Ostrero negruzco (Haematopus ater). Foto: Fernando Angulo Pratolongo. |
Lanzo
algunas apuradas reflexiones antes de que empiece el IX Congreso Nacional de
Ornitología. La cita es en la ciudad de Huamanga, en Ayacucho, del 20 al 25 de
abril. Y es que, debo admitirlo, no podía quedarme sin escribir algo al
respecto. Y además, como siento que estamos avanzando en la construcción de las
bases para potenciar el estudio científico en el Perú y en este caso, el de la
ornitología, es necesario también mirar para atrás para rescatar lo bueno,
corregir errores y preparar lo que se viene. Felizmente, todo esto va de la
mano de un avance prometedor de la observación de aves como una disciplina que
cada vez motiva a más personas a conocer y preservar nuestra diversidad
biológica.
Parte de esta historia empezó —para mí— en el 2005,
específicamente del 09 al 12 de octubre, en la ciudad de Chiclayo. En ese
entonces, se realizó el VI Congreso Nacional de Ornitología en el campus de una
universidad chiclayana. En aquella ocasión, se respiraba un aire universitario
de afanosos emprendedores relacionados a la ornitología peruana que pugnaban
por ampliar los horizontes y abrir más la paleta de posibilidades relacionadas
al estudio y promoción de nuestra avifauna. Recuerdo que fue el otrora
Presidente Regional de Lambayeque (y ahora vapuleado), Yehude Simon, el
encargado de inaugurar el evento.
Aquella vez conocí a Thomas Shulenberg —uno de los “más
capos” en cuanto a lo que nuestra diversidad ornitológica se refiere—, quien
anunció que “pronto”, saldría una guía de aves para el Perú. Es decir, por fin
habría una guía de campo digna de una potencia mundial en lo referido al número
y variedad de aves (en especial, endémicas). Por supuesto, la aparición del
“Aves de Perú” no desmerecía los trabajos anteriores hechos para estos fines.
Sin embargo, lo anunciado por Schulenberg marcaría un importante repunte en la
ornitología peruana. También recuerdo el justo y emotivo homenaje que se le dio
a Gustavo del Solar y a John O’Neill, los “redescubridores” de la Pava
Aliblanca (Penelope albipennis) en el
año 1977.
Y recién caigo en cuenta que, con la viada y el ímpetu
post congreso, inicié el 2006 —con un tal Fernando Angulo Pratolongo y otros expertos
“pajarólogos”— una empresa que hasta ahora perdura: producir y sacar a la luz
el boletín de la Unión de Ornitólogos del Perú (UNOP). Revisando los primeros
números del boletín, debo confesar que me da un poco de vergüenza aceptarlos
como tal. No obstante, ese sentimiento se desvanece cuando analizo el avance y
progreso que ha tenido este importante medio de comunicación para la discusión
y difusión de la investigación ornitológica en el país.
El gran esfuerzo y el continuo mejoramiento de la calidad
científica del boletín no hubiesen sido posibles sin el apoyo de los expertos
que conforman el actual Comité Editorial, es decir, Thomas Valqui, Javier
Barrio, Mauricio Ugarte, Renzo Piana, Manuel A. Plenge, Alexander More, Irma
Franke, José Tello y Fernando Angulo; de los miembros de la UNOP, revisores y
colaboradores, como Grace Servat, Pepe Álvarez, César Chávez, Letty Salinas,
Katya Balta, Horacio Zeballos, Armando Váldes, Nataly Hidalgo, Constantino
Aucca, Alessandra Quiñones, Antje Chiu, Oscar Gonzales, Dan Lane, Thom
Schulenberg, Alfredo Begazo, Barry Walker, Diego García, Ernesto Málaga, Carlos
Zavalaga, Christian Devenish, Sergio Nolazco, Antonio García y otros; y —claro
está— de todos los que han enviado sus artículos y colaboraciones para cristalizar
y seguir consolidando esta imprescindible y poderosa herramienta que coadyuva a
impulsar el desarrollo de la ornitología en el país.
Además, no puedo dejar de agradecer a Ele (Wendy) Rojas, a
Jorge Novoa y a Carolina Ostinelli, por ayudarnos con la inmensa e importante
labor de diagramar el boletín y porque han soportado estoicamente los cincuenta
mil cambios y correcciones que supone cada nuevo número del boletín. Mil
gracias a todos. Y por todo esto, les recomiendo dar una mirada a todos los
números aparecidos desde el 2006 a la fecha (ver notas al final) para conocer
la evolución del boletín y revisar los diversos temas que han sido abordados en
estos ya casi ocho años. Y aprovecho estas líneas para darle una primicia
calientita: ¡se viene un nuevo número del boletín antes del congreso!
VIICNO
Dos años después, en el 2008 y del 27 al 30 de abril, la
cita ornitológica se dio en la cálida ciudad de Piura. En aquella oportunidad y
en las instalaciones de la Universidad Nacional de Piura, recuerdo haber
asistido a diversas conferencias y charlas magistrales que fueron ampliándome
el panorama en estos temas. No obstante, no dejó de atormentarme el número
reducido de estudiantes que se hizo presente en aquella ocasión y el hecho de
ver casi a los mismos del congreso anterior. Esto último, en realidad no es tan
grave, pues sabemos que en nuestro reducido mundo ornitológico, no somos
muchos.
Lo resaltante es que, pese a lo anterior, pude comprobar
que este tipo de reuniones son de mucha importancia para intercambiar y
actualizar información, para conocer emprendimientos nacionales y extranjeros
que pueden servir de ejemplos o que aportan datos relevantes para lo que uno
viene haciendo, para hacer relaciones públicas y para afianzar lazos de amistad
y fraternidad. Claro, esto último, siempre y cuando no debamos toparnos con
algunos impresentables que pululan por ahí como almas en pena sin aportar nada,
creando conflictos y desinformando a despistados que defienden lo indefendible
o que se hacen los de la vista gorda.
El IX
Congreso de Ornitología Neotropical y el VIII Congreso Peruano de Ornitología
en Cusco
Tres años después, fue el turno del último congreso ornitológico
nacional, realizado en Cusco, a la par del noveno congreso de ornitología
neotropical. Del 08 al 14 de noviembre del 2011, alrededor de 1000 participantes
inscritos abarrotaron las instalaciones destinadas para albergar a los expertos
nacionales y extranjeros en torno a las aves. Esta vez hubo una mayor presencia
de estudiantes, debido a —supongo— lo atractivo de la ciudad y a lo “bacán” de
participar en dos congresos a la vez. Sean estas u otras las razones de una
mayor afluencia de participantes, pude comprobar el crecimiento de la
producción científica en torno a nuevos estudios sobre nuestra riqueza
ornitológica.
Asimismo, en la “Ciudad Imperial” percibí un clima muy
intenso y prometedor de intercambio de experiencias y de información científica.
Conversando con varios “gringos” y expertos extranjeros, me convencí de que
estábamos por buen camino pero que aún era insuficiente lo realizado. Es
evidente que hay un despunte en la ornitología peruana y en el ejercicio de la
observación de aves; pero aún falta descentralizar ambos aspectos y fortalecer
nuestras capacidades. Así por ejemplo, como parte de las labores de producción
y de edición del boletín de la UNOP, me he topado con algunos textos que tienen
una calidad bastante cuestionable y reducida en cuanto a la redacción, la
conexión lógica de las ideas que lo sustentan y a la manera de presentar,
analizar, discutir y presentar datos. Es imperativo seguir trabajando al
respecto para producir información de calidad que nos permita ofrecer argumentos
científicos y técnicos que puedan sustentar la toma de decisiones en diferentes
niveles.
Huallata (Chloephaga melanoptera). Foto: Fernando Angulo Pratolongo. |
Pero, lo interesante en todo esto es que, tras el
congreso en Cuzco a la fecha, ha habido bastantes mejoras y cada día nacen y se
consolidan diferentes iniciativas en torno al mundo “pajarero”. Tenemos por un
lado, la realización de diferentes actividades promocionales de la observación
de aves, como los “Birding Days”, los “Birding Rally Challenge”, ferias y otras
reuniones en torno a las aves; y por el otro, está aumentando la aparición de
nuevas publicaciones técnicas y científicas sobre nuestra avifauna. Además, estoy
seguro que podemos afirmar con certeza de que cada día crece el número de los
aficionados a las aves. A eso hay que sumarle que tenemos la ventaja de contar
con las redes sociales para promocionar el intercambio de información y la
discusión de temas de relevancia, siempre y cuando no se conviertan en agentes
para promocionar intereses propios.
Esto es seguramente, para los más “duros” en términos
científicos o académicos, insuficiente, no obstante, es un avance y debemos
unir esfuerzos. No estamos, a estas alturas del partido, para malgastar el
tiempo y las energías en discusiones intranscendentes o bizantinas que nos conducen a la nada. ¡Discutamos!
No me opongo, pero saquemos a relucir argumentos técnicos que nos permitan
cambiar las cosas y hacerle entender a los que toman decisiones que es vital
apoyar la investigación científica para contar con información certera y con
ello pasar a la acción. ¡Con ellos debemos discutir y si es necesario,
agarrarnos de las mechas!
Pajareros
y ornitólogos en Ayacucho
Entonces, este año nos toca deliberar cómo seguir
apostando por esta rama de la biología para aterrizar en acciones concretas que
nos sigan despercudiendo del letargo en el que hemos estado. El desarrollo de
la ornitología en el país debe pasar por una apuesta al compromiso de
trascender más allá de publicar un artículo científico o de ser un experto en
aves, es decir, debemos buscar “crear escuela” y llevar el apasionamiento e
interés por las plumíferas a la toma de decisiones e intentar buscar
alternativas de desarrollo en torno a ellas. Es decir, fomentar el cuidado y el
buen uso de nuestra diversidad biológica teniendo a las aves como nuestro
“Caballo de Troya” es una buena manera de exigir el cuidado del entorno y a su
vez de sacar adelante iniciativas que conjuguen la pasión por la naturaleza con
el tan mentado desarrollo que necesitamos y anhelamos.
Espero que en esta ocasión, la hermosa ciudad de Huamanga
funja de catalizador para esta gran ola ornitológica que viene “azotando” a nuestro
país. Tenemos la mesa servida y esta vez el menú estará al alcance de todos en
la “Ciudad de las Iglesias”. Arrasemos con todo y sigamos remando en la misma
dirección para convertir al país en una potencia mundial en el tema de aves. Y
por último, dejando de lado los discursos aleccionadores y técnicos,
disfrutemos de esta fiesta “pajarera” y aprovechemos al máximo el poder estar
reunidos teniendo a las aves como protagonistas. Finalmente, dejo por escrito
mi reconocimiento al gran esfuerzo desplegado por los organizadores y por todos
los que han hecho que el epicentro de la ornitofauna nacional se traslade a
Ayacucho.
Sobre el VI Congreso Nacional de Ornitología
en Chiclayo (2006):
Para leer todos los números del
boletín de la Unión de Ornitólogos del Perú (UNOP):
Sobre el VII Congreso Nacional de
Ornitología en Piura (2008):
Sobre el IX Congreso de Ornitología
Neotropical y el VIII Congreso Peruano de Ornitología en Cusco (2011):
Sobre los congresos ornitológicos en
el Perú (1995 – 2011), visitar el blog de la Dra. Irma Francke:
Abril 2014
Artículo publicado en la versión online de la Revista Rumbos:
Buen artículo Kiko. Felicitaciones. Un abrazo. Antonio Tovar
ResponderEliminarGracias Toño. Abrazo.
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