Una de las formas de superarnos es mejorando la educación en todos los aspectos. Uno de estos aspectos es el ambiental.
Todos los días escuchamos por doquier que el Perú es un país con grandes posibilidades y que es más grande que sus problemas. Asimismo, en la época de las celebraciones por un año más de nuestra independencia, salen a la luz los sentimientos nacionalistas, las arengas por defender nuestro patrimonio, nuestra cultura, el cajón criollo, la lúcuma, el pisco, el suspiro a la limeña, el cebiche y todos los productos peruanos. Yo amo a mi país. Pero para propalar ese estribillo hay que demostrarlo. De nada sirve ponerse el ya tan conocido polo rojo que hiciera tan popular un antiguo jugador de fútbol local, si no lo demostramos, si no lo vivimos y si no transmitimos nuestros verdaderos valores y conocimientos a las generaciones que vienen.
Es vergonzoso reconocer que existen muchos casos en que personas de otros países conocen más de nuestro propio país que nosotros mismos. Si esto es así, entonces qué estamos recibiendo en los innumerables años que pueda durar nuestra educación. Ya no me remito a la educación primaria y secundaria, sino, me refiero también a la educación universitaria. Existen varios puntos que he de mencionar a lo largo del texto (y que seguramente no son todos los necesarios), los cuales deberían hacernos reflexionar sobre nuestras actitudes.
Me voy a remitir a observar puntos que tienen que ver con el medio ambiente y la ecología. En este aspecto nos encontramos aún en un proceso muy lento de desarrollo, pese a los innumerables esfuerzos que existen en el Perú por fortalecer un manejo racional, sostenible y sustentable de los recursos naturales, así como por incentivar una educación que tome en cuenta el tema medioambiental. Empezaré por un ejemplo citadino, con el fin de analizar ciertas conductas que lamentablemente desembocan en un comportamiento poco amigable con el medio ambiente.
Imaginémonos, que estamos en una de esas combis asesinas haciendo la ruta “todo Javier Prado”. Veamos dos situaciones y tratemos de entenderlas. Mientras viajamos contemplando la vertiginosa embestida de autos y combis de la ciudad, vemos que el chofer, una vez terminada su “bolsa de galletas” y con la mayor naturalidad, del mundo, tira por la ventana la basura. Ante la llamada de atención que uno le hace, se molesta y le dice que “está trabajando”.
No contento con eso, el chofer utiliza a diestra y siniestra el claxon creyendo que por tocarlo repetidas veces, el endemoniado tráfico limeño va a descongestionarse y él va a “poder seguir trabajando” tranquilamente.
¿Cómo explicar estas conductas? En el primer punto, se debe recalcar que lamentablemente muchas personas hacen lo mismo, es decir, no es una conducta exclusiva de los chóferes. Ensuciar la ciudad es un síntoma de la carencia de explicaciones convincentes que agudicen un racionamiento, que induzca a la gente a mantener limpio su entorno. No se puede afirmar necesariamente que es una falta de educación de las personas, pues es muy probable que sí la hayan recibido, sino, es la falta de una visión global de los problemas de la sociedad (no importa ensuciar lo que no es nuestro). Así también, es una falta de respeto a los demás.
En el segundo caso, la vorágine de la ciudad, la falta de criterio y las débiles leyes del Perú, permiten y facilitan que un alto número de impresentables irrumpa en las calles y nos dejen casi sordos. ¡Pobres los transeúntes, que osan cruzarse en el camino de los apurados chóferes limeños! Este hecho significa también un acto de contaminación y tiene consecuencias negativas en los seres humanos. Estas conductas deben ser combatidas y erradicadas. Nuestra sociedad es un engranaje sumamente complejo, compuesto por muchas partes que entre ellas interactúan y mueven una pesada maquinaria.
Este engranaje busca, en algunos casos, solo sobrevivir y hacer más llevadera la existencia, en otros solo busca mantenerse en un status cómodo y seguro.
Esta breve descripción de nuestra situación nos ubica en un sistema más complejo que abarca la asociación del objeto en cuestión, en este caso, la educación ambiental en la sociedad peruana con el entorno. Asimismo, es sumamente necesario vincular esta educación con quien la observa y analiza. Para tal fin existen algunas premisas. Debemos identificar si el sistema que estamos analizando está organizado.
El elemento que tal vez parezca simple, deja de ser simple a través de una atomización en su estructura y pasa a ser un elemento compuesto con muchas aristas que abarcan varias cualidades de la sociedad. Si tomamos como referencia el modelo sustentado por Edgar Morin, se puede afirmar que nuestra sociedad es compleja. A esta afirmación, se le debe agregar el término “complicado”. Según este autor, ambos términos no son lo mismo. Lo complicado surge de una inconmensurabilidad que desvirtúa la percepción y que introduce elementos que impiden un andar organizado de un sistema.
En el caso de un sistema complejo —como el nuestro— estamos hablando de fenómenos sociales y de los principios que los rigen. Para hablar de complejidad, debemos partir de que este tipo de pensamiento trata de unir los conocimientos e hilvanar todo lo aprendido para fines comunes que lleven al hombre a su estabilidad emocional y social, como se verá líneas más adelante. En este esquema, la educación cumple un papel primordial y la educación ambiental también, pues debemos asegurar un factor primordial para nuestro bienestar: el medio ambiente que nos alberga y nos albergará todos los años que estemos sobre este planeta.
La educación no solo es para los que van al colegio
La educación ambiental no es solo para niños y jóvenes, es también para adultos y significa un proceso constante de aprendizaje. Para beneplácito de muchos, es fortaleciente percibir que los niños de ahora ya traen consigo algunas normas mínimas de conducta ambiental. Los que más ensucian son los adultos. El tema ambiental va cogiendo forma, pero falta aún mucho por hacer.
Si bien se puede afirmar que la “agenda verde” está de moda, más que todo debido al inminente calentamiento global y a las amenazas a nivel mundial contra el medio ambiente, es interesante observar cómo este tema va calando poco a poco y con más ahínco en los niños. Esta es una buena noticia, pues son ellos los que van a tomar “la posta”. La educación debe mejorar en todos los aspectos y en el aspecto ambiental mucho más.
Una reforma de la educación es imprescindible en todos los niveles. Si bien se debe incidir en los más chicos, los adultos no se deben salvar. Esta situación se fundamenta por la sencilla razón de que es en el seno de la familia donde se funden, en una amalgama de conocimientos, los principios con los que las futuras generaciones salen a lidiar y formar su destino. La educación es importante en la casa, ahí nace y ahí se consolida.
El problema del agua
Parte de la educación ambiental es el racionamiento de los recursos (siempre y cuando los haya) y el buen uso. ¿Qué podemos pensar si vemos que en época de escasez algunos ciudadanos salen a regar su jardín derrochando el agua?, ¿Cómo explicar que mientras unos padecen la falta de agua, otros la desperdician sin ningún remordimiento? Estas conductas pueden ser evitadas, justamente si el propio individuo toma conciencia de la situación real que estamos atravesando.
La única manera de fomentar un uso racional es educando al respecto y esta educación implica explicar de dónde proviene el agua que utilizamos, las causas y consecuencias de la posible crisis de este elemento básico y su implicancia en todas nuestras actividades. Sin llegar a ser tremendistas, en este caso se debe educar sobre lo que le espera a la humanidad (sequías, avance del desierto, conflictos sociales, etc.)
Esta última percepción también forma parte de un sistema complejo de conocimiento que apunta a poder concebir y abordar lo fundamental, aquello que aparece ante nosotros de diversas maneras que implican confrontaciones entre los distintos actores y de donde surgen una serie de incertidumbres y contrastes.
Si bien el tema del agua puede tener algunos aspectos políticos y económicos de alcance nacional que tal vez sean ajenos al ciudadano común y corriente, es necesario acercar dichos temas a todos. El pensamiento complejo asume estos problemas como coyunturas especiales determinadas por múltiples factores, pero que no corresponden a situaciones lejanas y singulares.
El tema de la educación para superar estas coyunturas y procesos que involucra a todos, debe suponer que se asuman los verdaderos principios de un conocimiento pertinente y certero de la condición humana, como primer eje y de ahí, de la condición del humano como un todo a nivel planetario. La educación ambiental es uno de los pilares de esta enseñanza de la comprensión y de la ética del ser humano.
Conocer para aplicar
Según Morin, se debe iniciar una reforma del pensamiento. Definitivamente, esta reforma no debe escapar a reformular varios conceptos referentes a la educación en temas ambientales. Según este autor, esta reorganización ya no se enfoca necesariamente en el acto de enseñar, ni en las metodologías de la enseñanza (este es un tema para los educadores, y si hay mejoras técnicas de educación, bienvenidas sean), sino en reorganizar los males del sistema actual que conllevan a una crisis de valores.
Un caso típico y muy tratado por Morin es el que se refiere a las diferentes disciplinas y tópicos que se enseña. Estos conocimientos deben estar interrelacionados. Debe haber una conexión lógica y secuencial entre lo que se enseña y la realidad. De qué sirve enseñar la estructura de todos los seres vivos y sus diferentes funciones, así como la composición química de la materia o las principales teorías económicas, sino hay ninguna relación entre estos temas.
Estas diferentes enseñanzas no aseguran un conocimiento integral, y por ser nuestra sociedad, una sociedad compleja, es necesario reestructurar varios aspectos de la educación. Se debe poner énfasis en problemas centrales, en aquellos que sean realmente prioritarios para asegurar una mejora en la calidad de vida de la población. Nuestra sociedad se ha vuelto totalmente egoísta. Cada uno vela por su “propio negocio”, es decir cada uno se “asegura” de su propio destino. Las ganancias o beneficios a corto plazo son los más buscados o explotados, sin mirar para adelante. En el Perú, la visión de un plan a largo plazo no es tomada en cuenta.
Si apreciamos por ejemplo que la gente “lava” oro en los ríos para obtener un poco de ganancia o que tala los algarrobos que quedan en el norte para obtener alguna ganancia, se trata de justificar dichas actividades argumentando que estas generan fuentes de ingreso, pero, ¿a qué precio? ¿Es sostenible dicha actividad? Podrá ser sustentable en un muy corto plazo, pero de ninguna manera sostenible en el tiempo. Para afirmar esto hay que saberlo y para saberlo hay que aprenderlo, alguien te lo tiene que decir. No obstante, también estamos obligados a dar opciones pues la gente actúa a veces por hambre y por sobrevivir.
¿Cómo saber y entender estos temas? Deberíamos entenderlo a través de la educación que uno recibe en la casa y en la escuela, y por qué no, en las aulas universitarias. Las ganas de llevarse algo a la boca incitan a dicha conducta y esa conducta es muchas veces la que nos lleva a alterar e intervenir el medio ambiente sin una visión más amplia.
El mundo en que vivimos: una visión según Martha Nussbaum
Nuestro mundo alberga muchas culturas, religiones, tradiciones y diversas imaginaciones que tienen para cada uno un valor determinado. Respetar esta característica es esencial y más aún en nuestra sociedad minada por un racismo clasista. Una sociedad que se respeta a sí misma, puede avanzar en armonía con el medio ambiente.
Las diversas cualidades para una vida con calidad propuestas por esta filosofa estadounidense, tales como las experiencias universales enraizadas en el cuerpo (necesidad de alimentos y bebidas, del techo y el abrigo, el deseo sexual y el placer, entre otros), así como un razonamiento práctico, la afiliación con otros seres humanos, el humor y otros están en un nivel alto y general. Esto sin embargo, no impide a que un individuo anhele y alcance estas virtudes. La diferencia de tradiciones y cultura tampoco es ni debería ser impedimento.
Según el pensamiento de Aristóteles, las políticas del Estado deberían hacer posible estas cualidades. El Estado no debería obligar al ciudadano a cumplir estas virtudes, sino debería facilitar alcanzar una calidad de vida mejor. Para tal fin, la armonía con el medio ambiente es de vital importancia. Así también, deben ser respetadas las creencias y tradiciones locales. Un aspecto fundamental que hay que agregar es el de la salud. Un tema que también tiene mucho que ver con el medio ambiente.
En resumen y rescatando los principales fundamentos de Morin y Nussbaum, debemos intentar alcanzar un nivel de vida mucho mejor en donde se alcancen los principios de una calidad de vida mejor que las actuales. Esto solo puede ser logrado, entre otros tomando como uno de los pilares de este cambio a la educación y según lo sostengo en este texto, la educación ambiental.
Esta educación no significa enseñar sobre las plantitas y animalitos que tenemos, ni como tener un huerto para cultivas productos orgánicos. Implica mucho más, implica asumir una actitud a buscar un nivel de vida más humano en el único medio ambiente que poseemos.
Entender el entorno nuestro como un sistema complejo y no aislado, es también una de las premisas para este cambio. Debemos buscar entrelazar los conocimientos, no separarlos ni hacerlos terriblemente teóricos e inalcanzables. Se debe asumir los principios del conocimiento pertinentes, es decir enseñar los métodos que permitan aprehender las relaciones sociales y las influencias reciprocas entre las partes y el todo de este sistema peruano complejo. Se debe incidir en una actitud mental capaz de abordar problemas y situaciones globales y llevarlas al contexto local para establecer lineamientos de acción. El caso del calentamiento global o la escasez del agua son problemas mundiales, hay que hacerlos “aterrizar” a nuestra realidad sin perder la vista de la problemática mundial.
Enseñar sobre la condición humana y sobre las virtudes que debemos cultivar debe ser el objeto esencial del sistema de educación en el Perú. Asumiendo que muchos conocimientos están dispersos y repartidos en varias ciencias. La educación debe permitir conocer estas ciencias dispersas pero llevándolas a un plano completo y unificándolas en el ser humano.
La educación ambiental debe hacernos más humanos y coherentes en nuestra interrelación con nuestro hábitat. Solo así podemos desarrollar nuestras verdaderas cualidades y aseguraremos una armonía que nos conduzca a ser más humanos. Solo un ser humano pude denominarse como tal si es que puede desarrollar sus capacidades, vence sus limitaciones y suple sus necesidades.
Regresando al primer párrafo, la búsqueda de nuestra verdadera identidad debe asumir una educación global pero sin perder de vista lo nuestro. Solo conociendo nuestra cultura a cabalidad, podemos protegerla y aprender de lo foráneo para cumplir con esta importante tarea.
Diciembre 2005
Todos los días escuchamos por doquier que el Perú es un país con grandes posibilidades y que es más grande que sus problemas. Asimismo, en la época de las celebraciones por un año más de nuestra independencia, salen a la luz los sentimientos nacionalistas, las arengas por defender nuestro patrimonio, nuestra cultura, el cajón criollo, la lúcuma, el pisco, el suspiro a la limeña, el cebiche y todos los productos peruanos. Yo amo a mi país. Pero para propalar ese estribillo hay que demostrarlo. De nada sirve ponerse el ya tan conocido polo rojo que hiciera tan popular un antiguo jugador de fútbol local, si no lo demostramos, si no lo vivimos y si no transmitimos nuestros verdaderos valores y conocimientos a las generaciones que vienen.
Es vergonzoso reconocer que existen muchos casos en que personas de otros países conocen más de nuestro propio país que nosotros mismos. Si esto es así, entonces qué estamos recibiendo en los innumerables años que pueda durar nuestra educación. Ya no me remito a la educación primaria y secundaria, sino, me refiero también a la educación universitaria. Existen varios puntos que he de mencionar a lo largo del texto (y que seguramente no son todos los necesarios), los cuales deberían hacernos reflexionar sobre nuestras actitudes.
Me voy a remitir a observar puntos que tienen que ver con el medio ambiente y la ecología. En este aspecto nos encontramos aún en un proceso muy lento de desarrollo, pese a los innumerables esfuerzos que existen en el Perú por fortalecer un manejo racional, sostenible y sustentable de los recursos naturales, así como por incentivar una educación que tome en cuenta el tema medioambiental. Empezaré por un ejemplo citadino, con el fin de analizar ciertas conductas que lamentablemente desembocan en un comportamiento poco amigable con el medio ambiente.
Imaginémonos, que estamos en una de esas combis asesinas haciendo la ruta “todo Javier Prado”. Veamos dos situaciones y tratemos de entenderlas. Mientras viajamos contemplando la vertiginosa embestida de autos y combis de la ciudad, vemos que el chofer, una vez terminada su “bolsa de galletas” y con la mayor naturalidad, del mundo, tira por la ventana la basura. Ante la llamada de atención que uno le hace, se molesta y le dice que “está trabajando”.
No contento con eso, el chofer utiliza a diestra y siniestra el claxon creyendo que por tocarlo repetidas veces, el endemoniado tráfico limeño va a descongestionarse y él va a “poder seguir trabajando” tranquilamente.
¿Cómo explicar estas conductas? En el primer punto, se debe recalcar que lamentablemente muchas personas hacen lo mismo, es decir, no es una conducta exclusiva de los chóferes. Ensuciar la ciudad es un síntoma de la carencia de explicaciones convincentes que agudicen un racionamiento, que induzca a la gente a mantener limpio su entorno. No se puede afirmar necesariamente que es una falta de educación de las personas, pues es muy probable que sí la hayan recibido, sino, es la falta de una visión global de los problemas de la sociedad (no importa ensuciar lo que no es nuestro). Así también, es una falta de respeto a los demás.
En el segundo caso, la vorágine de la ciudad, la falta de criterio y las débiles leyes del Perú, permiten y facilitan que un alto número de impresentables irrumpa en las calles y nos dejen casi sordos. ¡Pobres los transeúntes, que osan cruzarse en el camino de los apurados chóferes limeños! Este hecho significa también un acto de contaminación y tiene consecuencias negativas en los seres humanos. Estas conductas deben ser combatidas y erradicadas. Nuestra sociedad es un engranaje sumamente complejo, compuesto por muchas partes que entre ellas interactúan y mueven una pesada maquinaria.
Este engranaje busca, en algunos casos, solo sobrevivir y hacer más llevadera la existencia, en otros solo busca mantenerse en un status cómodo y seguro.
Esta breve descripción de nuestra situación nos ubica en un sistema más complejo que abarca la asociación del objeto en cuestión, en este caso, la educación ambiental en la sociedad peruana con el entorno. Asimismo, es sumamente necesario vincular esta educación con quien la observa y analiza. Para tal fin existen algunas premisas. Debemos identificar si el sistema que estamos analizando está organizado.
El elemento que tal vez parezca simple, deja de ser simple a través de una atomización en su estructura y pasa a ser un elemento compuesto con muchas aristas que abarcan varias cualidades de la sociedad. Si tomamos como referencia el modelo sustentado por Edgar Morin, se puede afirmar que nuestra sociedad es compleja. A esta afirmación, se le debe agregar el término “complicado”. Según este autor, ambos términos no son lo mismo. Lo complicado surge de una inconmensurabilidad que desvirtúa la percepción y que introduce elementos que impiden un andar organizado de un sistema.
En el caso de un sistema complejo —como el nuestro— estamos hablando de fenómenos sociales y de los principios que los rigen. Para hablar de complejidad, debemos partir de que este tipo de pensamiento trata de unir los conocimientos e hilvanar todo lo aprendido para fines comunes que lleven al hombre a su estabilidad emocional y social, como se verá líneas más adelante. En este esquema, la educación cumple un papel primordial y la educación ambiental también, pues debemos asegurar un factor primordial para nuestro bienestar: el medio ambiente que nos alberga y nos albergará todos los años que estemos sobre este planeta.
La educación no solo es para los que van al colegio
La educación ambiental no es solo para niños y jóvenes, es también para adultos y significa un proceso constante de aprendizaje. Para beneplácito de muchos, es fortaleciente percibir que los niños de ahora ya traen consigo algunas normas mínimas de conducta ambiental. Los que más ensucian son los adultos. El tema ambiental va cogiendo forma, pero falta aún mucho por hacer.
Si bien se puede afirmar que la “agenda verde” está de moda, más que todo debido al inminente calentamiento global y a las amenazas a nivel mundial contra el medio ambiente, es interesante observar cómo este tema va calando poco a poco y con más ahínco en los niños. Esta es una buena noticia, pues son ellos los que van a tomar “la posta”. La educación debe mejorar en todos los aspectos y en el aspecto ambiental mucho más.
Una reforma de la educación es imprescindible en todos los niveles. Si bien se debe incidir en los más chicos, los adultos no se deben salvar. Esta situación se fundamenta por la sencilla razón de que es en el seno de la familia donde se funden, en una amalgama de conocimientos, los principios con los que las futuras generaciones salen a lidiar y formar su destino. La educación es importante en la casa, ahí nace y ahí se consolida.
El problema del agua
Parte de la educación ambiental es el racionamiento de los recursos (siempre y cuando los haya) y el buen uso. ¿Qué podemos pensar si vemos que en época de escasez algunos ciudadanos salen a regar su jardín derrochando el agua?, ¿Cómo explicar que mientras unos padecen la falta de agua, otros la desperdician sin ningún remordimiento? Estas conductas pueden ser evitadas, justamente si el propio individuo toma conciencia de la situación real que estamos atravesando.
La única manera de fomentar un uso racional es educando al respecto y esta educación implica explicar de dónde proviene el agua que utilizamos, las causas y consecuencias de la posible crisis de este elemento básico y su implicancia en todas nuestras actividades. Sin llegar a ser tremendistas, en este caso se debe educar sobre lo que le espera a la humanidad (sequías, avance del desierto, conflictos sociales, etc.)
Esta última percepción también forma parte de un sistema complejo de conocimiento que apunta a poder concebir y abordar lo fundamental, aquello que aparece ante nosotros de diversas maneras que implican confrontaciones entre los distintos actores y de donde surgen una serie de incertidumbres y contrastes.
Si bien el tema del agua puede tener algunos aspectos políticos y económicos de alcance nacional que tal vez sean ajenos al ciudadano común y corriente, es necesario acercar dichos temas a todos. El pensamiento complejo asume estos problemas como coyunturas especiales determinadas por múltiples factores, pero que no corresponden a situaciones lejanas y singulares.
El tema de la educación para superar estas coyunturas y procesos que involucra a todos, debe suponer que se asuman los verdaderos principios de un conocimiento pertinente y certero de la condición humana, como primer eje y de ahí, de la condición del humano como un todo a nivel planetario. La educación ambiental es uno de los pilares de esta enseñanza de la comprensión y de la ética del ser humano.
Conocer para aplicar
Según Morin, se debe iniciar una reforma del pensamiento. Definitivamente, esta reforma no debe escapar a reformular varios conceptos referentes a la educación en temas ambientales. Según este autor, esta reorganización ya no se enfoca necesariamente en el acto de enseñar, ni en las metodologías de la enseñanza (este es un tema para los educadores, y si hay mejoras técnicas de educación, bienvenidas sean), sino en reorganizar los males del sistema actual que conllevan a una crisis de valores.
Un caso típico y muy tratado por Morin es el que se refiere a las diferentes disciplinas y tópicos que se enseña. Estos conocimientos deben estar interrelacionados. Debe haber una conexión lógica y secuencial entre lo que se enseña y la realidad. De qué sirve enseñar la estructura de todos los seres vivos y sus diferentes funciones, así como la composición química de la materia o las principales teorías económicas, sino hay ninguna relación entre estos temas.
Estas diferentes enseñanzas no aseguran un conocimiento integral, y por ser nuestra sociedad, una sociedad compleja, es necesario reestructurar varios aspectos de la educación. Se debe poner énfasis en problemas centrales, en aquellos que sean realmente prioritarios para asegurar una mejora en la calidad de vida de la población. Nuestra sociedad se ha vuelto totalmente egoísta. Cada uno vela por su “propio negocio”, es decir cada uno se “asegura” de su propio destino. Las ganancias o beneficios a corto plazo son los más buscados o explotados, sin mirar para adelante. En el Perú, la visión de un plan a largo plazo no es tomada en cuenta.
Si apreciamos por ejemplo que la gente “lava” oro en los ríos para obtener un poco de ganancia o que tala los algarrobos que quedan en el norte para obtener alguna ganancia, se trata de justificar dichas actividades argumentando que estas generan fuentes de ingreso, pero, ¿a qué precio? ¿Es sostenible dicha actividad? Podrá ser sustentable en un muy corto plazo, pero de ninguna manera sostenible en el tiempo. Para afirmar esto hay que saberlo y para saberlo hay que aprenderlo, alguien te lo tiene que decir. No obstante, también estamos obligados a dar opciones pues la gente actúa a veces por hambre y por sobrevivir.
¿Cómo saber y entender estos temas? Deberíamos entenderlo a través de la educación que uno recibe en la casa y en la escuela, y por qué no, en las aulas universitarias. Las ganas de llevarse algo a la boca incitan a dicha conducta y esa conducta es muchas veces la que nos lleva a alterar e intervenir el medio ambiente sin una visión más amplia.
El mundo en que vivimos: una visión según Martha Nussbaum
Nuestro mundo alberga muchas culturas, religiones, tradiciones y diversas imaginaciones que tienen para cada uno un valor determinado. Respetar esta característica es esencial y más aún en nuestra sociedad minada por un racismo clasista. Una sociedad que se respeta a sí misma, puede avanzar en armonía con el medio ambiente.
Las diversas cualidades para una vida con calidad propuestas por esta filosofa estadounidense, tales como las experiencias universales enraizadas en el cuerpo (necesidad de alimentos y bebidas, del techo y el abrigo, el deseo sexual y el placer, entre otros), así como un razonamiento práctico, la afiliación con otros seres humanos, el humor y otros están en un nivel alto y general. Esto sin embargo, no impide a que un individuo anhele y alcance estas virtudes. La diferencia de tradiciones y cultura tampoco es ni debería ser impedimento.
Según el pensamiento de Aristóteles, las políticas del Estado deberían hacer posible estas cualidades. El Estado no debería obligar al ciudadano a cumplir estas virtudes, sino debería facilitar alcanzar una calidad de vida mejor. Para tal fin, la armonía con el medio ambiente es de vital importancia. Así también, deben ser respetadas las creencias y tradiciones locales. Un aspecto fundamental que hay que agregar es el de la salud. Un tema que también tiene mucho que ver con el medio ambiente.
En resumen y rescatando los principales fundamentos de Morin y Nussbaum, debemos intentar alcanzar un nivel de vida mucho mejor en donde se alcancen los principios de una calidad de vida mejor que las actuales. Esto solo puede ser logrado, entre otros tomando como uno de los pilares de este cambio a la educación y según lo sostengo en este texto, la educación ambiental.
Esta educación no significa enseñar sobre las plantitas y animalitos que tenemos, ni como tener un huerto para cultivas productos orgánicos. Implica mucho más, implica asumir una actitud a buscar un nivel de vida más humano en el único medio ambiente que poseemos.
Entender el entorno nuestro como un sistema complejo y no aislado, es también una de las premisas para este cambio. Debemos buscar entrelazar los conocimientos, no separarlos ni hacerlos terriblemente teóricos e inalcanzables. Se debe asumir los principios del conocimiento pertinentes, es decir enseñar los métodos que permitan aprehender las relaciones sociales y las influencias reciprocas entre las partes y el todo de este sistema peruano complejo. Se debe incidir en una actitud mental capaz de abordar problemas y situaciones globales y llevarlas al contexto local para establecer lineamientos de acción. El caso del calentamiento global o la escasez del agua son problemas mundiales, hay que hacerlos “aterrizar” a nuestra realidad sin perder la vista de la problemática mundial.
Enseñar sobre la condición humana y sobre las virtudes que debemos cultivar debe ser el objeto esencial del sistema de educación en el Perú. Asumiendo que muchos conocimientos están dispersos y repartidos en varias ciencias. La educación debe permitir conocer estas ciencias dispersas pero llevándolas a un plano completo y unificándolas en el ser humano.
La educación ambiental debe hacernos más humanos y coherentes en nuestra interrelación con nuestro hábitat. Solo así podemos desarrollar nuestras verdaderas cualidades y aseguraremos una armonía que nos conduzca a ser más humanos. Solo un ser humano pude denominarse como tal si es que puede desarrollar sus capacidades, vence sus limitaciones y suple sus necesidades.
Regresando al primer párrafo, la búsqueda de nuestra verdadera identidad debe asumir una educación global pero sin perder de vista lo nuestro. Solo conociendo nuestra cultura a cabalidad, podemos protegerla y aprender de lo foráneo para cumplir con esta importante tarea.
Diciembre 2005
Doc, el problema en nuestro Peru es mas la gente educada que la gente no educada.
ResponderEliminarLa gente educada debe ser la q lidera y entiende con responsabilidad a la no educada. Debe dar buen ejemplo, ser decente y diciplinada. Todo loncontrario de lo que suele ser.
Osea: la culpa la tienes mas tu que wlchofee de xombi p
discutible, pero lo cierto es que tenemos muchas cosas pendientes por cambiar si es que queremos sacar adelante a nuestro país.
ResponderEliminar