Para iniciar la difícil tarea de responder a esta pregunta, es necesario encontrar una definición del conocimiento que nos acompañe en este texto. Luego veremos qué es el conocimiento científico y en qué se diferencia del primer concepto. El conocimiento representa el conjunto organizado de información y de sus variadas dependencias que, enlazadas entre si, proporcionan un sistema racional de sabiduría con el cual, y en base al cual, actuamos. El conocimiento permite reaccionar ante la realidad de manera consciente y con sentido, proyectándonos en un horizonte conocido con la finalidad de mantenernos en él.
El conocimiento requiere un sustento bastante fuerte, es decir, este se debe basar en que lo descrito debe ser probable y medible, así como debe poder conducir a otro tipo de conocimiento. Asimismo, el conocimiento debe coincidir con los parámetros de la realidad perceptible, es decir, sus elementos deben poder ser registrados.
En el discurso científico no se encuentra definiciones concretas y reconocidas para el concepto de conocimiento. En este campo encontramos diversas definiciones que suenan similares entre sí, pero en donde cada una depende del punto de referencia desde donde se plantee. Una pequeña reflexión sobre las diversas perspectivas del conocimiento nos puede llevar a tres puntos en común de todo tipo de conocimiento:
i. El conocimiento se basa y se sustenta en información.
ii. Esta información debe estar referida a situaciones entrelazadas entre sí y a su vez debe concordar con la realidad. Debe de haber coherencia.
iii. Además de la concordancia en la información, el conocimiento debe estar en concordancia con las condiciones palpantes de nuestro entorno.
El conocimiento se encuentra, desde la filosofía griega, al lado opuesto de la opinión, debido a que el conocimiento implica la verdad pura, y esta no puede tener contradicciones a través de argumentos que critiquen la verdad. En el caso de la opinión, esta sí puede ser contradecida, ya que el juicio de valor es discutible y sólo representa una manera de percibir la realidad.
El conocimiento garantiza que objetos reales e imaginarios, sistemas y procesos, puedan ser diferenciados entre sí y a su vez que puedan ser definidas y descritas independientemente. Esta cualidad nos acerca a un entendimiento mayor de nuestro entorno. Si bien puede abarcar partes bien definidas y delimitadas por separado, el fin supremo es interrelacionar todo tipo de información en un todo que explique cómo funciona y se desenvuelve nuestro universo desde una visión macro a una visión micro.
El conocimiento es un concepto concerniente a una totalidad. La definición del término “conocimiento” modifica en sí el conocimiento, porque la definición misma forma parte del conocimiento. Debido a esto, solo se puede producir una descripción de la acción del conocimiento.
Mientras que en un primer vistazo parece tan claro lo que realmente es el conocimiento, es muy difícil encontrar una definición general que sea valida. Para cada una de las definiciones que podamos proponer, existen casos en que no se da o no se aplica lo que realmente entendemos por conocimiento. Esto se puede observar de manera más cercana revisando la historia de las ciencias.
A través de esta visión, se puede determinar que nosotros “creemos saber” muchas cosas, hasta que aparecen unas hipótesis más contundentes y completas. En muchos casos, se han venido abajo diversas teorías, ante el surgimiento de nuevas hipótesis que dejan atrás a lo que hasta la fecha explicaba (o intentaba) explicar la realidad. Dicha situación genera duda, puesto que siempre dudamos de lo que ya sabemos, planteándonos nuevas interrogantes, las mismas que deben ser respondidas. A través de la búsqueda de nuevas respuestas, nuestro conocimiento avanza.
Esto permite a su vez afirmar que la duda se convierte realmente en un impulsador del nuevo conocimiento.
El conocimiento como magnitud
El conocimiento es una medida verdadera y palpable de la realidad. Asimismo, la búsqueda de nuevos conocimientos, es un proceso que no se detiene. La definición exacta de conocimiento varía constantemente, ya que los mismos elementos que la conforman, se modifican permanentemente. Un requisito indispensable para la información que se convierte en conocimiento, es un estado perceptivo consciente que permita asimilar la realidad tal cual como se nos presenta. Solo de esta manera se puede definir los elementos que conforman el entorno de tal manera que cada uno podrá ser definido y observado por separado.
Las relaciones entre los objetos proporcionan diversos tipos de información que forman parte de la realidad que aparece ante el observador a través de las interdependencias que producen las diferentes percepciones del entorno. Estos datos que tomamos del entorno pueden ser asimilados tal cual como son, pero no necesariamente debe ser así.
Dentro de las magnitudes del conocimiento podemos definir este concepto de acuerdo a lo que es “saber algo”, o si deseamos “saber cómo” se produce algún fenómeno.
Esto se puede graficar en los siguientes ejemplos:
Para “saber algo” sobre los hechos, podemos hablar de números, como es el caso de π= 3.1416 o de proposiciones como: “el gavilán es un ave de presa”. En estos casos nos basamos en una información que ya está determinada y definida por parámetros definidos por el hombre.
En el caso del conocimiento sobre “saber cómo” y características de los conceptos, estos son definidos por su extensión y su intención. La extensión incluye la cantidad de todos los objetos que pertenecen al concepto. La intención es la marca que un objeto debe presentar para pertenecer a un concepto. Se puede diferenciar entre conceptos individuales y conceptos masivos.
En todo caso, el concepto de conocimiento es muy amplio y depende desde que perspectiva nos encontremos para poder definirlo.
El conocimiento científico: ¿conocimiento más ciencia?
Desde nuestra aparición, nosotros mismos nos hemos definido como seres complejos, racionales, afectivos y sociales; y es que realmente lo somos. Todas estas características nos incitan a buscar, a través de diversas maneras, la posibilidad de aproximarnos a los objetos de nuestro interés. Todo depende desde que perspectiva analicemos las cosas.
El resultado de estos diversos tipos de acercamiento, producirá algún tipo de conocimiento y dentro de estos tipos de conocimientos, aparece el científico como el más útil o adecuado para otorgarnos las respuestas a todos los planteamientos y preguntas que podamos hacer con respecto a lo que observamos en nuestro entorno.
La ciencia es un conjunto de acciones dirigidas hacía la determinación de un conocimiento verificable sobre los hechos y elementos que nos rodean. Toda la maquinaria científica se ha ido modificando a través de la historia y es en la Edad Media, específicamente en el Renacimiento, a partir de donde se produce una aceleración en su desarrollo.
A partir de esa época, la ciencia va tomando distancia del “conocimiento vulgar”, es decir, la ciencia va tomando otras aristas que la diferencian de los aspectos cotidianos de la vida para adentrarse en un mundo más complejo de conocimientos sobre los fenómenos de la naturaleza. La ciencia no puede permitir que se designe con el mismo nombre a hechos que, aunque parezcan semejantes, son de otra naturaleza. Esta es una de las grandes diferencias con el simple conocimiento.
El conocimiento científico tiene varias características que marcan la diferencia con el conocimiento común. Es por esto que definitivamente ambos tipos de conocimiento no son iguales. Esto se explica a través de diversas características, una de ellas es la objetividad, la cual permite obtener un conocimiento que concuerde y sea lo más cercano a la realidad del objeto o fenómeno. Esta permite describir o explicar tal cual cómo es o se da lo que se observa, sin una carga subjetiva que intente definir o explicar, según lo que uno anhela o espera.
Del mismo modo, el conocimiento científico utiliza y dispone de la razón como elemento sustancial para obtener resultados. Este tipo de conocimiento utiliza conceptos, juicios y razonamientos, y no sensaciones, impresiones o suposiciones (aunque puede partir de una suposición). La racionalidad permite separar a la ciencia de la religión, metafísica, parapsicología y otros conjuntos de sistemas que basan sus estructuras en elementos no racionales y en algunos casos en estructuras sobrenaturales. Es así como también la racionalidad separa a la ciencia del arte, ya que en este último, la razón pasa a un segundo plano y es guiada por sentimientos y sensaciones para producir obras.
El conocimiento científico es producto además de un trabajo sistemático, organizado en la obtención y presentación de resultados. En los elementos del trabajo científico hay una ilación lógica entre los elementos. Asimismo, la inclusión de elementos parciales, permite construir un “todo” sólido y explicativo. Esto permite no limitar el conocimiento a algo individual y particular, sino posibilita una mejor comprensión de mayor alcance.
Todo conocimiento científico deja un pequeño espacio, como sistema ideado por el hombre, para el error. Es decir, existe siempre la posibilidad de la equivocación. Esta limitación es en realidad una ventaja, puesto que permite que se pueda corregir y por ende mejorar el conocimiento.
El conocimiento vs. el conocimiento científico
Ante la pregunta planteada: ¿Es toda forma de conocimiento, conocimiento científico? llegamos a una respuesta: NO. Si bien todo tipo de conocimiento es una dependencia entre las partes que lo conforman en donde aparecen dos términos que se relacionan, es decir el que observa (o conocedor) y el objeto por observar (o conocer), el conocimiento científico va más allá de la simple percepción y ahí radica la diferencia.
No es lo mismo saber por ejemplo que un cuerpo al ser soltado “se cae al piso” que saber que esto se debe a la gravedad. El conocimiento que nos proporciona la realidad nos permite adaptarnos y sobrevivir en nuestro entorno. Asimismo, nos muestra de una manera simple todo lo que nos rodea. Sin embargo, es el conocimiento científico el que nos permite entender a cabalidad los diferentes fenómenos y hechos del entorno. Es a través de la ciencia que encontramos explicación a todo (o casi todo), y son las teorías e hipótesis que se van perfeccionando para intentar explicar cada vez mejor el mundo.
Es también a través del conocimiento científico que podemos predecir lo que pueda acontecer con una sólida base de conocimientos (no apelando a la astrología, las cartas y demás pseudo-conocimientos). Esta función es primordial y una de las más importantes de la ciencia. El poder predecir con un alto grado de confiabilidad lo que puede suceder, es un gran paso del conocimiento humano. El conocimiento del hombre es muy limitado en comparación con todo lo que nos rodea. La única manera de entender nuestro entorno es conociendo cómo funciona y de eso se encarga la ciencia. Es necesario a su vez entender que el conocimiento científico debe de traer al hombre siempre beneficios y mejoras para su supervivencia. El conocimiento solo nos da un panorama general del mundo, la ciencia nos permite afrontarlo.
El hombre sigue inmerso en la búsqueda de la verdad, de la medicina que alivie todos sus males, de las maneras de optimizar su producción, de la manera de sobrevivir en este mundo complejo, y de miles de asuntos. Toda esta búsqueda parte de un conocimiento inicial. De ahí surge la ciencia para tomar ese conocimiento y desagregar sus partes a través del análisis. Luego vendrá la explicación, y si el conocimiento es contúndete, se podrá predecir posibles conductas, hechos, fenómenos, catástrofes. No basta entonces con conocer, hay que entender. He ahí la diferencia.
Todo el proceso anterior desemboca en hipótesis, que en conjunto y bien planteadas, intentan explicar algo. El conjunto de estas forman las teorías y con ellas se consolida una posición. Las teorías son mejorables, de eso no cabe la menor duda. Sin embargo, ¿Llegaremos un día a explicar todo? De algo podemos estar seguros, nosotros, no estaremos ahí.
Reflexión final
Si para explicar el mundo, utilizamos diferentes teorías y todas son en realidad acercamientos a la verdad, es decir, son “solamente” eso, entonces; ¿Qué significa esta situación? Quizás significa que no sabemos en realidad NADA, ¡no conocemos nada! El conocimiento científico nos ofrece aún muy poco sobre nuestro entorno. ¡Tal vez Sócrates tenía razón! Solo sabemos (o deberíamos saber) que nada sabemos.
Definitivamente, no estamos en las mismas circunstancias de conocimiento, en comparación con la época cuando el hombre apareció por primera vez. Actualmente podemos decir que conocemos solo un poco más, sin embargo; ¿Merece el mundo una explicación? Lo más probable es que sí la necesite, pues solo entendiendo el mundo a cabalidad, sabremos orientar nuestras acciones y quizá así, sepamos también a dónde vamos.
El conocimiento requiere un sustento bastante fuerte, es decir, este se debe basar en que lo descrito debe ser probable y medible, así como debe poder conducir a otro tipo de conocimiento. Asimismo, el conocimiento debe coincidir con los parámetros de la realidad perceptible, es decir, sus elementos deben poder ser registrados.
En el discurso científico no se encuentra definiciones concretas y reconocidas para el concepto de conocimiento. En este campo encontramos diversas definiciones que suenan similares entre sí, pero en donde cada una depende del punto de referencia desde donde se plantee. Una pequeña reflexión sobre las diversas perspectivas del conocimiento nos puede llevar a tres puntos en común de todo tipo de conocimiento:
i. El conocimiento se basa y se sustenta en información.
ii. Esta información debe estar referida a situaciones entrelazadas entre sí y a su vez debe concordar con la realidad. Debe de haber coherencia.
iii. Además de la concordancia en la información, el conocimiento debe estar en concordancia con las condiciones palpantes de nuestro entorno.
El conocimiento se encuentra, desde la filosofía griega, al lado opuesto de la opinión, debido a que el conocimiento implica la verdad pura, y esta no puede tener contradicciones a través de argumentos que critiquen la verdad. En el caso de la opinión, esta sí puede ser contradecida, ya que el juicio de valor es discutible y sólo representa una manera de percibir la realidad.
El conocimiento garantiza que objetos reales e imaginarios, sistemas y procesos, puedan ser diferenciados entre sí y a su vez que puedan ser definidas y descritas independientemente. Esta cualidad nos acerca a un entendimiento mayor de nuestro entorno. Si bien puede abarcar partes bien definidas y delimitadas por separado, el fin supremo es interrelacionar todo tipo de información en un todo que explique cómo funciona y se desenvuelve nuestro universo desde una visión macro a una visión micro.
El conocimiento es un concepto concerniente a una totalidad. La definición del término “conocimiento” modifica en sí el conocimiento, porque la definición misma forma parte del conocimiento. Debido a esto, solo se puede producir una descripción de la acción del conocimiento.
Mientras que en un primer vistazo parece tan claro lo que realmente es el conocimiento, es muy difícil encontrar una definición general que sea valida. Para cada una de las definiciones que podamos proponer, existen casos en que no se da o no se aplica lo que realmente entendemos por conocimiento. Esto se puede observar de manera más cercana revisando la historia de las ciencias.
A través de esta visión, se puede determinar que nosotros “creemos saber” muchas cosas, hasta que aparecen unas hipótesis más contundentes y completas. En muchos casos, se han venido abajo diversas teorías, ante el surgimiento de nuevas hipótesis que dejan atrás a lo que hasta la fecha explicaba (o intentaba) explicar la realidad. Dicha situación genera duda, puesto que siempre dudamos de lo que ya sabemos, planteándonos nuevas interrogantes, las mismas que deben ser respondidas. A través de la búsqueda de nuevas respuestas, nuestro conocimiento avanza.
Esto permite a su vez afirmar que la duda se convierte realmente en un impulsador del nuevo conocimiento.
El conocimiento como magnitud
El conocimiento es una medida verdadera y palpable de la realidad. Asimismo, la búsqueda de nuevos conocimientos, es un proceso que no se detiene. La definición exacta de conocimiento varía constantemente, ya que los mismos elementos que la conforman, se modifican permanentemente. Un requisito indispensable para la información que se convierte en conocimiento, es un estado perceptivo consciente que permita asimilar la realidad tal cual como se nos presenta. Solo de esta manera se puede definir los elementos que conforman el entorno de tal manera que cada uno podrá ser definido y observado por separado.
Las relaciones entre los objetos proporcionan diversos tipos de información que forman parte de la realidad que aparece ante el observador a través de las interdependencias que producen las diferentes percepciones del entorno. Estos datos que tomamos del entorno pueden ser asimilados tal cual como son, pero no necesariamente debe ser así.
Dentro de las magnitudes del conocimiento podemos definir este concepto de acuerdo a lo que es “saber algo”, o si deseamos “saber cómo” se produce algún fenómeno.
Esto se puede graficar en los siguientes ejemplos:
Para “saber algo” sobre los hechos, podemos hablar de números, como es el caso de π= 3.1416 o de proposiciones como: “el gavilán es un ave de presa”. En estos casos nos basamos en una información que ya está determinada y definida por parámetros definidos por el hombre.
En el caso del conocimiento sobre “saber cómo” y características de los conceptos, estos son definidos por su extensión y su intención. La extensión incluye la cantidad de todos los objetos que pertenecen al concepto. La intención es la marca que un objeto debe presentar para pertenecer a un concepto. Se puede diferenciar entre conceptos individuales y conceptos masivos.
En todo caso, el concepto de conocimiento es muy amplio y depende desde que perspectiva nos encontremos para poder definirlo.
El conocimiento científico: ¿conocimiento más ciencia?
Desde nuestra aparición, nosotros mismos nos hemos definido como seres complejos, racionales, afectivos y sociales; y es que realmente lo somos. Todas estas características nos incitan a buscar, a través de diversas maneras, la posibilidad de aproximarnos a los objetos de nuestro interés. Todo depende desde que perspectiva analicemos las cosas.
El resultado de estos diversos tipos de acercamiento, producirá algún tipo de conocimiento y dentro de estos tipos de conocimientos, aparece el científico como el más útil o adecuado para otorgarnos las respuestas a todos los planteamientos y preguntas que podamos hacer con respecto a lo que observamos en nuestro entorno.
La ciencia es un conjunto de acciones dirigidas hacía la determinación de un conocimiento verificable sobre los hechos y elementos que nos rodean. Toda la maquinaria científica se ha ido modificando a través de la historia y es en la Edad Media, específicamente en el Renacimiento, a partir de donde se produce una aceleración en su desarrollo.
A partir de esa época, la ciencia va tomando distancia del “conocimiento vulgar”, es decir, la ciencia va tomando otras aristas que la diferencian de los aspectos cotidianos de la vida para adentrarse en un mundo más complejo de conocimientos sobre los fenómenos de la naturaleza. La ciencia no puede permitir que se designe con el mismo nombre a hechos que, aunque parezcan semejantes, son de otra naturaleza. Esta es una de las grandes diferencias con el simple conocimiento.
El conocimiento científico tiene varias características que marcan la diferencia con el conocimiento común. Es por esto que definitivamente ambos tipos de conocimiento no son iguales. Esto se explica a través de diversas características, una de ellas es la objetividad, la cual permite obtener un conocimiento que concuerde y sea lo más cercano a la realidad del objeto o fenómeno. Esta permite describir o explicar tal cual cómo es o se da lo que se observa, sin una carga subjetiva que intente definir o explicar, según lo que uno anhela o espera.
Del mismo modo, el conocimiento científico utiliza y dispone de la razón como elemento sustancial para obtener resultados. Este tipo de conocimiento utiliza conceptos, juicios y razonamientos, y no sensaciones, impresiones o suposiciones (aunque puede partir de una suposición). La racionalidad permite separar a la ciencia de la religión, metafísica, parapsicología y otros conjuntos de sistemas que basan sus estructuras en elementos no racionales y en algunos casos en estructuras sobrenaturales. Es así como también la racionalidad separa a la ciencia del arte, ya que en este último, la razón pasa a un segundo plano y es guiada por sentimientos y sensaciones para producir obras.
El conocimiento científico es producto además de un trabajo sistemático, organizado en la obtención y presentación de resultados. En los elementos del trabajo científico hay una ilación lógica entre los elementos. Asimismo, la inclusión de elementos parciales, permite construir un “todo” sólido y explicativo. Esto permite no limitar el conocimiento a algo individual y particular, sino posibilita una mejor comprensión de mayor alcance.
Todo conocimiento científico deja un pequeño espacio, como sistema ideado por el hombre, para el error. Es decir, existe siempre la posibilidad de la equivocación. Esta limitación es en realidad una ventaja, puesto que permite que se pueda corregir y por ende mejorar el conocimiento.
El conocimiento vs. el conocimiento científico
Ante la pregunta planteada: ¿Es toda forma de conocimiento, conocimiento científico? llegamos a una respuesta: NO. Si bien todo tipo de conocimiento es una dependencia entre las partes que lo conforman en donde aparecen dos términos que se relacionan, es decir el que observa (o conocedor) y el objeto por observar (o conocer), el conocimiento científico va más allá de la simple percepción y ahí radica la diferencia.
No es lo mismo saber por ejemplo que un cuerpo al ser soltado “se cae al piso” que saber que esto se debe a la gravedad. El conocimiento que nos proporciona la realidad nos permite adaptarnos y sobrevivir en nuestro entorno. Asimismo, nos muestra de una manera simple todo lo que nos rodea. Sin embargo, es el conocimiento científico el que nos permite entender a cabalidad los diferentes fenómenos y hechos del entorno. Es a través de la ciencia que encontramos explicación a todo (o casi todo), y son las teorías e hipótesis que se van perfeccionando para intentar explicar cada vez mejor el mundo.
Es también a través del conocimiento científico que podemos predecir lo que pueda acontecer con una sólida base de conocimientos (no apelando a la astrología, las cartas y demás pseudo-conocimientos). Esta función es primordial y una de las más importantes de la ciencia. El poder predecir con un alto grado de confiabilidad lo que puede suceder, es un gran paso del conocimiento humano. El conocimiento del hombre es muy limitado en comparación con todo lo que nos rodea. La única manera de entender nuestro entorno es conociendo cómo funciona y de eso se encarga la ciencia. Es necesario a su vez entender que el conocimiento científico debe de traer al hombre siempre beneficios y mejoras para su supervivencia. El conocimiento solo nos da un panorama general del mundo, la ciencia nos permite afrontarlo.
El hombre sigue inmerso en la búsqueda de la verdad, de la medicina que alivie todos sus males, de las maneras de optimizar su producción, de la manera de sobrevivir en este mundo complejo, y de miles de asuntos. Toda esta búsqueda parte de un conocimiento inicial. De ahí surge la ciencia para tomar ese conocimiento y desagregar sus partes a través del análisis. Luego vendrá la explicación, y si el conocimiento es contúndete, se podrá predecir posibles conductas, hechos, fenómenos, catástrofes. No basta entonces con conocer, hay que entender. He ahí la diferencia.
Todo el proceso anterior desemboca en hipótesis, que en conjunto y bien planteadas, intentan explicar algo. El conjunto de estas forman las teorías y con ellas se consolida una posición. Las teorías son mejorables, de eso no cabe la menor duda. Sin embargo, ¿Llegaremos un día a explicar todo? De algo podemos estar seguros, nosotros, no estaremos ahí.
Reflexión final
Si para explicar el mundo, utilizamos diferentes teorías y todas son en realidad acercamientos a la verdad, es decir, son “solamente” eso, entonces; ¿Qué significa esta situación? Quizás significa que no sabemos en realidad NADA, ¡no conocemos nada! El conocimiento científico nos ofrece aún muy poco sobre nuestro entorno. ¡Tal vez Sócrates tenía razón! Solo sabemos (o deberíamos saber) que nada sabemos.
Definitivamente, no estamos en las mismas circunstancias de conocimiento, en comparación con la época cuando el hombre apareció por primera vez. Actualmente podemos decir que conocemos solo un poco más, sin embargo; ¿Merece el mundo una explicación? Lo más probable es que sí la necesite, pues solo entendiendo el mundo a cabalidad, sabremos orientar nuestras acciones y quizá así, sepamos también a dónde vamos.
Diciembre 2005
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