El director Guillermo del Toro nos sorprende con esta muy buena película que causa gran impresión y que desliza un concepto general de lucha entre el bien y el mal. Del Toro nos ofrece casi dos horas de una intrigante historia que cabalga a dos ritmos distintos, en dos mundos totalmente contradictorios. El cineasta mexicano ya demostró en sus cintas anteriores: “El espinazo del diablo” (2001), “Blade II” (2002), así como en “Hellboy” (2004), una mezcla de fantasía en estilo gótico. Si bien se percibe influencias de algunos clásicos como el Mago de Oz y Alicia en el País de las Maravillas, la historia anda por sí sola recogiendo elementos de la cultura popular que hacen que la heroína no deba viajar a mundos desconocidos, sino simplemente abrir un libro para dejarse llevar por la fantasía.
La trama se desarrolla en España, allá por 1944, año en que la guerra civil española terminó y el General Franco tomó el poder. Pese a eso, un grupo de rebeldes se esconde en los bosques del norte y ofrece tenaz resistencia al Ejército. Para aplastar a dicha revolución, se instala el regimiento franquista comandado por el sanguinario Capitán Vidal (Sergi López), el cual manda traer hasta su campamento a su mujer Carmen (Ariadna Gil), que está en la última fase de su embrazo, y a su hijastra Ofelia (Ivana Baquero). Vidal pone a ambas bajo el cuidado de Mercedes (Maribel Verdú) y del Dr. Ferreiro (Álex Angulo).
Mercedes y el doctor son simpatizantes de los rebeldes y colaboran con ellos de diversas formas, a espaldas de Vidal, mientras que la mano de hierro del Capitán no duda en aniquilar a los insurrectos. En esas circunstancias, Ofelia intenta escapar de un mundo marcado por el sufrimiento de su madre y por el poco amor que le tiene hacia el esposo de ésta. Para la niña, solo queda una escapatoria conformada por un mundo paralelo, en el cual, ella es una princesa llamada a retomar su reino y a reinar por siempre en armonía con su pueblo.
En su nuevo hogar, Ofelia descubre un laberinto que la conduce a un mundo mágico y lleno de sorpresas, en donde encontrará a un fauno que le dirá lo que debe hacer para regresar al mundo al cual verdaderamente pertenece. Paralelamente, el Capitán Vidal continúa de manera sangrienta la caza de los rebeldes y solo espera a su descendiente varón sin preocuparle nada más, menos su hijastra.
La película de Del Toro cuenta con varios elementos que la ubican como una de los mejores exponentes de un cine fantástico y real que muestra tanto el “mundo de arriba”, así como el “mundo de abajo”, insinuados a la perfección con el juego de luces y sombras. Allí donde existe la sangre, el terror, la violencia, siempre apreciamos algo de color que asoma con cierta esperanza y que nos sugiere que no todo está perdido. Asimismo, los personajes cumplen muy bien con sus roles. Es destacable el papel de Sergi Lopéz como el tirano dentro de la dictadura convertido en una especie de monstruo en la vida real y al que solo le importa su futuro hijo y que éste conozca las “virtudes” de papá. También destaca la interpretación de Ivana Baquero como Ofelia.
Del Toro utiliza de manera espectacular un idioma a través de los cuadros que hacen recordar a la estructura de los cuentos. De esta manera, nos conduce a este género con todos sus elementos fascinantes y monstruosos que, de alguna manera, reflejan el terror del régimen fascista que transcurre en la realidad. Para algunos, el monstruo pálido y sin ojos, es un homenaje a Goya y a su retrato del rey Saturno comiéndose a su hijo.
En ese escenario de faustosidad y espanto se entremezclan varias situaciones que por momentos nos hacen dudar si el mundo de Ofelia realmente existe o se lo inventa para escapar de la terrible realidad, en especial cuando su madre le dice que la vida no es como en un cuento y que además debe seguir su suerte y soportar con más entereza a su padrastro. Para Ofelia un mundo se derrumba, dando paso a otro mundo mejor, en donde el miedo también existe, pero en donde la estadía es amena y pacífica.
En el mundo fantástico se puede diferenciar lo bueno de lo malo, aunque a veces parece que dichas cualidades se entrecruzan, sin embargo, en el mundo real, tampoco es fácil diferenciar lo bueno de lo malo. Los rebeldes, que son en este caso los buenos, también asesinan a sus victimas como lo hacen los malos. ¿Cómo diferenciar a los buenos de los malos? Tal vez solo nos sea permitido a los seres humanos navegar por un mundo fantástico idealizado, siempre y cuando queramos escapar de la triste realidad. Por otro lado, sabemos que ese mundo solo existe en nuestra imaginación, pero, ¿no tenemos derecho a sentirnos príncipes, princesas, reyes, reinas o héroes? ¿No necesitamos de ellos a veces para soportar este mundo?
La última entrega de Del Toro es una de esas películas que uno no debe perderse. Lástima que en algunas secuencias se abuse de la violencia, lo cual desentona un poco con la narración. Si bien ésta forma parte de la realidad, su uso eclipsa parcialmente el desarrollo del film, además de hacerlo no apto para menores.
Del Toro nos muestra un cuento para adultos, en donde el narrador surge de la propia imaginación. Ofelia abre su libro y lo que debe suceder va apareciendo ahí como un mensaje de su mente. Al productor no parece interesarle mostrar una separación entre la realidad y la fantasía, ni tampoco le interesa separar lo bueno de lo malo. Tal vez cada contraposición entre las partes sea parte de las mismas, así como lo es la esperanza y la desgracia.
Febrero 2007
La trama se desarrolla en España, allá por 1944, año en que la guerra civil española terminó y el General Franco tomó el poder. Pese a eso, un grupo de rebeldes se esconde en los bosques del norte y ofrece tenaz resistencia al Ejército. Para aplastar a dicha revolución, se instala el regimiento franquista comandado por el sanguinario Capitán Vidal (Sergi López), el cual manda traer hasta su campamento a su mujer Carmen (Ariadna Gil), que está en la última fase de su embrazo, y a su hijastra Ofelia (Ivana Baquero). Vidal pone a ambas bajo el cuidado de Mercedes (Maribel Verdú) y del Dr. Ferreiro (Álex Angulo).
Mercedes y el doctor son simpatizantes de los rebeldes y colaboran con ellos de diversas formas, a espaldas de Vidal, mientras que la mano de hierro del Capitán no duda en aniquilar a los insurrectos. En esas circunstancias, Ofelia intenta escapar de un mundo marcado por el sufrimiento de su madre y por el poco amor que le tiene hacia el esposo de ésta. Para la niña, solo queda una escapatoria conformada por un mundo paralelo, en el cual, ella es una princesa llamada a retomar su reino y a reinar por siempre en armonía con su pueblo.
En su nuevo hogar, Ofelia descubre un laberinto que la conduce a un mundo mágico y lleno de sorpresas, en donde encontrará a un fauno que le dirá lo que debe hacer para regresar al mundo al cual verdaderamente pertenece. Paralelamente, el Capitán Vidal continúa de manera sangrienta la caza de los rebeldes y solo espera a su descendiente varón sin preocuparle nada más, menos su hijastra.
La película de Del Toro cuenta con varios elementos que la ubican como una de los mejores exponentes de un cine fantástico y real que muestra tanto el “mundo de arriba”, así como el “mundo de abajo”, insinuados a la perfección con el juego de luces y sombras. Allí donde existe la sangre, el terror, la violencia, siempre apreciamos algo de color que asoma con cierta esperanza y que nos sugiere que no todo está perdido. Asimismo, los personajes cumplen muy bien con sus roles. Es destacable el papel de Sergi Lopéz como el tirano dentro de la dictadura convertido en una especie de monstruo en la vida real y al que solo le importa su futuro hijo y que éste conozca las “virtudes” de papá. También destaca la interpretación de Ivana Baquero como Ofelia.
Del Toro utiliza de manera espectacular un idioma a través de los cuadros que hacen recordar a la estructura de los cuentos. De esta manera, nos conduce a este género con todos sus elementos fascinantes y monstruosos que, de alguna manera, reflejan el terror del régimen fascista que transcurre en la realidad. Para algunos, el monstruo pálido y sin ojos, es un homenaje a Goya y a su retrato del rey Saturno comiéndose a su hijo.
En ese escenario de faustosidad y espanto se entremezclan varias situaciones que por momentos nos hacen dudar si el mundo de Ofelia realmente existe o se lo inventa para escapar de la terrible realidad, en especial cuando su madre le dice que la vida no es como en un cuento y que además debe seguir su suerte y soportar con más entereza a su padrastro. Para Ofelia un mundo se derrumba, dando paso a otro mundo mejor, en donde el miedo también existe, pero en donde la estadía es amena y pacífica.
En el mundo fantástico se puede diferenciar lo bueno de lo malo, aunque a veces parece que dichas cualidades se entrecruzan, sin embargo, en el mundo real, tampoco es fácil diferenciar lo bueno de lo malo. Los rebeldes, que son en este caso los buenos, también asesinan a sus victimas como lo hacen los malos. ¿Cómo diferenciar a los buenos de los malos? Tal vez solo nos sea permitido a los seres humanos navegar por un mundo fantástico idealizado, siempre y cuando queramos escapar de la triste realidad. Por otro lado, sabemos que ese mundo solo existe en nuestra imaginación, pero, ¿no tenemos derecho a sentirnos príncipes, princesas, reyes, reinas o héroes? ¿No necesitamos de ellos a veces para soportar este mundo?
La última entrega de Del Toro es una de esas películas que uno no debe perderse. Lástima que en algunas secuencias se abuse de la violencia, lo cual desentona un poco con la narración. Si bien ésta forma parte de la realidad, su uso eclipsa parcialmente el desarrollo del film, además de hacerlo no apto para menores.
Del Toro nos muestra un cuento para adultos, en donde el narrador surge de la propia imaginación. Ofelia abre su libro y lo que debe suceder va apareciendo ahí como un mensaje de su mente. Al productor no parece interesarle mostrar una separación entre la realidad y la fantasía, ni tampoco le interesa separar lo bueno de lo malo. Tal vez cada contraposición entre las partes sea parte de las mismas, así como lo es la esperanza y la desgracia.
Febrero 2007
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