en época seca. En este periodo la población se desplaza en conjunto o decide separarse en grupos pequeños, esto, dejando a los enfermos e incapacitados en el pueblo. Dicha conducta es una estrategia de adaptación al medio, pues en caso de tener que sobrevivir ante cualquier eventualidad, es necesario que sobrevivan los más fuertes y aptos para seguir procreando y de este modo, asegurar la continuidad de la tribu.

Llevar consigo a personas enfermas o débiles desgasta y quita mucha energía, por lo que son dejados de lado. Además, asumir su cuidado los hace vulnerables ante posibles enemigos ya que se desplazan más lento. Esta adaptación es parte del proceso de selección natural que también se da en los animales. Asumimos, en caso de que la tribu, se tope por ejemplo con otras tribus hostiles a ellos, las primeras victimas, serán los más débiles. Adicionalmente, condicionados por las lluvias, los Kayapó varían su dieta. En época seca se convierten en pescadores y en recolectores, mientas que en épocas lluviosas son cazadores y siembran algunas plantas.

Y es así como, tras la influencia europea, han ampliado sus fronteras agrícolas y por ende los productos que cultivan, adicionando a su dieta el arroz, la caña de azúcar y la mandioca amarga. Un aspecto importante que rescatar de esta tribu, es que dentro de sus alimentos, consumen una especie de pan hechos de masa de maíz con diversos productos complementarios, lo que evidencia un cierto grado de dominio de técnicas más avanzadas de desarrollo cultural. Estos panes son incluso horneados en el suelo.

Es notorio que se identifica un cierto grado de avance cultural, tanto por las técnicas de cocina, así como por el hecho de que la cacería es un deporte para los Kayapó, quienes no dependen exclusivamente de ella ─pese a ser expertos en esta técnica─, como en el caso de otras tribus. Adicionalmente, es importante identificar que realizan cacerías en grupo y con perros, lo que evidencia el avance cultural. La pesca es otra actividad importante y se realiza en época seca, debido a que es más fácil ya que las aguas están en su nivel más bajo y los peces son más acequibles. Esta situación también es una adaptación similar a la de otras especies del bosque tropical.

Asimismo, los Kayapó practican una especie de “ganadería” con tortugas, lo cual les asegura una fuente de alimento importante. Además, almacenan alimentos como es el caso de las nueces de Brasil. Estas actividades son producto de muchos años de adaptación y de un conocimiento adquirido que se refleja en su conducta. Existe una división sexual del trabajo, la cual está más acentuada en las artes y en los oficios que en las tareas propias de la subsistencia de la tribu.

Llama la atención en todas estas tribus que siempre existan chamanes; y en el caso de los Kayapó, también existen estos curanderos, pero al parecer en menor número. Caso contrario es el número de etapas por las que atraviesa un integrante de la tribu para llegar a ser “adulto”, en comparación con otros grupos indígenas. Sin embargo, existen muchas similitudes con los otros grupos indígenas en cuanto a la organización social. Un ejemplo claro es el infanticidio que es practicado por casi todos estos grupos.

Otro punto importante en la vida de los Kayapó es que anteriormente no realizaban ninguna actividad relacionada con el comercio, y es recién en las últimas décadas que han incursionado en este campo. Tal situación se debería a un cambio de las costumbres como producto de la influencia de otras culturas o a que no requerían otros productos, debido a sus actividades de caza, pesca y recolección adaptadas al medio ambiente, las cuales les bastaba para su supervivencia.

Estos aspectos son importantes para identificar grados de adaptabilidad al entorno y el nivel de avance cultural. Si bien, estos factores no son determinantes, sirven para entender mejor los procesos regionales determinados por el medio ambiente.

Los Jivaros

A diferencia de los territorios de los Kayapó, el de los Jivaros es una zona lluviosa caracterizada por una combinación de calor y humedad que produce una vegetación exuberante, la cual alberga una fauna muy variada. Estas tribus comparten una misma cultura y poseen un mismo idioma, sin embargo carecen de unidad social y política, lo que genera constantes disputas entre ellos, pese a los esfuerzos que se han hecho a través de la evangelización y la pacificación. Un aspecto importante en esta tribu es que predomina el número de mujeres.

Este punto es importante, ya que el mayor número de mujeres dentro de los Jivaros determina algunos aspectos importantes que se traducen en parte en los papeles que cumplen en la estructura social. Y es que, pese a que el jefe de la familia es la autoridad máxima de la sociedad jivara, el papel de las mujeres es esencial y su rol es fundamental para el bienestar de la familia. Incluso, las mujeres poseen una influencia sobrenatural que es tomada muy en cuenta por la tribu.

En cuanto a la alimentación, el alimento básico es la mandioca dulce, cuya fertilidad y productividad está muy asociada a la mujer. Para su plantación, el hombre prepara el terreno y la mujer se encarga de sembrar dicho vegetal. Los hombres se encargan de cultivar y cosechar otros productos. En este punto se ve también el importante papel que tiene la mujer, el mismo que también está asociado a la producción de las bebidas alcohólicas (masato), las cuales cumplen también un importante rol en las relaciones sociales.

El poblador jivaro posee una dieta rica y variada que le permite afrontar sin ningún problema alguna carencia de alimentos. Esta situación se ve favorecida debido a que son omnívoros, existe una abundancia de animales de caza y a que además, son muy buenos cazadores. Utilizan varias técnicas de cacería notables como la imitación de voces para llamar a los animales en el monte, el uso de señuelos, trampas y otros. Adicionalmente, entrenan perros para este fin, algo realmente que personalmente desconocía.

Es interesante también notar que existe entre los Jivaros una especie de código de caza con respecto a ciertos animales, lo que indica el grado de conocimiento de su fauna. Es notable también el variado “menú” adicional del cual pueden disfrutar en base a insectos, huevos de tortuga y al palmito. Regresando al tema de género, la diferenciación de los sexos también se evidencia en las actividades manufactureras.

Los hombres están encargados de las actividades relacionadas con la madera, es decir la construcción de las casas, canoas, remos, tambores, lanzas, camas, cerbatanas, dardos y –esto llama la atención– de los telares, actividad que generalmente está relacionada con la mujer. Además, los hombres hacen canastos, hilan y tejen el algodón, mientras que las mujeres están más avocadas al campo y a las actividades domesticas, a producir el masato y cuidar a los niños y a los perros.

Esta división de roles es interesante y explica en parte la horizontalidad de la estructura social de los Jivaro. Cada familia es una estructura económica y políticamente independiente, pese a pertenecer a una estructura mayor. Cada casa presenta poderes muy similares divididos entre hombres y mujeres, donde la mujer posee un poder que a veces es superior al del hombre.

Es realmente asombroso que los Jivaro tengan como uno de los motivos para celebrar, el fin del entrenamiento de los perros. Esta situación forma parte de las creencias jivaras y es asumida con el mismo grado de importancia que las otras celebraciones. Si bien en la obra de Meggers no se dan más detalles al respecto, asumo que esta es una ceremonia de igual jerarquía que las demás, ya que los caninos son parte fundamental para la supervivencia de la tribu.

Analizando la conducta referidas a las guerras de los Jivaro, vemos que ante la inminente conquista de un pueblo, todos los integrantes masculinos, las mujeres de mayor edad, los niños y los perros, son aniquilados. Solo se salvan aquellas mujeres que no oponen resistencia. Esta conducta puede explicar tal vez, el mayor número de mujeres que existen dentro de este grupo indígena. Es posible también que estas sean tomadas como rehenes para garantizar la fertilidad de sus plantaciones, así como el suministro del masato.

Adentrándonos en el mundo de la religión y la magia de los Jivaro, vemos que la Madre Tierra (¿la pacha mama?) es muy importante, pues esta se le aparece a las mujeres cuando están bajo los efectos de algún narcótico, y le da instrucciones a la mujer, referidas al cuidado de la tierra y de los animales. A su vez, les enseñó a las mujeres la agricultura. Esta situación puede explicar en parte lo que se ha venido dando en los últimos años con los Aguaruna, que forman parte de esta tribu, con respecto a los suicidios de muchas mujeres jóvenes.

Al parecer, ante la introducción de elementos foráneos a las estructuras aguaruna, como la cerveza u otras bebidas alcohólicas, los alimentos enlatados o tal vez las costumbres evangelistas que prohíben la ingesta del alcohol, la mujer está perdiendo poder y significado dentro de la estructura social y se ve avasallada por el avance de una cultura que la margina.

Conclusiones finales

A través del análisis comparativo de estas dos tribus, –tras un análisis previo de cinco tribus amazónicas hecho por Meggers–, se puede identificar diferencias “locales” sustentadas en las condiciones regionales de la selva, pero que en el aspecto más amplio, responden a una adaptación semejante de todos estos grupos humanos a la gran selva amazónica. Muchas características, costumbres, técnicas de supervivencia, cosmovisión, y otros aspectos son similares en los grupos indígenas y solo varían en aspectos simples que están determinados por factores climáticos, geográficos y topográficos locales.

Finalmente, para entender todas estas diferencias y similitudes, es indispensable utilizar un enfoque similar al que se puede haber aplicado a las culturas andinas o costeñas, las cuales presentan también muchas similitudes, pero que se diferencian entre sí en diversos aspectos. Lo que si está claro es la necesidad de conocerlas a cabalidad, pues les debemos mucho de lo que hoy en día somos y tenemos. De existir una interconexión entre el mundo amazónico con los mundos andinos y costeños, no podemos dejar de lado a las expresiones culturales estudiadas por Meggers. Asimismo, es necesario, en mi opinión, desmitificar a la selva amazónica como paraíso, pues definitivamente no lo es, si es que pensamos que es un lugar “lleno de animales y plantas donde el alimento no falta”.

Octubre 2007

lunes, 13 de diciembre de 2010

LOS ANDES Y LA AMAZONÍA: AMOR PARA SIEMPRE

Incluiré en varias entregas algunas reseñas del libro de Betty J. Meggers: "Amazonía: hombre y cultura en un paraíso ilusorio", un libro de obligada lectura para entender qué es la selva amázónica y cuál es la importancia de los Andes. Va la primera parte.

Uno de los planteamientos de la autora en el texto se basa en la existencia de un equilibrio ecológico en la naturaleza que se da entre los hombres primitivos y el medio ambiente que los rodea. Para que ese equilibrio se dé, Meggers afirma que los pueblos primitivos se consideran a sí mismos parte de la naturaleza y no superiores o inferiores a las demás criaturas que conforman su entorno natural. Asimismo, el desarrollo humano a partir de organismos unicelulares, tiene un paralelo con el desarrollo de bandas cazadoras en grandes ciudades.

Para lograr dicho equilibrio, el hombre ha debido atravesar un proceso de adaptación al medio ambiente que se ha basado en parte en la selección natural de la especie. Hasta lograr un desarrollo casi parejo en las culturas humanas, ha pasado miles de años, durante los cuales no se percibieron grandes cambios en la especie. Sin embargo, una vez que se iniciaron las diferenciaciones en los humanos, se inició la búsqueda y conquista de nuevos territorios. En muchos casos, las poblaciones perecieron ante las inclemencias de la naturaleza y se extinguieron, en otros casos, sobrevivieron y lograron adaptarse al medio ambiente.

Por otro lado, la autora trae a colación la dificultad que existe en el ser humano de comprender su entorno y su desarrollo debido a factores culturales que originan que la observación directa sea un tanto subjetiva. Esto debido a que el ser humano ordena sus pensamientos en base a un patrón cultural, científico e intelectual producto de una base cultural con la que se ha desarrollado y que establece parcialmente un modo definido de percibir el medio ambiente.

Por eso, la autora afirma que es más sencillo estudiar a las culturas primitivas ya que estas permiten hacer una diferenciación entre el observador y lo que se observa, debido a las diferencias culturales que existen y a la presencia de una naturaleza única y aislada. Dicha situación facilita el estudio de la adaptación humana desde una perspectiva más clara con la presencia mínima de factores que dificulten una visión objetiva y certera.

Así también, la autora afirma que la Amazonía ha atravesado en los últimos milenios dos grandes etapas. La primera se dio durante la selección natural a partir de la presencia del hombre en la zona, y la segunda con el avance de la “civilización” a partir del siglo XVI con sus elementos de explotación que modificaron el equilibrio hasta ese entonces existente.

Finalmente, la autora plantea que, debido a que el hombre es un animal, este debe mantener una relación adaptativa con su entorno para sobrevivir. Asimismo, pese a que el hombre puede lograr su adaptación mediante la cultura, este proceso también está regido por las reglas de la selección natural que determinan la adaptación biológica. Es decir, para entender ambos procesos, se debe conocer tanto los factores naturales (bióticos y abióticos), así como los factores culturales para entender los mecanismos de desarrollo, adaptación y posiblemente, el futuro de las poblaciones humanas (de no existir factores externos que las lleven al exterminio, como ha sido el caso de algunas poblaciones indígenas en la Amazonía).

En esa dirección, la autora hace una completa descripción de la topografía, clima, flora, fauna y otros aspectos de la selva amazónica, así como de algunas poblaciones indígenas, para poder entender la verdadera esencia de la Amazonía. En ese aspecto, define dos subregiones en esta vasta zona: la tierra firme y la várzea. Ambas zonas determinan, en base a la adaptación, la cultura de los pueblos amazónicos.

Finalmente, conocer las diferentes adaptaciones de los pueblos indígenas, tanto a la tierra firme, así como a la várzea, permite definir las restricciones del medio ambiente en cuanto a la adaptación y al desarrollo humano, que son paleadas por los aspectos culturales en conjunción con la variabilidad del medio ambiente. Conocer el medio ambiente y entenderlo, debería permitir superar ciertas dificultades en aras de la subsistencia y de la búsqueda del equilibrio del humano con su entorno.

Entendiendo tal vez cómo es que ese equilibrio se dio (y tal vez se siga dando en algunas comunidades), es posible que el hombre moderno pueda entender el respeto que se debe tener al entorno si es que queremos permanecer mucho tiempo más en el planeta.

Importancia de la Amazonía

Considero de suma importancia a la Amazonía por ser esta una fuente muy rica de diversidad biológica y de alternativas para fomentar un desarrollo en base al aprovechamiento sostenible de los recursos naturales y del mantenimiento de los procesos biológicos que allí se dan. Si bien, para muchos la importancia de la Amazonía radica en que esta es “el pulmón del mundo”, creo que esta característica no es la que mejor la define.

Es innegable el valor que tiene como hábitat de una gran masa forestal, sin embargo, su importancia radica prioritariamente en que la Amazonía es el gran almacén de una diversidad biológica y genética única, así como que es un reservorio de agua para esta parte del planeta. Además, estos territorios son el hábitat de importantes poblaciones humanas que se han desarrollado en ella desde hace miles de años.

Así también, la Amazonía es importante debido al gran papel que juega en determinar muchas de las características climáticas del continente y por el papel que ha jugado desde tiempos inmemorables en el desarrollo de las culturas que han poblado el país. Esta última influencia es evidente en muchos testimonios culturales, tanto en la sierra, así como en la costa peruana.

Además, existe a mi entender una importancia geológica que deriva de la dinámica de los Andes en relación con el surgimiento de la Amazonía y los sistemas fluviales. Es decir, hace millones de años la dinámica de las aguas en el continente era otra, y con el surgimiento de los Andes, la dirección de los ríos se modificó, originando que existan aquellos que fluyan hacia el Océano Atlántico y otros hacia el Océano Pacífico. Esta situación determinó el desarrollo de la cuenca amazónica y de las culturas preincas.

Por otro lado, la Amazonía y sus variaciones climáticas han influenciado ─en base también a la geografía de la zona─ a la composición de la diversidad biológica de las ecorregiones del Bosque Seco Ecuatorial y del Bosque Tropical del Pacífico y de otras ecorregiones del país. Por ejemplo, parte de la diversidad biológica de la denominada región de endemismo Tumbesina, presenta un origen o características amazónicas. Esto origina que los territorios que comprenden esta zona tengan una gran diversidad biológica, pese a que son espacios relativamente pequeños comparados con los amazónicos.

Asimismo, el valle del Marañón y otros valles interandinos se ven enormemente influenciados por las nubes procedentes de la Amazonía bajo el efecto del “rain shadow” que origina un hábitat único con una fauna de alto grado endémico. En el caso del valle del Marañón, este es conocido como uno de los territorios denominados “Refugios del Pleistoceno”, dado a que ha estado aislado de la dinámica de las tierras adyacentes, permitiendo el desarrollo de una flora y fauna única. La Amazonía cumple entonces un rol fundamental en determinar muchos aspectos climatológicos, biológicos e incluso culturales en el país.

Ahondando en el tema de los recursos biológicos y genéticos, está comprobada la gran diversidad en recursos naturales amazónicos, muchos de los cuales aún no han sido estudiados a cabalidad. Esta situación ocasiona que a la fecha existan todavía muchos aspectos por estudiar. La gran diversidad de productos biológicos puede ser de importancia vital para el país y tal vez para la humanidad entera, pues en dicha variedad se pueden encontrar especies que tengan un papel fundamental en la subsistencia humana.

Características de la Amazonía

Una de las características que más me ha llamado la atención referente a la Amazonía, es el color de las aguas de los diversos ríos que la atraviesan. Si bien existe la clasificación de acuerdo a principios físicos y químicos o a la carga en suspensión, la clasificación en base al color de las aguas me parece sumamente interesante ya que revela el origen de las aguas, así como su importancia en cuanto al contenido de nutrientes. En el caso de las aguas blancas, el color es semejante al del café con leche, debido a la gran cantidad de sedimentos suspendidos. La reacción química de estas aguas es casi neutra.

Por otro lado, los ríos de aguas negras, contienen residuos de humus pero pocos sedimentos y sustancias nutritivas, además sus aguas son ácidas. Finalmente, las aguas claras son pobres tanto en sedimentos como en nutrientes y varían en cuanto al pH. Estas características definen en parte la dinámica de las aguas en la Amazonía que tiene una influencia directa para la várzea, que depende en gran parte de los nutrientes que trae consigo el río.

En cuanto al color, también existen variaciones estaciónales y posiblemente algunas de índole subjetivo que lo determinan, ya que algunos ríos de agua blanca pueden tener aguas claras durante la estación de las vaciantes. Otros ríos de agua negra pueden ser de ese color durante casi todo el año pero, se pueden ver blancos cuando la estación de lluvias empieza y estos ríos acumulan sedimentos de sus orillas. Esto origina que algunos sean llamados de agua mezclada o de agua mixta.

Al margen de las apariencias, lo resaltante de estas características es el origen de las aguas. Los ríos de agua blanca tienen su origen en los Andes y los ríos de aguas negras o mixtas se originan en la selva baja. Los ríos de agua clara se originan en cordilleras desgastadas que ya no aportan ningún tipo de sedimentos ni de nutrientes. La autora incluso menciona que los ríos de agua negra son llamados “ríos de hambre” por su bajo contenido en nutrientes y sedimentos.

Otro punto que resalto es la presencia de los Andes en conjunción con la Amazonía, lo cual es muy importante, pese a que en algunas ocasiones se les trata de diferenciar y se les ve como dos fenómenos geográficos totalmente distintos. Su interrelación es muy estrecha e importante. Y es que los Andes, además de albergar el origen del río Amazonas, “otorgan” sus nutrientes tanto a la Amazonía, así como al mar peruano. Los ríos de la vertiente del Pacífico también contienen muchos sedimentos y nutrientes que son transportados por los ríos al mar. Estos son depositados en el zócalo continental y, con los fenómenos de las corrientes marinas, el afloramiento y otros, generan la gran riqueza de nuestro mar.

Otra de las características que me ha interesado bastante, es el trayecto paralelo al Ecuador del río Amazonas. Esto garantiza que los ríos del hemisferio norte, así como aquellos del hemisferio sur, aporten durante casi todo el año al caudal del río Amazonas. En el hemisferio norte la estación lluviosa es generalmente de abril a agosto y en el hemisferio sur, los meses más húmedos son de octubre a abril.

Dicha situación origina que aproximadamente en el mes de junio se de una creciente y que esta marque un ciclo casi regular que permita el uso de las tierras de várzea. Este régimen hídrico también me llama la atención por la importancia de los flujos de agua y las lluvias en la Amazonía que determinan la gran diversidad biológica de la misma, así como la temperatura bastante uniforme en esta vasta zona del planeta.

Otro dato importante es la pendiente del río Amazonas. Según Meggers, desde la parte peruana hasta la desembocadura del río en el Océano Atlántico, solo existen 65 metros de pendiente a lo largo de aproximadamente 3000 kilómetros. Pese a la poca pendiente, la velocidad del flujo del río varía entre 2,5 Km/hora hasta el doble, permitiendo el flujo de las aguas e incluso que especies de aguas saladas remonten parte del río para su alimentación (y que algunas ya se hayan “quedado” como los delfines).

Territorios de tierra firme y de várzea

Según el texto de Meggers, los territorios de tierra firme son aquellos que forman la tierra alta, compuesta por suelos geológicamente viejos y drenados por ríos estériles de agua negra o clara. No obstante, es asombroso que pese a la gran diversidad biológica existente, estos suelos representen el 98% de la Amazonía.

Para la autora, el restante 2% está ocupado por la várzea o llanura de inundación, es decir aquel territorio que ocupa el corazón de la cuenca amazónica, en donde el clima tropical alcanza su máxima expresión. La várzea también es conocida como “playa”. Cuando el río se ensancha, esta zona también se hace más amplia y alcanza su mayor longitud en el “delta” del Amazonas. La várzea predomina en la parte media e inferior del río más largo y caudaloso del planeta.

Esta se diferencia de las tierras firmes por dos motivos principales: en primer lugar su suelo es rejuvenecido todos los años con los sedimentos acarreados desde los Andes por las aguas blancas; y en segundo lugar su ciclo anual está determinado por la creciente y bajante del río, más que por la distribución estacional de las lluvias locales.

Durante las crecidas de los ríos, las barras deposicionales de estos se encuentran cubiertas por agua, pero tan pronto como el nivel de esta desciende, la tierra nueva (sedimentos, nutrientes) depositada está lista para ser colonizada por la vegetación o por plantaciones de corta duración.

Para Meggers entonces la várzea es aquella zona adyacente a las márgenes de los ríos y el territorio restante es considerado como tierra firme. Si bien en la actualidad se pueden observar otra distribución del territorio a las descripciones y mapas del libro de Meggers, el concepto está definido y es claro. Por otro lado, existen algunas estimaciones de las zonas inundadas en el país (Dourojeanni, 1990, habla del 13%) se conoce poco sobre la naturaleza de los bosques inundados. No se conoce a ciencia cierta la cobertura geográfica de las inundaciones y su variación anual.

Asimismo, Meggers hace otra diferenciación entre la tierra firme y la várzea. En la primera, los recursos naturales se hayan dispersos pero están siempre disponibles al hombre. En la várzea alternan la escasez y la abundancia de los recursos, según baje o suba el caudal del río.

En la Amazonía peruana, los territorios de tierra firme se encuentran en toda la llanura amazónica considerada como la selva baja del Perú. En el caso de la várzea, estos territorios comprenden las orillas del río Amazonas y de los demás ríos accesitarios.

Setiembre del 2007

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