viernes, 3 de octubre de 2025

BIENVENIDOS AL NUEVO MORDOR: ¡EL PERÚ! (XV)

 











Hace unos meses, tras un golpe de lucidez y un destello de valor, decidí abrir dos redes sociales para lanzar mensajes sobre diversos temas. Por supuesto, prevalecerán los tópicos ambientales y los relacionados a múltiples aristas en torno a la diversidad biológica. El título de esta serie de videos nació de una visión que tuve tras escuchar a alguien que decía que la situación que atraviesa el país se asemeja al lugar donde reside el “Ojo de Sauron”, en el cual pululan diversos tipos de orcos que solo responden a lo que ordena su amo, sin pensar y sin chistar y que son expertos dejando el caos por donde van.

 

Para no perder de vista los contenidos propalados en las redes sociales, colocaré algunos de ellos acá. Tal vez un entusiasta orco, orca u orque desee leerlos.

 

Ya vimos cómo un informe periodístico “denunció” la presunta deforestación que existiría en una concesión forestal en Madre de Dios, en base a un análisis algo limitado. Mi crítica no busca defender a la empresa concesionaria, es decir, a la empresa titular del título habilitante, sino poner en vitrina los beneficios que nos otorgan las concesiones forestales, como modalidad de acceso a la oferta de bienes y servicios que ofrecen la flora y fauna silvestre. Como se sabe, el Estado otorga a terceros la posibilidad de gestionar espacios naturales ―OJO que nos pertenecen a todos los peruanos― para aprovechar, de manera sostenible y legal nuestro patrimonio natural.

 

El proceso de concesiones es una modalidad de acceso al bosque que se inició en el Perú el año 2002. Busca asegurar la producción continua y permanente de madera, a través del Manejo Forestal Sostenible. Nadie dice que es fácil ni a corto plazo, porque, primero, estamos en el Perú; y segundo, no existen muchas experiencias exitosas en bosques tropicales en el planeta. Por supuesto, existen muchas cosas por mejorar. Por ejemplo, se debe tener grandes extensiones de bosque para implementar ciclos de corta de 25 a 30 años y poder extraer volúmenes de madera que generen dividendos económicos y aseguren la rentabilidad del negocio. 

 

En el Perú, las concesiones forestales son una barrera de contención frente al avance de la deforestación y de actividades ilícitas que implican el cambio de uso del suelo, como la invasión de tierras para ampliar la frontera agrícola, tala ilegal, minería ilegal, narcotráfico, caza furtiva. En ellas se realiza un sistema de control permanente. Recordemos que el Estado designa a los titulares de las concesiones como custodios de dichos espacios.

 

En el sur del Perú, las concesiones asegurarían una protección efectiva a la población indígena no contactada y estarían impidiendo la incursión de poblaciones foráneas al área, incluidas las reservas indígenas. E incluso, estarían contribuyendo a su alimentación, pues en estos espacios, la caza está prohibida; y los operarios cumplen estrictos protocolos de vigilancia y prevención contra enfermedades infecto-contagiosas y evitan el contacto con ellos.

 

En muchos casos, se debe destacar que promueven un manejo forestal sostenible, mediante un aprovechamiento de bajo impacto, promoción de plantaciones forestales con productos maderables y no maderables y otras medidas. Ya luego les cuento algo sobre cómo funcionan y sus beneficios.

 

Concesiones forestales

 

Podríamos discutir horas al respecto, pero personalmente, creo que las concesiones forestales son un mecanismo eficiente que contribuye a la conservación de los bosques tropicales. Veamos algunos hechos. En el entendido que en una hectárea de bosque tropical puede haber hasta 300 especies forestales; y entre 1000 y 2000 árboles, el concesionario hace una extracción selectiva.

 

Es decir, saca generalmente 2 o 3 árboles por hectárea, que son de las especies de interés comercial (siempre y cuando tengan un diámetro mínimo de corta); y que lógicamente pueden ser aprovechados. Tras ello, deja ese espacio en paz, que forma parte de una parcela de corta de varias hectáreas de extensión, para que se regenere.

 

La segunda corta en ese espacio se dará dentro de 20, 25 o 30 años (que dura un ciclo de corta), cuando deba regresar a esa misma parcela de corte. Por lo tanto, el concesionario no deja “todo el bosque pelado, ni se tumba todo”, como muchos creen.  

 

Para acceder al bosque hay una serie de requisitos. Así, cada concesión maderera debe cumplir un Plan de Manejo en dos niveles. El primero, presentar un Plan General de Manejo, que plasma cómo se planifica la actividad a largo plazo. En él se indica qué parcela se va a usar cada año durante 20, 25 o 30 años que es el ciclo de corta, para luego volver a la primera parcela al final de ese plazo, es decir, el bosque va a descansar por todo un ciclo de corta para poder recuperarse.

 

El segundo nivel es el Plan Operativo que es el plan de acción inmediata. Sin él no puede actuar y extraer madera. Para que sea aprobado, debe haber hecho un inventario de cada uno de los árboles que será extraído. Cada árbol a extraer debe ser identificado por especie y debe ser medido para calcular el volumen de madera a obtener. Dichas cifras y datos deben ser aprobados por la Autoridad Regional Forestal y de Fauna Silvestre para poder operar.

 

Además, y esto es importante, en el Plan Operativo se debe especificar qué ruta se tomará para entrar hasta el área de corta, qué caminos (trochas) se hará, dónde estarán los patios de corta, es decir, donde se acumulará la madera obtenida. De esta forma, se busca generar el menor impacto posible al bosque, porque de que hay impacto, hay impacto. Es innegable, pero este es mínimo. Creo poder asegurar que, si los bosques de producción permanente quedarán a su suerte, estarían condenados a desaparecer.

 

Más aportes

 

Como ya vimos, las concesiones forestales son mecanismos eficientes para acceder y aprovechar de manera racional el patrimonio forestal. En ellas (bien manejadas) se garantiza preservar al máximo la integridad de los ecosistemas forestales; y por supuesto de la fauna silvestre. El concesionario es responsable de demostrar la trazabilidad del producto forestal maderable que sale de ahí. O sea, debe asegurar que exista un flujo de información, junto a un flujo físico de productos maderables, que puedan ser monitoreados en un momento determinado para comprobar su origen legal.

 

En cristiano, debe demostrar, en todo momento, que los productos que obtiene y aprovecha del bosque, vienen de su concesión y han sido declarados y autorizados; y que, sobre todo, no blanquea madera, ni juega chueco con el patrimonio de todos los lorchos y lorchas del país.


Esa trazabilidad se demuestra a través de la codificación de los árboles en el censo, en el marcado de trozas, en el registro en el libro de operaciones de bosque y en la guía de transporte forestal. El Estado le respira en la nuca por si acaso, con aciertos, limitaciones y cosas por mejorar, pero es mejor que dejar los bosques a su suerte. Y al ser estos espacios de todos, la ciudadanía también debe estar alerta (pero sin desinformar).

 

Los concesionarios tienen ciertos privilegios o derechos sobre el bosque, pero también muchas responsabilidades. Recordemos que son custodios del patrimonio forestal y de fauna silvestre en estos espacios. Y ojo, los postores para acceder a una concesión forestal deben contar con capacidad técnica y financiera. Así, para hacer del aprovechamiento de madera una actividad sostenible en el tiempo y en el espacio, los concesionarios, por ejemplo, deben ser capaces de invertir en la custodia y en la vigilancia de la unidad de manejo forestal. Tampoco puede ser cualquier hijo de vecino.

 

Y es que a más grande sea una unidad de manejo forestal y más cercana esté a los centros poblados o a carreteras, mayor es el nivel de riesgo. Por ende, la inversión en custodia y vigilancia debe ser mayor. Con ello, el Estado busca poner un freno a la tala ilegal y a la deforestación. Menuda tarea.

 

Octubre 2025

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