Como se
vio en la entrega anterior, el Proyecto Conservación de Bosques Comunitarios
(Proyecto CBC), ejecutado por la Cooperación Alemana al Desarrollo (GIZ), le
brinda un importante apoyo técnico al Programa Nacional de Conservación de
Bosques para la Mitigación del Cambio Climático (Programa Bosques) a cargo del Ministerio del Ambiente (Minam).
El fin
supremo del proyecto es lograr que las Transferencias Directas Condicionadas
(TDC) sean herramientas eficientes y eficaces para conservar bosques
comunitarios en varias partes del país; y con todo ello, contribuir a mitigar
los efectos del cambio climático.
Como
ya se explicó, las TDC son, en resumen, transferencias monetarias sin
intermediarios que les son entregadas a determinadas comunidades nativas que
voluntariamente aceptan conservar parte de sus bosques comunitarios. Mediante
este y otros mecanismos, el Programa Bosques busca cumplir con su objetivo
principal: conservar 54 millones de hectáreas de boques tropicales en el país.
Dicho todo esto, pasemos a ver cómo funciona este instrumento que fusiona tres
magnitudes difíciles de engranar en una herramienta de conservación: la
ambiental, la económica y la social.
Mezclar
en un mismo mortero la conservación de los bosques; la generación de
iniciativas económicas sostenibles que brinden beneficios tangibles para los
involucrados; y las medidas necesarias para lograr que se avance en la
inclusión social, con el fin de disminuir los índices de pobreza y de mejorar
la calidad de vida, es un experimento complejo pero no imposible. Sin lugar a
dudas, a mi parecer, cualquier actividad de conservación de especies o de
ecosistemas debe traer consigo alguna retribución de cualquier tipo (claro, de
preferencia económica) a corto plazo para los dueños del espacio y para los que
trabajen en ella. Este pago inmediato no debe impedir que también se fomente, a
mediano y largo plazo, un manejo responsable de lo que se desea proteger para generar
beneficios duraderos. Pocas son las medidas de conservación exitosas basadas en
el romanticismo o en la necesidad solidaria de conservar y proteger las almas
de los árboles o el espíritu de los animalitos.
Dicho
esto, para que una comunidad determinada reciba las TDC existe todo una serie
de requisitos y de pasos a seguir. Por un lado, el Proyecto CBC debe aplicar
diversos criterios que permitan filtrar un gran universo de comunidades nativas,
con el fin de obtener un número limitado de ellas, las cuales son priorizadas
por el proyecto. Por otro lado, los mismos beneficiarios deben cumplir determinadas
obligaciones para acceder a las TDC. En esa dirección, parte de los esfuerzos
del proyecto se concentran en poner en marcha seis pasos para la implementación
de las TDC —de acorde a lo aprobado por el Programa Bosques del Minam— y en
hacer un monitoreo constante de cómo se van dando los impactos en las
comunidades y en los bosques.
Paso a paso
Como
sabemos, nuestro país es bastante extenso, accidentado y complicado (en todos
los sentidos). En ese escenario, es necesario utilizar determinados criterios y
factores para elegir ámbitos específicos en los cuales se pueda aplicar las
TDC. Por lo tanto, como primer paso, se debe realizar una focalización con dos
momentos claramente definidos. En el primero, el proyecto se concentra,
geográficamente a nivel provincial para identificar y priorizar ámbitos de
intervención utilizando criterios tales como el tamaño de los bosques, así como
los índices de deforestación y de
pobreza.
En
un segundo momento se hace una focalización más fina a nivel de determinadas
comunidades nativas en una provincia. Para elegirlas se emplea como factores de
decisión el estado de conservación de los bosques, la accesibilidad, la
diversidad biológica de la zona, la construcción social y otros índices. Un
factor importante es que la comunidad debe tener no menos de 3000 hectáreas de
bosque primario.
Una
vez identificadas las comunidades que podrían acceder (si desean) a las TDC, se
debe dar el proceso de admisión, mediante el cual se hace la difusión del
proyecto a través de talleres con las autoridades regionales, locales, con las organizaciones
de la zona y con los comuneros. Paralelamente, el personal técnico del proyecto
asesora y acompaña a las comunidades en la obtención de los documentos
administrativos que son pre requisitos y en la presentación de su interés de
participar en el Programa Bosques. Luego, de ser el caso, prosigue la
afiliación de los beneficiarios y la comunidad define qué cantidad de bosque va
a ser conservado y cuánto de bosque necesita para sus actividades comunales.
Asimismo,
en esta etapa, la comunidad debe cumplir con los requisitos legales y
administrativos que le permitan obtener una cuenta corriente en el Banco de la
Nación. Para ello, los dirigentes comunales deben tener vigente su Documento Nacional
de Identidad (DNI), la organización comunal debe tener su Registro Único del
Contribuyente (RUC) vigente y la comunidad nativa debe estar inscrita en los
Registros Públicos. Este aporte del proyecto es interesante, dado que todos
estos requisitos les servirían también para postular a otros proyectos e
iniciativas de desarrollo. Además, de esta manera se busca exigir mayor
presencia del Estado en algunas zonas del país para, entre otros, ir cerrando
brechas en cuanto a la formalización y a la falta de oportunidades.
Así
entonces, las comunidades identificadas y admitidas por el proyecto deben
elaborar un plan de inversión destinado a mejorar la calidad de vida de los
comuneros con el dinero que reciben de las TDC por conservar sus bosques. Para
esto, se debe evaluar qué actividad económica sostenible traería beneficios
económicos a la comunidad.
Poblador en el río Mayo, en San Martín. Foto: Enrique Angulo Pratolongo |
Planeando la inversión en
base a la conservación
Es
necesario especificar que el dinero que la comunidad recibe no puede ser
gastado en alguna obra que no traiga beneficios concretos a los pobladores
involucrados. El plan de inversión es para iniciar un proyecto de desarrollo
local. Es decir, como ya se dijo, no se puede pretender construir una piscina,
un estadio, un local comunal, un monumento a la pituca, al aguaje, al achiote o
a la gamitana o cualquier otra obra similar, como se ha hecho en algunos
lugares con dinero proveniente del canon minero y/o gasífero. Sin lugar a
dudas, algunas obras de infraestructura son necesarias, no obstante, hacerlas es
función y responsabilidad de los gobiernos regionales y/o locales. Y en ello,
los pobladores locales deben exigir obras que realmente sirvan por lo que su
participación y fiscalización es fundamental.
En
este proceso, las comunidades deben elaborar con el dinero recibido y de manera
participativa un plan de inversiones y cumplir con los compromisos acordados.
El plan debe contener un componente ambiental que garantice la protección de los
bosques; uno social que apoye a la salud, a la educación y a la capacitación de
los comuneros; uno de gestión destinado a fortalecer gradualmente las
capacidades organizativas y administrativas de la comunidad; y uno productivo para
que, mediante la ejecución del plan, se pueda generar ingresos para la
comunidad.
En
esta etapa se conforma dos comités imprescindibles para el cumplimiento de las
condicionalidades y el otorgamiento de los beneficios del proyecto: el comité
de gestión y el comité de vigilancia. Los miembros de ambos comités son
elegidos y conformados por los mismos comuneros. Además, reciben
permanentemente asesoría técnica del Programa Bosques y del Proyecto CBC. El
primero está conformado por un presidente, un tesorero y un secretario; y tiene
como misión elaborar los planes de inversión y manejar toda la parte
financiera. El segundo tiene como máximo tres personas que deben ser una mujer,
un profesional y una autoridad y no deben formar parte del primer comité. Son
los “veedores” y fiscalizadores de todo el proceso.
Plata en mano
Una
vez que todo lo anterior está en marcha, el Programa Bosques autoriza la
transferencia de dinero a la cuenta bancaria de la comunidad en base al número
de hectáreas que son conservadas. Con ello, existe una serie de compromisos entre
las comunidades nativas participantes con el Programa Bosques y viceversa.
Entre los principales figuran, por parte de la comunidad beneficiaria, la
debida ejecución del plan de inversiones, informar sobre los cambios de la
directiva comunal, administrar correctamente los fondos monetarios y por
supuesto conservar los bosques comunales. Por su lado, el Programa Bosques debe
brindar la debida y permanente asistencia técnica, transferir oportunamente los
incentivos económicos, realizar trimestralmente reuniones de evaluación de
avance, así como velar por la preservación de los bosques.
En
resumen, todo esto conduce a la firma de un contrato de cinco años entre la
comunidad y el Programa Bosques para la transferencia de fondos y el posterior
cumplimiento de todo lo acordado, resumido básicamente en la conservación de
los bosques y en la puesta en marcha del plan de inversiones. Posteriormente, se
da el sexto paso denominado “la graduación”. Es decir, luego de que la
comunidad nativa ha sido beneficiaria de las TDC, debe “caminar sola” pues sale
del mecanismo para vérselas con la realidad.
Pero
cuando la comunidad nativa debe abandonar el mecanismo, no se va con las manos
vacías. Para ese entonces, ya cuenta con varias cosas a su favor, como por
ejemplo una serie de activos (maquinarias, locales, capital productivo u
otros), dinero en su cuenta bancaria y lo más importante, pobladores
capacitados y motivados. A eso, claro está, la comunidad cuenta con parte de
sus bosques comunitarios en buen estado de conservación. Con todas esas
herramientas y conocimientos es más fácil combatir la desigualdad y la pobreza,
así como ejercer plenamente sus derechos fundamentales. No obstante, esta etapa
es la más difícil. Ya veremos por qué.
Marzo 2014
Artículo publicado en la versión online de la Revista Rumbos:
http://www.rumbosdelperu.com/el-proyecto-conservacion-de-bosques-comunitarios-y-las-transferencias-directas-condicionadas-ii--V1422.html
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