lunes, 1 de febrero de 2010

CONSUMIR HASTA REVENTAR EL PLANETA Y PAGAR PARA PROTEGER LA SELVA

En una de las tantas aristas de la problemática ambiental me pareció interesante enterarme de lo siguiente: si toda la humanidad adoptara el estilo de vida americano, el planeta solo tendría espacio para 1,400 millones de personas, es decir estamos hablando de toda la población de China (1,200 millones de chinos) más un par más de terrícolas. En estas líneas está inmerso un mensaje oculto que debe salir a la luz: debemos cambiar nuestro estilo de vida para buscar mitigar los impactos del cambio climático y frenar a largo plazo el calentamiento global.

En los Estados Unidos viven cerca de 308 millones de “gringos” que generan un impacto terrible en el mundo. Tras Copenhagen ha quedado demostrado el poco compromiso del Tio Sam en dar un giro significativo al problema que nos perseguirá hasta el resto de nuestros días (por lo menos de los que leen este texto). La humanidad galopa aplicadamente hacia la meta de lograr un aumento de 3,5° C de la temperatura global en los siguientes años. Esta cifra es terrorífica ya que si la comparamos con aquel aumento que se registró luego de la época industrial, lo peor está aún por venir.

Y si bien muchas naciones se esfuerzan en mandar a las Naciones Unidas sus planes de acción para combatir el calentamiento global —ante la calamidad de Copenhagen—, la meta de reducir el aumento de la temperatura global se ve muy lejana. Las ¿buenas? intenciones políticas no son suficientes. Hace falta un cambio en nuestros “discos duros” si queremos hacer algo por el planeta. Según algunos estudios, ya a partir de 1987, la humanidad estampó firmemente su “huella ecológica” en el planeta, es decir, sus demandas energéticas sobrepasaron las capacidades de regeneración del medio ambiente. En otras palabras, se utiliza más recursos de los que podemos obtener de la naturaleza.

Consumistas a rabiar

El autor del estudio de la “Situación del Mundo” del Worldwatch Institute en Washington, Erik Assadourian, afirma que actualmente el planeta, además de que solo tendría lugar para 1,400 millones de “gringos”, podría albergar a 2,100 millones de hombres con el estilo de vida europeo. Y según el estilo de vida de un tailandés o de un egipcio (el cual es más similar al nuestro), la Tierra soportaría a 6,400 millones de humanos. En la actualidad viven en nuestro querido planeta 6,800 millones de personas. Las Naciones Unidas estiman que para el año 2050 seremos 9,000 millones de seres hambrientos, sedientos y hacinados en un medio hostil.

Un europeo promedio utiliza diariamente 43 kilos de materiales como metales, abarrotes o energía, mientras que un estadounidense utiliza 88 kilos. Dos perros ovejeros en Estados Unidos consumen más recursos que un ciudadano promedio de la India. Un niño inglés o estadounidense puede nombrar con más facilidad figuras de la televisión que especies de animales o plantas. Es por eso que no debe sorprendernos que el 19% de estos niños, menores de un año, ya tengan un televisor en su cuarto. Desde chiquitos ya consumen más energía y recursos que varios cientos de peruanos.

En Estados Unidos se ha registrado que el año pasado, por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial, la cantidad de autos chatarras descartados sobrepasa a los autos nuevos, es decir, el consumo de energía es brutal. Actualmente, se calcula que por cada cinco autos existen cuatro conductores. Ya en 1970 había más autos que conductores. Si bien en nuestro país estas comparaciones y cifras aún son lejanas, el creciente consumo y la aparente “buena racha” de nuestra economía están inflando las cifras. No estamos preparados para soportar un crecimiento acelerado del mercado automotriz y de las construcciones. Nuestra fiscalización ambiental y el manejo de residuos de todo tipo son incipientes.

Ayuda para la selva

Dada la complejidad del problema ambiental en el que está inmersa la humanidad, han salido a la luz propuestas con la mejor intención. Los países industrializados quieren aportar miles de millones de dólares para proteger los bosques tropicales. Sin embargo, debido a que no existen reglas claras en cuanto a la manera cómo es que se debe canalizar esta ayuda, este solidario intento podría traer más problemas que soluciones. Algunos expertos aseguran que el dinero podría caer en manos no deseadas. Los nativos y dueños del bosque deberían ser los que cuiden dichos territorios. Pero esta postura también es discutida. Al parecer no se sabe qué hacer, lo cual parece una broma de mal gusto.

Tras un pensamiento lógico y simple podemos deducir que, quien cuida el bosque, hace algo bueno por el clima mundial y por ende, por la humanidad. No obstante, dado que el cambio climático es difícil de ser cuantificado, la figura de la Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación (REDD) parece tener sentido, sin embargo, aún hay mucho por discutir al respecto. Esta iniciativa consiste, dicho de manera simple, en que los países industriales pagan para que los países en vías de desarrollo (como Perú) y cercanos a ser considerados como industrializados (como Brasil) protejan grandes extensiones de bosque.

Según Andy White, jefe de la Rights and Resources Initiative (RRI) —a la cual pertenece, entre otras, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN)— ,“los Estados han prometido bastante dinero pero no se han puesto de acuerdo en cuanto a la estructura y funcionamiento del mecanismo REDD”. Esto es aún más evidente tras Copenhagen, ya que no hay reglas y procedimientos claros para traducir esta iniciativa a acciones concretas que realmente funcionen y que satisfagan a todos. Muchos científicos ya “han puesto el parche” estimando que algunos Gobiernos de los países donde se implementaría tal mecanismo podrían pisotear los derechos de los pueblos indígenas para recibir, como niños buenos comprometidos con la naturaleza, grandes cantidades de dinero.

Y no es poco dinero el que está en juego. Estados Unidos, Australia, Inglaterra, Francia, Noruega y Japón han prometido aportar más de 3,500 millones de dólares hasta el 2012. Además, es muy probable que este “pozo” siga aumentando. Es seguro que otros países se irán sumando a esta iniciativa dado que para muchas naciones, REDD es una manera efectiva de propiciar la conservación de las grandes masas forestales. Además, dicho esfuerzo les otorgaría una “buena reputación” que facilitaría su figuración como países comprometidos con el planeta y haría que queden bien ante las tribunas. Asimismo, esto los haría ver como países “verdes” para, tal vez, buscar futuras inversiones en otros lugares (se las saben todas). Adicionalmente, REDD podría poner en jaque a actuales proyectos millonarios de canje de deuda por conservación, lo cual pone nervioso a los que dirigen diversas iniciativas que ya están en marcha.

Faltan reglas

Para White, las reglas de financiamiento de REDD no están nada claras y eso podría traer problemas si no se norma este aspecto. Temas como la corrupción, la discriminación y el retiro de derechos a los pueblos indígenas podrían agravarse. Toda esta normativa debería proceder de un acuerdo climático global (Copenhagen), pero este no es el caso y quién sabe si algún día habrá un acuerdo de este tipo. Pese a todo, ya existen algunos esfuerzos aislados para buscar consensos como las propuestas hechas por Francia y Noruega, a fin de regular la protección de las selvas tropicales. Si bien estas no serían de alcance universal, dichos intentos podrían aportar pautas interesantes para actuar de manera rápida y efectiva. Países como Indonesia y Brasil están interesados en pasar de una vez a la acción.

Para los expertos de la RRI, solo un trabajo coordinado podrá hacer efectivo esta iniciativa. Asimismo plantean que las organizaciones locales deben ser fortalecidas y proactivas, es decir, se debe fomentar un sistema ágil y no burocrático. White afirma que “en las áreas forestales manejadas por los gobiernos se registra la mayor deforestación”. Muy por el contrario, “en las zonas manejadas por asociaciones comunales, existe menos tala”. Bajo este último modelo, al parecer, la deforestación en Brasil ha disminuido ya que muchos pueblos han determinado que ellos mismos protegerán sus bosques. Esperemos que realmente sea así.

Se escuchan voces que anuncian que pronto se podrá reglamentar la iniciativa REDD. Si bien esta propuesta podría aportar enormemente a la protección de los bosques tropicales, debemos estar atentos a las posibles consecuencias y reacciones que se originen. Un ejemplo que nos puede dar una idea de la necesidad de actuar rápido es el de Ecuador. Hace poco, su presidente, Rafael Correa, determinó que no se debe cerrar el proyecto petrolero estatal de Ishpingo-Tambococha-Tiputini en la selva amazónica, pese a que el Gobierno podría haber recibido una indemnización de cerca de 3,500 millones de dólares en 10 años. Sin embargo, Correa dijo que los países industrializados solo quieren que en el bosque vivan los pajaritos felices y contentos mientras que el pueblo se muere de hambre.

La empresa estatal PetroEcuador debe presentar el estado de las reservas petroleras para “salir” al mercado. La firma china Sinopec y la empresa brasilera competidora de Petrobras ya están interesadas. Queremos desarrollo, la pregunta es: ¿Cómo?, ¿Y la planificación? Bien gracias, o mejor dicho: no hay (gracias).
Artículo publicado el 01 de febrero de 2009 en la versión online de la Revista Viajeros:

sábado, 16 de enero de 2010

SOBRE BALLENAS, CO2 Y HAITI

En los últimos meses hemos sido testigos de varias noticias sobre diversas especies de ballenas que fueron varadas por el mar. Muchas de ellas pudieron ser devueltas al océano, sin embargo, otras murieron irremediablemente. ¿A qué se debe esta situación? Al parecer, el causante de estas muertes es nada más y nada menos que un viejo conocido: el dióxido de carbono, es decir, el famoso CO2. Y como ya lo he comentado en varios artículos, la presencia en demasía de este gas en la atmósfera origina el calentamiento global del planeta —con el consecuente cambio climático— y la acidificación de los mares.

Pero eso no queda ahí. Ya que los mares absorben una gran cantidad de CO2, el agua salada se va acidificando poniendo en riesgo animales con caparazones formadas por carbonatos de calcio, tales como moluscos, caracoles, estrellas de mar y los tan preciados arrecifes. Adicionalmente, existe otro gran problema generado por la modificación de la estructura química del agua en los océanos: la transmisión del sonido en aguas marinas es más fácil e intensa en aguas ácidas. Es decir, las ondas sonoras recorren mayores distancias y son más penetrantes en un medio ácido.

Tal situación puede estar ocasionando que las ballenas pierdan la orientación debido a que reciben ondas sonoras que las confunden. Estas interferencias podrían explicar por qué algunos de estos grandes mamíferos terminan sus días en las playas tras ser varados por el mar. Se sabe que estas especies necesitan grandes profundidades para movilizarse y al confundirse o atender ciertos ruidos se acercan mucho a la costa sin posibilidad de regresar a altamar.

Algunos estudios científicos afirman que, dicho de manera sencilla, los mares son cada vez más ruidosos. Los tonos graves, es decir aquellos con una baja frecuencia de onda, son generados de manera natural en el mar debido a las lluvias, las olas y a la actividad de animales marinos. Sin embargo, a este repertorio se le suma el sonido producido por los barcos y por otras actividades humanas. Pese a que este tema fue abordado en Copenhagen sin resultado alguno, varios científicos insisten en anunciar cambios dramáticos para la fauna marina, en especial, para los grandes mamíferos como ballenas, delfines, orcas y otros.

Adicionalmente, la comunicación que existe entre estos animales, basada en un complejo sistema de sonidos, puede verse afectada por estos cambios en las aguas marinas. Dicha situación trae consigo modificaciones en la conducta con algunas consecuencias negativas. Asimismo, los delfines pueden perder o ver disminuido severamente su capacidad auditiva si es que en las aguas marinas los sonidos se agudizan y se hacen más intensos. Las zonas más amenazadas por esta situación son el Atlántico y el Pacífico norte, las regiones subtropicales como Hawai, así como las aguas marinas cerca al canal de Panamá y a la costa japonesa. Estamos advertidos.

Reflexiones en torno al terremoto en Haití

Uno de los países más pobres del continente, si no el más pobre, ha sido devastado por un letal terremoto. No entraré en detalles sobre esta tragedia, sin embargo, en base a diversas notas recogidas lanzaré algunos comentarios para reflexionar al respecto. Según algunos medios de prensa, dicho país ya estaba advertido de que un terremoto así sería sumamente devastador. Y es que la situación política, social y económica del país, donde el gobierno de turno es incapaz de tomar medidas preventivas, es el escenario perfecto para que una tragedia de esta magnitud se cobre tantas vidas. Si la política estatal hubiese tomado en cuenta reglas básicas y sencillas de construcción, posiblemente se hubiese podido salvar miles de vidas.

Un terremoto de esta magnitud en Japón o en los Estado Unidos no habría cobrado tantas vidas, pese a que también son zonas expuestas a estos eventos naturales impredecibles. La diferencia está en la cantidad de dinero que invierten estas naciones del “primer mundo” en construcciones especialmente diseñadas para afrontar terremotos y otras desgracias; y en capacitar a sus ciudadanos. Para los países pobres, dichas medidas no figuran en la lista de prioridades. Además, como es común en nuestra realidad, muchas construcciones son hechas a la “criolla”, es decir, son construidas sin seguir las normas básicas de ingeniería, ahorrando (o robando) material (acero, cemento) o utilizando mezclas alteradas para sacarle la vuelta a lo que debería ser un acto responsable.

Pensando en toda la masa de cemento que invade Lima, no quiero ni imaginarme un terremoto similar en esta ciudad (o en cualquier lugar del país). ¿Quién supervisa todas las construcciones?, ¿Somos los suficientemente responsables para pensar que lo barato sale caro? ¡Qué miedo! Construir de tal manera que se tome medidas preventivas para posibles movimientos telúricos no debería ser tampoco tan caro. Pero claro, más importante es tener aunque sea un techo, que ponerse a pensar en cómo construir tomando ciertas previsiones para el futuro. Sin un Estado (y/o una sociedad civil atenta) que fiscalice las construcciones y que imparta conocimientos y enseñanzas sobre prevención y defensa civil, poco se puede hacer.

Sumergidos en un mundo donde solo importa sobrevivir o generar más riqueza, lograr una cultura de la prevención es casi imposible. Todo esto se agrava cuando el último terremoto de grandes magnitudes se dio muchos años atrás (aunque en el Perú con lo sucedido en Pisco y anteriormente en Arequipa, deberíamos estar prevenidos, al margen de la inoperancia estatal). En el país somos expertos en reaccionar solo después (y “a media caña”) tras las desgracias.

Existen algunas reglas básicas de construcción que pueden ahorrarnos momentos amargos, tales como privilegiar construcciones ovaladas y dirigir el punto de gravedad hacia abajo. Las construcciones que buscan la simetría, y cuyo punto de gravedad se ubica principalmente cerca del suelo, son más estables. Por otro lado, se debería evitar el uso de balcones, cúpulas y de otros elementos ornamentales que podrían ocasionar daños colaterales lamentables, a menos que se construya bajo una supervisión y asesoría técnica. Crecer como país no significa únicamente intentar salir de la pobreza, sino también, fomentar una cultura de responsabilidad social. No podemos enfrentar a la naturaleza, pero sí podemos mitigar los efectos de este tipo de situaciones y sobre todo, podemos (y debemos) respetarla.

El caribe ha vuelto a temblar y no hemos llegado a nada concreto en Copenhagen. No sé quién está más jodido: ¿nosotros o las ballenas?

Artículo publicado el 15 de enero de 2010 en la versión online de la Revista Viajeros:
http://www.viajerosperu.com/articulo.asp?cod_cat=11&cod_art=1572

sábado, 9 de enero de 2010

MARÍA

María despertó de un sueño extraño. Un sabor amargo en la boca le recordaba la noche anterior. Yacía boca arriba. Su mirada se clavó en el techo. El ambiente estaba húmedo. Una luz tenue se dejaba entrever entre las cortinas. Introdujo la mano derecha en su pantalón aterciopelado. Con mucha tranquilidad acarició su pierna derecha. Algunos vellos se asomaban inclementes y rebeldes tras la última depilada. Se frotó detenidamente toda la pierna hasta llegar a sus nalgas suaves y frías. Arqueó un tanto el cuerpo. Sus manos frotaban su carne de seda blanca. Ataviada con sus recuerdos, percibió un calor agradable que la rodeaba. Se sentía feliz.
Su sexo se hallaba seco y en reposo. Se entretuvo ordenando el vello púbico en dos mitades simétricas. Sus pensamientos cabalgan a toda prisa intentando capturar recuerdos de la noche anterior. Su mano ocupa ahora el ombligo que, caliente y limpio, emana frescura. El movimiento rotatorio de un dedo intentaba taladrarlo suavemente.
Mary llevó su mano a la canilla cerciorándose de la necesidad de una pronta y necesaria depilada; y no dejó de moverla hasta detenerla en sus senos. Ambos, uno erecto y el otro flácido, descansaban como majestades equidistantes del centro del cuerpo. Su mano los acariciaba brindándole a cada uno la misma cantidad de cariño y atención. Sus labios estaban aún cubiertos con algo de lápiz labial.
Cerró sus ojos procurando seguir recordando. Atacó con dulzura al pezón flácido buscando su erección. Mientras tanto, magullaba distintos pasajes de sus horas anteriores. Se quedó profundamente dormida. El pezón nunca llegó al estado que buscaba. Un hilito de saliva discurría lento por el labio inferior hasta casi desaparecer.
El sueño fue muy breve. Un pequeño dolor en el brazo la despertó. Su primer pensamiento se concentró en el día que le esperaba sin que su mente se alejase de la última noche. Sus dos manos se posaron bajo las nalgas, arqueando nuevamente el cuerpo. La hendidura que formaban sus dos senos aparecía voluptuosamente ante ella.
Decidió no levantarse aún. Cerró sus ojos y se dejó llevar por el amargo silencio de la soledad.
María recordó con inminente rubor algunos detalles que él le había susurrado al oído. Se sonrojó, sin embargo, sonreía. Algo había en ese hombre que la fascinaba. Él posó sus manos tímidamente en sus rodillas. María ni se inmutó, pues sentía una agradable sensación y no dijo ni hizo nada para frenar una caricia que se aventuraba más allá en una atrevida incursión. Le temblaban las rodillas.
Un sabor húmedo en sus labios la sorprendió. La sequedad anterior había desaparecido de manera intempestiva. Los labios humedecidos respondían al recuerdo de uno de los besos de la noche anterior.
Bailó con él varias veces. María se esforzaba por mostrarse sensual y complaciente. Se dejaba apretar contra el cuerpo de su pareja. Trataba de engatusarlo con sus manos y con su mirada. Mientras seguía echada, pensaba en el día en el que le hicieron su fiesta a los seis años. Tenía un moño blanco y un vestido rosado. Sus amiguitos se fueron y ella se quedó en la sala sentada contemplando alguno de sus regalos. Sus padres estaban en la cocina con algunos de sus amigos. Se fue a su cuarto. Se sentó en la cama asustada. Un señor se acercó con aliento infernal a alcohol y la empezó a tocar. María se congeló. Él se reía y le dijo que estaba muy bonita. Le toco las rodillas y los muslos. Mary no pudo pararse hasta que la tembladera cesó.
A los nueve años hizo la primera comunión. El amigo de sus padres que la tocó envilecidamente estaba en la ceremonia. Ella intentaba no mirarlo. Sentía como sus manos la rozaban. Recordaba ese aliento y esa risa. Su corazón se encogía. Revivir ese instante, hacía que se le pusiera la piel de gallina. Si bien lo vio en varias reuniones familiares, pues era íntimo de la familia, siempre intentaba esquivarlo. Sentía su mirada y los deseos que tenía por acariciarla. Luego, tuvo que recibir su saludo. La ceremonia adquirió para María un sabor amargo.
En la mesa conversaban muy animadamente. Ella se reía de sus ocurrencias. Sus amigas le guiñaban el ojo y le mandaban asolapados besitos. La música en el local no dejaba de sonar y él pedía más cerveza y fumaba cada vez más seguido unos cigarros realmente fuertes. María se fue al baño.
Para sus quince años, sus papás le hicieron una fiesta. La emoción la embargaba. Bajó con su papá para bailar en la sala. Al principió solo veía a los más chicos. En pleno baile, divisó al amigo de sus padres -bebiendo y fumando- mirándola fijamente. Sus ojos la desvistieron. María perdió el paso. Su papá la contemplaba orgulloso y continuó bailando con Mary. Al final de la noche, el tipo se le acercó para bailar. María se fue corriendo desesperada al baño.
En el baño se acomodó el sostén. Se lavó la cara y se miró largo rato en el espejo. Alguien tocaba la puerta. Se retocó el cabello. Acercó sus labios al espejo y se besó en el espejo. Luego soltó una carcajada. Apretó el paso hacía la mesa donde estaba él. No lo encontró. Tras unos minutos, apareció. La jaló a la pista de baile. La apretó y le dijo algo al oído. María se estremeció.
Mary deseaba que el tiempo se detenga y que la mañana dure todo el día. Su cuerpo estaba fresco pese al trajín. Él salió del baño y le hizo nuevamente el amor. Esta vez gozó profundamente del embrujo del vaivén de sus sentimientos más puros. Su corazón galopaba descontrolado. Sus manos se aferraban a la posesión. Se sintió plena, realizada y feliz. La vida tenía sentido. Sus dos pezones estaban erectos. Los recuerdos de la noche anterior ya no eran necesarios. Por su mente pasó toda su niñez para desvanecerse como el gemido de su entrega. Las rodillas ya no le temblaban.

sábado, 26 de diciembre de 2009

GERALDINE

El viaje dura dos horas y media. Llegué minutos antes de que el bus de dos pisos saliera. Cuando subí, ya todos lo pasajeros estaban sentados. El único asiento libre era el mío. La vi a unos metros de la parte posterior. Nada en ella me llamó la atención. Me senté torpemente y me acomodé lo mejor que pude. Aún era de día y el sol, aunque un tanto apagado, todavía nos alumbraba. Tras unos segundos, no pude evitar ver a mi vecina de asiento.

No me atrevía a mirarle el rostro. Solo miraba todo lo demás. Intenté en vano leer el diario. Inhalaba fuertemente ─como ahogándome─ intentando captar alguna fragancia despedida por la fémina sentada a mi lado. Su edad debía estar entre los 30 y 40 años. Su contextura, un tanto fornida, contrastaba con su delicado rostro y fino perfil. Su tez blanca la hacía ver mayor.

La rozaba con el brazo mientras intenta adivinar su nombre. El sol le caía en el rostro. A mí me ignoraba (y ella también). Después de varios intentos identifiqué un olor producto de una posible mezcla de tabaco y vainilla. Me quedé pensando en el aroma, intentando descifrarlo con todas las células que dispongo para tal fin. En vano. Mientras tanto, el sol amenazaba con esconderse. Yo volteaba descaradamente a verla. Sin ninguna vergüenza y avalentonado, intentaba captar su mirada, sin embargo ella actuaba como si estuviese sola. Aceptando mi derrota opté por desentenderme de la situación.

Así, cuando ya había logrado concentrarme en la lectura, un olor a acetona bloqueó la fragancia anterior. Me sentí golpeado. Mi acompañante se retocaba las uñas. Luego, extendió ambas manos y las mantuvo en el aire para que se sequen. Al poco tiempo se echó otros líquidos en la mano. El olor a sala de manicure lo cubría todo. No me quedaba más que echar otros vistazos al compás del movimiento bamboleante del bus.

Luego de la sesión de manos, continúe con mis miradas furtivas, hasta que por un momento me quedé dormido. Al despertar, aún brillaba tenuemente el sol. Ella estaba mirándose las uñas cuando se inclinó y recogió un maletín, del cual sacó un monedero grande de donde extrajo un reloj con correa púrpura. Se lo puso en vez de aquel de metal que llevaba puesto. Hacía juego con su camiseta.

A los pocos minutos, sacó unos aparatos para delinearse los ojos. Cumplió dicha tarea con una destreza única a pesar del movimiento incesante del bus y a la poca luz solar que quedaba. Noté también que sus pestañas eran grandes y que estaban rizadas. Se pintó afanosa y provocadoramente los labios. Lo hizo dos veces. Además, se miraba incesantemente en el espejo. Yo aprovechaba en mirar al espejo para observarla desde otro ángulo.

Ya había casi oscurecido cuando inició la ceremonia del peinado. Me quedé observándola con desfachatez aprovechando la luz tenue y que ella estaba concentrada en aquel ritual. Lo hacía de manera tan natural y con tanta agilidad que me causaba admiración su destreza. Además, me hacía sentir más torpe de lo que soy. En un momento parecía que había dos personas peinándola.

Es ahí cuando debí ofrecerle mi ayuda para peinarla, aunque tal vez no la hubiese aceptado. Me arrepiento. Una vez concluido el peinado, buscó entre sus cosas un collar. Se lo puso delicadamente. Otra vez no pude vencer mi timidez. No obstante, fui recompensando ya que mientras se miraba al espejo con la poca luz que provenía de la garita de control donde nos hallábamos detenidos (parecía que había calculado todo al milímetro), pude observarla mejor.

Tuve que desviar la mirada para no tirarme encima de ella (eso lo digo ahora cobardemente). Acto seguido, el bus continuó su marcha y todo se oscureció. Así, pude apaciguarme un tanto. Ya mi cerebro maquinaba qué decirle o qué preguntarle para entablar una conversa. Es ahí cuando me percaté que pronto estaríamos por llegar a nuestro destino.

No pude articular ni una frase. Las luces lejanas de la ciudad a la que íbamos empezaban a aparecer en el horizonte. Estaba desesperado y abatido. Ella se preparaba para descender. Se dio los últimos toques, revisó sus manos, se acomodó en el asiento para disfrutar los últimos minutos del viaje, mientras yo seguía congelado pensando qué decir o hacer.

Cuando llegamos al destino final, sentí envidia de aquel que estaría las siguientes horas con ella. En eso, prendieron las luces del bus y fue en ese instante que cruzamos la única mirada. Su nariz me apuntaba ferozmente. Me hizo un gesto de saludo y de despedida a la vez. Yo me quedé petrificado hasta que me atreví a preguntarle cómo debía llegar al aeropuerto. Me contestó animosamente, pero no le presté atención. Solo la contemplaba. Terminó de hablar y continuó con lo suyo. Yo no supe qué más preguntarle.

Antes de descender del bus quería verla de cuerpo entero, pero yo debía salir antes que ella pues estaba sentado en el pasillo. La dejé pasar y me quedé observándola. Pensé en todo lo que le debí haber dicho. Descendió del bus y desapareció. No la vi más pese a que, tras despertar de mi obnubilación, la busqué en el paradero final. En vano. La perdí de vista. En esos momentos ya debía estar en compañía de su enamorado pues, recién lo confieso, ella ya lo había llamado por teléfono anunciándole su llegada.

No le pude preguntar su nombre. No me atreví. Le puse Geraldine. Toda ella tenía ese nombre. ¿Qué nombre me habrá puesto?, ¿Gerald?, ¿Wilbur?, ¿Lo habrá hecho? Si no lo ha hecho, no me importa, lo que sí me interesa es que me recuerde. Por lo menos intenté captar su atención vagamente, pero como siempre, lo hice muy tarde. Ella no debe haber gastado ni un nanosegundo en acordarse de ese viaje y menos debe haber pensado en mí. Soy un cobarde. Le mandaré estas líneas. Tú dime a dónde Geraldine. ¡Al menos le hubiese pedido su correo electrónico!
Abril 2008

jueves, 17 de diciembre de 2009

MI CARTA A PAPA NOEL PARA ESTE CALUROSO AÑO 2010

Asumiendo que Papá Noel existe, le he escrito desesperada y velozmente esta pequeña carta en donde le hago algunos pedidos para esta deprimente navidad. Ojalá sepa escuchar mis peticiones, comentarios, tribulaciones, quejas y diatribas para que se las haga llegar a las personas y entidades respectivamente aludidas. Espero que el próximo año, si es que le vuelvo escribir, la lista de pedidos sea menos extensa.

Estimado Papá Noel:

Te saludo, y sin mediar más generalidades, dada tu escasez de tiempo en estas fechas, te envío mi lista de pedidos (sin ningún orden, ni prioridad. Todos son importantes).

Te pido que:

• Nos permitas ponerle freno a esos empresarios angurrientos que vienen devastando extensos terrenos de bosques para sus monocultivos, aniquilando la diversidad biológica, incrementando la inestabilidad social, enriqueciéndose descaradamente a costa de los más pobres y obviando todo tipo de respeto hacia los demás.

• Nos ayudes a detener esa locura llamada “Represa de Inambari” que no es más que un capricho brasilero para abastecerse de energía dejándonos a nosotros miserias, bosques destruidos, poblaciones desplazadas y un ripio.

• Los planes maestros de las Áreas Naturales Protegidas sean más concisos y claros (y antes que nada, te pido que “ajustes” a los respectivos implicados para que de una vez por todas se aprueben aquellos que circulan por ahí en busca de sellos y vistos buenos, desactualizándose cada día que trascurre) con la intención de que realmente sirvan de herramientas de gestión y no para rellenar estantes. No puede ser que se incluyan en ellos los participantes de los talleres, un marco legal extenso y decenas de páginas con información irrelevante para manejar eficientemente el área. O por lo menos que se edite una versión resumida que pueda ser leída y entendida por los pobladores locales y otros actores con el fin de que sepan “de qué se trata” y qué se quiere lograr.

• Nos ayudes a frenar las iniciativas mal llamadas científicas que lucran con nuestra diversidad biológica y que venden “cebo de culebra”. No estamos para experimentos. Además, no podemos permitir que nos quieran agarrar de “lornas” y que estos intentos improvisados y poco serios saboteen a las verdaderas investigaciones científicas que aportan información de primera clase. Ya es hora de ponerle freno y desenmascarar a estos falsos conservacionistas.

• Realmente funcionen las revisiones técnicas y que desaparezcan progresivamente esas “carcochas” contaminantes que circulan por doquier.

• Internen en un manicomio o que les metan una multa a todos esos energúmenos que tocan el claxon como enfermos mentales.

• Alguien le haga el pare a esos republicanos gringos (una de ellas es la guapa Sarah Palin, ex candidata a la vicepresidencia de los Estados Unidos) que se oponen a la reducción del CO2 de su contaminante país. En Estados Unidos deberían mandarlos por un tubo a estos estrechos de mente. Me hacen recordar a personajes cantinflescos de nuestra política que son unos obtusos con sus imposiciones religiosas medievales.

• Intercedas para que la Iglesia deje de “jorobar” con su insistente posición medieval, arcaica y ridículamente conservadora que se opone a una política de planificación familiar. No se dan cuenta que cada vez somos más y que necesitamos regular el aumento de población.

• Dejes sin regalo a aquellos padres de familia (y a todos en general) que botan basura a la calle delante de sus hijos (hace poco vi a un niño que abrió una caja de chicle y que botó la envoltura en la puerta de su casa. Luego el padre se agachó a recoger la basura ¡y la tiró más allá! ¡Esto es de locos!) y que no muestran nada de decencia ni respeto hacia los otros.

• Nos ayudes a estar preparados para cuando, debido al calentamiento global, nos volvamos caníbales y matemos a nuestros vecinos por un litro de agua. Lo bueno, en este caso, es que la Iglesia Católica garantizará que haya más humanos para estos oscuros fines.

• No nos detengamos en los esfuerzos por erradicar la minería informal en el país que está destruyendo cientos de hectáreas de bosques, envenenando ríos (y por ende a otras personas), así como acrecentando la pobreza y la violencia. Debemos optar por otros caminos que nos permitan mejorar nuestros sistemas productivos.

• Nos mantengamos alertas ante el ingreso de alimentos transgénicos y ante las ganas locas de hacer dinero de unos inescrupulosos fomentando el cultivo de organismos genéticamente modificados como alternativas para, según ellos, salvarnos de la hambruna a costas de sacrificar nuestra diversidad biológica.

• Salvemos de la extinción a varias especies biológicas. Siendo concientes que algunas no van a sobrevivir a la barbarie humana, te pido que le demos una mano al geko de las huacas (Phyllodactylus sentosus), al zambullidor de Junín (Podiceps taczanowskii) y al mono coto de Tumbes (Alouatta palliata). Estas son solo tres de los cientos de especies amenazadas en el país.

• Nos ayudes a encontrar incentivos reales para fomentar la educación y la investigación científica en el país.

• Nos des la fortaleza para enfrentar las consecuencias del calentamiento global. Seremos uno de los países más afectados en el planeta y si seguimos dando vueltas sin hacer nada, la vamos a ver negras.

• Hagas recapacitar a todos aquellos que creen que, invadiendo terrenos y haciendo imperar la fuerza y el abuso, hacen uso de “sus” derechos. Debemos dejar de ser el país de las invasiones y del “caballazo”.

• El Ministerio de Energía y Minas deje de otorgar a diestra y siniestra permisos de exploración y explotación mineros, tal como hace poco lo hizo con un proyecto aurífero en la Cordillera del Cóndor.

• Hagas algo para iluminar a nuestras autoridades para que de una vez por todas tomen medidas drásticas y urgentes que combatan el caos vehicular en Lima (y en todas las ciudades del país).

• Metas a la cárcel a todos esos choferes irresponsables que aún conducen pese a tener decenas de multas.

• Le confieras algo de masa gris a nuestros desprestigiados congresistas con la esperanza de que, en el tiempo que les queda por cobrar, perdón, por “legislar”, hagan algo productivo. Sé que es casi imposible, pero igual te lo pido por si acaso.

Gracias Papá Noel por la atención prestada. Espero que te esté yendo bien en tu trabajo y que sigas esforzándote todos los años por darnos esas pequeñas alegrías que hacen de la navidad, una verdadera ocasión para la reflexión. Gracias también por avalar y facilitar que nos tomemos unos minutos para pensar en lo(s) que más queremos, alejados de las tiendas, las luces, las opíparas reuniones, los tan sinceros deseos y las verdaderas ganas de comer y beber hasta reventar. Saludos cordiales y Feliz Navidad para los que han leído esta carta hasta el final.

lunes, 7 de diciembre de 2009

CONSERVAR Y USAR ES MEJOR QUE ABUSAR Y DESTRUIR

Con todo lo que se viene para el planeta en cuanto a la búsqueda de soluciones a la problemática ambiental, el panorama es nada prometedor. No obstante, debemos hacer lo posible para guardar cierto optimismo, ¿o no? Es importante saber que existen muchas personas que creen que la Tierra va a empezar a enfriarse y que el pánico reinante sobre el futuro ambiental del planeta es una “cosa de locos”. Sin embargo, científicos estadounidenses han realizado diversas investigaciones (objetivas y no parcializadas) y han llegado a la conclusión de que no existe indicio alguno que muestre alguna tendencia que indique el descenso de las temperaturas globales.

Muy por el contrario, el planeta se está calentando y se calcula que el año 2009 sería el más caluroso que se registre en los últimos 130 años. A la fecha se sabe que el 2005 fue el año que portaba esta “distinción”. Y justamente con este último dato, más aquel de que el año 1998 también fue uno de los más calurosos; y que ambos años ya son “muy lejanos en el tiempo”, algunos afirman que actualmente la tendencia es que la temperatura global promedio está descendiendo.

En toda esta realidad planetaria (pues ya no podemos hablar de casos aislados) debemos reconocer que si no hacemos algo al respecto, los años futuros seguirán dándonos sorpresas negativas que dificultarán nuestra existencia. Como todos sabemos, el dióxido de carbono o CO2 es el principal gas causante del calentamiento global, pero de lo que no se sabe mucho es que el 60% de ese gas no se queda en la atmósfera (de lo contrario ya estaríamos cercanos al fin del mundo), sino, es captado por los océanos, los bosques y el suelo. Empero, la capacidad de almacenamiento de estos está colapsando y con esto podemos colapsar todos.

Es por eso que en varios círculos científicos se habla de maquinarias dotadas de tecnología limpia que, en resumen, lo que hacen es captar el CO2 directamente apenas se genera, es decir, antes de que sea liberado a la atmósfera. Seguidamente, el gas capturado es almacenado bajo tierra en cámaras especiales o en superficies porosas. De esta manera, se liberaría a nuestro recargado planeta de este gas. No obstante, en la discusión sobre qué tecnología es la más limpia, barata y efectiva, nos olvidamos que la naturaleza cuenta con el mejor método para protegerse del ser humano. Sin embargo, tras tanto “trabajo”, sus mecanismos parecen estar desgastándose para nuestra mala suerte.

Todo tiene su final, nada dura para siempre

Como ya se mencionó, las plantas, los océanos y el bosque captan el 60% del CO2 que se emite a la atmósfera. En el caso de los mares, se sabe que la capacidad de captación del dióxido de carbono disminuye conforme aumenta la temperatura de las aguas marinas. Además, mediante el deshielo de gigantescas masas procedente de los polos, entran al mar grandes cantidades de dicho gas limitando su captación. Es decir, la eficiencia de los mares en esta tarea es cada vez menor. Pero también se ha determinado que la capacidad de los ecosistemas a tolerar estos cambios climáticos es mucho mayor de lo que pensamos. Felizmente.

El científico ingles Wolfang Knorr de la Universidad de Bristol en Inglaterra, publicó un artículo en la revista especializada “Geophysical Research Letters” donde afirma entre otros que los océanos y la atmósfera ayudan a que el calentamiento global no sea más dramático. Contra más CO2 produce el hombre, la Tierra en su conjunto (y como sistema) lo absorbe para evitar daños ambientales. Para Knorr, es fascinante que un sistema tan complejo realice una actividad tan simple. Sin este mecanismo, las causas del calentamiento global hubiesen sido mucho más drásticas.

Pese a esto, Knorr no duda que la cantidad de CO2 emitido a la atmósfera, comparada a través de los años, ha aumentado exponencialmente. Asimismo, existe otro resultado que debe ser tomado en cuenta en las conversaciones sobre la política climática mundial: no se sabe con certeza cuál es la cantidad de bosque que se deforesta y cuánto CO2 es liberado, así como captado por las extensas masas forestales. Es por eso que se debe desmitificar la premisa de que protegiendo las selvas tropicales se protege al planeta del calentamiento global.

Y es que con este argumento los países con las más extensas superficies de bosques le reclaman a las naciones industrializadas que los indemnicen para combatir la tala ilegal. No obstante, estas últimas pueden negarse a hacer dicho pago si es que no se llega a establecer cifras exactas en torno a la deforestación (esto nos compete directamente). Para Knorr, la captación de CO2 por la masa forestal es lo que menos vale de un bosque. Más importante es la conservación de la diversidad biológica (y de hecho la generación de lluvias) ya que si se quiere “monetizar” a los bosques, lo que menos valor tiene es su capacidad de reducir el dióxido de carbono de la atmósfera.

Además, para los científicos está claro que sus conocimientos sobre el dramatismo que significa el cambio climático, no va a cambiar la situación actual. Según Knorr, “a la fecha no ha pasado nada, pero eso no significa que en un futuro cercano no pase algo terrible para la humanidad”. Ya se sabe que los “captadores” naturales de CO2 cada vez son menos efectivos. Con eso ya el futuro se ve turbio.

La conservación debe dar dividendos, sino, no pasa nada

La desaparición de la diversidad biológica no es solo un drama ecológico, sino también un drama económico. Científicos y economistas han elaborado un reporte que muestra la problemática del caso y la necesidad de demostrar que la conservación sí es rentable. Hablar únicamente de desastres ecológicos no es un argumento suficiente, por eso se está buscando agregarle el tema económico ya que una vez que la amenaza se dirige a la billetera, las reacciones parecen ser inmediatas. Algunas tendencias ecologistas intentan ponerle precio a la diversidad biológica a fin de demostrar qué tan costoso es perderla en comparación con lo barato que puede resultar conservarla y lo caro, penoso y poco efectivo que es recomponer un ecosistema.

Estamos viviendo una extinción masiva de especies que parece imparable. Por eso, si no la detenemos ahora, “ya fue”. En la reunión de los Ministros de Ambiente del G-8 en Postdam, Alemania, hace dos años, surgió esta idea que fue plasmada en el informe: “La economía de los ecosistemas y de la diversidad biológica”, el cual debería ser una especie de Informe Stern sobre la naturaleza. Uno de los puntos que se desprende de dicho documento es que el capital natural puede convertirse en una buena inversión y que los puntos neurálgicos a tomar en cuenta son: la deforestación de los bosques, la preservación de los corales marinos, la sobrepresca y la degradación de ecosistemas.

¿Cómo hacer para frenar todos estos problemas? La solución parece estar, no en la prohibición, sino en fomentar el buen uso de los servicios ambientales que ofrece la naturaleza. Pero para eso, los Estados deben invertir dinero a fin de preservar los ecosistemas y sentar las bases para que su uso, de manera sostenible, aporte dividendos. El ejemplo clásico es el de la preservación de los bosques. Cada árbol que no es deforestado (o que es plantado) ahorra emisiones de CO2 y por ende, dinero también. Mantenerlos en pie es más barato y provechoso. En este panorama aparece la propuesta llamada REDD (Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación) propiciada por las Naciones Unidas.

Argumentos para proteger a los bosques sobran, no obstante ya existen voces que reclaman que la iniciativa REDD es invasiva, prohibitiva y discriminatoria. La discusión está abierta y habrá que escuchar a todas las partes. Lo importante es reconocer que algo se debe hacer con suma urgencia. No podemos anhelar a conservar todo, pero tampoco podemos permitir que la naturaleza pague los platos rotos porque finalmente los más perjudicados seremos nosotros. Necesitamos ejemplos claros que demuestren que el desarrollo sí puede ir de la mano de la conservación. Más barato es manejar y conservar ecosistemas que restaurarlos después de haber sido destruidos.
Artículo publicado el 07 de diciembre en la versión online de la Revista Viajeros:
http://www.viajerosperu.com/articulo.asp?cod_cat=11&cod_art=1550

jueves, 3 de diciembre de 2009

III ¿F(L)ORO? NACIONAL DE ÁREAS NATURALES PROTEGIDAS: TENEMOS MUCHO POR HACER

Del 24 al 27 de noviembre del 2009 se realizó en Chiclayo este importante encuentro que reunió a más de 400 personas. Con una recargada agenda de temas para entender parte de la situación actual de las Áreas Naturales Protegidas (ANP) como espacios necesarios para la conservación y el desarrollo del país, este evento cumplió su objetivo. Es hora de pasar a la acción. Van unos comentarios personales.

Según el Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado (SERNANP), el país cuenta con 64 ANP (a agosto del 2009) pertenecientes al Sistema Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado (SINANPE) que protegen casi el 15% de nuestro territorio. A estas ANP le podemos sumar las 5 Áreas de Conservación Regional (ACR) y las 16 Áreas de Conservación Privada (ACP), las cuales son consideradas áreas complementarias al SINANPE. Comparada esta cifra con la de otros países, no estamos tan mal, sin embargo, lo más difícil no es establecer las ANP (se vienen 15 más), sino gestionarlas y demostrar de que sí aportan beneficios al país y, en primera instancia, a los pobladores locales que deben interactuar directamente con ellas.

Es necesario determinar en primer lugar que —desde mi percepción— la situación actual del SINANPE es alentadora y positiva. Tenemos recursos económicos (y ganas) para sacarlas adelante y convertirlas en ejes de desarrollo basados en la conservación y buen uso de los recursos naturales, pero nos falta (entre otros) mejorar los mecanismos de ejecución de los gastos que son necesarios para lograr que las ANP sean reconocidas como unidades eficientes que realmente aportan al país. En esa línea, aún se debe invertir más en personal, es decir, contratar más guardaparques (asegurando su estabilidad laboral, brindándoles seguro médico y capacitándolos mejor), incluir abogados y especialistas en la gestión de las ANP, así como, según la dimensión y los conflictos del área, asegurar que la respectiva jefatura funcione de manera eficiente.

Es necesario resaltar que un buen paso para la mejor gestión de las ANP es la decisión de que cada una de ellas tenga un Jefe. Otro punto importante que debemos reconocer es que, ahora que el SERNANP pertenece al Ministerio del Ambiente (MINAM) este se ha vuelto más dinámico y tiene mayor empuje. Pero esto es solo una parte del gran reto que tenemos ante nosotros: ¿cómo hacer que las ANP aseguren la conservación de nuestra gran diversidad biológica y que puedan ser utilizadas por nosotros para asegurar un mejor porvenir? Puede sonar contradictorio que al hablar de conservar mencionemos la palabra uso, pero sí podemos hablar de manejo. No obstante, para eso tenemos varios obstáculos que vencer.

Sopa de temas

Regresando al Foro y revisando su programación noté que la variedad de temas era grande (y está bien que sea así) pero lo que me llamó la atención es una apreciación muy personal que la someto a debate. En torno a las ANP, ACR y ACP existen muchos puntos de discusión en base a temas como monitoreo, determinación de lugares prioritarios para la conservación, gestión eficiente, sistemas de información, realización de inventarios biológicos y otros más específicos donde no tenemos una uniformidad teórica. Esta situación nos deja la impresión de que cada uno de los actores que trabaja en torno a estos espacios protegidos parece ser dueño de la verdad.

Definitivamente es bueno tener varios avances en diversos escenarios pero a mi parecer, se debe trabajar de manera más articulada buscando el consenso (el cual, aceptémoslo, es difícil de alcanzar en nuestro medio) para poder sistematizar la información de manera más certera y rápida. No tenemos mucho tiempo para tener ANP que funcionen de verdad. Es decir, la impresión de que cada actor (ONG, consorcio, gobierno regional o local u otros) jala agua para su molino y protege (o impone) sus intereses, nos puede llevar a no avanzar rápidamente en la gran lucha que tenemos para poder seguir (sobre)viviendo en un país megadiverso amenazado violentamente por el cambio climático producto del calentamiento global y por una expansión humana incontenible.

En algunos casos se aprecia que en estos espacios tan complicados de gestionar como lo son las ANP están presentes diversas propuestas (con sus diferentes metodologías) que posiblemente persiguen lo mismo, pero que responden tal vez a lineamientos establecidos en Estados Unidos, Europa o en otras realidades. Todo esto se confunde en interminables propuestas, planes de acción, estrategias, visiones, misiones que constantemente deben ser actualizadas porque pierden vigencia entre tanto papeleo y búsqueda de consenso para pasar a la acción.

Otros temas

Debemos reconocer, en mi opinión, que no vamos a poder conservar y salvar del ser humano a todo lo que quisiéramos y deberíamos conservar. Es inadmisible también pensar que algunos espacios protegidos se vean como entes aislados del resto. Las ANP son parte de un concepto más grande llamado territorio donde confluyen diversas visiones y usos del mismo. Tal situación nos obliga a incorporar a todos los actores involucrados para sentarse en una mesa y definir responsabilidades y acciones conjuntas que sean viables y que no queden flotando en la estratosfera.

Urge ser más expeditivos y concretos. La maquinaria estatal parece despertar de un letargo prolongado pero igual falta buscar catalizadores que demuestren que ese cambio sí está en marcha. Así por ejemplo es necesario que se aprueben los Planes Maestros de algunas ANP para que estas puedan cobrar ingreso y asumir aunque sea los gastos operativos. Por otro lado, un punto tocado en el Foro fue el de la recategorización de algunas ANP. Me parece un buen tema que debe también ser abordado con celeridad para redefinir conceptos y pasar a la acción. Los gobiernos regionales y locales (provinciales y distritales) deben también involucrarse en la conservación y uso sostenible de nuestra diversidad biológica.

Si bien, en resumen, el panorama se ve dentro de todo alentador, insisto en que debemos fajarnos más y buscar acciones concretas que sumen para tener resultados precisos. A estas alturas del partido tenemos que ser no solamente conservacionistas apasionados, sino también “humanistas”, es decir, concientes de que la única manera de sacar adelante a las ANP es viendo más allá de sus fronteras e incorporando a las poblaciones locales en su gestión. “Hace hambre”, cada vez somos más bocas que alimentar, requerimos más energía y necesitamos más espacio para habitar, por ende, la presión humana hacia las ANP no va a disminuir, sino todo lo contrario.

Es por eso que un rol importante en todo esto es aquel que tienen las Zonas de Amortiguamiento (ZA) como espacios que deben disminuir las presiones antrópicas hacia las ANP. En ellas se debe dar un uso del espacio de tal manera que lo que se conserva y resguarde dentro de los espacios protegidos sufra la menor intervención posible. Terrenos saneados jurídicamente; espacios para la agroforestería, ganadería controlada y otras actividades productivas bien manejadas; lugares para ofrecer bienes y servicios (hospedaje, venta de artesanías, alimentos y otros); centros de interpretación; espacios para fomentar la educación ambiental, talleres experimentales y otras posibilidades; deben permitir una mejor gestión de las ANP. Además, así se demuestra que la conservación sí puede traer beneficios para todos.

Finalmente quiero recalcar que tenemos que agarrar la sartén por el mango y ponernos las pilas de una vez por todas. Nuevos temas en la agenda internacional van a precisar modificaciones en nuestro accionar. Hablar de captura de carbono, gestión del agua, pago por servicios ambientales y otros implica reorientar, priorizar y ejecutar nuevas acciones o modificar algunas en marcha. No podemos pasarnos la vida “coordinando” y “agendando” reuniones donde el “floro” es el elemento principal. De hecho es necesario unificar criterios y establecer plazos, pero busquemos celeridad y perfección. Todos lo necesitamos. Manos a la obra.

Nota aparecida en "Solo para Viajeros" del 03 de diciembre de 2009:
http://www.viajerosperu.com/soloparaviajeros/nota1.html

BIENVENIDOS AL NUEVO MORDOR: ¡EL PERÚ! (XIII)

  Hace unos meses, tras un golpe de lucidez y un destello de valor, decidí abrir dos redes sociales para lanzar mensajes sobre diversos tema...