Ahora sí.
Lo prometido es deuda, con estas líneas cierro momentáneamente esta seguidilla
de artículos dedicados al Proyecto Conservación de Bosques Comunitarios
(Proyecto CBC). Para ello, es necesario revisar algunos de los principales
avances a la fecha, cuáles son los retos que se debe enfrentar y qué lecciones
aprendidas ha arrojado este emprendimiento en su primera fase. Aún hay bastante
camino por recorrer. Si no metemos el hombro, el panorama actual puede empeorar
y podríamos ir despidiéndonos de gran parte de nuestros bosques amazónicos.
Esperemos que eso no se dé y si se da, que Dios nos coja confesados.
La primera fase del Proyecto CBC se ha concentrado en
consolidar la implementación de las Transferencias Directas Condicionadas (TDC)
como un instrumento para conservar los bosques de las comunidades nativas
asentadas en nuestra selva amazónica. A su vez, ofrece la oportunidad de
administrar dinero para emprender alguna actividad productiva sostenible que
permita utilizar responsablemente el entorno, con el fin de generar beneficios
económicos para los miembros de estas comunidades. Se ha logrado, mediante los
convenios para acceder a las TDC y hasta el 2012, conservar cerca de medio
millón de hectáreas de bosques comunitarios amazónicos y beneficiar a casi 3200
familias de seis provincias de Cusco, Pasco, Junín, Amazonas y San Martín. Como
se ve, falta bastante aún.
Lo importante en todo esto es que se está gestando una
manera de incentivar un mejor uso de lo que nos rodea para mantener a salvo
nuestros bosques. No estamos hablando de no tocar y dejar todo tal cual, sino
de utilizar nuestros recursos naturales inteligente y responsablemente mirando
hacia el futuro. A estas alturas del partido, coincido con el astrólogo y genio
Stephen Hawking en que, si no salimos de este planeta, nos extinguiremos. Mientras
tanto, debemos hacer algo para preservar nuestra diversidad biológica. Para
ello debemos cambiar varias cosas. Veamos algunas de ellas.
¡A ponerse
las pilas!
Como parte del Proyecto CBC, se analizó el impacto de la piscicultura
en la cuenca amazónica como una alternativa económica y alimentaria
implementada por el Estado y algunas organizaciones. Para ello, se analizó el
caso de dos comunidades nativas del distrito de Santiago, en la provincia de
Condorcanqui, departamento de Amazonas. Se evaluó el impacto económico del
autoconsumo versus la venta en el mercado y se comparó el estado nutricional y
las características del consumo alimentario de las familias que cultivan peces
versus aquellas que no se dedican a la piscicultura. Se trabajó en total con 20
familias (10 con piscigranjas
y 10 sin piscigranjas).
El
análisis arrojó, entre otros, que el nivel tecnológico en ambas comunidades es
incipiente, a pesar de que la mayoría de piscicultores afirma haber recibido
capacitación técnica. No obstante, esto no se traduce en un buen manejo de sus
cultivos, ni en un adecuado manejo de la infraestructura piscícola. Aspectos
básicos como la limpieza, desinfección y fertilización de las piscigranjas no
son tomados en cuenta con la seriedad del caso. Además, se reportó la ruptura
de diques y de aliviaderos, lo que indica la falta de mantenimiento periódico.
Adicionalmente,
se reportó el bajo nivel de crecimiento y de los niveles de producción de los
peces, problemas que están directamente relacionado al deficiente manejo
alimenticio. Asimismo, la difundida práctica del policultivo y la alta
preferencia de especies poco exigentes en cuanto a la alimentación (y más
fáciles de criar), como el boquichico, carachamas, lisas y pequeños ciclidos (todos
estos, peces detritívoros de agua negra) indican que no se está aprovechando
eficientemente esta oportunidad de desarrollo local.
Lo
anterior explicaría el hecho de que no se cultive especies omnívoras de mayor
valor económico y nutricional como la gamitana y el paco. Estas especies
necesitan mayor dedicación y deben ser alimentadas regularmente. A esto, todas
las familias encuestadas manifestaron que, pese a los bajos niveles de
producción, la única actividad productiva que les genera buenos ingresos es la
piscicultura y que el dinero lo emplean principalmente en alimentación,
pasajes, vestuario, medicina y en útiles escolares.
Dicho
lo anterior, ¿qué más se debe hacer? ¿por qué esta alternativa productiva no
funciona en lugares donde debería ser una buena alternativa de desarrollo? ¿se
debe a la desidia de los pobladores, a la mala capacitación hecha por los
encargados de brindarla? ¿se debe a que se acabaron los fondos económicos en
pleno proceso de implementación, al cambio climático, a “el calor” o a qué? ¿y
ahora?
Por
ende, es necesario adaptar y/o simplificar los paquetes tecnológicos que se
deja en las comunidades, los mismos que deben estar adaptados al entorno, a la
cultura local y en especial a la disponibilidad de recursos económicos y
técnicos en la zona, para que puedan ser realmente aplicados. Es prioritario también
elaborar manuales o guías técnicas simplificadas y de ser necesario, bilingües.
No es cuestión de cumplir las metas de un proyecto, sino lograr que los
pobladores interioricen y comprendan el fin de la iniciativa y los beneficios
que de ella se desprenden. Así también, es imprescindible que los pobladores
locales se empoderen del esfuerzo para que lo hagan suyo y crean realmente en
él.
¡Ojo con
las semillas!
Como
sabemos, en las últimas décadas, los bosques naturales amazónicos están siendo
deforestados, ya sea mediante la tala y quema para la ampliación de la frontera
agrícola, así como mediante la extracción selectiva de especies. Esta última
“modalidad” se da generalmente en bosques que no tienen un manejo forestal.
Desde el punto de vista ecológico, esta actividad limita las posibilidades de
recuperación del bosque, lo empobrece y merma su diversidad biológica; y desde
el punto de vista industrial impide el establecimiento de programas de mejora
genética sobre las especies de mayor relevancia comercial, lo que origina que
se tenga poblaciones arbóreas cada vez más escasas, menos diversas y de baja
calidad.
Todo esto se traslada a los planes de manejo forestal y a
los de reforestación; debido a que la demanda de semillas de buena calidad no
se encuentra totalmente satisfecha, como consecuencia de la escasez de fuentes
de suministro suficientes y oportunas. Esto obliga a utilizar semillas de
dudosa procedencia y de calidad inferior, lo que podría mermar en las expectativas
para los que en el futuro desean invertir en la actividad forestal, pues “sus
árboles” no serían de muy buena calidad.
Por ende, para las autoridades nacionales, regionales y
locales encargadas del tema forestal, es fundamental propiciar la investigación
y generar información actualizada sobre la oferta actual y potencial de
semillas forestales de especies nativas. Esto, con el objetivo de poder
establecer un vínculo a futuro entre productores y comunidades en lo
relacionado al manejo forestal, para lograr que esta actividad realmente traiga
consigo beneficios y que pueda se considerada como una alternativa de inversión
que genere dividendos.
La eterna
¿y eficiente? descentralización
Como sabemos, desde el año 2003, los gobiernos regionales
cuentan, dentro de su estructura orgánica, con la Gerencia Regional de Recursos
Naturales y de Gestión del Medio Ambiente. Esta estructura que prometía ser
efectiva y operativa para los temas “ambientales”, no ha demostrado que realmente
así sea, por lo que muchos emprendimientos reportan un avance lento en los
resultado tanto físicos como financieros, debido en parte, a la burocracia
“regional” y a la falta de capacidades técnicas. Dirigir los esfuerzos para
tener autoridades regionales y locales bien capacitadas que ayuden a que las
cosas funcionen, es uno de los mayores retos del proyecto y de toda la gestión
ambiental en el país. Sin esto, podría haber mucha frustración
innecesaria.
La Selva Central, en este caso, Oxapampa vive una creciente e imparable presión humana para "tumbarse" al monte y aprovechar sus tierras en plantaciones como la maracuya. Foto: Enrique Angulo Pratolongo |
En base a lo anterior, el Proyecto CBC tiene pensado,
entre otros resultados, lograr que los gobiernos regionales cuenten con mayores
capacidades para ejercer sus competencias y funciones en lo referido a la
conservación de sus bosques a través de diferentes mecanismos, donde uno de
ellos es el de las TDC. Todo esto debe ir de la mano de una articulación real
con los tres niveles de gobierno y con las organizaciones representativas de
las comunidades nativas y campesinas para optimizar los esfuerzos destinados a
la conservación de los bosques.
Según manifiestan algunos funcionarios, en los gobiernos
regionales existe la buena costumbre de replicar experiencias exitosas de otros
gobiernos regionales. ¿será verdad? Ojalá que sí, así podría ser que el modelo
de las TDC u otros similares de conservación y desarrollo puedan ser aplicados
en otros ámbitos en base a experiencias exitosas.
A ver de
dónde chorrea
Todo lo anterior puede sonar bonito y esperanzador, pero
regresamos a una de las principales preocupaciones: ¿cómo financiar estos mecanismos,
sus necesidades y las actividades pendientes? Como parte del Proyecto CBC, se
ha realizado diversos estudios para garantizar la sostenibilidad de la política
de conservación de bosques mediante el uso de las TDC o de mecanismos similares.
Una de las alternativas analizadas fue la viabilidad de financiamiento con los
recursos provenientes del canon minero que reciben los gobiernos regionales. “Felizmente”
el Sistema Nacional de Presupuesto Público del Ministerio de Economía y
Finanzas permite aplicar diversos esquemas de financiamiento de políticas
públicas, en base a su impacto a largo plazo.
En ese entendido, se ha analizado la política nacional de
conservación de bosques, el contexto internacional, las necesidades de fondos
para financiar las TDC, los ingresos de los gobiernos regionales que concentran
la mayor cantidad de bosques en comunidades indígenas y los saldos por
transferencias del Tesoro Público. Con esto, se podría incorporar para el
financiamiento requerido un porcentaje de los saldos por conceptos de
explotación de hidrocarburos transferidos anualmente al Tesoro Público.
Y aunque suene paradójico, uno de los motivos que
justifica la presente propuesta es que el concepto vinculante de la mitigación
del cambio climático no sería ajeno al uso de combustibles fósiles y este, a la
explotación de hidrocarburos. Los recursos provenientes de la explotación de
hidrocarburos parecen ser permanentes en el país, dado que la gran mayoría de
lotes en la actualidad tienen un buen horizonte de recursos por explotar.
Adicionalmente, con el tiempo tendríamos nuevas operaciones comerciales en
lotes que actualmente están en exploración, lo que aseguraría el ingreso de
recursos económicos.
Por otro lado, también como parte del Proyecto CBC, se elaboró una
propuesta normativa y técnica que permita al Ministerio del Ambiente y a
determinados gobiernos regionales concertar una operación de endeudamiento para
financiar la conformación de un Fondo Ambiental para la conservación de bosques
a cargo del mencionado ministerio. Se analizó el escenario de un financiamiento
que contempla una combinación de recursos nacionales y recursos provenientes
del endeudamiento, de preferencia externo.
De
este modo, una de las variantes para el financiamiento de proyectos forestales
podría considerar la estructuración de un programa de proyectos para que sea
financiado a través de transferencias monetarias directas. Esto implicaría un
subsidio directo a los gobiernos regionales que serían los receptores y que
deberían contribuir con una contraparte para, entre otros, respaldar el
financiamiento parcial, su mantenimiento y la ejecución de los proyectos de
conservación que estarían a su cargo
(por eso es imprescindible reforzar sus capacidades).
Para
la implementación de una propuesta legislativa que permita viabilizar el
esquema de financiamiento propuesto, se requiere que los gobiernos regionales y
locales que son beneficiarios del canon, tengan la facultad de destinar una
parte de los mismos para financiar la contrapartida de los proyectos de
recuperación de bosques que son financiados, parcialmente, con recursos de
endeudamiento público; y para realizar los estudios de pre inversión y el
mantenimiento de dichos proyectos.
Además,
para financiar un préstamos del gobierno nacional traspasado a los gobiernos
regionales y locales, así como para financiar el endeudamiento interno mediante
el uso de una parte de sus recursos determinados (canon, sobrecanon, regalías,
exoneraciones tributarias, entre otros), es necesario adecuar el marco
normativo vigente. Otro mecanismo sugerido es el fideicomiso para respaldar la
sostenibilidad del financiamiento de un proyecto ambiental.
Como
ven, hay bastantes posibilidades para “meter” plata en la conservación de
nuestros bosques. A ver si de una vez nos convencemos que destinar fondos para
estos temas no es un gasto, sino una inversión necesaria que no debemos seguir
aplazando. ¡Manos a la obra! ¡Hay bastante chamba!
Marzo 2014
Artículo publicado en la versión online de la Revista Rumnbos:
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