lunes, 7 de abril de 2014

EL PROYECTO CONSERVACIÓN DE BOSQUES COMUNITARIOS Y LAS TRANSFERENCIAS DIRECTAS CONDICIONADAS (IV)

El río Huallaga cerca al pueblo de Shapaja en San Martín. y del Área de
Conservación Regional Cordillera Escalera. San Martín
es uno de los departamentos que más ha sufrido los embistes de la
deforestación en el país.
Foto: Enrique Angulo Pratolongo
Ahora sí. Lo prometido es deuda, con estas líneas cierro momentáneamente esta seguidilla de artículos dedicados al Proyecto Conservación de Bosques Comunitarios (Proyecto CBC). Para ello, es necesario revisar algunos de los principales avances a la fecha, cuáles son los retos que se debe enfrentar y qué lecciones aprendidas ha arrojado este emprendimiento en su primera fase. Aún hay bastante camino por recorrer. Si no metemos el hombro, el panorama actual puede empeorar y podríamos ir despidiéndonos de gran parte de nuestros bosques amazónicos. Esperemos que eso no se dé y si se da, que Dios nos coja confesados.   

La primera fase del Proyecto CBC se ha concentrado en consolidar la implementación de las Transferencias Directas Condicionadas (TDC) como un instrumento para conservar los bosques de las comunidades nativas asentadas en nuestra selva amazónica. A su vez, ofrece la oportunidad de administrar dinero para emprender alguna actividad productiva sostenible que permita utilizar responsablemente el entorno, con el fin de generar beneficios económicos para los miembros de estas comunidades. Se ha logrado, mediante los convenios para acceder a las TDC y hasta el 2012, conservar cerca de medio millón de hectáreas de bosques comunitarios amazónicos y beneficiar a casi 3200 familias de seis provincias de Cusco, Pasco, Junín, Amazonas y San Martín. Como se ve, falta bastante aún.

Lo importante en todo esto es que se está gestando una manera de incentivar un mejor uso de lo que nos rodea para mantener a salvo nuestros bosques. No estamos hablando de no tocar y dejar todo tal cual, sino de utilizar nuestros recursos naturales inteligente y responsablemente mirando hacia el futuro. A estas alturas del partido, coincido con el astrólogo y genio Stephen Hawking en que, si no salimos de este planeta, nos extinguiremos. Mientras tanto, debemos hacer algo para preservar nuestra diversidad biológica. Para ello debemos cambiar varias cosas. Veamos algunas de ellas.

¡A ponerse las pilas!

Como parte del Proyecto CBC, se analizó el impacto de la piscicultura en la cuenca amazónica como una alternativa económica y alimentaria implementada por el Estado y algunas organizaciones. Para ello, se analizó el caso de dos comunidades nativas del distrito de Santiago, en la provincia de Condorcanqui, departamento de Amazonas. Se evaluó el impacto económico del autoconsumo versus la venta en el mercado y se comparó el estado nutricional y las características del consumo alimentario de las familias que cultivan peces versus aquellas que no se dedican a la piscicultura. Se trabajó en total con 20 familias (10 con piscigranjas y 10 sin piscigranjas).

El análisis arrojó, entre otros, que el nivel tecnológico en ambas comunidades es incipiente, a pesar de que la mayoría de piscicultores afirma haber recibido capacitación técnica. No obstante, esto no se traduce en un buen manejo de sus cultivos, ni en un adecuado manejo de la infraestructura piscícola. Aspectos básicos como la limpieza, desinfección y fertilización de las piscigranjas no son tomados en cuenta con la seriedad del caso. Además, se reportó la ruptura de diques y de aliviaderos, lo que indica la falta de mantenimiento periódico.

Adicionalmente, se reportó el bajo nivel de crecimiento y de los niveles de producción de los peces, problemas que están directamente relacionado al deficiente manejo alimenticio. Asimismo, la difundida práctica del policultivo y la alta preferencia de especies poco exigentes en cuanto a la alimentación (y más fáciles de criar), como el boquichico, carachamas, lisas y pequeños ciclidos (todos estos, peces detritívoros de agua negra) indican que no se está aprovechando eficientemente esta oportunidad de desarrollo local. 

Lo anterior explicaría el hecho de que no se cultive especies omnívoras de mayor valor económico y nutricional como la gamitana y el paco. Estas especies necesitan mayor dedicación y deben ser alimentadas regularmente. A esto, todas las familias encuestadas manifestaron que, pese a los bajos niveles de producción, la única actividad productiva que les genera buenos ingresos es la piscicultura y que el dinero lo emplean principalmente en alimentación, pasajes, vestuario, medicina y en útiles escolares.

Dicho lo anterior, ¿qué más se debe hacer? ¿por qué esta alternativa productiva no funciona en lugares donde debería ser una buena alternativa de desarrollo? ¿se debe a la desidia de los pobladores, a la mala capacitación hecha por los encargados de brindarla? ¿se debe a que se acabaron los fondos económicos en pleno proceso de implementación, al cambio climático, a “el calor” o a qué? ¿y ahora?

Por ende, es necesario adaptar y/o simplificar los paquetes tecnológicos que se deja en las comunidades, los mismos que deben estar adaptados al entorno, a la cultura local y en especial a la disponibilidad de recursos económicos y técnicos en la zona, para que puedan ser realmente aplicados. Es prioritario también elaborar manuales o guías técnicas simplificadas y de ser necesario, bilingües. No es cuestión de cumplir las metas de un proyecto, sino lograr que los pobladores interioricen y comprendan el fin de la iniciativa y los beneficios que de ella se desprenden. Así también, es imprescindible que los pobladores locales se empoderen del esfuerzo para que lo hagan suyo y crean realmente en él.    

¡Ojo con las semillas!

Como sabemos, en las últimas décadas, los bosques naturales amazónicos están siendo deforestados, ya sea mediante la tala y quema para la ampliación de la frontera agrícola, así como mediante la extracción selectiva de especies. Esta última “modalidad” se da generalmente en bosques que no tienen un manejo forestal. Desde el punto de vista ecológico, esta actividad limita las posibilidades de recuperación del bosque, lo empobrece y merma su diversidad biológica; y desde el punto de vista industrial impide el establecimiento de programas de mejora genética sobre las especies de mayor relevancia comercial, lo que origina que se tenga poblaciones arbóreas cada vez más escasas, menos diversas y de baja calidad.

Todo esto se traslada a los planes de manejo forestal y a los de reforestación; debido a que la demanda de semillas de buena calidad no se encuentra totalmente satisfecha, como consecuencia de la escasez de fuentes de suministro suficientes y oportunas. Esto obliga a utilizar semillas de dudosa procedencia y de calidad inferior, lo que podría mermar en las expectativas para los que en el futuro desean invertir en la actividad forestal, pues “sus árboles” no serían de muy buena calidad.
Por ende, para las autoridades nacionales, regionales y locales encargadas del tema forestal, es fundamental propiciar la investigación y generar información actualizada sobre la oferta actual y potencial de semillas forestales de especies nativas. Esto, con el objetivo de poder establecer un vínculo a futuro entre productores y comunidades en lo relacionado al manejo forestal, para lograr que esta actividad realmente traiga consigo beneficios y que pueda se considerada como una alternativa de inversión que genere dividendos.

La eterna ¿y eficiente? descentralización

Como sabemos, desde el año 2003, los gobiernos regionales cuentan, dentro de su estructura orgánica, con la Gerencia Regional de Recursos Naturales y de Gestión del Medio Ambiente. Esta estructura que prometía ser efectiva y operativa para los temas “ambientales”, no ha demostrado que realmente así sea, por lo que muchos emprendimientos reportan un avance lento en los resultado tanto físicos como financieros, debido en parte, a la burocracia “regional” y a la falta de capacidades técnicas. Dirigir los esfuerzos para tener autoridades regionales y locales bien capacitadas que ayuden a que las cosas funcionen, es uno de los mayores retos del proyecto y de toda la gestión ambiental en el país. Sin esto, podría haber mucha frustración innecesaria. 

La Selva Central, en este caso, Oxapampa vive una creciente e imparable
presión humana para "tumbarse" al monte y aprovechar sus tierras
en plantaciones como la maracuya.
Foto: Enrique Angulo Pratolongo 
En base a lo anterior, el Proyecto CBC tiene pensado, entre otros resultados, lograr que los gobiernos regionales cuenten con mayores capacidades para ejercer sus competencias y funciones en lo referido a la conservación de sus bosques a través de diferentes mecanismos, donde uno de ellos es el de las TDC. Todo esto debe ir de la mano de una articulación real con los tres niveles de gobierno y con las organizaciones representativas de las comunidades nativas y campesinas para optimizar los esfuerzos destinados a la conservación de los bosques.

Según manifiestan algunos funcionarios, en los gobiernos regionales existe la buena costumbre de replicar experiencias exitosas de otros gobiernos regionales. ¿será verdad? Ojalá que sí, así podría ser que el modelo de las TDC u otros similares de conservación y desarrollo puedan ser aplicados en otros ámbitos en base a experiencias exitosas.

A ver de dónde chorrea 

Todo lo anterior puede sonar bonito y esperanzador, pero regresamos a una de las principales preocupaciones: ¿cómo financiar estos mecanismos, sus necesidades y las actividades pendientes? Como parte del Proyecto CBC, se ha realizado diversos estudios para garantizar la sostenibilidad de la política de conservación de bosques mediante el uso de las TDC o de mecanismos similares. Una de las alternativas analizadas fue la viabilidad de financiamiento con los recursos provenientes del canon minero que reciben los gobiernos regionales. “Felizmente” el Sistema Nacional de Presupuesto Público del Ministerio de Economía y Finanzas permite aplicar diversos esquemas de financiamiento de políticas públicas, en base a su impacto a largo plazo.

En ese entendido, se ha analizado la política nacional de conservación de bosques, el contexto internacional, las necesidades de fondos para financiar las TDC, los ingresos de los gobiernos regionales que concentran la mayor cantidad de bosques en comunidades indígenas y los saldos por transferencias del Tesoro Público. Con esto, se podría incorporar para el financiamiento requerido un porcentaje de los saldos por conceptos de explotación de hidrocarburos transferidos anualmente al Tesoro Público.

Y aunque suene paradójico, uno de los motivos que justifica la presente propuesta es que el concepto vinculante de la mitigación del cambio climático no sería ajeno al uso de combustibles fósiles y este, a la explotación de hidrocarburos. Los recursos provenientes de la explotación de hidrocarburos parecen ser permanentes en el país, dado que la gran mayoría de lotes en la actualidad tienen un buen horizonte de recursos por explotar. Adicionalmente, con el tiempo tendríamos nuevas operaciones comerciales en lotes que actualmente están en exploración, lo que aseguraría el ingreso de recursos económicos.

Por otro lado, también como parte del Proyecto CBC, se elaboró una propuesta normativa y técnica que permita al Ministerio del Ambiente y a determinados gobiernos regionales concertar una operación de endeudamiento para financiar la conformación de un Fondo Ambiental para la conservación de bosques a cargo del mencionado ministerio. Se analizó el escenario de un financiamiento que contempla una combinación de recursos nacionales y recursos provenientes del endeudamiento, de preferencia externo.

De este modo, una de las variantes para el financiamiento de proyectos forestales podría considerar la estructuración de un programa de proyectos para que sea financiado a través de transferencias monetarias directas. Esto implicaría un subsidio directo a los gobiernos regionales que serían los receptores y que deberían contribuir con una contraparte para, entre otros, respaldar el financiamiento parcial, su mantenimiento y la ejecución de los proyectos de conservación que estarían a  su cargo (por eso es imprescindible reforzar sus capacidades).

Para la implementación de una propuesta legislativa que permita viabilizar el esquema de financiamiento propuesto, se requiere que los gobiernos regionales y locales que son beneficiarios del canon, tengan la facultad de destinar una parte de los mismos para financiar la contrapartida de los proyectos de recuperación de bosques que son financiados, parcialmente, con recursos de endeudamiento público; y para realizar los estudios de pre inversión y el mantenimiento de dichos proyectos.

Además, para financiar un préstamos del gobierno nacional traspasado a los gobiernos regionales y locales, así como para financiar el endeudamiento interno mediante el uso de una parte de sus recursos determinados (canon, sobrecanon, regalías, exoneraciones tributarias, entre otros), es necesario adecuar el marco normativo vigente. Otro mecanismo sugerido es el fideicomiso para respaldar la sostenibilidad del financiamiento de un proyecto ambiental.

Como ven, hay bastantes posibilidades para “meter” plata en la conservación de nuestros bosques. A ver si de una vez nos convencemos que destinar fondos para estos temas no es un gasto, sino una inversión necesaria que no debemos seguir aplazando. ¡Manos a la obra! ¡Hay bastante chamba!    

Marzo 2014

Artículo publicado en la versión online de la Revista Rumnbos:


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