Elegí a estos dos grupos indígenas por un motivo geográfico, ya que ambas tribus se encuentran muy distantes entre sí. Los Kayapó habitan en el centro y al lado este de América del Sur, cerca de la costa del Océano Atlántico, y por otro lado, los Jivaros ocupan territorios cerca de la línea ecuatorial y al oeste de América del Sur, cerca a la costa del Océano Pacifico.
Por otro lado, me pareció interesante analizar a estos dos pueblos indígenas debido a que, comparando sus territorios, se percibe una “diferencia hídrica” notoria. En los territorios de los Kayapó, en la selva tropical, se tiene una estación seca bien definida que dura tres meses (de julio a septiembre). En el caso contrario, en los territorios jivaros, todo el año se presentan lluvias intensas. Esta diferencia en la precipitación pluvial determina, según el libro de Meggers, algunas estrategias de supervivencia como puede ser los movimientos de las tribus en la selva para buscar alimento y las diversas dietas en las que se basa su alimentación.
Así también, existen diferencias lingüísticas entre ambos grupos indígenas. Los Kayapó hablan ge, mientras que los Jíbaro hablan un idioma distinto. Esta situación, según la autora, permite afirmar que “las posibilidades de que compartan un origen común son menores que si tuvieran vinculaciones lingüísticas” No obstante esto, basados en la propuesta de Meggers, “si uno de los principales determinantes culturales es la adaptación, entonces las culturas aborígenes deben reflejar esta situación ambiental en dos formas principales”.
La primera de ellas es la existencia de un patrón cultural general en toda la selva tropical como respuesta al medio que presenta características bastante similares de clima, flora, fauna y suelo que definen esta vasta región. Seguidamente, existe un “patrón local” debido a las variaciones regionales que determinan la abundancia, ausencia o limitada presencia de ciertas especies biológicas. Este último factor es el que tal vez determine también varias estrategias de supervivencia y adaptación al medio como el tipo de alimentación, el comercio y la cosmovisión de los pueblos indígenas en general.
En todo caso, las distintas adaptaciones revelan las diferencias en el esquema general que derivan, según la autora, en las variaciones ambientales. En la obra de Meggers se describe estas culturas particulares a través de los detalles que las caracterizan y las diferencian de las otras. Asimismo, Meggers establece categorías para ordenar los datos obtenidos; y a su vez estos datos conforman un todo. Es interesante lo que plantea la autora con respecto a la forma de estudiar a estos grupos indígenas, los cuales son “disecados y separados en partes para ser examinados”. La metodología utilizada es la del análisis científico que consiste en desagregar las partes para explicar el todo. En el caso de estas tribus, se adiciona el medio ambiente, algo que fortalece la afirmación de que existe una interdependencia entre lo biótico y lo abiótico que determina muchos factores de desarrollo económico y social.
Los Kayapó
Esta tribu habita en territorios salpicados por franjas de sabana que constituyen penetraciones de las altiplanicies áridas en la llanura amazónica brasilera. Además, en estos territorios existe una marcada distribución estacional: en junio, julio y agosto la precipitación es escasa. Y entre las distintas tribus existe una hostilidad constante. Por otro lado es interesante anotar que desde que se originó el contacto con la cultura europea , la población de esta tribu se ha visto mermada considerablemente, en especial, en el siglo pasado.
Esta situación ha sido ocasionada principalmente por las enfermedades de las que se han contagiado debido al contacto con los europeos y por las constantes disputas con los caucheros y madereros, situación que se mantiene en la actualidad tanto en el Perú como en el Brasil. Esta reducción en su número ha debilitado considerablemente sus estructuras sociales, lo que acrecienta un resquebrajamiento en la continuidad de la tribu.
En cuanto a algunos de sus patrones de conducta, los Kayapó alternan la vida sedentaria en época de lluvia, ─es decir la mayoría del año─, con una existencia errante en época seca. En este periodo la población se desplaza en conjunto o decide separarse en grupos pequeños, esto, dejando a los enfermos e incapacitados en el pueblo. Dicha conducta es una estrategia de adaptación al medio, pues en caso de tener que sobrevivir ante cualquier eventualidad, es necesario que sobrevivan los más fuertes y aptos para seguir procreando y de este modo, asegurar la continuidad de la tribu.
Llevar consigo a personas enfermas o débiles desgasta y quita mucha energía, por lo que son dejados de lado. Además, asumir su cuidado los hace vulnerables ante posibles enemigos ya que se desplazan más lento. Esta adaptación es parte del proceso de selección natural que también se da en los animales. Asumimos, en caso de que la tribu, se tope por ejemplo con otras tribus hostiles a ellos, las primeras victimas, serán los más débiles. Adicionalmente, condicionados por las lluvias, los Kayapó varían su dieta. En época seca se convierten en pescadores y en recolectores, mientas que en épocas lluviosas son cazadores y siembran algunas plantas.
Y es así como, tras la influencia europea, han ampliado sus fronteras agrícolas y por ende los productos que cultivan, adicionando a su dieta el arroz, la caña de azúcar y la mandioca amarga. Un aspecto importante que rescatar de esta tribu, es que dentro de sus alimentos, consumen una especie de pan hechos de masa de maíz con diversos productos complementarios, lo que evidencia un cierto grado de dominio de técnicas más avanzadas de desarrollo cultural. Estos panes son incluso horneados en el suelo.
Es notorio que se identifica un cierto grado de avance cultural, tanto por las técnicas de cocina, así como por el hecho de que la cacería es un deporte para los Kayapó, quienes no dependen exclusivamente de ella ─pese a ser expertos en esta técnica─, como en el caso de otras tribus. Adicionalmente, es importante identificar que realizan cacerías en grupo y con perros, lo que evidencia el avance cultural. La pesca es otra actividad importante y se realiza en época seca, debido a que es más fácil ya que las aguas están en su nivel más bajo y los peces son más acequibles. Esta situación también es una adaptación similar a la de otras especies del bosque tropical.
Asimismo, los Kayapó practican una especie de “ganadería” con tortugas, lo cual les asegura una fuente de alimento importante. Además, almacenan alimentos como es el caso de las nueces de Brasil. Estas actividades son producto de muchos años de adaptación y de un conocimiento adquirido que se refleja en su conducta. Existe una división sexual del trabajo, la cual está más acentuada en las artes y en los oficios que en las tareas propias de la subsistencia de la tribu.
Llama la atención en todas estas tribus que siempre existan chamanes; y en el caso de los Kayapó, también existen estos curanderos, pero al parecer en menor número. Caso contrario es el número de etapas por las que atraviesa un integrante de la tribu para llegar a ser “adulto”, en comparación con otros grupos indígenas. Sin embargo, existen muchas similitudes con los otros grupos indígenas en cuanto a la organización social. Un ejemplo claro es el infanticidio que es practicado por casi todos estos grupos.
Otro punto importante en la vida de los Kayapó es que anteriormente no realizaban ninguna actividad relacionada con el comercio, y es recién en las últimas décadas que han incursionado en este campo. Tal situación se debería a un cambio de las costumbres como producto de la influencia de otras culturas o a que no requerían otros productos, debido a sus actividades de caza, pesca y recolección adaptadas al medio ambiente, las cuales les bastaba para su supervivencia.
Estos aspectos son importantes para identificar grados de adaptabilidad al entorno y el nivel de avance cultural. Si bien, estos factores no son determinantes, sirven para entender mejor los procesos regionales determinados por el medio ambiente.
Los Jivaros
A diferencia de los territorios de los Kayapó, el de los Jivaros es una zona lluviosa caracterizada por una combinación de calor y humedad que produce una vegetación exuberante, la cual alberga una fauna muy variada. Estas tribus comparten una misma cultura y poseen un mismo idioma, sin embargo carecen de unidad social y política, lo que genera constantes disputas entre ellos, pese a los esfuerzos que se han hecho a través de la evangelización y la pacificación. Un aspecto importante en esta tribu es que predomina el número de mujeres.
Este punto es importante, ya que el mayor número de mujeres dentro de los Jivaros determina algunos aspectos importantes que se traducen en parte en los papeles que cumplen en la estructura social. Y es que, pese a que el jefe de la familia es la autoridad máxima de la sociedad jivara, el papel de las mujeres es esencial y su rol es fundamental para el bienestar de la familia. Incluso, las mujeres poseen una influencia sobrenatural que es tomada muy en cuenta por la tribu.
En cuanto a la alimentación, el alimento básico es la mandioca dulce, cuya fertilidad y productividad está muy asociada a la mujer. Para su plantación, el hombre prepara el terreno y la mujer se encarga de sembrar dicho vegetal. Los hombres se encargan de cultivar y cosechar otros productos. En este punto se ve también el importante papel que tiene la mujer, el mismo que también está asociado a la producción de las bebidas alcohólicas (masato), las cuales cumplen también un importante rol en las relaciones sociales.
El poblador jivaro posee una dieta rica y variada que le permite afrontar sin ningún problema alguna carencia de alimentos. Esta situación se ve favorecida debido a que son omnívoros, existe una abundancia de animales de caza y a que además, son muy buenos cazadores. Utilizan varias técnicas de cacería notables como la imitación de voces para llamar a los animales en el monte, el uso de señuelos, trampas y otros. Adicionalmente, entrenan perros para este fin, algo realmente que personalmente desconocía.
Es interesante también notar que existe entre los Jivaros una especie de código de caza con respecto a ciertos animales, lo que indica el grado de conocimiento de su fauna. Es notable también el variado “menú” adicional del cual pueden disfrutar en base a insectos, huevos de tortuga y al palmito. Regresando al tema de género, la diferenciación de los sexos también se evidencia en las actividades manufactureras.
Los hombres están encargados de las actividades relacionadas con la madera, es decir la construcción de las casas, canoas, remos, tambores, lanzas, camas, cerbatanas, dardos y –esto llama la atención– de los telares, actividad que generalmente está relacionada con la mujer. Además, los hombres hacen canastos, hilan y tejen el algodón, mientras que las mujeres están más avocadas al campo y a las actividades domesticas, a producir el masato y cuidar a los niños y a los perros.
Esta división de roles es interesante y explica en parte la horizontalidad de la estructura social de los Jivaro. Cada familia es una estructura económica y políticamente independiente, pese a pertenecer a una estructura mayor. Cada casa presenta poderes muy similares divididos entre hombres y mujeres, donde la mujer posee un poder que a veces es superior al del hombre.
Es realmente asombroso que los Jivaro tengan como uno de los motivos para celebrar, el fin del entrenamiento de los perros. Esta situación forma parte de las creencias jivaras y es asumida con el mismo grado de importancia que las otras celebraciones. Si bien en la obra de Meggers no se dan más detalles al respecto, asumo que esta es una ceremonia de igual jerarquía que las demás, ya que los caninos son parte fundamental para la supervivencia de la tribu.
Analizando la conducta referidas a las guerras de los Jivaro, vemos que ante la inminente conquista de un pueblo, todos los integrantes masculinos, las mujeres de mayor edad, los niños y los perros, son aniquilados. Solo se salvan aquellas mujeres que no oponen resistencia. Esta conducta puede explicar tal vez, el mayor número de mujeres que existen dentro de este grupo indígena. Es posible también que estas sean tomadas como rehenes para garantizar la fertilidad de sus plantaciones, así como el suministro del masato.
Adentrándonos en el mundo de la religión y la magia de los Jivaro, vemos que la Madre Tierra (¿la pacha mama?) es muy importante, pues esta se le aparece a las mujeres cuando están bajo los efectos de algún narcótico, y le da instrucciones a la mujer, referidas al cuidado de la tierra y de los animales. A su vez, les enseñó a las mujeres la agricultura. Esta situación puede explicar en parte lo que se ha venido dando en los últimos años con los Aguaruna, que forman parte de esta tribu, con respecto a los suicidios de muchas mujeres jóvenes.
Al parecer, ante la introducción de elementos foráneos a las estructuras aguaruna, como la cerveza u otras bebidas alcohólicas, los alimentos enlatados o tal vez las costumbres evangelistas que prohíben la ingesta del alcohol, la mujer está perdiendo poder y significado dentro de la estructura social y se ve avasallada por el avance de una cultura que la margina.
Conclusiones finales
A través del análisis comparativo de estas dos tribus, –tras un análisis previo de cinco tribus amazónicas hecho por Meggers–, se puede identificar diferencias “locales” sustentadas en las condiciones regionales de la selva, pero que en el aspecto más amplio, responden a una adaptación semejante de todos estos grupos humanos a la gran selva amazónica. Muchas características, costumbres, técnicas de supervivencia, cosmovisión, y otros aspectos son similares en los grupos indígenas y solo varían en aspectos simples que están determinados por factores climáticos, geográficos y topográficos locales.
Finalmente, para entender todas estas diferencias y similitudes, es indispensable utilizar un enfoque similar al que se puede haber aplicado a las culturas andinas o costeñas, las cuales presentan también muchas similitudes, pero que se diferencian entre sí en diversos aspectos. Lo que si está claro es la necesidad de conocerlas a cabalidad, pues les debemos mucho de lo que hoy en día somos y tenemos. De existir una interconexión entre el mundo amazónico con los mundos andinos y costeños, no podemos dejar de lado a las expresiones culturales estudiadas por Meggers. Asimismo, es necesario, en mi opinión, desmitificar a la selva amazónica como paraíso, pues definitivamente no lo es, si es que pensamos que es un lugar “lleno de animales y plantas donde el alimento no falta”.
Octubre 2007
Por otro lado, me pareció interesante analizar a estos dos pueblos indígenas debido a que, comparando sus territorios, se percibe una “diferencia hídrica” notoria. En los territorios de los Kayapó, en la selva tropical, se tiene una estación seca bien definida que dura tres meses (de julio a septiembre). En el caso contrario, en los territorios jivaros, todo el año se presentan lluvias intensas. Esta diferencia en la precipitación pluvial determina, según el libro de Meggers, algunas estrategias de supervivencia como puede ser los movimientos de las tribus en la selva para buscar alimento y las diversas dietas en las que se basa su alimentación.
Así también, existen diferencias lingüísticas entre ambos grupos indígenas. Los Kayapó hablan ge, mientras que los Jíbaro hablan un idioma distinto. Esta situación, según la autora, permite afirmar que “las posibilidades de que compartan un origen común son menores que si tuvieran vinculaciones lingüísticas” No obstante esto, basados en la propuesta de Meggers, “si uno de los principales determinantes culturales es la adaptación, entonces las culturas aborígenes deben reflejar esta situación ambiental en dos formas principales”.
La primera de ellas es la existencia de un patrón cultural general en toda la selva tropical como respuesta al medio que presenta características bastante similares de clima, flora, fauna y suelo que definen esta vasta región. Seguidamente, existe un “patrón local” debido a las variaciones regionales que determinan la abundancia, ausencia o limitada presencia de ciertas especies biológicas. Este último factor es el que tal vez determine también varias estrategias de supervivencia y adaptación al medio como el tipo de alimentación, el comercio y la cosmovisión de los pueblos indígenas en general.
En todo caso, las distintas adaptaciones revelan las diferencias en el esquema general que derivan, según la autora, en las variaciones ambientales. En la obra de Meggers se describe estas culturas particulares a través de los detalles que las caracterizan y las diferencian de las otras. Asimismo, Meggers establece categorías para ordenar los datos obtenidos; y a su vez estos datos conforman un todo. Es interesante lo que plantea la autora con respecto a la forma de estudiar a estos grupos indígenas, los cuales son “disecados y separados en partes para ser examinados”. La metodología utilizada es la del análisis científico que consiste en desagregar las partes para explicar el todo. En el caso de estas tribus, se adiciona el medio ambiente, algo que fortalece la afirmación de que existe una interdependencia entre lo biótico y lo abiótico que determina muchos factores de desarrollo económico y social.
Los Kayapó
Esta tribu habita en territorios salpicados por franjas de sabana que constituyen penetraciones de las altiplanicies áridas en la llanura amazónica brasilera. Además, en estos territorios existe una marcada distribución estacional: en junio, julio y agosto la precipitación es escasa. Y entre las distintas tribus existe una hostilidad constante. Por otro lado es interesante anotar que desde que se originó el contacto con la cultura europea , la población de esta tribu se ha visto mermada considerablemente, en especial, en el siglo pasado.
Esta situación ha sido ocasionada principalmente por las enfermedades de las que se han contagiado debido al contacto con los europeos y por las constantes disputas con los caucheros y madereros, situación que se mantiene en la actualidad tanto en el Perú como en el Brasil. Esta reducción en su número ha debilitado considerablemente sus estructuras sociales, lo que acrecienta un resquebrajamiento en la continuidad de la tribu.
En cuanto a algunos de sus patrones de conducta, los Kayapó alternan la vida sedentaria en época de lluvia, ─es decir la mayoría del año─, con una existencia errante en época seca. En este periodo la población se desplaza en conjunto o decide separarse en grupos pequeños, esto, dejando a los enfermos e incapacitados en el pueblo. Dicha conducta es una estrategia de adaptación al medio, pues en caso de tener que sobrevivir ante cualquier eventualidad, es necesario que sobrevivan los más fuertes y aptos para seguir procreando y de este modo, asegurar la continuidad de la tribu.
Llevar consigo a personas enfermas o débiles desgasta y quita mucha energía, por lo que son dejados de lado. Además, asumir su cuidado los hace vulnerables ante posibles enemigos ya que se desplazan más lento. Esta adaptación es parte del proceso de selección natural que también se da en los animales. Asumimos, en caso de que la tribu, se tope por ejemplo con otras tribus hostiles a ellos, las primeras victimas, serán los más débiles. Adicionalmente, condicionados por las lluvias, los Kayapó varían su dieta. En época seca se convierten en pescadores y en recolectores, mientas que en épocas lluviosas son cazadores y siembran algunas plantas.
Y es así como, tras la influencia europea, han ampliado sus fronteras agrícolas y por ende los productos que cultivan, adicionando a su dieta el arroz, la caña de azúcar y la mandioca amarga. Un aspecto importante que rescatar de esta tribu, es que dentro de sus alimentos, consumen una especie de pan hechos de masa de maíz con diversos productos complementarios, lo que evidencia un cierto grado de dominio de técnicas más avanzadas de desarrollo cultural. Estos panes son incluso horneados en el suelo.
Es notorio que se identifica un cierto grado de avance cultural, tanto por las técnicas de cocina, así como por el hecho de que la cacería es un deporte para los Kayapó, quienes no dependen exclusivamente de ella ─pese a ser expertos en esta técnica─, como en el caso de otras tribus. Adicionalmente, es importante identificar que realizan cacerías en grupo y con perros, lo que evidencia el avance cultural. La pesca es otra actividad importante y se realiza en época seca, debido a que es más fácil ya que las aguas están en su nivel más bajo y los peces son más acequibles. Esta situación también es una adaptación similar a la de otras especies del bosque tropical.
Asimismo, los Kayapó practican una especie de “ganadería” con tortugas, lo cual les asegura una fuente de alimento importante. Además, almacenan alimentos como es el caso de las nueces de Brasil. Estas actividades son producto de muchos años de adaptación y de un conocimiento adquirido que se refleja en su conducta. Existe una división sexual del trabajo, la cual está más acentuada en las artes y en los oficios que en las tareas propias de la subsistencia de la tribu.
Llama la atención en todas estas tribus que siempre existan chamanes; y en el caso de los Kayapó, también existen estos curanderos, pero al parecer en menor número. Caso contrario es el número de etapas por las que atraviesa un integrante de la tribu para llegar a ser “adulto”, en comparación con otros grupos indígenas. Sin embargo, existen muchas similitudes con los otros grupos indígenas en cuanto a la organización social. Un ejemplo claro es el infanticidio que es practicado por casi todos estos grupos.
Otro punto importante en la vida de los Kayapó es que anteriormente no realizaban ninguna actividad relacionada con el comercio, y es recién en las últimas décadas que han incursionado en este campo. Tal situación se debería a un cambio de las costumbres como producto de la influencia de otras culturas o a que no requerían otros productos, debido a sus actividades de caza, pesca y recolección adaptadas al medio ambiente, las cuales les bastaba para su supervivencia.
Estos aspectos son importantes para identificar grados de adaptabilidad al entorno y el nivel de avance cultural. Si bien, estos factores no son determinantes, sirven para entender mejor los procesos regionales determinados por el medio ambiente.
Los Jivaros
A diferencia de los territorios de los Kayapó, el de los Jivaros es una zona lluviosa caracterizada por una combinación de calor y humedad que produce una vegetación exuberante, la cual alberga una fauna muy variada. Estas tribus comparten una misma cultura y poseen un mismo idioma, sin embargo carecen de unidad social y política, lo que genera constantes disputas entre ellos, pese a los esfuerzos que se han hecho a través de la evangelización y la pacificación. Un aspecto importante en esta tribu es que predomina el número de mujeres.
Este punto es importante, ya que el mayor número de mujeres dentro de los Jivaros determina algunos aspectos importantes que se traducen en parte en los papeles que cumplen en la estructura social. Y es que, pese a que el jefe de la familia es la autoridad máxima de la sociedad jivara, el papel de las mujeres es esencial y su rol es fundamental para el bienestar de la familia. Incluso, las mujeres poseen una influencia sobrenatural que es tomada muy en cuenta por la tribu.
En cuanto a la alimentación, el alimento básico es la mandioca dulce, cuya fertilidad y productividad está muy asociada a la mujer. Para su plantación, el hombre prepara el terreno y la mujer se encarga de sembrar dicho vegetal. Los hombres se encargan de cultivar y cosechar otros productos. En este punto se ve también el importante papel que tiene la mujer, el mismo que también está asociado a la producción de las bebidas alcohólicas (masato), las cuales cumplen también un importante rol en las relaciones sociales.
El poblador jivaro posee una dieta rica y variada que le permite afrontar sin ningún problema alguna carencia de alimentos. Esta situación se ve favorecida debido a que son omnívoros, existe una abundancia de animales de caza y a que además, son muy buenos cazadores. Utilizan varias técnicas de cacería notables como la imitación de voces para llamar a los animales en el monte, el uso de señuelos, trampas y otros. Adicionalmente, entrenan perros para este fin, algo realmente que personalmente desconocía.
Es interesante también notar que existe entre los Jivaros una especie de código de caza con respecto a ciertos animales, lo que indica el grado de conocimiento de su fauna. Es notable también el variado “menú” adicional del cual pueden disfrutar en base a insectos, huevos de tortuga y al palmito. Regresando al tema de género, la diferenciación de los sexos también se evidencia en las actividades manufactureras.
Los hombres están encargados de las actividades relacionadas con la madera, es decir la construcción de las casas, canoas, remos, tambores, lanzas, camas, cerbatanas, dardos y –esto llama la atención– de los telares, actividad que generalmente está relacionada con la mujer. Además, los hombres hacen canastos, hilan y tejen el algodón, mientras que las mujeres están más avocadas al campo y a las actividades domesticas, a producir el masato y cuidar a los niños y a los perros.
Esta división de roles es interesante y explica en parte la horizontalidad de la estructura social de los Jivaro. Cada familia es una estructura económica y políticamente independiente, pese a pertenecer a una estructura mayor. Cada casa presenta poderes muy similares divididos entre hombres y mujeres, donde la mujer posee un poder que a veces es superior al del hombre.
Es realmente asombroso que los Jivaro tengan como uno de los motivos para celebrar, el fin del entrenamiento de los perros. Esta situación forma parte de las creencias jivaras y es asumida con el mismo grado de importancia que las otras celebraciones. Si bien en la obra de Meggers no se dan más detalles al respecto, asumo que esta es una ceremonia de igual jerarquía que las demás, ya que los caninos son parte fundamental para la supervivencia de la tribu.
Analizando la conducta referidas a las guerras de los Jivaro, vemos que ante la inminente conquista de un pueblo, todos los integrantes masculinos, las mujeres de mayor edad, los niños y los perros, son aniquilados. Solo se salvan aquellas mujeres que no oponen resistencia. Esta conducta puede explicar tal vez, el mayor número de mujeres que existen dentro de este grupo indígena. Es posible también que estas sean tomadas como rehenes para garantizar la fertilidad de sus plantaciones, así como el suministro del masato.
Adentrándonos en el mundo de la religión y la magia de los Jivaro, vemos que la Madre Tierra (¿la pacha mama?) es muy importante, pues esta se le aparece a las mujeres cuando están bajo los efectos de algún narcótico, y le da instrucciones a la mujer, referidas al cuidado de la tierra y de los animales. A su vez, les enseñó a las mujeres la agricultura. Esta situación puede explicar en parte lo que se ha venido dando en los últimos años con los Aguaruna, que forman parte de esta tribu, con respecto a los suicidios de muchas mujeres jóvenes.
Al parecer, ante la introducción de elementos foráneos a las estructuras aguaruna, como la cerveza u otras bebidas alcohólicas, los alimentos enlatados o tal vez las costumbres evangelistas que prohíben la ingesta del alcohol, la mujer está perdiendo poder y significado dentro de la estructura social y se ve avasallada por el avance de una cultura que la margina.
Conclusiones finales
A través del análisis comparativo de estas dos tribus, –tras un análisis previo de cinco tribus amazónicas hecho por Meggers–, se puede identificar diferencias “locales” sustentadas en las condiciones regionales de la selva, pero que en el aspecto más amplio, responden a una adaptación semejante de todos estos grupos humanos a la gran selva amazónica. Muchas características, costumbres, técnicas de supervivencia, cosmovisión, y otros aspectos son similares en los grupos indígenas y solo varían en aspectos simples que están determinados por factores climáticos, geográficos y topográficos locales.
Finalmente, para entender todas estas diferencias y similitudes, es indispensable utilizar un enfoque similar al que se puede haber aplicado a las culturas andinas o costeñas, las cuales presentan también muchas similitudes, pero que se diferencian entre sí en diversos aspectos. Lo que si está claro es la necesidad de conocerlas a cabalidad, pues les debemos mucho de lo que hoy en día somos y tenemos. De existir una interconexión entre el mundo amazónico con los mundos andinos y costeños, no podemos dejar de lado a las expresiones culturales estudiadas por Meggers. Asimismo, es necesario, en mi opinión, desmitificar a la selva amazónica como paraíso, pues definitivamente no lo es, si es que pensamos que es un lugar “lleno de animales y plantas donde el alimento no falta”.
Octubre 2007
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