Descubrí a Jared Diamond en una ya remota clase de la maestría en el 2005. Cuando escuché su apellido, inmediatamente lo asocié con la fabulosa canción de Pink Floyd: Shine on you crazy diamond, escrita en homenaje al gran fundador y compositor de la banda inglesa, Syd Barret. La profesora estadounidense que dictaba el curso me hizo saber que su paisano —birdwatcher aficionado y ganador en 1998 del Premio Pullitzer por su obra: “Armas, gérmenes y acero”— estaba por publicar un libro sobre algunas sociedades en el mundo que en el pasado sucumbieron y otras que lograron perdurar en el tiempo.
Dicho libro titulado: “Colapso: Por qué algunas sociedades perduran y otras desaparecen” es una obra muy interesante que nos narra —en casos comprensibles y conocidos— el ocaso de algunas sociedades debido a diversos factores, dentro de los cuales destacan o son protagonistas los impactos ambientales. Por ahora, solo me dedicaré al caso de la Isla de Pascua (que debo estar visitando en los siguientes días) para entender algo de los planteamientos de Diamond y asociarlos con lo que sucede en la actualidad.
El libro (que aún no termino de leer) reúne otros casos como el de la cultura maya, el de la región noruega de Groenlandia y otros menos conocidos como el de los anasazi en el oeste estadounidense y el de las islas Pitcairn en la Polinesia sudoriental que desaparecieron indefectiblemente. No obstante, Diamond reseña también casos en los que las sociedades supieron sobreponerse a las exigencias del medio ambiente, tal es el ejemplo de los agricultores de las partes altas de Nueva Guinea que desarrollaron unos sofisticados sistemas de cultivos en terrenos con una gran pendiente y una alta precipitación pluvial.
El capítulo dedicado a la Isla de Pascua abre la segunda parte del libro: Sociedades del pasado. De esta manera, nos adentramos en una isla ubicada a 3,700 kilómetros al este de Chile y a 2,100 kilómetros de las islas polinesias de Pitcairn. Su extensión es de tan solo 164 Km² y es habitada en la actualidad por no más de 4,000 personas. Lo que llama la atención de esta porción de tierra son sin duda las misteriosas figuras de piedra con forma humana. Según Diamond, en el cráter volcánico de Rano Raraku, se cuenta 397 estatuas, donde la mayoría de ellas alcanza los 4,5 y 6 metros de altura, sin embargo, existe una estatua de 21 metros de altura que pesa entre 10 y 270 toneladas. ¿Por qué y para qué las construyeron? No se sabe a ciencia cierta aunque hay algunas explicaciones al respecto que veremos más adelante.
Isla triangular polinésica
La isla de Pascua tiene una forma triangular que reúne a tres volcanes que emergieron del mar. Su altitud máxima es de 500 metros. Según Diamond, su topografía es “suave”, así que puede ser visitada a píe sin ningún problema. La isla se encuentra realmente aislada de casi todo. Sus pobladores de origen polinesio son venidos de Asía y no de América del Sur como se planteó en algún momento. Cuando el capitán Cook visitó la isla en 1774 anotó que en ella se hablaba un dialecto de origen polinesio vinculado al hawaiano y al que se hablaba en la isla Mangareva, ubicada en el archipiélago de Pitcairn al oeste de la Isla de Pascua.
La gran parte de los utensilios de los antiguos pobladores, tales como anzuelos, arpones y otros, tienen un estilo muy similar al de las Islas Marquesas. Los análisis de ADN de antiguos restos humanos denotan rasgos morfológicos típicos de los habitantes de la Polinesia. Adicionalmente, los cultivos encontrados en la isla como el plátano, la caña de azúcar y otros, así como el único animal domesticado criado en la antigüedad, el pollo, provienen del sudeste de Asía. Incluso las ratas que llegaron como polizontes provienen de esta parte del planeta.
Para Diamond, la Polinesia fue conquistada de oeste a este y de manera contraria a la dirección de los vientos y de las corrientes dominantes (y en dirección opuesta a lo que se pensaba, es decir, de América hacia Asia).
La población de la isla antes de iniciar su ocaso ha sido estimada entre 6 y 30 mil habitantes, es decir, entre 55 y 270 habitantes por kilómetro cuadrado. Pese a la discusión que existe sobre estas cifras, Diamond apuesta por las más altas y para tal fin se basa en los estudios recientes de arqueólogos chilenos, estadounidenses y europeos. Si bien algunos misioneros que llegaron a la isla en el año 1864 documentaron la presencia de tan solo 2,000 isleños, se sabe que ese mismo año hubo una epidemia que aniquiló a varios miles y que anteriormente, entre 1863 y 1864, varios barcos peruanos saquearon la isla para llevarse más de 1,500 pobladores como esclavos para la explotación guanera (posteriormente, ante la protesta internacional, regresaron no más de 100 de ellos a la Isla de Pascua).
Además, se sabe también que en 1863 hubo otras dos epidemias de viruela que mermaron la población isleña y se presume que a partir de 1770 hubo un par de epidemias más que arrasaron con los isleños, sin embargo, estas dos últimas no están documentadas.
Las enfermedades traídas por foráneos (en este caso, europeos) ocasionaron un daño terrible a los nativos. Esa historia ya la conocemos. Y ante la pregunta: ¿De qué vivía la población de la Isla de Pascua? La respuesta es la siguiente: de la agricultura, de la crianza de pollos, de la escasa recolección de mariscos y de una pesca incipiente. Un dato curioso que aporta Diamond es que ante la escasez de agua dulce, los isleños bebían abundante zumo de caña de azúcar lo que produjo una alta cuota de caries dental, tal como lo evidencian recientes excavaciones.
Se podría presumir que los isleños al estar rodeados de mar, serían pescadores por excelencia, sin embargo, este no es el caso. La ausencia de corales en sus costas, así como de alguna laguna o lago en su territorio generó que solo consumieran poca proteína animal de origen marino, a pesar de que se ha descubierto restos de delfines y de aves marinas.
Estatuas y clanes
Para explicar el origen de los famosos Moáis han surgido diversos planteamientos, entre los que destacan los del explorador noruego Thor Heyerdahl (aquel de la expedición Kon - Tiki), el cual afirmaba que de ninguna manera los polinesios habrían elaborado dichas figuras de piedra y más bien, estas habrían sido traídas de América del Sur (1). Las expediciones de Heyerdahl intentaron demostrar la vinculación que existiría entre las sociedades avanzadas sudamericanas, la cultura egipcia y las gigantescas estatuas de piedra de la Isla de Pascua.
Por otro lado, el investigador suizo Erich von Däniken atribuía la aparición de los Moáis a la presencia de extraterrestres en la isla. No obstante, excavaciones y estudios recientes han demostrado que las figuras taladas en piedra fueron construidas en la isla, tal como lo evidencia la presencia de la cantera Rano Raraku. Se sabe además, mediante las tradiciones orales y las investigaciones arqueológicas, que la Isla de Pascua estaba dividida en 12 territorios, cada uno destinado a un clan o linaje y que partía de la costa hacia el interior de la isla. Como anota Diamond, era como “un pastel cortado en una docena de cuñas radiales”.
Cada uno de estos territorios tenía su jefe y su propia plataforma para soportar a sus estatuas y los diferentes clanes competían de manera pacífica (al inicio) para ver quién construía mejores y más grandes plataformas y estatuas. Así, en vista de que cada uno de esta docena de pequeños reinos era distinto en cuanto al acceso a recursos (como el agua dulce) y a la calidad de la tierra para la agricultura, con el fin de acceder de un territorio a otro, los pobladores debían pedir el permiso necesario. Pese a todo, los isleños podían ser considerados como una población conjunta bastante integrada.
En las partes traseras de los Ahus o plataformas donde descansan los Moáis se ha descubierto crematorios con miles de cuerpos. Esta práctica de cremación es exclusiva de la isla, pues en toda la Polinesia, los muertos eran enterrados. Se sabe además que los Ahus eran de color amarillo, blanco y rojo, pero hoy en día presentan una coloración gris oscuro, que grafica en parte el ocaso de los antiguos pobladores. Se ha determinado también que con paso de los años, se incrementaba el tamaño de las estatuas, al parecer por la competitividad entre los clanes.
¿Y cómo lo hacen?
Pero la pregunta sigue siendo: ¿Cómo y por qué construyeron esas estatuas? Para llegar a una respuesta clara debemos conocer algunos puntos planteados por Diamond. Él sugiere que existen cuatro aspectos fundamentales que explicarían la existencia de los Moáis. El primer factor es la piedra existente en la isla, la toba volcánica, la cual es fácil de tallar. Asumo que, al no ser tan dura y no muy pesada, es óptima para tal fin. Seguidamente, dado el aislamiento de los isleños y el hecho de que no se podían dedicar al comercio, la colonización, la exploración, los asaltos y la migración, no les quedaba otra que “quedarse en casa” y competir entre ellos.
Como tercer punto, Diamond afirma que la “suavidad” del lugar y la presencia —hasta ese entonces— de recursos suficientes para abastecer a sus pobladores y a la producción de los Moáis, tales como árboles para fabricar lianas y obtener madera, alimentos para todos los trabajadores y claro, canteras, facilitó esta actividad. Además, la estructura unificada de sus clanes facilitó un mejor trabajo. Por último y en relación al punto anterior, dado que las élites controlaban las zonas más productivas, estas podían abastecer de alimento a los pobladores encargados de tallar y erigir las estatúas. Estos hechos hicieron posible que el desarrollo social, económico y hasta cultural llegue a un apogeo del cual hoy sabemos algo. No obstante, no todo dura para siempre.
Si bien, no existe ningún registro exacto de cómo fueron construidos los Moáis, existen varias explicaciones. Empero, en la próxima entrega será abordado este punto para desembocar en las principales causas que llevaron al ocaso de la sociedad en la Isla de Pascua.
(1) Las piedras de algunas plataformas o Ahu están tan bien encajadas que para muchos, como Heyerdahl, la similitud con las construcciones incas era evidente. Sin embargo, existen otras Ahu que están revestidas de piedra y no son grandes bloques de piedra trabajados como el de los Incas.
Dicho libro titulado: “Colapso: Por qué algunas sociedades perduran y otras desaparecen” es una obra muy interesante que nos narra —en casos comprensibles y conocidos— el ocaso de algunas sociedades debido a diversos factores, dentro de los cuales destacan o son protagonistas los impactos ambientales. Por ahora, solo me dedicaré al caso de la Isla de Pascua (que debo estar visitando en los siguientes días) para entender algo de los planteamientos de Diamond y asociarlos con lo que sucede en la actualidad.
El libro (que aún no termino de leer) reúne otros casos como el de la cultura maya, el de la región noruega de Groenlandia y otros menos conocidos como el de los anasazi en el oeste estadounidense y el de las islas Pitcairn en la Polinesia sudoriental que desaparecieron indefectiblemente. No obstante, Diamond reseña también casos en los que las sociedades supieron sobreponerse a las exigencias del medio ambiente, tal es el ejemplo de los agricultores de las partes altas de Nueva Guinea que desarrollaron unos sofisticados sistemas de cultivos en terrenos con una gran pendiente y una alta precipitación pluvial.
El capítulo dedicado a la Isla de Pascua abre la segunda parte del libro: Sociedades del pasado. De esta manera, nos adentramos en una isla ubicada a 3,700 kilómetros al este de Chile y a 2,100 kilómetros de las islas polinesias de Pitcairn. Su extensión es de tan solo 164 Km² y es habitada en la actualidad por no más de 4,000 personas. Lo que llama la atención de esta porción de tierra son sin duda las misteriosas figuras de piedra con forma humana. Según Diamond, en el cráter volcánico de Rano Raraku, se cuenta 397 estatuas, donde la mayoría de ellas alcanza los 4,5 y 6 metros de altura, sin embargo, existe una estatua de 21 metros de altura que pesa entre 10 y 270 toneladas. ¿Por qué y para qué las construyeron? No se sabe a ciencia cierta aunque hay algunas explicaciones al respecto que veremos más adelante.
Isla triangular polinésica
La isla de Pascua tiene una forma triangular que reúne a tres volcanes que emergieron del mar. Su altitud máxima es de 500 metros. Según Diamond, su topografía es “suave”, así que puede ser visitada a píe sin ningún problema. La isla se encuentra realmente aislada de casi todo. Sus pobladores de origen polinesio son venidos de Asía y no de América del Sur como se planteó en algún momento. Cuando el capitán Cook visitó la isla en 1774 anotó que en ella se hablaba un dialecto de origen polinesio vinculado al hawaiano y al que se hablaba en la isla Mangareva, ubicada en el archipiélago de Pitcairn al oeste de la Isla de Pascua.
La gran parte de los utensilios de los antiguos pobladores, tales como anzuelos, arpones y otros, tienen un estilo muy similar al de las Islas Marquesas. Los análisis de ADN de antiguos restos humanos denotan rasgos morfológicos típicos de los habitantes de la Polinesia. Adicionalmente, los cultivos encontrados en la isla como el plátano, la caña de azúcar y otros, así como el único animal domesticado criado en la antigüedad, el pollo, provienen del sudeste de Asía. Incluso las ratas que llegaron como polizontes provienen de esta parte del planeta.
Para Diamond, la Polinesia fue conquistada de oeste a este y de manera contraria a la dirección de los vientos y de las corrientes dominantes (y en dirección opuesta a lo que se pensaba, es decir, de América hacia Asia).
La población de la isla antes de iniciar su ocaso ha sido estimada entre 6 y 30 mil habitantes, es decir, entre 55 y 270 habitantes por kilómetro cuadrado. Pese a la discusión que existe sobre estas cifras, Diamond apuesta por las más altas y para tal fin se basa en los estudios recientes de arqueólogos chilenos, estadounidenses y europeos. Si bien algunos misioneros que llegaron a la isla en el año 1864 documentaron la presencia de tan solo 2,000 isleños, se sabe que ese mismo año hubo una epidemia que aniquiló a varios miles y que anteriormente, entre 1863 y 1864, varios barcos peruanos saquearon la isla para llevarse más de 1,500 pobladores como esclavos para la explotación guanera (posteriormente, ante la protesta internacional, regresaron no más de 100 de ellos a la Isla de Pascua).
Además, se sabe también que en 1863 hubo otras dos epidemias de viruela que mermaron la población isleña y se presume que a partir de 1770 hubo un par de epidemias más que arrasaron con los isleños, sin embargo, estas dos últimas no están documentadas.
Las enfermedades traídas por foráneos (en este caso, europeos) ocasionaron un daño terrible a los nativos. Esa historia ya la conocemos. Y ante la pregunta: ¿De qué vivía la población de la Isla de Pascua? La respuesta es la siguiente: de la agricultura, de la crianza de pollos, de la escasa recolección de mariscos y de una pesca incipiente. Un dato curioso que aporta Diamond es que ante la escasez de agua dulce, los isleños bebían abundante zumo de caña de azúcar lo que produjo una alta cuota de caries dental, tal como lo evidencian recientes excavaciones.
Se podría presumir que los isleños al estar rodeados de mar, serían pescadores por excelencia, sin embargo, este no es el caso. La ausencia de corales en sus costas, así como de alguna laguna o lago en su territorio generó que solo consumieran poca proteína animal de origen marino, a pesar de que se ha descubierto restos de delfines y de aves marinas.
Estatuas y clanes
Para explicar el origen de los famosos Moáis han surgido diversos planteamientos, entre los que destacan los del explorador noruego Thor Heyerdahl (aquel de la expedición Kon - Tiki), el cual afirmaba que de ninguna manera los polinesios habrían elaborado dichas figuras de piedra y más bien, estas habrían sido traídas de América del Sur (1). Las expediciones de Heyerdahl intentaron demostrar la vinculación que existiría entre las sociedades avanzadas sudamericanas, la cultura egipcia y las gigantescas estatuas de piedra de la Isla de Pascua.
Por otro lado, el investigador suizo Erich von Däniken atribuía la aparición de los Moáis a la presencia de extraterrestres en la isla. No obstante, excavaciones y estudios recientes han demostrado que las figuras taladas en piedra fueron construidas en la isla, tal como lo evidencia la presencia de la cantera Rano Raraku. Se sabe además, mediante las tradiciones orales y las investigaciones arqueológicas, que la Isla de Pascua estaba dividida en 12 territorios, cada uno destinado a un clan o linaje y que partía de la costa hacia el interior de la isla. Como anota Diamond, era como “un pastel cortado en una docena de cuñas radiales”.
Cada uno de estos territorios tenía su jefe y su propia plataforma para soportar a sus estatuas y los diferentes clanes competían de manera pacífica (al inicio) para ver quién construía mejores y más grandes plataformas y estatuas. Así, en vista de que cada uno de esta docena de pequeños reinos era distinto en cuanto al acceso a recursos (como el agua dulce) y a la calidad de la tierra para la agricultura, con el fin de acceder de un territorio a otro, los pobladores debían pedir el permiso necesario. Pese a todo, los isleños podían ser considerados como una población conjunta bastante integrada.
En las partes traseras de los Ahus o plataformas donde descansan los Moáis se ha descubierto crematorios con miles de cuerpos. Esta práctica de cremación es exclusiva de la isla, pues en toda la Polinesia, los muertos eran enterrados. Se sabe además que los Ahus eran de color amarillo, blanco y rojo, pero hoy en día presentan una coloración gris oscuro, que grafica en parte el ocaso de los antiguos pobladores. Se ha determinado también que con paso de los años, se incrementaba el tamaño de las estatuas, al parecer por la competitividad entre los clanes.
¿Y cómo lo hacen?
Pero la pregunta sigue siendo: ¿Cómo y por qué construyeron esas estatuas? Para llegar a una respuesta clara debemos conocer algunos puntos planteados por Diamond. Él sugiere que existen cuatro aspectos fundamentales que explicarían la existencia de los Moáis. El primer factor es la piedra existente en la isla, la toba volcánica, la cual es fácil de tallar. Asumo que, al no ser tan dura y no muy pesada, es óptima para tal fin. Seguidamente, dado el aislamiento de los isleños y el hecho de que no se podían dedicar al comercio, la colonización, la exploración, los asaltos y la migración, no les quedaba otra que “quedarse en casa” y competir entre ellos.
Como tercer punto, Diamond afirma que la “suavidad” del lugar y la presencia —hasta ese entonces— de recursos suficientes para abastecer a sus pobladores y a la producción de los Moáis, tales como árboles para fabricar lianas y obtener madera, alimentos para todos los trabajadores y claro, canteras, facilitó esta actividad. Además, la estructura unificada de sus clanes facilitó un mejor trabajo. Por último y en relación al punto anterior, dado que las élites controlaban las zonas más productivas, estas podían abastecer de alimento a los pobladores encargados de tallar y erigir las estatúas. Estos hechos hicieron posible que el desarrollo social, económico y hasta cultural llegue a un apogeo del cual hoy sabemos algo. No obstante, no todo dura para siempre.
Si bien, no existe ningún registro exacto de cómo fueron construidos los Moáis, existen varias explicaciones. Empero, en la próxima entrega será abordado este punto para desembocar en las principales causas que llevaron al ocaso de la sociedad en la Isla de Pascua.
(1) Las piedras de algunas plataformas o Ahu están tan bien encajadas que para muchos, como Heyerdahl, la similitud con las construcciones incas era evidente. Sin embargo, existen otras Ahu que están revestidas de piedra y no son grandes bloques de piedra trabajados como el de los Incas.
Enero 2011
Kiko, quiza te interese chequear lo que Cousteau (en los DVDs la odisea de cousteau y Attenborough (en bibliot. del britanico)han dicho sobre pascua. Tb Del Busto quien dice haber encontrado muros incas. Cuando es que viajas para alla? Yo estaba listo para ir pero desisti hasta otra ocasion
ResponderEliminarAcabo de regresar. Estuve desde el domingo con Fernando. Voy a revisar lo que me dices. A ver cuándo conversamos.
ResponderEliminarHola, Alfonso y Enrique, no hay muros incas en Pascua... lo que sí hay, es un ahu (plataforma ceremonial), el ahu Vinapu, cuyos bloques presentan características muy similares a los de Sacsayhuaman y Cusco... por lo tanto, ya Heyerdahl se basaba en estas similitudes para defender una posible contacto entre ambas culturas (rapanui-prehispánica continental). El contacto existió, eso está demostrado, pero en cuanto a las similitudes de los bloques, es especulativo afirmar que son incas. Hay mucho aún por investigar.
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