El 2003 se puede convertir en un año catastrófico para muchos mortales. Con “The Matrix Revolutions” culminó la trilogía de los hermanos Wachowsky y en algunas semanas veremos la tercera parte de la saga de “El Señor de los anillos” y luego, ¿qué viene? (la ultima esperanza es el Episodio III de George Lucas). En 1999 se escribió parte de la historia del cine con la aparición de “The Matrix”, trasladándonos de la histeria colectiva de “La guerra de los mundos” de Orson Wells a la alucinante era de las computadoras, en donde el campo de batalla es el “ciberespacio”. En esta realidad se encuentran los humanos esclavizados, reclutados en una especie de almacén gigante con el único fin de alimentar de energía a las máquinas. En contraparte, se les ofrece un mundo virtual, el cual representa nuestra realidad: un gigantesco programa informático denominado Matrix.
En “Revoluciones” volvemos a encontrar a los carismáticos agentes de negro con lentes oscuros, vestimenta avantgarde y armas perfectamente cromadas. Dentro de ellos destaca el agente Smith (Hugo Weaving). Smith ya no es un agente más, ni un servidor de la fuerza del mal reinante, sino, se ha convertido salvajemente en un programa desenfrenado. En “Reloaded” se apreció como podía convertir a cualquiera en una copia fiel de él mismo. En “Revoluciones” nos muestra algo más. Ya no aparece en grupo, sino en batallones de Smiths, dispuesto a eliminar a Neo (Keanu Reeves), el Mesias, el Computer-Nerd. En “Revoluciones”, Smith puede introducirse en cualquiera que viva fuera del mundo artificial de la matriz. La “gran ciudad” digital que aparece en las dos primeras películas, ha sido colonizada por Smith de tal manera que ahora se ha convertido en “la ciudad de Smith”, en Smithopolis, Smith City, y con ella el film.
Durante la primera media hora los personajes del mundo real y virtual revolotean sin ninguna dirección y orientación pérdidos totalmente asegurándose el uno al otro de no tener la menor idea de nada. Solamente la fe en el Mesías es lo único que los mantiene unidos. Neo se encuentra sin embargo en coma y atrapado entre la matriz y el mundo real. Tras la corta aparición de “Merowinger” y de su acompañante Persephone (Monica Bellucci), Neo abandona el estado de coma y decide dirigirse al mundo de las maquinas para combatir junto con ellas al descontrolado Smith. Neo solicita a cambio de su ayuda, la paz entre las maquinas y los hombres. De los humanos no hay más que decir. Adicionalmente a estar vegetando en sus “plantaciones”, los humanos se hallan inmersos en una feroz lucha contra las máquinas. La humanidad está condenada a desaparecer si no llega la paz ofrecida por Neo, el Mesías, quien al igual que Jesús ofrece sacrificar su vida.
En “Revoluciones” persiste casi únicamente Smith tras su “industrialización”. Neo debe desaparecer a Smith, sin embargo, esto no es necesariamente la consecuencia final y necesaria de todo este embrollo. Al margen de esto, todo lo que tiene un principio debe tener un fin, esto justifica la desaparición de Neo, Smith y finalmente de toda la trilogía. Por esto, dentro del mundo real esperamos que nos quede ahorrado un cuarto capitulo, pese a que la pregunta de la niña a la pitonisa hace presumir algo distinto.
Al margen de todo, “Revoluciones” culmina con éxito la trilogía, pese a que el gran efecto, o la escena clave y grandiosa, no aparece. Este híbrido entre el maravilloso mundo digital y la base formada por algunos fascinantes diálogos intelectuales puede ser ensombrecido con la aparición de las escenas bombásticas de acción. La magnificencia de la primera parte no es alcanzada por “Recargado” ni por “Revoluciones”. Aquel que espera las respuestas al mundo de laberintos de “The Matrix”, puede resultar decepcionado. Los hermanos Wachowsky han logrado tras las pinceladas de críticas culturales un buen final agregándole una pizca de patriotismo y heroísmo.
Noviembre 2003
En “Revoluciones” volvemos a encontrar a los carismáticos agentes de negro con lentes oscuros, vestimenta avantgarde y armas perfectamente cromadas. Dentro de ellos destaca el agente Smith (Hugo Weaving). Smith ya no es un agente más, ni un servidor de la fuerza del mal reinante, sino, se ha convertido salvajemente en un programa desenfrenado. En “Reloaded” se apreció como podía convertir a cualquiera en una copia fiel de él mismo. En “Revoluciones” nos muestra algo más. Ya no aparece en grupo, sino en batallones de Smiths, dispuesto a eliminar a Neo (Keanu Reeves), el Mesias, el Computer-Nerd. En “Revoluciones”, Smith puede introducirse en cualquiera que viva fuera del mundo artificial de la matriz. La “gran ciudad” digital que aparece en las dos primeras películas, ha sido colonizada por Smith de tal manera que ahora se ha convertido en “la ciudad de Smith”, en Smithopolis, Smith City, y con ella el film.
Durante la primera media hora los personajes del mundo real y virtual revolotean sin ninguna dirección y orientación pérdidos totalmente asegurándose el uno al otro de no tener la menor idea de nada. Solamente la fe en el Mesías es lo único que los mantiene unidos. Neo se encuentra sin embargo en coma y atrapado entre la matriz y el mundo real. Tras la corta aparición de “Merowinger” y de su acompañante Persephone (Monica Bellucci), Neo abandona el estado de coma y decide dirigirse al mundo de las maquinas para combatir junto con ellas al descontrolado Smith. Neo solicita a cambio de su ayuda, la paz entre las maquinas y los hombres. De los humanos no hay más que decir. Adicionalmente a estar vegetando en sus “plantaciones”, los humanos se hallan inmersos en una feroz lucha contra las máquinas. La humanidad está condenada a desaparecer si no llega la paz ofrecida por Neo, el Mesías, quien al igual que Jesús ofrece sacrificar su vida.
En “Revoluciones” persiste casi únicamente Smith tras su “industrialización”. Neo debe desaparecer a Smith, sin embargo, esto no es necesariamente la consecuencia final y necesaria de todo este embrollo. Al margen de esto, todo lo que tiene un principio debe tener un fin, esto justifica la desaparición de Neo, Smith y finalmente de toda la trilogía. Por esto, dentro del mundo real esperamos que nos quede ahorrado un cuarto capitulo, pese a que la pregunta de la niña a la pitonisa hace presumir algo distinto.
Al margen de todo, “Revoluciones” culmina con éxito la trilogía, pese a que el gran efecto, o la escena clave y grandiosa, no aparece. Este híbrido entre el maravilloso mundo digital y la base formada por algunos fascinantes diálogos intelectuales puede ser ensombrecido con la aparición de las escenas bombásticas de acción. La magnificencia de la primera parte no es alcanzada por “Recargado” ni por “Revoluciones”. Aquel que espera las respuestas al mundo de laberintos de “The Matrix”, puede resultar decepcionado. Los hermanos Wachowsky han logrado tras las pinceladas de críticas culturales un buen final agregándole una pizca de patriotismo y heroísmo.
Noviembre 2003
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