martes, 22 de septiembre de 2009

AVES DE BABILONIA. OBSERVANDO AVES ENTRE BALAS Y BOMBAS

Dedicarse a observar aves en Irak puede ser una actividad bastante riesgosa y complicada. La situación política del país asiático es tremendamente inestable y violenta, por lo que sobrevivir en aquellos territorios convulsionados que fueron testigos de la grandeza histórica de los tiempos de Alejandro Magno, es una tarea titánica. Sin embargo, para un soldado estadounidense afincado en ese maltratado rincón del planeta, el día a día se hace más llevadero observando aves y escribiendo un blog sobre sus experiencias. Jonathan Trouer-Trend no es cualquier soldado, pues antes de enrolarse en las fuerzas militares estudió biología y ya desde chico observaba aves. Es así como nació este largo enamoramiento, el cual, pese a muchas dificultades, aún sobrevive.

Una vez instalado en Irak, Trouer-Trend decidió seguir disfrutando de su hobby. Entre ruinas históricas, como un anfiteatro donde el gran Alejandro Magno fue partícipe de algunos actos de su época, el amanecer le depara al soldado algunas vistas maravillosas de seres alados que, despreocupados de las locuras del hombre, siguen su ciclo natural. El amanecer es uno de los mejores momentos para el avistamiento de sus preferidas y entre sigilosas excursiones, nacen en sus pensamientos algunas ideas que harán especial esta gran relación entre él y las aves.

En medio de la sangrienta guerra de Irak, Trouer-Trend, a sus 36 años, decidió compenetrarse mejor con los pobladores iraquíes indagando a través de ellos, los mejores lugares para observar aves. Así, buscó un acercamiento con la gente con el afán de sobrellevar mejor esta situación y de poder seguir disfrutando de la naturaleza. En el campamento Anaconda, ubicado al norte de Bagdad, viven en los alrededores más de 20 000 ciudadanos. En dicho lugar, el soldado destacado en una unidad de sanidad, aprovechaba cada minuto libre para dedicarse a observar aves y muchas veces lo hacía teniendo como guías a los pobladores de la zona.

Diarios de Irak

Trouer-Trend publicó en el 2006 un libro titulado: “Birding Babylon: Diario de un soldado en Irak” en donde plasmó todos las notas ornitológicas hechas en Irak desde que fue destacado en febrero de 2004 hasta marzo de 2005. Y justamente al iniciar su servicio en Irak, empezó a publicar en su blog Birding Babylon (http://birdingbabylon.blogspot.com/) todas sus experiencias. Actualmente, el blog sigue reuniendo sus observaciones (vale la pena echarle un vistazo). Al principio las notas que aparecían en el blog eran anónimas y no indicaban lugares ni fechas debido a que temía que pudiesen ser censuradas por un tema de seguridad y que sus superiores se enteren de su afición.

Luego de varios años desde que dejó Irak, muchos lugares han sido descritos en el libro, entre ellos Camp Anaconda, Camp Liberty, Camp Victory y Camp Slayer. En ellos, el soldado encontró los mejores lugares y momentos para “pajarear”, burlando en algunas oportunidades los drásticos horarios militares. Un soldado mirando el horizonte con binoculares no llama mucho la atención, por lo que todo esto jugó a su favor.

En tiempo de guerra

Aunque suene extraño, la guerra permite tener bastante tiempo libre cuando no se está con la tensión y el miedo encima debido a un posible ataque o a la obligación de iniciar alguna incursión con un final imprevisible. Mientras los soldados permanecen varios días en bosques, desiertos, valles o en cualquier lugar alejado, no hay mucho que hacer, salvo para aquellos que tienen una fascinación por la naturaleza. Un ejemplo es el antropólogo francés Claude Lévi-Strauss (1908), fundador de la antropología estructural y gran pensador moderno. En 1939, mientras cumplía con su servicio militar apostado en un campo escondido esperando algún ataque enemigo para repelerlo, Lévi-Strauss, tendido muchas horas sobre la vegetación, empezó a estudiar la forma de las flores.

Tras largas contemplaciones de la naturaleza se percató de la fina y ordenada composición de esas formas naturales que no eran productos de la casualidad, sino estructuras perfectas construidas por la naturaleza. De manera similar, en “Birding Babylon” se registran esos momentos de contemplación entre la tensión y el aburrimiento que llevan al hombre a observar con más destreza lo que le rodea. Tal vez, buscando la perfección para escapar del miedo, hallamos en la naturaleza el cobijo perfecto.

Observaciones desde el frente de batalla

Ya en la Segunda Guerra Mundial, el zoólogo alemán Heinrich Dathe (antiguo Director del Zoológico de Berlín del Este), quien fuera destacado a Verona, en Italia, aprovechaba cada minuto libre para observar la naturaleza. En los atardeceres, Dathe observaba con detenimiento cómo los cernícalos cazaban murciélagos. Las observaciones hechas fueron posteriormente publicadas y denotan una gran precisión, convirtiéndose en los primeros estudios científicos sobre las cacerías de estos mamíferos por halcones. No obstante, detrás de las observaciones aparecen las terribles sombras de la guerra, las cuales no pudieron ensombrecer del todo el contacto entre el hombre y la naturaleza.

Trouer-Trend llevó un registro muy completo de sus observaciones. Desde el clima hasta las coordenadas geográficas, toda esa información queda descrita en su blog y en el libro y denota un gran trabajo. Con esto, se nos ofrece un gran ejemplo de dedicación y profesionalismo que podemos tomar en cuenta. Las escenas bélicas aparecen como fondo en sus descripciones. Así, se reportan los sonidos de helicópteros o de tanques que irrumpen en los lugares de observación sin desaprovechar la ocasión para describir un lugar que se desangra por el accionar humano y en donde viven diversas especies que no entienden lo que sucede.

Un pasaje interesante en la obra del soldado ornitólogo es aquella cuando describe la incursión a un antiguo palacio construido por Sadam Hussein con vista a las ruinas de Babilonia. Su atención no se centra en el lugar sino en los murciélagos que revolotean al atardecer y en la llegada de algunas aves nocturnas. En este escenario se aprecia cómo la naturaleza sigue su destino y cómo el hombre es una ínfima parte en el universo. Entender los pequeños detalles de la vida en las situaciones más adversas, nos enseña contundentemente a valorar la vida.

En uno de los últimos post de su blog (abril de 2009), Trouer-Trend anuncia que regresará a Babilonia por un año. ¡Qué locura! Dentro de sus planes está el ayudar a los iraquíes con el estudio de su diversidad biológica. Este es el ejemplo perfecto de un verdadero aficionado que está dedicado a su afición. Ojalá hubiesen muchos más como él en el planeta y en especial en nuestro país. Sin embargo, debo decir que en el Perú, el número de peruanos ornitólogos, mastozoólogos (los que estudian a los mamíferos), herpetólogos (los que estudian a los anfibios y reptiles), entomólogos (los que estudian a los insectos), botánicos y otros especialistas está creciendo poco a poco. Aún tenemos un gran desafío por delante que se puede simplificar en saber qué tenemos y dónde está. Adicionalmente, debemos también conocer qué se puede hacer con nuestra diversidad biológica. No esperemos que sean otros los que nos lo dicten. Nosotros mismos debemos saber qué hacer.

No propongo un discurso nacionalista, sino simplemente que se apoye a la investigación científica y que pasemos rápidamente a la acción, es decir, a conservar lo que se debe conservar y a manejar responsablemente lo que puede ser utilizado con racionalidad. Esperar más años, puede ser ya demasiado tarde.
Artículo publicado el 22 de setiembre en la versión online de la Revista Viajeros:
La foto la he obtenido del blog Birding Babilonia

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