En base al análisis hecho al pueblo Asháninka, existen diversos elementos que pueden sentar las bases para consolidar un desarrollo ambiental, el cual debe recoger los patrones culturales, sociales, el manejo de territorio, las adaptaciones al medio ambiente, así como la respuesta a los fenómenos políticos y sociales que se dieron en los territorios originales de los Asháninka. Los patrones indígenas y los patrones occidentales deben atravesar por un proceso de fundición para ofrecer alternativas de desarrollo que permitan alcanzar una mejor calidad de vida y un aprovechamiento de la gran diversidad biológica de la selva alta.
Tomando como referencia el conocimiento sobre el territorio y sobre las especies que allí habitan —el cual ha sido transmitido principalmente a través de la vía oral—, así como los actuales sistemas de clasificación taxonómicos (con todos los adelantos científicos), debería ser posible hacer un inventario biológico completo. Esto, con el fin de rescatar la información sobre la diversidad biológica que aún se puede encontrar en los territorios Asháninka, pese al alto grado de intervención y de degradación ambiental.
Dicho inventario debe permitir definir —tanto con el conocimiento ancestral como con el moderno— las especies que deben ser conservadas de manera prioritaria; aquellas especies de flora que pueden ser utilizadas según el tipo de suelo existente (terrenos deforestados, bosques primarios, zonas de inundación, zonas de producción) y las necesidades reales; las especies que podrían ser mejoradas genéticamente para ser utilizadas en actividades productivas; y finalmente las especies introducidas que se han adaptado al medio y que pueden seguir siendo utilizadas sin que representen una amenaza a las especies nativas.
Tal conocimiento debe ofrecer también la materia prima para investigaciones que determinen el establecimiento de áreas naturales protegidas de carácter local (si la ley lo permite), reordenar ciertos usos y permitir investigar especies biológicas de interés científico y recreativo. Bajo la premisa de que se conserva lo que se conoce, podríamos agregar también que se utiliza y aprovecha (racionalmente) lo que se conoce.
En el caso de los Asháninka, el contacto y la influencia con el mundo andino y occidental en general ha sido mucho mayor en comparación con otras comunidades nativas. Por tal razón, pueden ser considerados como un pueblo “bisagra” o de “piedemonte” por su ubicación geográfica. Dicha situación ha permitido también que se entremezclen muchos patrones de comportamiento en la cultura original Asháninka.
Dentro de la clasificación de la fauna, se encuentra diferentes niveles, los cuales responden a diversos criterios. En un primer nivel, se clasifica a los seres vivos según categorías estrechamente vinculadas a la cosmología (1) y al mito de origen. Es así como se clasifica a los animales como “buenos para comer” y como “dañinos”. En el segundo nivel, la clasificación está construida a partir del criterio de las formas de locomoción. En el tercer nivel se encuentra un sistema de clasificación general de toda la fauna (mamíferos, aves, peces e insectos).
En el primer nivel se puede definir algunos criterios útiles que podrían servir para un manejo del territorio y de los recursos naturales basados en el conocimiento tradicional. Se ha logrado identificar la llegada de las estaciones y de los movimientos migratorios de ciertas especies biológicas en base a la aparición de otras. Esto permite definir algunos criterios para la caza y la búsqueda de sustento. Así también, en base a las creencias Asháninka existe la idea muy acentuada de que si un cazador atrapa demasiados mamíferos o peces, este será castigado por la naturaleza.
Esta creencia podría ser aprovechada como parte de una educación ambiental utilizando elementos propios (que no dejan de ser ciertos a largo plazo). Para los Asháninka, los animales tienen dueños o padres, lo que determina el establecimiento de un espacio entre animales y hombres que debe ser respetado. Asimismo, se establece un sistema de donación (2), es decir, la naturaleza permite una relación con el hombre que regula su uso. Por último, esta clasificación establece que cada especie tiene una “contra” especie alternante en forma animal y humana, la cual puede atacar al infractor que comprometa la permanencia de los seres de la naturaleza.
A través del segundo nivel de clasificación, los Asháninka ordenan a los seres según su modo de locomoción y la capacidad para morder, estableciendo diversas categorías que incluyen a los animales introducidos (patos, cerdos). Esto permite entonces fomentar programas de mejoramiento de las técnicas de manejo y aprovechamiento de especies domésticas. El conocimiento tradicional permite también apostar por la inclusión de las mujeres como conocedoras y portadoras de prácticas para el mantenimiento de la estabilidad del hogar y de la comunidad.
En el tercer tipo de clasificación, los Asháninka clasifican las diferentes especies distinguidas por la nomenclatura científica occidental, siguiendo un modelo denominado, según Berlin (3), como prototípico. Esta consiste en reunir en base a una especie, a la que consideran más perfecta, las demás que se le asemejan morfológicamente. La especie prototípica es denominada “jefe” o “dirigente” y aquellas especies reunidas en torno son los parientes del “jefe”.
Esta clasificación, según Rojas, responde a los mismos criterios que se utilizan en el modelo del mundo social Asháninka. No obstante, es necesario mencionar que la especie “jefe” difiere de lo que se denomina “dueño” o “padre” de las especies, lo cual se basa en creencias mitológicas. Existen también especies solitarias que son denominadas “sin familia” ya que son distintas a las demás familias y además, según su morfología, no han podido ser incorporadas a ningún otro grupo. Un caso ilustrador es el oso de anteojos (Tremarctos ornatus), tal situación coincide con que este oso es el único en Sudamérica por lo que no existen especies similares.
En resumen, los modelos de clasificación de la flora y fauna difieren entonces al modelo de Linneo (4), sin embargo, son aplicados por los Asháninka para diferentes aspectos de su vida cotidiana. Es así como se debe aprovechar este conocimientos en la búsqueda de un mejor manejo de los recursos biológicos para lo cual, el apoyo de las técnicas occidentales está en la capacidad de brindar una base científica en pro de obtener mejores resultados. Asimismo, este conocimiento debe ser registrado para que no se pierda como producto de los cambios culturales y sociales que se vienen dando aceleradamente en la zona.
Adicionalmente, es importante rescatar el papel del jefe de familia o la figura del padre (dueño de los animales). Esta representación es importante para centrar el trabajo que se deba hacer con las comunidades nativas. Con el fin de buscar un acercamiento y la transmisión de conocimientos, es primordial definir de manera adecuada el canal de comunicación con los jefes familiares o los de la tribu. Y por otro lado, está la incorporación de especies no nativas al mundo Asháninka, la cual se ha dado en los últimos años y no ha colisionado en gran forma con sus modelos de clasificación, lo que puede determinar que sea posible un trabajo de mejoramiento de especies y de adaptación de otras técnicas productivas que mejoren su calidad de vida.
Por otro lado, en gran parte de los territorios Asháninka se ha dado una articulación espacial y económica que no ha ido acompañada de una articulación equivalente a nivel ideológico. Pese a la larga historia de ocupación de la zona, los procesos de cambio social más profundos apenas tienen más de 60 años, por lo cual el proceso de construcción de una identidad regional se halla aún en estado embrionario (5). En estos territorios existe una gran diversidad de orígenes étnicos, regionales y nacionales; diversos momentos de establecimiento y usos del territorio; así como diferenciaciones marcadas en las estructuras sociales que hacen que permanezca una cierta contradicción entre visiones y políticas globales con identidades colectivas muy marcadas.
Las identidades contrapuestas entre nativos y colonos que se produjeron como respuesta a la resistencia a la ocupación en sí, han acentuado la existencia de identificaciones muy marcadas a nivel local. Se debe diferenciar además a los colonos europeos y a aquellos procedentes de los Andes. Su presencia ha ocasionado una mayor partición del territorio y de la costumbres, formando un complejo mosaico de microidentidades. No obstante, los primeros en establecerse en la zona fueron los Asháninka por lo que ellos conocen mejor que nadie el territorio.
Y es así como rescatando los conocimientos tradicionales, las costumbres introducidas a la fecha y los nuevos conocimientos científicos, se puede establecer acciones para el desarrollo ambiental esperado. Pero para que la conjunción de identidades devenga en un desarrollo que beneficie a la zona, debe establecerse —en primer lugar— un respeto por las costumbres de cada grupo, para lo cual se debe revisar las actuales relaciones de subordinación y discriminación económica y política (6). Asimismo, se debe incidir en el mantenimiento de los procesos biológicos y de la diversidad biológica como requisito indispensable.
Los procesos de desarrollo socioeconómicos deben atravesar por el entendimiento de que, antes de cualquier política o alternativa de desarrollo moderna, existió un equilibrio entre el hombre y la naturaleza, el cual debe servir como “línea de base” para implantar nuevos usos y costumbres. Urge unir, incorporar (con respeto, es decir no imponer) elementos para el mejoramiento de la calidad de vida de los habitantes de la zona. El desorden y el mal uso de los territorios ya causaron estragos, es hora de remediar esa situación en una zona altamente diversa.
Diciembre 2007
(1) Rojas Zolezzi, E. “Las clasificaciones asháninka de la fauna del piedemonte centra: un caso de diferentes niveles de aproximación” en Bull. Inst. fr. études andines. 2003, 32 (1): 185-212.
(2) Idem.
(3) Brent Berlin es un antropólogo estadounidense que desarrolló, junto con Paul Kay, aspectos de la Teoría de Prototipos que ofrece una clasificación de elementos, dentro de los cuales se incluye las especies biológicas.
(4) Idem.
(5) Santos Granero F., Barclay Rey de Castro F. Ordenes y desórdenes en la selva central. Historia y economía de un espacio regional. IEP, IFEA, FLACSO – ECUADOR. Pag. 331. Lima. 1995.
(6) Idem.
Tomando como referencia el conocimiento sobre el territorio y sobre las especies que allí habitan —el cual ha sido transmitido principalmente a través de la vía oral—, así como los actuales sistemas de clasificación taxonómicos (con todos los adelantos científicos), debería ser posible hacer un inventario biológico completo. Esto, con el fin de rescatar la información sobre la diversidad biológica que aún se puede encontrar en los territorios Asháninka, pese al alto grado de intervención y de degradación ambiental.
Dicho inventario debe permitir definir —tanto con el conocimiento ancestral como con el moderno— las especies que deben ser conservadas de manera prioritaria; aquellas especies de flora que pueden ser utilizadas según el tipo de suelo existente (terrenos deforestados, bosques primarios, zonas de inundación, zonas de producción) y las necesidades reales; las especies que podrían ser mejoradas genéticamente para ser utilizadas en actividades productivas; y finalmente las especies introducidas que se han adaptado al medio y que pueden seguir siendo utilizadas sin que representen una amenaza a las especies nativas.
Tal conocimiento debe ofrecer también la materia prima para investigaciones que determinen el establecimiento de áreas naturales protegidas de carácter local (si la ley lo permite), reordenar ciertos usos y permitir investigar especies biológicas de interés científico y recreativo. Bajo la premisa de que se conserva lo que se conoce, podríamos agregar también que se utiliza y aprovecha (racionalmente) lo que se conoce.
En el caso de los Asháninka, el contacto y la influencia con el mundo andino y occidental en general ha sido mucho mayor en comparación con otras comunidades nativas. Por tal razón, pueden ser considerados como un pueblo “bisagra” o de “piedemonte” por su ubicación geográfica. Dicha situación ha permitido también que se entremezclen muchos patrones de comportamiento en la cultura original Asháninka.
Dentro de la clasificación de la fauna, se encuentra diferentes niveles, los cuales responden a diversos criterios. En un primer nivel, se clasifica a los seres vivos según categorías estrechamente vinculadas a la cosmología (1) y al mito de origen. Es así como se clasifica a los animales como “buenos para comer” y como “dañinos”. En el segundo nivel, la clasificación está construida a partir del criterio de las formas de locomoción. En el tercer nivel se encuentra un sistema de clasificación general de toda la fauna (mamíferos, aves, peces e insectos).
En el primer nivel se puede definir algunos criterios útiles que podrían servir para un manejo del territorio y de los recursos naturales basados en el conocimiento tradicional. Se ha logrado identificar la llegada de las estaciones y de los movimientos migratorios de ciertas especies biológicas en base a la aparición de otras. Esto permite definir algunos criterios para la caza y la búsqueda de sustento. Así también, en base a las creencias Asháninka existe la idea muy acentuada de que si un cazador atrapa demasiados mamíferos o peces, este será castigado por la naturaleza.
Esta creencia podría ser aprovechada como parte de una educación ambiental utilizando elementos propios (que no dejan de ser ciertos a largo plazo). Para los Asháninka, los animales tienen dueños o padres, lo que determina el establecimiento de un espacio entre animales y hombres que debe ser respetado. Asimismo, se establece un sistema de donación (2), es decir, la naturaleza permite una relación con el hombre que regula su uso. Por último, esta clasificación establece que cada especie tiene una “contra” especie alternante en forma animal y humana, la cual puede atacar al infractor que comprometa la permanencia de los seres de la naturaleza.
A través del segundo nivel de clasificación, los Asháninka ordenan a los seres según su modo de locomoción y la capacidad para morder, estableciendo diversas categorías que incluyen a los animales introducidos (patos, cerdos). Esto permite entonces fomentar programas de mejoramiento de las técnicas de manejo y aprovechamiento de especies domésticas. El conocimiento tradicional permite también apostar por la inclusión de las mujeres como conocedoras y portadoras de prácticas para el mantenimiento de la estabilidad del hogar y de la comunidad.
En el tercer tipo de clasificación, los Asháninka clasifican las diferentes especies distinguidas por la nomenclatura científica occidental, siguiendo un modelo denominado, según Berlin (3), como prototípico. Esta consiste en reunir en base a una especie, a la que consideran más perfecta, las demás que se le asemejan morfológicamente. La especie prototípica es denominada “jefe” o “dirigente” y aquellas especies reunidas en torno son los parientes del “jefe”.
Esta clasificación, según Rojas, responde a los mismos criterios que se utilizan en el modelo del mundo social Asháninka. No obstante, es necesario mencionar que la especie “jefe” difiere de lo que se denomina “dueño” o “padre” de las especies, lo cual se basa en creencias mitológicas. Existen también especies solitarias que son denominadas “sin familia” ya que son distintas a las demás familias y además, según su morfología, no han podido ser incorporadas a ningún otro grupo. Un caso ilustrador es el oso de anteojos (Tremarctos ornatus), tal situación coincide con que este oso es el único en Sudamérica por lo que no existen especies similares.
En resumen, los modelos de clasificación de la flora y fauna difieren entonces al modelo de Linneo (4), sin embargo, son aplicados por los Asháninka para diferentes aspectos de su vida cotidiana. Es así como se debe aprovechar este conocimientos en la búsqueda de un mejor manejo de los recursos biológicos para lo cual, el apoyo de las técnicas occidentales está en la capacidad de brindar una base científica en pro de obtener mejores resultados. Asimismo, este conocimiento debe ser registrado para que no se pierda como producto de los cambios culturales y sociales que se vienen dando aceleradamente en la zona.
Adicionalmente, es importante rescatar el papel del jefe de familia o la figura del padre (dueño de los animales). Esta representación es importante para centrar el trabajo que se deba hacer con las comunidades nativas. Con el fin de buscar un acercamiento y la transmisión de conocimientos, es primordial definir de manera adecuada el canal de comunicación con los jefes familiares o los de la tribu. Y por otro lado, está la incorporación de especies no nativas al mundo Asháninka, la cual se ha dado en los últimos años y no ha colisionado en gran forma con sus modelos de clasificación, lo que puede determinar que sea posible un trabajo de mejoramiento de especies y de adaptación de otras técnicas productivas que mejoren su calidad de vida.
Por otro lado, en gran parte de los territorios Asháninka se ha dado una articulación espacial y económica que no ha ido acompañada de una articulación equivalente a nivel ideológico. Pese a la larga historia de ocupación de la zona, los procesos de cambio social más profundos apenas tienen más de 60 años, por lo cual el proceso de construcción de una identidad regional se halla aún en estado embrionario (5). En estos territorios existe una gran diversidad de orígenes étnicos, regionales y nacionales; diversos momentos de establecimiento y usos del territorio; así como diferenciaciones marcadas en las estructuras sociales que hacen que permanezca una cierta contradicción entre visiones y políticas globales con identidades colectivas muy marcadas.
Las identidades contrapuestas entre nativos y colonos que se produjeron como respuesta a la resistencia a la ocupación en sí, han acentuado la existencia de identificaciones muy marcadas a nivel local. Se debe diferenciar además a los colonos europeos y a aquellos procedentes de los Andes. Su presencia ha ocasionado una mayor partición del territorio y de la costumbres, formando un complejo mosaico de microidentidades. No obstante, los primeros en establecerse en la zona fueron los Asháninka por lo que ellos conocen mejor que nadie el territorio.
Y es así como rescatando los conocimientos tradicionales, las costumbres introducidas a la fecha y los nuevos conocimientos científicos, se puede establecer acciones para el desarrollo ambiental esperado. Pero para que la conjunción de identidades devenga en un desarrollo que beneficie a la zona, debe establecerse —en primer lugar— un respeto por las costumbres de cada grupo, para lo cual se debe revisar las actuales relaciones de subordinación y discriminación económica y política (6). Asimismo, se debe incidir en el mantenimiento de los procesos biológicos y de la diversidad biológica como requisito indispensable.
Los procesos de desarrollo socioeconómicos deben atravesar por el entendimiento de que, antes de cualquier política o alternativa de desarrollo moderna, existió un equilibrio entre el hombre y la naturaleza, el cual debe servir como “línea de base” para implantar nuevos usos y costumbres. Urge unir, incorporar (con respeto, es decir no imponer) elementos para el mejoramiento de la calidad de vida de los habitantes de la zona. El desorden y el mal uso de los territorios ya causaron estragos, es hora de remediar esa situación en una zona altamente diversa.
Diciembre 2007
(1) Rojas Zolezzi, E. “Las clasificaciones asháninka de la fauna del piedemonte centra: un caso de diferentes niveles de aproximación” en Bull. Inst. fr. études andines. 2003, 32 (1): 185-212.
(2) Idem.
(3) Brent Berlin es un antropólogo estadounidense que desarrolló, junto con Paul Kay, aspectos de la Teoría de Prototipos que ofrece una clasificación de elementos, dentro de los cuales se incluye las especies biológicas.
(4) Idem.
(5) Santos Granero F., Barclay Rey de Castro F. Ordenes y desórdenes en la selva central. Historia y economía de un espacio regional. IEP, IFEA, FLACSO – ECUADOR. Pag. 331. Lima. 1995.
(6) Idem.
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