Hace unos días llegó a mis manos un libro pequeño muy apasionante: Amazonía: hombre y cultura en un paraíso ilusorio, de Betty J. Meggers, cuya primera edición fue publicada en 1976, pero que todavía mantiene gran vigencia. Si bien aún no he leído todo el libro, la parte introductoria de la obra, escrita por la arqueóloga estadounidense, con quien —por las casualidades de la vida— me crucé en 1998 en un museo del Instituto Smithsonian en Washington, nos brinda una visión muy completa de la selva amazónica. Su lectura nos ofrece varias explicaciones al complejo mundo amazónico, el cual, como el título de su libro plantea, no es un paraíso, sino más bien un territorio difícil, en el cual adaptarse y sobrevivir es una tarea harto complicada.
No voy a entrar en detalles sobre los diversos mecanismos de adaptación de las tribus indígenas a la gran selva amazónica. No obstante, intentaré rescatar algunos aspectos tratados por Meggers para entender a la gran selva. Para iniciar esta tarea, empecemos por el río Amazonas, el cual da el nombre a esta extensa cuenca hidrográfica. El río más caudaloso del mundo fue descubierto por el conquistador español Francisco de Orellana en 1542. Tiene una extensión de 6 762 km y nace en las quebradas de Carhuasanca y Apacheta en las faldas del nevado Mismi, que pertenece a la cordillera de Chila en Arequipa.
Este nevado arequipeño está ubicado aproximadamente a 160 km del océano Pacífico y, en realidad, las aguas que se desprenden de él deberían terminar en el mar peruano; sin embargo, debido a que existe un impedimento geográfico, como lo es una agreste pared formada por los cerros, las aguas discurren en dirección hacia el océano Atlántico, generando en ese lugar el nacimiento del gran río Amazonas.
La Amazonía: grande y misteriosa
La Amazonía: grande y misteriosa
La Amazonía es una fuente muy rica de diversidad biológica y de alternativas para fomentar un desarrollo en base al aprovechamiento sostenible de los recursos naturales mediante el mantenimiento de todos los procesos biológicos que allí se dan. Sin embargo, si bien para muchos la importancia de la Amazonía radica en que esta es "el pulmón del mundo", creo que esta característica no es la que mejor la define.
Es innegable el valor que tiene como hábitat de una gran masa forestal, no obstante, su importancia radica, a mi juicio, prioritariamente en que la Amazonía es el gran almacén de una diversidad biológica y genética única. Además, la cuenca amazónica es un gran reservorio de agua para esta parte del planeta. Adicionalmente, estos territorios son (aún) el hábitat de importantes poblaciones humanas que se han desarrollado en ella desde hace miles de años, tal como lo demuestran las recientes fotos de no contactados en el Alto Purús, lo cual contradice la afirmación de varios burócratas petroleros, cegados por el oro negro, de que estos peruanos no existen.
Así también, la Amazonía es trascendente debido al gran papel que juega en determinar muchas de las características climáticas del continente y por el papel que ha jugado desde tiempos inmemorables en el desarrollo de las culturas que pueblan el país. Esta última influencia es evidente en muchos testimonios culturales, tanto en la sierra como en la costa peruana.
La Amazonía y sus variaciones climáticas han influenciado —en base también a la geografía de la zona— la diversidad biológica de las ecorregiones del país. En el caso, por ejemplo, del Bosque Seco Ecuatorial y del Bosque Tropical del Pacífico, parte de la alta diversidad biológica de ambos ecosistemas, tiene un origen amazónico. Esto debido a que los Andes presentan en el norte del país su menor altitud, ocasionando que la zona se haya convertido en una especie de "puente" entre la costa y la selva. Ambas ecorregiones son biológicamente muy ricas y se desarrollan en un espacio relativamente pequeño comparado con el amazónico.
Igualmente, muchos valles interandinos se ven enormemente influenciados por las nubes procedentes de la Amazonía bajo el efecto del rain shadow o sombra de lluvia. Las nubes cargadas de agua atraviesan los Andes y descargan su contenido en la serranía. Es así como la Amazonía cumple un rol fundamental en determinar muchos aspectos climatológicos, biológicos e incluso culturales en el país.
Por otro lado, ahondando en el tema de los recursos biológicos y genéticos, está comprobada la gran diversidad en recursos naturales, muchos de los cuales aún no han sido estudiados a cabalidad. Esto permite afirmar que a la fecha existen todavía muchos aspectos por estudiar. La gran variedad de productos biológicos puede ser de importancia vital para el país y tal vez para la humanidad entera, pues en dicha pluralidad se pueden encontrar especies que tengan un papel fundamental en la subsistencia humana.
Terra firme y várzea
Según el texto de Meggers, en la Amazonía, los territorios de terra firme son aquellos que forman la tierra alta, compuesta por suelos geológicamente viejos y drenados por ríos estériles de agua negra o clara (esta diferenciación de las aguas será abordada en el siguiente artículo) y representan el 98% de la Amazonía.
El restante 2% está ocupado por la várzea o llanura de inundación, es decir, aquel territorio que ocupa el corazón de la cuenca amazónica, en donde el clima tropical alcanza su máxima expresión. La várzea también es conocida como "playa". Cuando el río se ensancha, la várzea también se hace más amplia, y alcanza su mayor longitud en el "delta" del Amazonas. La várzea predomina en la parte media e inferior de este río.
Esta se diferencia de la terra firme por dos motivos principales: en primer lugar, su suelo es rejuvenecido todos los años con los materiales acarreados desde los Andes por las aguas blancas; y en segundo lugar, su ciclo anual está determinado por la creciente y bajante del río, más que por la distribución estacional de las lluvias locales.
Durante las crecidas de los ríos, las barras deposicionales de estos se encuentran cubiertas por agua, pero tan pronto como el nivel de esta desciende, la tierra nueva (sedimentos, nutrientes) depositada, está lista para ser colonizada por la vegetación o por plantaciones. Por otro lado, existen algunas estimaciones de las zonas inundadas en el país (Dourojeanni, 1990, habla del 13%), sin embargo, se conoce poco sobre la naturaleza de los bosques inundados.
Asimismo, Meggers hace otra diferenciación entre la terra firme y la várzea. En la primera, los recursos naturales se hayan dispersos, pero están siempre disponibles al hombre. En la várzea alternan la escasez y la abundancia de los recursos, según baje o suba el caudal del río. Es así como gran parte de la dinámica de la selva está determinada por estos dos espacios físicos.
El libro de Meggers es muy recomendable. Es necesario desmitificar algunas concepciones sobre la selva. Para tal fin, primero debemos conocer de cerca estos territorios. Una de las maneras de hacerlo es a través de esta lectura, en donde Meggers hace además un análisis de cinco* tribus de la selva amazónica para desentrañar en parte las características del medio ambiente y la relación del hombre en este paraíso ilusorio. En el siguiente artículo abarcaré otras características importantes de la selva amazónica, así como una breve diferenciación entre la selva baja y la selva alta.
* Una vez leído todo el libro, las tribus abarcadas por Meggers son siete: cinco de la terra firme y dos de la várzea.
Artículo publicado en La Industria de Trujillo en noviebre de 2007 y en Infoecología:
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