Discurso que preparé para mi graduación en el 2005 escuchando a Paco de Lucia. Canciones como Entre dos aguas, Panaderos Flamencos, Monasterio de sal y otras te llevan a querer tanto esa guitarra.
Estimado director, miembros de la mesa de honor, profesores, padres de familia, colegas, amigos todos. Recibí la tarea de ofrecer este pequeño discurso con mucho entusiasmo y orgullo. Espero que, en los breves minutos que tengo, pueda dejarles un mensaje que represente lo aprendido durante estos cinco años y que refleje también las motivaciones y metas de nuestra promoción, las cuales estamos dispuestos a cumplir y lograr para con nosotros mismos y para nuestro país.
Quisiera empezar este breve discurso, saliéndome un poco de lo establecido, con una frase del gran escritor estadounidense William Faulkner, inspirador y modelo indiscutible de los autores del “boom” literario latinoamericano; y cuyas palabras nos sirven para describir de una manera certera la visión de esta promoción de futuros periodistas.
La frase dice lo siguiente:
Lo que se considera ceguera del destino es en realidad miopía propia.
Esta promoción de periodistas sale a la calle a forjar un destino. Estamos preparados para sentar las bases para un futuro mejor. Tenemos una visión 20 sobre 20 (aunque mis lentes digan lo contrario) y es por eso que no somos miopes y estamos atentos a todo lo que nos rodea. Con la formación recibida estamos preparados para ser responsables de nuestro destino y de aquel que le dejemos a las generaciones venideras.
Estudiar periodismo es un proceso que nunca se detiene y que requiere un gran sentido de la responsabilidad. A partir de hoy tendremos a cargo el manejo de una herramienta muy poderosa, fulminante y eficaz, que mal manejada o manipulada puede traer consecuencias devastadoras.
Un periodismo sesgado o comprado puede retrasar el desarrollo de nuestro pueblo, tal cual como lo vivimos la década pasada. Nuestra promoción, consciente de esto, siempre ha tenido esta premisa como punto de referencia y se encuentra apta para salir a lidiar los problemas de la calle, agarrar al toro por las astas y ejercer un periodismo libre, veraz e imparcial.
El periodismo, a diferencia de las décadas pasadas, es el responsable de transmitirnos la información y de ofrecernos una valoración de la misma. Nuestra carrera es la encargada de crear una opinión pública con fundamentos. Es casi imposible hablar de la noticia objetiva, ya que siempre se encuentra una carga subjetiva en ella, así sea la más simple nota periodística.
La elección misma de una noticia frente a otra u otras, lleva ya consigo una cuota de subjetividad. Esta importante característica nos convierte en profesionales con una tremenda responsabilidad, pues en nuestras manos recae la obligación de utilizar la subjetividad de una manera que permita formar conciencia y en especial, que permita fomentar el desarrollo de nuestro país. Hoy en día esta última función es imprescindible, pues todo proceso de desarrollo o de progreso parte del conocimiento de la problemática que nos envuelve. Luego de conocer los verdaderos problemas, sus causas y posibles consecuencias, se puede establecer lineamientos de acción o estrategias y de igual manera, predecir con gran certeza lo que pueda acontecer.
El periodista se convierte en un “facilitador”, en un comunicador de la información, que transmite lo que sucede y juzga de manera critica los hechos, según su posición ideológica o la del medio para el que trabaja. Esto lo convierte en una especie —para muchos— de “portadores” de la verdad. Esta equivocada clasificación nos va a traer problemas en la vida cotidiana durante el ejercicio de nuestra profesión. Nosotros hemos sido forjados para informar, difundir y fiscalizar a través de la denuncia correcta e imparcial, pero la pregunta surge de inmediato: ¿quién nos fiscaliza a nosotros?
Existe, según lo que hemos aprendido, dos sistemas de control para el periodista.
El primero es de orden ético, el cual está estipulado en un código o reglamento de ética (ya sea del medio o de la empresa para la cual ejerzamos) y que necesariamente debe ser cumplido. Cumplirlo nos permitirá mantener una conducta intachable y dar el ejemplo. Asimismo, nos otorgará el derecho a convertirnos en forjadores del conocimiento y a poder fomentar la conciencia ciudadana que hoy en día es tan escasa y necesaria.
El segundo sistema de control es el de orden moral, es decir, el que nace y es impuesto por uno mismo. La moral la traemos a cuestas y proviene de nuestros hogares y de nuestra formación integral. Pero ojo, acá viene lo delicado del asunto, no existe un código o reglamento moral. Solo está nuestra conciencia. Somos los únicos responsables de nuestros actos y nadie nos va a sancionar si desconocemos nuestros principios. Los únicos que sabrán de eso, seremos nosotros mismos.
He ahí nuestra gran responsabilidad. Este mecanismo de control es muy importante y requiere de una gran entereza como ser humano y como profesional y para esto hemos sido formados.
En los últimos días concluí la lectura del libro: "La tentación de lo imposible" de nuestro compatriota Mario Vargas Llosa. Este libro analiza la obra de Víctor Hugo: Los Miserables. En él, MVLL cita a un historiador que comenta que lo que más temían los príncipes alemanes de sus súbditos era el entusiasmo, pues este era cimiento o base de agitaciones. Es por esto que la regla de oro de todo príncipe reinante era: “La tranquilidad es el primer deber del ciudadano”.
Los presentes acá pueden estar completamente seguros de que nosotros no vamos a estar tranquilos y siempre estaremos con ese entusiasmo que nos llevó a elegir esta carrera y el cual nos mantiene en el constante deseo de superarnos y que a su vez mantiene vigente todos nuestros principios éticos y morales.
Conozco a esta promoción y, acá viene mi pequeña semblanza, puedo dar fe de que, pese a los innumerables problemas y sacrificios que hemos vivido estos cinco años, tenemos las agallas suficientes para enfrentarnos a nuestro propio destino.
No seremos agentes pasivos, ni estaremos tranquilos ante lo que acontece. Esta promoción —joven, empeñosa, hambrienta de justicia y conocimiento— reflejará su educación en su trabajo. De esto, queridos invitados, pueden estar convencidos. La promoción que está frente a ustedes está dispuesta a tomar las riendas para lograr un futuro mejor y forjar un país mejor.
Muchas Gracias.
Enero 2005
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