En el barrio más avezado de los Estados Unidos en el siglo XIX, Five Points en la naciente Nueva York, un testigo de la época describió así el ambiente que reinaba: “Los cerdos que deambulaban por las calles se deben sorprender de ver a los otros cerdos de dos patas caminando”. Este es el escenario en donde está ambientada la ultima película de Martin Scorsese: “Pandillas de Nueva York”. Nos referimos al punto en donde “América” nace, luego de verter en un mismo recipiente a los nativos descendientes de los ingleses, hordas de inmigrantes irlandeses, chinos trabajadores y disimulados, así como esclavos sueltos. Un barrio en donde el asesinato, alcoholismo, prostitución, violencia y maltrato son el pan de cada día.
Como muchos de los filmes de Scorsese, este se sitúa en su patria, aunque todo el escenario del barrio neoyorquino fue montado en Roma para los ocho meses de grabación. En alguna escena del principio vemos a Leonardo Di Caprio, prototipo del inmigrante irlandés perseguido, arrojar la Biblia al agua y como esta se sumerge teatralmente entre las aguas del mal. Esta escena puede ser interpretada, bajo una mirada psico-social, como el deseo irremediable de los irlandeses católicos de olvidar la religión de sus ancestros para asegurar su supervivencia en el nuevo mundo (aunque por otro lado, para sobrevivir, muchos se “metían a la religión”). En el fondo, es una trama histórica que incluye violencia y revancha política, así como la herencia del conflicto racial. Scorsese trata de documentar la arqueología de la violencia de la sociedad americana y lo logra acertadamente con esta cinta.
New York es en 1860 el mortero de muchas razas y culturas, en donde los nativos se defienden con infinita brutalidad ante la invasión europea. Bill the Butcher (Daniel Day-Lewis), “el carnicero” de porte casi satánico, es el líder de los nativos y el asesino del cabecilla de los irlandeses, el reverendo Vallon (Liam Neeson), padre de Amsterdam Vallon (Leonardo Di Caprio). Amsterdam es testigo del asesinato de su padre por parte de Bill. Su futura venganza, tras 16 años de ausencia en el barrio, impone el accionar de la película marcada por el enfrentamiento, la miseria y la corrupción. Entre Amsterdam y Bill se entremezcla la carterista Jenny Everdeane (Cameron Diaz), quien mantiene una pálida y curiosa relación con ambos pero sin darle un giro distinto a la trama en sí.
Estamos sin lugar a duda ante un film de violencia, en el que solo en un momento de la trama esta cesa. Los irlandeses se unen y se postran frente a su iglesia como muestra de resistencia con velas y niños de por medio. Luego, la brutalidad sigue su ruta desenfrenada entre cuchillos, machetes, dagas y otras armas blancas. La ambientación, perfectamente lograda, nos hace recordar a Charles Dickens y a sus esmerados relatos sobre la pobreza y la miseria humana. La cinta está dedicada al nacimiento de la nación americana cargada inevitablemente de un trasfondo político ante los hechos actuales y los del 11-S. Sin embargo, es posible afirmar que el film épico al estilo americano es una especie extinguida. Scorsese no lo cree así y nos lo demuestra con esta cinta. “Pandillas” es altamente recomendable donde verá al quizá futuro ganador de un Oscar por mejor actuación: Daniel Day-Lewis, sin desmerecer el trabajo de Di Caprio.
Diciembre 2003
Como muchos de los filmes de Scorsese, este se sitúa en su patria, aunque todo el escenario del barrio neoyorquino fue montado en Roma para los ocho meses de grabación. En alguna escena del principio vemos a Leonardo Di Caprio, prototipo del inmigrante irlandés perseguido, arrojar la Biblia al agua y como esta se sumerge teatralmente entre las aguas del mal. Esta escena puede ser interpretada, bajo una mirada psico-social, como el deseo irremediable de los irlandeses católicos de olvidar la religión de sus ancestros para asegurar su supervivencia en el nuevo mundo (aunque por otro lado, para sobrevivir, muchos se “metían a la religión”). En el fondo, es una trama histórica que incluye violencia y revancha política, así como la herencia del conflicto racial. Scorsese trata de documentar la arqueología de la violencia de la sociedad americana y lo logra acertadamente con esta cinta.
New York es en 1860 el mortero de muchas razas y culturas, en donde los nativos se defienden con infinita brutalidad ante la invasión europea. Bill the Butcher (Daniel Day-Lewis), “el carnicero” de porte casi satánico, es el líder de los nativos y el asesino del cabecilla de los irlandeses, el reverendo Vallon (Liam Neeson), padre de Amsterdam Vallon (Leonardo Di Caprio). Amsterdam es testigo del asesinato de su padre por parte de Bill. Su futura venganza, tras 16 años de ausencia en el barrio, impone el accionar de la película marcada por el enfrentamiento, la miseria y la corrupción. Entre Amsterdam y Bill se entremezcla la carterista Jenny Everdeane (Cameron Diaz), quien mantiene una pálida y curiosa relación con ambos pero sin darle un giro distinto a la trama en sí.
Estamos sin lugar a duda ante un film de violencia, en el que solo en un momento de la trama esta cesa. Los irlandeses se unen y se postran frente a su iglesia como muestra de resistencia con velas y niños de por medio. Luego, la brutalidad sigue su ruta desenfrenada entre cuchillos, machetes, dagas y otras armas blancas. La ambientación, perfectamente lograda, nos hace recordar a Charles Dickens y a sus esmerados relatos sobre la pobreza y la miseria humana. La cinta está dedicada al nacimiento de la nación americana cargada inevitablemente de un trasfondo político ante los hechos actuales y los del 11-S. Sin embargo, es posible afirmar que el film épico al estilo americano es una especie extinguida. Scorsese no lo cree así y nos lo demuestra con esta cinta. “Pandillas” es altamente recomendable donde verá al quizá futuro ganador de un Oscar por mejor actuación: Daniel Day-Lewis, sin desmerecer el trabajo de Di Caprio.
Diciembre 2003
Y no me equivoqué, Day-Lewis ganó el Oscar en el 2007 por "There Will Be Blood". Para mí uno de los mejores actores en general. No sabía (o no recordaba) que ganó otro Oscar, en 1989, por "Mi pie izquierdo". Qué tal mirada de loco y desquiciado la de "El carnicero". ¡Maestro!
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