Continúo con un resumen de una parte de la historia de la
isla caribeña La Española, territorio en donde dos países comparten su destino:
Haití y la República Dominicana. Todo esto en base a lo que expone Jared
Diamond en su libro “Colapso”; y a mis apreciaciones. Recordemos que la isla
sufrió la dominación española y francesa, lo cual, entre otros factores, marcó
su destino. Sigamos viendo por qué.
La explotación forestal en República Dominicana se dio
con mucha fuerza en las décadas de 1860 y 1870 con una lógica disminución de
las especies forestales más valiosas. Adicionalmente, se deforestó extensos
territorios para dar paso a plantaciones de caña de azúcar; y a principios del
siglo XX hubo otra creciente demanda de madera para la construcción de rieles
para la interconexión ferroviaria. No obstante, la primera ordenanza para
frenar la tala y la contaminación de ríos fue aprobada en 1901.
Seguidamente, una estricta política de protección ambiental
se fue dando en los alrededores de Santiago, la segunda ciudad en importancia
después de Santo Domingo y epicentro de la actividad agrícola. Esto, porque se
registró un fuerte deterioro de las cuencas, debido a la construcción de
carreteras y a la excesiva deforestación. Así, dos personas naturales, un
abogado y un médico conservacionista (Miguel Canela) presionaron a la Cámara de
Comercio de Santiago para comprar tierras en la zona y destinarlas a la
protección del territorio.
De esta manera, en 1927 y con el apoyo del Secretario de
Agricultura del Estado —mediante el otorgamiento de fondos económicos—, se pudo
adquirir y contar con la primera reserva natural en el país: el Vedado[1]
del Yaque, espacio destinado a la protección del nacimiento del río Yaque del
Norte; el río más largo del país. Posteriormente, en 1930, el dictador
dominicano Rafael Leonidas Trujillo Molina (El Chivo) invirtió bastantes
esfuerzos y fondos económicos para impulsar una política medioambiental.
Dictadura
medioambiental
Trujillo amplió la extensión del Vedado del Yaque;
estableció otros vedados y creó, en 1934, el primer Parque Nacional dominicano;
formó un cuerpo de Guardaparques; suprimió la quema de bosques para obtener
espacios destinados a la agricultura; entre otras medidas similares. Se podría
pensar que al dictador le interesaba el medio ambiente, sin embargo, sus
intereses eran económicos y tenían como fin el lucro personal.
En 1937, Trujillo le encargó a un científico medioambiental
puertorriqueño, el doctor Carlos Chardón, la elaboración de un diagnóstico de
los recursos naturales de la República Dominicana para determinar su potencial
agrícola, minero y forestal. Así mediante, Chardón estimó que la tala comercial
de los bosques de pino podía generar cerca de cuarenta millones de dólares, una
cifra astronómica en la época. Ni corto ni perezoso, Trujillo se hizo de
grandes extensiones de terreno y fue socio de los principales aserraderos del
país.
Y por orden del mandatario, los taladores de árboles
recibieron la consigna de dejar algunos de ellos en pie para que sirvan como
reservorios de semillas para la regeneración natural. Muchas de las medidas
adoptadas por Trujillo derivaron de las recomendaciones hechas por un grupo de
investigadores suecos, a los que se les encargó un estudio para determinar la
posibilidad de obtener energía hidroeléctrica mediante la construcción de represas.
Posteriormente, en 1958, el mandatario convocó al primer congreso
medioambiental y estableció nuevos parques nacionales, aunque estos últimos
protegían, más que todo, las partes altas de las cuencas donde se pensaba
construir algunas represas.
Durante su dictadura, Trujillo dirigió personalmente las
sesiones de tala; y como era costumbre, involucraba solo a su familia y
conocidos, prohibiendo autoritariamente que otros extrajeran madera. Tras su
muerte, en 1961, el saqueo generalizado se abrió paso y los habitantes
desplazados invadieron los terrenos protegidos y quemaron los bosques para utilizar
la tierra en actividades agrícolas. Adicionalmente, la inmigración masiva del
campo a los barrios urbanos se disparó y las familias acaudaladas iniciaron una
tala masiva de los bosques.
Con todo esto, las políticas de protección ambiental iniciadas
por el dictador quedaron en el olvido, producto de una descontrolada lucha por el
acceso a los recursos naturales en el país. Posteriormente, en 1963, el
presidente electo democráticamente, Juan Bosch, intentó persuadir a los
taladores de frenar sus actividades y de preservar, en especial, las cuencas de
los ríos Yaque y Nizao para la posterior construcción de represas en beneficio
del país. Esto tuvo un efecto inverso, pues los empresarios madereros se
aliaron para intentar derrocar a Bosch y las tasas de deforestación aumentaron
considerablemente.
Balaguer:
¿pupilo ambientalista de Trujillo?
En 1966 fue electo el presidente Joaquin Balaguer, quien
reconoció la imperiosa necesidad de mantener las cuencas con bosques para la
futura construcción de represas destinadas a satisfacer la creciente necesidad
de energía y de agua en la República Dominicana. A los pocos meses de su
mandato, Balaguer prohibió todo tipo de tala comercial y clausuró todos los
aserraderos del país. Esto trajo consigo la exacerbada queja de las familias
ricas y poderosas y ocasionó que la actividad maderera se realice en los lugares
más alejados y recónditos, así como que los aserraderos trabajen de noche y de
manera clandestina.
Pero Balaguer no se dejó pisar el poncho y fue mucho más
estricto. Despojó al Departamento de Agricultura de la función de proteger los
bosques y le encomendó dicha función a las fuerzas armadas declarando además la
tala ilegal como un crimen contra el Estado. Dada esa orden, se inició una
serie de vuelos de reconocimiento y de operaciones militares para impedir el
desacato de las órdenes del gobierno. En 1967, un ataque militar nocturno en un
campamento maderero clandestino dejó como saldo más de una docena de leñadores
asesinados. Esto hizo que la cifra de tala ilegal se redujera
significativamente en los tres mandatos consecutivos del mandatario dominicano
(1966 – 1978), debido al temor de ser asesinado.
Adicionalmente, Balaguer implementó otras medidas a favor
del medio ambiente. No obstante, en el periodo que estuvo ausente del cargo
(1978 – 1986), los presidentes de turno liberaron algunas zonas para la tala y
permitieron la fabricación de carbón en base a los bosques dominicanos. Pero,
cuando Balaguer regresó al poder, en 1986, retomó sus anteriores medidas desde
el primer día de su mandato. Se retomó las misiones militares para encarcelar a
los madereros ilegales, para sacar de los parques nacionales a los invasores e
incluso para cerrar empresas agrícolas (de las cuales muchos de sus
propietarios eran amigos del Presidente).
Una de las medidas más recordadas es aquella que se hizo
en 1992, en el Parque Nacional Los Haitises[2],
espacio que registraba en aquella época el 90% de su territorio deforestado. El
ejército dominicano ingresó a la zona protegida y desalojó a miles de
ocupantes. Asimismo, en 1994, Balaguer dirigió personalmente e in situ la incursión de maquinaria
pesada para tumbarse las residencias de lujo construidas por dominicanos
adinerados en el Parque Nacional Juan Bautista Pérez Rancier[3].
Así también, prohibió la quema de los bosques y propuso incluso utilizar
árboles vivos como postes de electricidad, lo cual nunca prosperó como era de
esperarse.
Políticas
dictatoriales a favor del medio ambiente
Por otro lado, Balaguer frenó la deforestación en su país
abriendo sus fronteras para importar madera de Chile, Honduras y de Estados
Unidos. Además, firmó un pacto con Venezuela para importar gas natural licuado
(y reemplazar al carbón vegetal) para uso general; amplió la red de reservas
naturales; estableció los dos primeros parques nacionales en el litoral e
incorporó áreas de aguas continentales a estas reservas para garantizar la
protección de los lugares a donde llegaban ballenas jorobadas y otros cetáceos;
firmó la Convención de Río de Janeiro y prohibió la caza ilegal por diez años.
A todo esto, Balaguer tomó otras medidas, como por
ejemplo presionar a las industrias para que traten sus residuos, hizo algunos
esfuerzos para controlar la contaminación del agua y del aire imponiéndole a
las empresas mineras un impuesto bastante alto. También se opuso a la
construcción de diversas carreteras que atravesaban parques nacionales; de un
aeropuerto en Santiago; de un megapuerto en Madrigal y de otras obras que
alterarían significativamente el medio ambiente. Así las cosas, Balaguer mandó
construir en Santo Domingo el Jardín Botánico, el Museo de Historia Natural, el
Zoológico Nacional mostrando su gran interés por la investigación y el
desarrollo de la ciencia en su país.
A sus 94 años, su última acción política fue el pacto que
generó con el Presidente electo Mejia para bloquear el plan de reducir y
debilitar la red de reservas naturales del país mediante una inteligente
maniobra legislativa. De esta manera puso a salvo a una de sus más preciados
esfuerzos. De manera paralela, durante las décadas de 1970 y de 1980, los
científicos dominicanos inventariaron gran parte de sus recursos naturales y
luego, una vez acabado el terror impuesto por Trujillo, en la década de 1980
nacieron diversas organizaciones no gubernamentales ambientalistas muy
efectivas.
Lo interesante y resaltante en ello es que, a diferencia
de otros países, estas ONG eran netamente dominicanas (recursos humanos y
financieros), es decir, no eran las sucursales de otras grandes organizaciones
internacionales que buscaban socios para ejecutar proyectos. En la República
Dominicana nació un movimiento conservacionista propio como producto de la
preocupación inminente de sus ciudadanos por el medio ambiente. En esa línea, los
conservacionistas establecieron una alianza con las universidades locales y con
la Academia Dominicana de Ciencias para formar un movimiento ecologista muy
importante, eficiente y comprometido con su entorno.
Dictador
controversial
De ninguna manera se puede obviar el hecho de que
Balaguer fue un dictador, no tan feroz como Trujillo tal vez, pero sí un personaje
que no respetó los derechos humanos (defendió, por ejemplo, una de las matanzas
que hizo El Chivo, en 1937, contra haitianos) y que avaló todo lo hecho por
Trujillo (además trabajó para él). No obstante, Balaguer fue elegido de forma
limpia y democrática en 1986, pero sin embargo, utilizó el fraude, la
intimidación y la violencia para ser reelegido en 1970, 1974, 1990 y 1994.
Ordenó la expulsión obligatoria de indigentes, mandó matar a opositores y
permitió que campee una corrupción general en su país. Una frase suya que lo
pinta de cuerpo entero es: “La Constitución no es más que un trozo de papel”.
Otra de las frases celebres que lleva su sello es: “La
corrupción se detiene en la puerta de mi despacho”. Y es que se le tildaba de
maquiavélico, complejo, autoritario, pero no se le pudo probar que haya robado
como Trujillo. Según Diamond, una de las personas que él entrevistó le dijo: “Balaguer
era un malvado, pero un malvado necesario en esa etapa de la historia
dominicana”. Si bien esta frase es muy discutible y controversial, al parecer
lo cierto es que, después de Trujillo, lo que el país necesitaba era la
consolidación de una clase media y el fortalecimiento de algunas actividades
capitalistas para desembocar en lo que hoy es dicho país centroamericano.
En lo referido específicamente a sus medidas
ambientalistas, existe una gran discusión sobre sus verdaderos fines. Así,
Diamond indica que mucha gente piensa que podrían haber existido diversos
motivos que lo llevaron, por ejemplo, a desalojar y a asesinar madereros “ilegales”.
Se especula que el dictador temía que se estuviese forjando una revolución
procastrista; que quería tener tierras para luego convertirlas en grandes
paraísos turísticos o que finalmente deseaba estrechar los vínculos con las
fuerzas armadas.
Todas las medidas adoptadas por Balaguer tuvieron un alto
costo para su mandato y reputación, pues estas fueron impopulares. Esto le hizo
perder votos (para eso está el fraude) y su aplicación ocasionó que se aleje de
los poderes de la élite civil y militar. Pero también para eso hubo un
contrapeso, pues diversas políticas adoptadas tuvieron bastante acogida entre
los dominicanos en general. En este escenario tan complejo, me detendré en las
políticas medioambientales en concordancia con lo que expone Diamond.
Todo lo que en el escenario ambiental fue hecho por
Balaguer tuvo bastantes vacios y sus medidas no fueron del todo exitosas. Uno
de sus mayores errores, sino el más grave, fue el de no haber logrado una
armonización entre las necesidades de los agricultores de las zonas rurales y
las preocupaciones ambientales, dejando de lado la búsqueda de un apoyo de las
poblaciones locales destinado a la conservación y utilización de sus recursos
naturales para su propio beneficio y para el del país.
Aunque cueste creerlo, según Diamond, a Balaguer sí le
interesaba el medio ambiente incluso más que a otros políticos pasados y
actuales. En todos sus discursos políticos asomaba la conservación de los
bosques, ríos y de la naturaleza como uno de sus sueños más recurrentes. Y como
ya se mencionó, cuando el Presidente Fernández afirmó que tener el 32% del
territorio nacional protegido era una exageración, Balaguer defendió a capa y
espada los espacios protegidos en el país.
Como también ya se mencionó, solo existen especulaciones
para explicar el por qué Balaguer fue un “verde”. Se dice que todo lo hecho fue
por la influencia que recibió durante su permanencia en Europa, por la
influencia de sus familiares, por conocer muy de cerca los cambios en la isla e
incluso por un cierto repudio a Haití y porque quería diferenciarse de ellos.
En todo caso, lo que sí es cierto es que Balaguer fue un personaje altamente
controversial, complejo, maquiavélico, enigmático y que tuvo —y tiene—
opositores radicales por todo lo que hizo y representa; no obstante, también tiene
algunos adeptos.
Todo esto, llevado a la idiosincrasia peruana, podría
parecerse al “roba pero hace obras”; en el caso de Balaguer podría ser:
“conserva pero mata y reprime”. Y es que las políticas medioambientalistas
implementadas por el dictador centroamericano han ocasionado en gran parte que
la República Dominicana no convierta su territorio en lo que es Haití hoy en
día. Claro, el costo ha sido muy alto y no se puede tolerar una dictadura, sin
embargo, ¿algo bueno de todo esto se podría o debería rescatar? Habrá que
seguir analizando el tema.
Marzo 2013
No hay comentarios:
Publicar un comentario