El 15 de marzo del 2003 se celebró por primera vez
el “Día del algarrobo y la algarrobina” en Piura, para rendir tributo a la
especie vegetal más emblemática del bosque seco del norte peruano, homenaje
propuesto por la comuna piurana. Este año se repite el plato y el protagonista
de la celebración no solo es uno de los testigos de todos los tiempos de nuestra
historia, sino también, es una fuente de enormes beneficios para todos.
Luego de haber estado una semana viajando por los
departamentos de Tumbes, Piura y Lambayeque, estoy convencido que el presente
homenaje a este árbol milenario debe ser conocido y celebrado por todos. El
algarrobo (Prosopis pallida) es un habitante de lujo de las cálidas tierras
norteñas. Su presencia es muestra de vitalidad, arraigo y de una lucha
constante contra las situaciones más adversas. Los algarrobos son únicos y forman
parte de uno de los ecosistemas de mayor diversidad biológica del planeta: los
bosques secos ecuatoriales.
La editora del suplemento Semana del diario El
Tiempo de Piura, Margarita Vega, durante la breve entrevista que tuve con ella
me contó de la importancia que esta celebración tiene para los orgullos
piuranos, empeñados en dejar claro que “la algarrobina es bien piurana",
como reza el lema lanzado en julio del 2002 por la Cámara de Comercio y
Producción de Piura en coordinación con otros organismos e instituciones. La
publicación piurana aborda las diversas bondades del algarrobo y menciona al
Proyecto Algarrobo: Consolidación y Validación del Manejo Integral de los
Bosques Secos de la Costa Norte del Perú, ejecutado por el Inrena, con el apoyo
de la Embajada Real de los Países Bajos, teniendo como objetivos fortalecer los
sistemas productivos y la economía campesina de las poblaciones asentadas en
los bosques secos y fortalecer la organización y la capacidad de gestión de los
pobladores para el manejo integral y el aprovechamiento sostenible del
ecosistema del bosque seco. Pese a este importante esfuerzo, aún hay mucho por
hacer para salvaguardar la supervivencia del algarrobo debido a la tala
indiscriminada.
Triste panorama
El sonido inconfundible del hacha talando el
algarrobo (o cualquier otro árbol) es un sonido espantoso y cada vez más
constante. Lo peor de todo esto es que se escucha también dentro de las zonas
protegidas. La necesidad de llevar el pan al hogar y la “chamba” fácil se
entremezclan para que muchos pobladores locales se dediquen a talar los árboles
y a hacer carbón. La venta de un saco de carbón equivale a dos o tres jornadas
de trabajo en el campo. Dinero fácil y rápido a costa de la cobertura vegetal
tan necesaria en el norte del país. A esto se suma la falta de educación
ambiental. No ahondaré en el tema por cuestión de espacio, pero es necesario
que estemos alertas ante esta situación. Muchos ya deben haber escuchado hablar
de los proyectos de producir etanol o biocombustible y de las ventajas que
ambos productos tienen. Sin embargo, ¿dónde se realizarán estas inmensas
plantaciones?, ¿se deberán sacrificar a los bosques secos?
Este tema es también importante y dará mucho que
hablar. Introducir un monocultivo, violando nuestra gran agrobiodiversidad y
los ecosistemas ya existentes por intereses económicos -que a veces se
disfrazan de alternativas ecológicas- no necesariamente es la mejor solución.
Tampoco lo es “verdear” los desiertos, ya que estos hábitats siempre han
existido y forman parte del sistema complejo que conforman los ecosistemas de
la zona. No es cuestión de alterar todo porque “se debe hacer en algún lado”,
sino hacerlo de manera responsable con un buen soporte técnico y científico.
Defendamos a los algarrobos Con motivo de esta
celebración, que en realidad es un homenaje al algarrobo, intentemos estar
alerta ante los posibles atropellos al medio ambiente, no solo en el norte del
país, sino en todo nuestro territorio. Esta situación, es solamente una muestra
de lo que sucede actualmente con diversos recursos naturales. Debemos exigir
que estos sean aprovechados de manera racional, generando beneficios para todos
sin tener que aniquilarlos. ¿Quién no ha saboreado un refrescante y exquisito
cóctel de algarrobina? El olor y el sabor del fruto del algarrobo es único y
encanta a cualquiera. Pese a las inclemencias del tiempo, el algarrobo se las
ingenia para brindarnos estas joyas de la naturaleza. Además, la algarroba
tiene múltiples usos; de ella se puede hacer café y harina, además sirve como
alimento para diversas especies ganaderas; y también se le utiliza para la
producción de la miel de abejas.
Su presencia nos brinda sombra y cobijo ante el
inclemente sol norteño. Asimismo, alberga una gran diversidad biológica y nos
ofrece sus frutos –que pueden ser recolectados fácilmente- para nuestro
deleite. Es responsabilidad de todos exigir su conservación. Salud y miles de
años más para nuestros queridos algarrobos.
Artículo publicado el 14 de marzo de 2006 en la versión online de la Revista Viajeros:
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