Cerca a Nauta y en uno de los extremos de la Reserva Nacional Pcaya Samiria se unen los ríos Marañón y Ucayali para formar el gran río Amazonas. Foto: Enrique Angulo Pratolongo. |
Un
ejemplo del buen uso de los recursos naturales es el que se da en la Reserva
Nacional Pacaya Samiria (RNPS) mediante el aprovechamiento sostenible de los
recursos naturales y la participación de pobladores locales como guardianes de
la reserva. Al parecer, sí se puede y hay que verlo en vivo y en directo para
saber que sí es realidad.
Circundada casi en su totalidad por dos grandes ríos, el
Marañón y el Ucayali (ambos colosos de agua dan origen al gran río Amazonas en
uno de los extremos de la reserva); y atravesada por innumerables “caños” y
pequeños ríos que conforman a su vez lagunas de ensueño en su interior, este
imponente refugio natural está tomando vuelo para convertirse en un área
natural protegida ejemplar. Y es que tras varios años de mucho trabajo y de empeño,
se ha logrado construir una “cultura de la conservación y del aprovechamiento
de los recursos naturales”, donde los principales protagonistas son las
poblaciones locales, el Estado, las autoridades locales y diversas ONG.
Mediante el trabajo conjunto se ha podido sentar las
bases y fundamentos para afirmar que sí se puede combinar la preservación y el
uso responsable de nuestra diversidad biológica, con el propósito de obtener dividendos
económicos mediante la comercialización de algunas especies clave. Esta
sinergia permite obtener dividendos económicos para mejorar la calidad de vida
de las poblaciones locales y es un buen medio para tentar alcanzar el tan
mentado desarrollo sostenible. Y es que si la conservación de nuestros recursos
naturales “no paga”, la situación se vuelve cada día más compleja.
Así, dado que la RNPS es un área natural protegida de uso
directo —es decir, en ella se puede aprovechar los recursos naturales mediante
planes de manejo— se ha implementado diversas estrategias para hacer posible
que la población local, a través de los Grupos de Manejo (GM), puedan recibir
ingresos económicos. Para ello, el Estado, representado dentro de la RNPS, por
el Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado (SERNANP), ha
contado con el apoyo de instituciones como ProNaturaleza – Fundación Peruana
para la Conservación de la Naturaleza y de otras organizaciones para trabajar
persistentemente en lograr acuerdos y compromisos tangibles destinados a cumplir
con los objetivos de la reserva y a demostrar que sí se puede hacer bien las
cosas.
Conociendo
el paraíso
Poblado de San Carlos a orillas del río Ucayali, en el Canal de Puinahua en la zona de amortiguamiento de la RNPS. Foto: Enrique Angulo Pratolongo. |
Tanto al interior, como en la zona de amortiguamiento de
la reserva, vive mucha gente que no necesariamente es originaria de este
espacio amazónico. Esto se explica, en parte, por los maltratos que sufrió la
población local originaria en la época del caucho; dado que muchos de ellos fueron
desterrados y exterminados. Posteriormente, la zona fue repoblada, por ende, gran
parte de las generaciones actuales en la zona descienden de colonos. Es decir,
llegaron de otros lugares para quedarse.
Así por ejemplo, bastantes familias que habitan en las
orillas de los ríos que circundan y atraviesan la RNPS tienen un origen andino.
Además, cuando visité la comunidad de San Carlos, ubicada en el Canal de
Puinahua —un brazo del río Ucayali— y en la zona de amortiguamiento de la reserva,
me asombró escuchar música andina en su plaza principal. Incluso, algunos
pobladores de ahí me dijeron que son “charapas por accidente” y que les costó,
a sus padres y ahora a ellos, adaptarse a la selva.
Esta situación hace que algunos de estos pobladores que
interactúan con la reserva tengan todavía una visión distinta del uso de los recursos
naturales, en comparación con aquella que poseen los pueblos indígenas
amazónicos originarios. Todo lo anterior se traduce en las maneras de
aprovechar lo que les rodea. Adicionalmente, la forma de organizarse y de
percibir el medio que rodea a estos pobladores difiere en parte a los patrones
sociales y culturales amazónicos. La población colona que llegó a esta zona
trabaja, generalmente, organizada a nivel familiar y ha percibido al “monte”
como un “estorbo” para sus fines agrícolas. Por eso, había que “tumbárselo”.
Ahora, si bien, la deforestación ha disminuido, aún es un problema por
resolver.
En ese escenario, una de las principales estrategias
utilizadas para cambiar la mirada hacia el bosque fue convencer a los
pobladores locales que debían asociarse para aprovechar mejor las oportunidades
que les ofrece el entorno. Así también se logró convencerlos de que tenían la
obligación de proteger los recursos naturales porque, así como vamos, estos sí
se acaban. Por eso, la formación de los GM se convirtió en uno de los pilares para
hacer posible la conservación; así como el manejo y el uso de la flora y fauna
en la RNPS; y para afrontar posteriormente una de las etapas más difíciles y
complejas de implementar: la comercialización de algunas especies biológicas.
Por ende, una vez consolidados los GM, el gran reto de toda
esta aventura es “vender” lo que se obtiene de la reserva de manera
responsable; con el fin de, como no, ganar plata, así de simple, no nos
engañemos. Para llegar hasta acá es necesario identificar mercados, garantizar
la producción, conseguir el debido equipamiento, estar capacitado, entre otros
aspectos indispensables. Pero, sobre todo, lo principal es asegurar la
sostenibilidad en el tiempo y también contar con apoyo externo —por lo menos en
los primeros años— hasta que posteriormente se pueda andar solo.
Un
proyecto de largo aliento
Una de las iniciativas que ha apoyado todo este proceso es el proyecto ejecutado por ProNaturaleza denominado: “Canje de deuda por conservación en la Reserva Nacional Pacaya Samiria” que va desde el 2002 hasta el 2015. Este es financiado con recursos económicos provenientes del Acuerdo de Conservación de Bosques Tropicales (ACBT), administrados por el Fondo Nacional para Áreas Naturales Protegidas por el Estado (PROFONANPE). La puesta en marcha de este gran esfuerzo proviene de un acuerdo de canje de deuda por conservación y está constituido como un fondo contravalor destinado a financiar iniciativas para la conservación, restauración, uso y manejo de los bosques tropicales en el Perú.
Este emprendimiento, en la RNPS, consta de dos fases. La primera estuvo enfocada en generar capacidades para el manejo y aprovechamiento sostenible de recursos naturales por parte de la población local. La segunda fase (2010 – 2015) pone énfasis en el aprovechamiento de dichas capacidades y en la comercialización de los productos del manejo sostenible de cuatro recursos priorizados; dos objetos de conservación (paiche y aguaje) y dos especies clave (arahuana y taricaya).
Este emprendimiento, en la RNPS, consta de dos fases. La primera estuvo enfocada en generar capacidades para el manejo y aprovechamiento sostenible de recursos naturales por parte de la población local. La segunda fase (2010 – 2015) pone énfasis en el aprovechamiento de dichas capacidades y en la comercialización de los productos del manejo sostenible de cuatro recursos priorizados; dos objetos de conservación (paiche y aguaje) y dos especies clave (arahuana y taricaya).
El Sernanp es el encargado de administrar este gran espacio protegido. Foto: Enrique Angulo Pratolongo. |
Adicionalmente, busca fortalecer la gestión de
la RNPS y para ello apoya al SERNANP —en
alianza con otras instituciones— en la
conformación y en el trabajo participativo de su Comité de Gestión, en el
posicionamiento de la reserva como destino turístico y en aspectos tales como
la capacitación de su personal, acondicionamiento de puestos de vigilancia, adquisición
de equipos y otros. Todo esto sin perder de vista que, al apoyar a la
conservación de estos bosques, se contribuye no solamente al desarrollo local,
sino también a la mitigación de los efectos del cambio climático en el planeta
y también a la preservación de un elemento clave: el agua.
La
Reserva Nacional Pacaya Samiria: la selva de los espejos
La RNPS fue establecida como tal el 25 de febrero de 1972.
Anteriormente fue declarada como una “reserva pesquera” por su altísimo potencial
hidrobiológico. Su fama de lugar preciado fue tal que el ex presidente Fujimori
llegaba exclusivamente a este lugar para pescar. Tiene una extensión de 2 080
000,00 hectáreas, lo que la convierte en la segunda área natural protegida en
extensión en el país, después del Parque Nacional Alto Purús.
Este magnífico escenario natural conserva la mayor
extensión de bosque tropical inundable en el Perú e incluye ecosistemas con una
gran diversidad biológica que proveen de una variada gama de bienes y
servicios, tanto a las poblaciones locales (pesquería, recursos forestales no
maderables, turismo, carne de monte), como a todo el planeta (regulación del
ciclo hidrológico y de las lluvias, captura de carbono, entre otros).
Dentro de la RNPS viven cerca de 25 mil personas —distribuidas
en alrededor de 90 poblados—, las mismas
que, junto con más de 65 mil personas que habitan en las casi 120 comunidades
ubicadas en la zona de amortiguamiento, conforman una importante presencia
humana en la zona de influencia directa e indirecta de este espacio protegido.
Este hecho implica una creciente e imparable presión humana sobre los recursos naturales
que aún pueden ser protegidos en la Reserva. En la siguiente entrega
conoceremos más al respecto.
Octubre 2013
Publicado en la versión online de la Revista Rumbos:
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