El Santuario Histórico Bosque de Pómac (SHBP) es un Área Natural Protegida (ANP) que se viene curando de sus heridas. Y es que luego de haber albergado un tumor cancerígeno en casi la cuarta parte de su territorio por cerca de ocho años y de haber soportado la tala de su cobertura vegetal para dar paso a terrenos agrícolas, el santuario se empieza a recuperar lentamente. La enfermedad le ha costado la vida a dos valerosos policías abatidos cobardemente por delincuentes contratados y ha dejado extensas áreas devastadas dentro de este patrimonio natural e histórico del país.
No obstante, con el gran esfuerzo de la jefatura del ANP y de sus valerosos guardaparques, así como con el respaldo de pobladores locales y de algunos interesados de la sociedad civil, se está haciendo todo lo posible para asegurar que este importante espacio se recupere totalmente. Empero, la enfermedad no se ha ido del todo ya que algunos antiguos ilegales ocupantes del santuario pululan por los alrededores con la consigna de invadir nuevamente la zona. Estos traficantes de tierras y actores al margen de la ley ya han intentado ingresar, pero felizmente pudieron ser echados.
Caminar por los terrenos donde hace unos meses habitaban los invasores y en donde habían hecho su "chacra" me produjo extraños sentimientos. Por un lado me sentía permanente observado, como si todavía ellos estuviesen por ahí agazapados para volver a apoderarse ilegalmente de esos territorios que fueron los dominios del antiguo reino Sicán. Además, me sentía un tanto consternado por el amargo final del desalojo.
Por otro lado, estaba contento y satisfecho por pisar esta zona que hace unos meses no pude visitar por la presencia de los invasores. Ahora me alegra saber que con el gran esfuerzo de muchas personas y con la "ayudadita" y la santa paciencia de la madre naturaleza, estas zonas deforestadas podrán volver a ser esos frondosos bosques de algarrobos y sapotes.
Cemento y dinero en el santuario
En la zona invadida, entre algunos espacios de bosque que se salvaron de la arremetida invasora, se encuentran terrenos agrícolas abandonados a su suerte. Allí donde solo el bosque seco debe primar, se cometió una barbaridad y se cambió el uso del suelo. Plantaciones de cebolla, maíz y otros productos de panllevar abandonadas nos demuestran lo que nunca debió y debe ocurrir: un área intangible con una de las categorías más estrictas de protección fue invadida y ultrajada. Es inaudito constatar que en varios puntos del santuario se encuentran pozos tubulares, algunos de ellos de más de 15 metros de profundidad, lo cual demuestra la gran cantidad de dinero invertido para la agricultura.
Así también, se puede apreciar aún un antiguo reservorio de agua, que es como una piscina ubicada a algunos metros del nivel del suelo, para proveer de agua a estos terrenos y realizar la siembre bajo diversas (y caras) técnicas de riego (como por goteo). Y pensar que en algún momento los invasores se auto catalogaban como “pobres” agricultores”. Haber montado toda esta infraestructura cuesta dinero y solo se pudo hacer bajo el amparo de algunos inescrupulosos traficantes de tierras. Además, se tuvo que montar toda una red de caminos para que ingresen camiones con todo el material de construcción empleado.
En el colmo de la desfachatez, los invasores habían montado un pequeño vivero de plantones de árboles para, supuestamente, reforestar parte de los terrenos invadidos. Con esto querían ofrecer la imagen de que estaban preocupados por la cobertura vegetal del bosque, cosa que nadie se la cree, pues el uso que le dieron al santuario demuestra su afán explotador y displicente con el medio ambiente como lo demuestran las decenas de envases de pesticidas que encontré en mi recorrido.
Caminar por lo que fue uno de los caseríos montados dentro del santuario y detenerse unos minutos en silencio frente al lugar donde fueron asesinados dos valientes policías, tiene un significado especial, pues esas muertes pudieron ser evitadas. No es bueno olvidar los acontecimientos de enero de este año cuando se consumó finalmente el desalojo, el cual tuvo ciertas fallas logísticas por parte de las autoridades policiales. Esto derivó en la matanza de dos policías por sicarios contratados por los ilegales ocupantes en un afán desesperado de permanecer en el santuario una vez que se les habían agotado todas las vías legales (e ilegales, como sobornos y coimas) que esgrimieron en su defensa.
Esta lección nos debe ayudar a construir un país soberano en donde se respeten los espacios protegidos buscando un desarrollo armónico con la naturaleza en base a una visión como país. No podemos convertirnos en el país de las invasiones. El SHBP es ahora un espacio que nos debe poner a prueba en la construcción de un desarrollo local que conjugue la conservación, el turismo, la historia y el mantenimiento y promoción de los elementos culturales locales.
El futuro del SHBP
Actualmente, se está despejando la mayor cantidad de vestigios de todas las áreas invadidas y de los terrenos agrícolas. Se ha demolido toda construcción (salvo algunos pozos de agua que se mantendrán para instalar algunos puestos de control). Asimismo, se tiene previsto implementar un plan de reforestación en base a la antigua distribución del bosque que allí alguna vez estuvo en pie. Mediante un trabajo concertado y participativo con las comunidades aledañas, así como con el apoyo de especialistas, la reforestación del santuario está en camino.
Adicionalmente, si las condiciones climáticas “le dan la mano” al bosque con algunas “lluviecitas” extras, el proceso se acelerará. Por ahora parte de los esfuerzos de la “gente de Pómac” está destinado también a buscar financiamiento para las diversas actividades complementarias con el fin de asegurar la integridad del santuario y el cumplimiento de sus objetivos como ANP. Así por ejemplo, se debe mejorar la señalización de las rutas turísticas para reforzar el turismo en la zona, actividad que, bien regulada, debe traer recursos económicos.
Pero para esto se deben realizar en el corto plazo acciones imprescindibles, tales como aprobar el Plan Maestro para a su vez, contar con la zonificación del SHBP (y con una zona de amortiguamiento delimitada oficialmente), y de una vez por todas cobrar por el ingreso. Me parece inadmisible que no se cobre entrada. ¿Cuántas cosas se podrían (y deberían) hacer con un presupuesto complementario a aquel ínfimo que le otorga el tesoro público? Es necesario financiar el mantenimiento de los caminos y de los puestos de control, la señalización, la adquisición de bienes para los patrullajes, reforzar el cerco perimétrico y otras acciones destinadas a la protección y uso del santuario.
Reflexiones finales y algunas propuestas
En el caso del SHBP, muchas de las amenazas que se ciernen sobre él se originan generalmente más allá de sus límites. Esto nos obliga a incorporar en la mitigación y solución de las mismas, aspectos más amplios (conocimientos socioeconómicos y culturales de las poblaciones adyacentes, así como de la dinámica del ecosistema y de su diversidad biológica), a fin de obtener herramientas concertadas que puedan ser aplicadas involucrando a los pobladores locales como los ejecutores y benefactores de las políticas de conservación y gestión del santuario.
Es necesario inculcar a los pobladores locales el reconocimiento de lo que les pertenece como patrimonio biológico y arqueológico. De esta manera, el santuario puede consolidarse como un lugar atractivo para el turismo en base a su belleza paisajística y a su importancia como un ANP dentro de la Región Tumbesina con un gran potencial turístico. Además, es un punto importante del Circuito Turístico Nororiental.
Se debe tomar en cuenta de que el SHBP es un ANP ubicada dentro de un espacio altamente intervenido y desértico que tiene como límites al norte, este y oeste tierras agrícolas y por el sector sur a zonas de matorrales que representan la transición del bosque al desierto. Es por eso que tal vez se pueda abastecer de agua a algunas las poblaciones locales adyacentes a cambio de que conserven el bosque y apoyen a su protección.
Postdata: No puede ser que el Refugio de Vida Silvestre Laquipampa (RVSL) solo tenga un guardaparque. Si bien ahora cuenta con una jefatura propia (antes una sola jefatura se encargaba del SHBP y del RVSL), es inadmisible que un ANP con más de 8,000 hectáreas cuente con una sola persona que patrulle el área. Además, el RVSL necesita urgente tener también un Plan Maestro aprobado.
Publicado el 13 de julio del 2009 en la versión online de la Revista Viajeros:
http://www.viajerosperu.com/articulo.asp?cod_cat=1&cod_art=1445
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