Continuando con el texto anterior sobre la isla Rapa Nui, explicaré cómo se presume que fueron construidos los famosos Moáis, pues como bien afirma Diamond, no existe registro escrito de dicha época. También abordaré algunos aspectos que explican el declive de los pobladores de la isla de Pascua. En cuanto al primer punto, es posible plantear opciones en base a las tradiciones orales y a los restos arqueológicos encontrados. Así, en la cantera de Rano Raraku se puede apreciar Moáis en diversos estados. Algunos, que ya habían sido tallados y que deberían haber sido trasladados a otros destinos, descansan en las laderas del cerro. Otros están aún “pegados” a la roca de la cantera a medio terminar y casi una decena de ellos están partidos y, con el paso del tiempo, forman ya parte del entorno natural.
Los antiguos Rapa Nuis hacían uso de piedras especiales (básicamente, más duras) para trabajar la toba volcánica y esculpir los Moáis en la misma falda del volcán hasta darle la forma deseada. El cuerpo de las estatuas quedaba unido a la roca principal a través de un pequeño apéndice. Cuando ya todo estaba listo, se liberaba a la figura de piedra para su posterior traslado. Antes de eso, se tallaba las orejas, la nariz, la cabeza y otros detalles característicos. El espacio para los ojos era lo último que se tallaba y se hacía en el lugar donde finalmente descansarían. Se ha encontrado solo un ojo original (que está en el museo de la isla) en la playa de Arakena, el cual estaba hecho de coral blanco con una “pupila” de un material rojo llamado escoria. Los ojos actuales que presentan los Moáis son solo réplicas.
Los Moáis eran así deslizados desde las pendientes del cerro hasta su destino final, el cual distaba hasta 14 kilómetros de la cantera Rano Raraku. Para obtener una de estas estatuas se necesitaba un trabajo arduo y decenas de hombres tallando la piedra, además de bastante alimento y centenares de árboles para obtener leña, madera para el posterior transporte y para fabricar las lianas que facilitaban su traslado. Esto obligó a un agotamiento acelerado de la masa forestal de la isla.
La pregunta inmediata es ¿cómo eran transportados los Moáis hasta sus destinos finales? Se ha planteado diversas explicaciones al respecto e incluso se ha hecho simulaciones para intentar obtener una respuesta. Una posibilidad (en base a tradiciones orales) es que estas hayan sido trasladadas de manera vertical, es decir que las figuras eran movilizadas como si estuviesen caminando. Es como cuando se traslada lentamente en un movimiento zigzagueante un mueble pesado sin cargarlo. Otra explicación se basa en que los Moáis fueron transportados mediante una sucesión de troncos de madera —engrasados con el aceite de frutos silvestres— dispuestos de manera horizontal que fungían como una especie de faja transportadora.
Para Diamond, el método más convincente es el que propuso Jo Anne van Tillburg que consiste en unir con travesaños fijos diversos troncos de madera ubicados paralelamente, algo así como una camilla. Esta opción fue incluso practicada recientemente con buenos resultados. La clave es sincronizar esfuerzos a la hora de jalar a la misma vez (como cuando se practica remo). Una vez que los Moáis llegaban a su destino final, estos eran colocados de manera vertical mediante el uso de rampas y de plataformas hechas de piedra, apoyados por palancas en base a troncos de madera.
Demanda energética extrema
Construir, transportar y colocar en su destino final a los Moáis significó una demanda muy alta de mano de obra, alimento y recursos forestales. Dada la estructura social de los antiguos Rapa Nuis y los acuerdos entre los distintos clanes, alimentar a los grupos de talladores implicó diversas rencillas entre los pobladores por someterse a un sistema que los empujaba casi exclusivamente a dirigir sus esfuerzos a la construcción de las estatuas de piedra. Según datos recogidos por Diamond, construirlas incrementó en un 25% las exigencias alimentarias de los isleños durante los 300 años de construcción.
Si bien durante ese periodo de tiempo en las partes altas e interiores de la isla existían buenos lugares de siembra y había alimento suficiente para toda la población, ¿de dónde sacaban los Rapa Nuis árboles grandes y resistentes? Los estudios botánicos hechos en base al polen depositado en diversos sedimentos (palinología) revelan que en la isla existieron —antes de la llegada de humanos— bosques subtropicales con árboles altos y arbustos leñosos. Posteriormente, en el siglo XX solo fueron inventariadas 48 especies vegetales autóctonas, de las cuales sobresale el toromiro, un árbol que puede alcanzar hasta dos metros de altura.
Es decir, los isleños encontraron un bosque lleno de especies maderables de alta calidad que les proporcionó abúndate leña y troncos, pero claro, dado el uso y los requerimientos de la época, la extinción de dichos árboles fue inevitable. Asimismo, diversos estudios han demostrado que en la isla de Pascua vivían por lo menos seis especies de aves terrestres: una garza, dos loros, una lechuza y dos aves similares a los pollos. Hoy en día, la isla solo tiene especies introducidas. Así también, en sus costas anidaban cerca de 25 especies de aves marinas, lo cual convertía a la isla en el lugar de anidación más rico en toda la Polinesia.
Dichas aves —entre petreles, pelícanos, golondrinas de mar y otras— anidaban en un paraíso distante de otras islas y con las condiciones excepcionales para reproducirse hasta que… llegó el hombre. Y es que, dado que la dieta de los isleños era pobre en pescados y mariscos (aunque sí comían eventualmente delfines, tortugas marinas y atunes), las aves marinas se encargaron de otorgarles proteínas de origen animal. Sin embargo, en algún momento las aves terrestres desaparecieron de la dieta porque se extinguieron ante la presencia humana. Seguidamente, sucedió lo mismo con las aves marinas hasta condenar a casi todas las especies a la extinción.
Un detalle interesante que nos debe llamar la atención es que en los restos de basura analizados para determinar la alimentación de los antiguos isleños se encontró, entre otros, los restos de un caracol marino. El tamaño del caparazón fue disminuyendo con los años debido a que se le explotó de manera irracional y al final se consumía caracoles cada vez más chicos hasta que desapareció. ¿No podría pasarle lo mismo en el Perú a las conchas negras y a otras especies como el camarón de río?
En los años de apogeo de la cultura Rapa Nui la población se incrementó, mientras que el limitado territorio era cada vez más frágil. No es de extrañar además que en este caso, la presión hacia la isla en cuanto al acceso a los recursos naturales —tanto para la supervivencia, como para lograr con los cometidos que su creencia les imponía, es decir, construir Moáis— fuese el factor determinante para llevar a los isleños al ocaso.
Destrucción en el Pacífico
Según Diamond, “el dibujo general de la isla de Pascua es el ejemplo más extremo de destrucción forestal en el Pacífico, y se encuentra entre los más extremos del mundo”. Tomando solo como referencia la deforestación masiva de los grandes árboles en la isla, Diamond narra una escena que describe en parte lo agónico de la situación. En 1838, un barco francés se acercó a la costa de la isla y le salieron al frente cinco canoas agujereadas con indígenas que repetían maravillados la palabra “miru” que hace referencia a la madera que usaban los polinesios para construir sus embarcaciones.
Los Rapa Nui se quedaron sin árboles, lo cual significó detener la construcción de Moáis y no tener leña para cocinar y para pasar las noches frías. Tal situación los obligó a quemar pastos, hierbas y lo que encontrasen. Además, tuvieron que dejar de cremar a sus muertos, pues dicha práctica requería bastante leña. Adicionalmente, sin madera para nuevas canoas y en el aislamiento al que estaban sometidos, la situación se complicó, pues ya no podían pescar en alta mar y eran pocos los peces a los que podían acceder desde las costas de la isla. Y sin aves (ni marinas, ni terrestres), sin frutos silvestres (como los cocos) y con la desaparición de los mariscos, lo único que les quedó para comer eran las ratas silvestres.
La deforestación trajo consigo otro problema en la isla: la erosión de los suelos —por la lluvia y los vientos— y con eso la disminución de su rendimiento. Dicha situación obligó a migraciones dentro de la isla, debido a que los sectores más secos de la isla eran ya improductivos e inhabitables. Alrededor del año 1400, varias partes de la isla fueron totalmente abandonadas. Y si bien alrededor del año 1500 se volvió a utilizar parte de los terrenos abandonados, la pérdida de nutrientes y la desertificación ya habían hecho estragos en varias partes de la isla convirtiéndolas en inservibles.
Como es de suponer, la hambruna y la desesperación se fueron asentando en la isla. Producto de dicha situación se empezó a practicar el canibalismo. Un testimonio sobre esta situación lo ofrecen las estatuas denominadas Moáis kavakava que son estatuas de piedra que representan a hombres con las mejillas hundidas y las costillas marcadas. Cuando el capitán Cook describió en 1774 a los isleños, los calificó como “pequeños, enjutos, tímidos y pobres”. Ya en el siglo XVIII la población había disminuido en casi el 70% y se hallaba confinada a las partes costeras (las cuales, anteriormente eran ocupadas exclusivamente por la élite). Dada la escasez de alimentos, no les quedó otra que redirigir su mirada a sus semejantes para paliar el hambre.
Para haber llegado a dicho extremo es necesario analizar también qué factores determinaron tal situación de penuria y hambre. Hasta ese entonces, ¿cómo se había mantenido la sociedad polinésica de la isla de Pascua? Los jefes y sacerdotes de Rapa Nui justificaron la construcción de los Moáis y el orden establecido a través de su “vínculo” con los dioses. De esta manera, las clases dominantes controlaban a las masas y las hacían producir estatuas y alimentos, así como participar de ceremonias a favor de los dioses. Con el tiempo, todas las promesas de tiempos mejores y prosperidad se fueron haciendo más lejanas.
En 1680, varios líderes regionales (llamados matatoa) derrocaron a la clase dominante. Automáticamente después, se produjo una guerra civil por el poder y el caos se impuso en la isla. Incluso, muchos pobladores se refugiaron en cuevas con entradas muy estrechas para evitar ingresos no deseados. El crepúsculo de los Rapa Nui fue producto, según Diamond, del deterioro no solo de la ideología política, sino también de la religión. ¿Cuánta energía y dedicación significó erigir a los famosos Moáis? ¿Se justificó todo el esfuerzo y el sacrificio hecho? Todo indica que no.
El aislamiento de los Rapa Nuis, su casi “obsesión” por sus Moáis, su estructura social y política, su falta de visión (¿tenían que tener alguna?) y el mal uso de sus recursos naturales ocasionaron el fin de una sociedad que dedicó sus fuerzas a construir grandes estatuas de piedra para que los protegiesen. Lo hicieron sin saber que esas mismas estructuras con miradas fijas y dominantes serían los testigos de su casi desaparición.
En la tercera y última entrega se abordará el declive final de la población de la isla de Pascua y se hará una breve mirada a su situación actual.
Los antiguos Rapa Nuis hacían uso de piedras especiales (básicamente, más duras) para trabajar la toba volcánica y esculpir los Moáis en la misma falda del volcán hasta darle la forma deseada. El cuerpo de las estatuas quedaba unido a la roca principal a través de un pequeño apéndice. Cuando ya todo estaba listo, se liberaba a la figura de piedra para su posterior traslado. Antes de eso, se tallaba las orejas, la nariz, la cabeza y otros detalles característicos. El espacio para los ojos era lo último que se tallaba y se hacía en el lugar donde finalmente descansarían. Se ha encontrado solo un ojo original (que está en el museo de la isla) en la playa de Arakena, el cual estaba hecho de coral blanco con una “pupila” de un material rojo llamado escoria. Los ojos actuales que presentan los Moáis son solo réplicas.
Los Moáis eran así deslizados desde las pendientes del cerro hasta su destino final, el cual distaba hasta 14 kilómetros de la cantera Rano Raraku. Para obtener una de estas estatuas se necesitaba un trabajo arduo y decenas de hombres tallando la piedra, además de bastante alimento y centenares de árboles para obtener leña, madera para el posterior transporte y para fabricar las lianas que facilitaban su traslado. Esto obligó a un agotamiento acelerado de la masa forestal de la isla.
La pregunta inmediata es ¿cómo eran transportados los Moáis hasta sus destinos finales? Se ha planteado diversas explicaciones al respecto e incluso se ha hecho simulaciones para intentar obtener una respuesta. Una posibilidad (en base a tradiciones orales) es que estas hayan sido trasladadas de manera vertical, es decir que las figuras eran movilizadas como si estuviesen caminando. Es como cuando se traslada lentamente en un movimiento zigzagueante un mueble pesado sin cargarlo. Otra explicación se basa en que los Moáis fueron transportados mediante una sucesión de troncos de madera —engrasados con el aceite de frutos silvestres— dispuestos de manera horizontal que fungían como una especie de faja transportadora.
Para Diamond, el método más convincente es el que propuso Jo Anne van Tillburg que consiste en unir con travesaños fijos diversos troncos de madera ubicados paralelamente, algo así como una camilla. Esta opción fue incluso practicada recientemente con buenos resultados. La clave es sincronizar esfuerzos a la hora de jalar a la misma vez (como cuando se practica remo). Una vez que los Moáis llegaban a su destino final, estos eran colocados de manera vertical mediante el uso de rampas y de plataformas hechas de piedra, apoyados por palancas en base a troncos de madera.
Demanda energética extrema
Construir, transportar y colocar en su destino final a los Moáis significó una demanda muy alta de mano de obra, alimento y recursos forestales. Dada la estructura social de los antiguos Rapa Nuis y los acuerdos entre los distintos clanes, alimentar a los grupos de talladores implicó diversas rencillas entre los pobladores por someterse a un sistema que los empujaba casi exclusivamente a dirigir sus esfuerzos a la construcción de las estatuas de piedra. Según datos recogidos por Diamond, construirlas incrementó en un 25% las exigencias alimentarias de los isleños durante los 300 años de construcción.
Si bien durante ese periodo de tiempo en las partes altas e interiores de la isla existían buenos lugares de siembra y había alimento suficiente para toda la población, ¿de dónde sacaban los Rapa Nuis árboles grandes y resistentes? Los estudios botánicos hechos en base al polen depositado en diversos sedimentos (palinología) revelan que en la isla existieron —antes de la llegada de humanos— bosques subtropicales con árboles altos y arbustos leñosos. Posteriormente, en el siglo XX solo fueron inventariadas 48 especies vegetales autóctonas, de las cuales sobresale el toromiro, un árbol que puede alcanzar hasta dos metros de altura.
Es decir, los isleños encontraron un bosque lleno de especies maderables de alta calidad que les proporcionó abúndate leña y troncos, pero claro, dado el uso y los requerimientos de la época, la extinción de dichos árboles fue inevitable. Asimismo, diversos estudios han demostrado que en la isla de Pascua vivían por lo menos seis especies de aves terrestres: una garza, dos loros, una lechuza y dos aves similares a los pollos. Hoy en día, la isla solo tiene especies introducidas. Así también, en sus costas anidaban cerca de 25 especies de aves marinas, lo cual convertía a la isla en el lugar de anidación más rico en toda la Polinesia.
Dichas aves —entre petreles, pelícanos, golondrinas de mar y otras— anidaban en un paraíso distante de otras islas y con las condiciones excepcionales para reproducirse hasta que… llegó el hombre. Y es que, dado que la dieta de los isleños era pobre en pescados y mariscos (aunque sí comían eventualmente delfines, tortugas marinas y atunes), las aves marinas se encargaron de otorgarles proteínas de origen animal. Sin embargo, en algún momento las aves terrestres desaparecieron de la dieta porque se extinguieron ante la presencia humana. Seguidamente, sucedió lo mismo con las aves marinas hasta condenar a casi todas las especies a la extinción.
Un detalle interesante que nos debe llamar la atención es que en los restos de basura analizados para determinar la alimentación de los antiguos isleños se encontró, entre otros, los restos de un caracol marino. El tamaño del caparazón fue disminuyendo con los años debido a que se le explotó de manera irracional y al final se consumía caracoles cada vez más chicos hasta que desapareció. ¿No podría pasarle lo mismo en el Perú a las conchas negras y a otras especies como el camarón de río?
En los años de apogeo de la cultura Rapa Nui la población se incrementó, mientras que el limitado territorio era cada vez más frágil. No es de extrañar además que en este caso, la presión hacia la isla en cuanto al acceso a los recursos naturales —tanto para la supervivencia, como para lograr con los cometidos que su creencia les imponía, es decir, construir Moáis— fuese el factor determinante para llevar a los isleños al ocaso.
Destrucción en el Pacífico
Según Diamond, “el dibujo general de la isla de Pascua es el ejemplo más extremo de destrucción forestal en el Pacífico, y se encuentra entre los más extremos del mundo”. Tomando solo como referencia la deforestación masiva de los grandes árboles en la isla, Diamond narra una escena que describe en parte lo agónico de la situación. En 1838, un barco francés se acercó a la costa de la isla y le salieron al frente cinco canoas agujereadas con indígenas que repetían maravillados la palabra “miru” que hace referencia a la madera que usaban los polinesios para construir sus embarcaciones.
Los Rapa Nui se quedaron sin árboles, lo cual significó detener la construcción de Moáis y no tener leña para cocinar y para pasar las noches frías. Tal situación los obligó a quemar pastos, hierbas y lo que encontrasen. Además, tuvieron que dejar de cremar a sus muertos, pues dicha práctica requería bastante leña. Adicionalmente, sin madera para nuevas canoas y en el aislamiento al que estaban sometidos, la situación se complicó, pues ya no podían pescar en alta mar y eran pocos los peces a los que podían acceder desde las costas de la isla. Y sin aves (ni marinas, ni terrestres), sin frutos silvestres (como los cocos) y con la desaparición de los mariscos, lo único que les quedó para comer eran las ratas silvestres.
La deforestación trajo consigo otro problema en la isla: la erosión de los suelos —por la lluvia y los vientos— y con eso la disminución de su rendimiento. Dicha situación obligó a migraciones dentro de la isla, debido a que los sectores más secos de la isla eran ya improductivos e inhabitables. Alrededor del año 1400, varias partes de la isla fueron totalmente abandonadas. Y si bien alrededor del año 1500 se volvió a utilizar parte de los terrenos abandonados, la pérdida de nutrientes y la desertificación ya habían hecho estragos en varias partes de la isla convirtiéndolas en inservibles.
Como es de suponer, la hambruna y la desesperación se fueron asentando en la isla. Producto de dicha situación se empezó a practicar el canibalismo. Un testimonio sobre esta situación lo ofrecen las estatuas denominadas Moáis kavakava que son estatuas de piedra que representan a hombres con las mejillas hundidas y las costillas marcadas. Cuando el capitán Cook describió en 1774 a los isleños, los calificó como “pequeños, enjutos, tímidos y pobres”. Ya en el siglo XVIII la población había disminuido en casi el 70% y se hallaba confinada a las partes costeras (las cuales, anteriormente eran ocupadas exclusivamente por la élite). Dada la escasez de alimentos, no les quedó otra que redirigir su mirada a sus semejantes para paliar el hambre.
Para haber llegado a dicho extremo es necesario analizar también qué factores determinaron tal situación de penuria y hambre. Hasta ese entonces, ¿cómo se había mantenido la sociedad polinésica de la isla de Pascua? Los jefes y sacerdotes de Rapa Nui justificaron la construcción de los Moáis y el orden establecido a través de su “vínculo” con los dioses. De esta manera, las clases dominantes controlaban a las masas y las hacían producir estatuas y alimentos, así como participar de ceremonias a favor de los dioses. Con el tiempo, todas las promesas de tiempos mejores y prosperidad se fueron haciendo más lejanas.
En 1680, varios líderes regionales (llamados matatoa) derrocaron a la clase dominante. Automáticamente después, se produjo una guerra civil por el poder y el caos se impuso en la isla. Incluso, muchos pobladores se refugiaron en cuevas con entradas muy estrechas para evitar ingresos no deseados. El crepúsculo de los Rapa Nui fue producto, según Diamond, del deterioro no solo de la ideología política, sino también de la religión. ¿Cuánta energía y dedicación significó erigir a los famosos Moáis? ¿Se justificó todo el esfuerzo y el sacrificio hecho? Todo indica que no.
El aislamiento de los Rapa Nuis, su casi “obsesión” por sus Moáis, su estructura social y política, su falta de visión (¿tenían que tener alguna?) y el mal uso de sus recursos naturales ocasionaron el fin de una sociedad que dedicó sus fuerzas a construir grandes estatuas de piedra para que los protegiesen. Lo hicieron sin saber que esas mismas estructuras con miradas fijas y dominantes serían los testigos de su casi desaparición.
En la tercera y última entrega se abordará el declive final de la población de la isla de Pascua y se hará una breve mirada a su situación actual.
Enero 2011
Antecedentes del actual conflicto en Isla de Pascua:
ResponderEliminarhttp://polinesia-chilena.blogspot.com/
Este video explica el principal problema:
http://www.youtube.com/watch?v=w66V6cSULpA
Saludos desde Chile
Buen texto mi querido, Kiko. Nos permite ver más de cerca los errores muy similares que venimos cometiendo en nuestra naturaleza.
ResponderEliminarUn abrazo!
Michell León.
Muy interesante tu artículo para conocer con algo más de detalle la evolución del paisaje vegetal de la isla de Pascua, que nunca comprendí por qué estaba tan deforestada. Saludos, desde Tenerife, islas Canarias, Pedro.
ResponderEliminarRevisaré los enlaces sobre la situación en Rapa Nui. Según una guía turística, las últimas protestas no eran muy justas pues se estaba reclamando la devolción de terrenos que ya habían sido vendidos de manera legal, pero al darse cuenta los antiguos propietarios que hay bastsnte dinero en juego, estaban reclamando sus posesiones. Yo creo que hay que analizar con pinzas este tema.
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