lunes, 15 de junio de 2009

¡SALVESE QUIEN PUEDA! (II) ¿HOMO SAPIENS U HOMO TERMINATOR?


En la entrega anterior se expuso la terrible situación de algunas especies animales en el planeta que están al borde de la extinción casi segura, como es el caso del delfín de río chino y del pez sierra. Asimismo, se comentó de la sexta muerte masiva de especies animales y vegetales que sufre el planeta debido esta vez, no a la naturaleza, sino a la mano del hombre. También se hizo hincapié en las categorías que utiliza la International Union for Conservation of Nature and Natural Resources (IUCN) para clasificar dentro la Lista Roja a las especies más amenazadas del planeta.

Ante esta terrible situación, surgió la iniciativa Edge (Evolutionary Distinct and globally endangered) liderada por científicos ingleses de la Sociedad Zoológica de Londres. El equipo de Edge ha investigado las diferencias en la evolución entre diversas especies para analizar qué tan amenazadas se encuentran en la actualidad. El estudio reveló que existen 564 animales a punto de desaparecer. De ese grupo, 100 especies amenazadas a nivel mundial tienen prioridad en los siguientes años y de ellas, diez deben ser salvadas este año.

La tétrica lista de las diez especies más amenazadas del mundo comprende además del delfín de río chino, el camello bactriano y el hipopótamo pigmeo, a un mamífero terrestre que pone huevos que ha sido recientemente descubierto en Indonesia y que aún no tiene un nombre definido (Zaglossus bruijni); al solenodonte (Solenodon paradoxus) que es un mamífero nocturno parecido a una musaraña que habita exclusivamente en la Isla Española compartida por Haití y la República Dominicana; el loris (Loris tardigradus), un primate (prosimio) que habita en las selvas de Sri Lanka e India; el antílope de Hunter (Damaliscus hunter) que vive exclusivamente en la zona sureste de África en Kenia; la musaraña elefante de trompa dorada (Rhynchocyon chrysopygus) que habita únicamente en reducidas porciones de la costa de Kenia y que no tiene parentesco con los elefantes, salvo por su trompa, la cual hace pensar en los paquidermos; el murciélago nariz de cochino (Craseonycteris thonglongyai) que es el mamífero más pequeño del mundo (solo pesa dos gramos) y vive en Tailandia; y la lista incluye finalmente a un jerbo (Euchoreutes naso) con patas desproporcionadamente largas que vive en los desiertos de China y Mongolia.

El director del proyecto Edge, el Dr. Jonathan Baile está esperanzado en que a través de este proyecto, se tome conciencia de la difícil situación en la que se encuentran estas valiosas especies. Según Baile “ellos representan líneas enteras de linaje. Si pensamos en especies dentro de la categoría 'Edge' como si fueran obras de arte, es como si perdiéramos una Mona Lisa. Son completamente irreemplazables y únicas”. El proyecto enviará a diversos científicos a recorrer los hábitats de estos animales para investigarlos plenamente. De esta manera se intentará desarrollar en los siguientes cinco años programas de conservación para las cien especies elegidas por Edge.

Baile agrega además que “es una tragedia que no se haya reparado en muchas especies y que se extingan sin que nos demos cuenta. Debemos dar a conocer estos notables ejemplares y protegerlos, antes de que sea demasiado tarde”.

Homo terminator

Olaf Kanter comenta que la catástrofe comenzó en realidad hace 100,000 años con la aparición de una “especie joven”: el hombre, el mismo que viste y calza. Para el paleontólogo Niles Eidridge “a diferencia de otras especies, el hombre no vive con la naturaleza, sino fuera de ella. Ha cambiado el rostro del planeta de tal manera que solo es comparable con la colisión de un cometa…De esta manera se podría ver a la agricultura como una guerra contra el sistema natural. Los agricultores deben producir solo una especie, las demás son tratadas como hierbas malas o como bichos por lo que tienen que ser destruidos”. La mano del hombre ya ha ocasionado que muchas especies desaparezcan del planeta. La lista de animales extintos aumenta peligrosamente. El único que puede poner freno a dicha lista es él mismo.

En la Lista Roja de la IUCN encontramos, además de las ya mencionadas, dos categorías para especies animales que no tuvieron la suerte de tener alguien que las defienda y proteja del exterminio. Si la especie es catalogada como EW (extinct in the wild) solo podremos apreciarlas en los zoológicos. La categoría más triste es la de EX (extinct), es decir, ya no existe ni un espécimen vivo. Tal es el caso por ejemplo del pato de labrador (Camptorhynchus labradorius) que habitaba en América del Norte y que sucumbió al parecer en el año 1875 ante los cazadores y los ladrones de huevos. El alca imperial o pingüino (Pinguinus impennis) corrió la misma suerte ya que fue exterminado para obtener de él su grasa y las plumas. Habitaba las costas del océano Atlántico y del mar Báltico. Se extinguió en 1844.

Igual suerte corrieron la vaca marina de Steller (Hydrodamalis gigas) de cuatro toneladas de peso, desaparecida en 1768; el visón marino (Mustela macrodon), desaparecido en 1870, el cual era muy preciado por su valiosa piel; el león marino japonés (Zalophus californianus japonicus), que habitaba las costas de Japón y Corea; así como muchas especies más que fueron borradas del mapa por el hombre.

La insoportable levedad de desaparecer

Tomando como caso de estudio dentro del reino animal a las aves, encontramos que las cifras son apocalípticas. Según expertos estadounidenses, para el 2100, les espera la extinción al 12 por ciento de todas las especies aladas. Asimismo, otro 12 por ciento está amenazado actualmente. Anualmente se estaría extinguiendo, de las cerca de 10.000 especies que se conocen, una de ellas por año, en contradicción con lo que se creía: una especie extinta cada cuatro años.

Estos resultados fueron expuestos por científicos de la Universidad Duke de Carolina de Norte, quienes también afirman que incluso antes de los inicios de la época industrial, la variedad de aves en el planeta empezó a disminuir. Sin embargo, no solo la industrialización, con su consecuente expansión urbana y cambio climático, es responsable de la desaparición de especies, ya que antes de eso, el hombre aniquiló a muchas de ellas. Un ejemplo claro es lo que sucedió a raíz de la colonización de la Polinesia. Las islas fueron deforestadas, lo que ocasionó que muchas especies aladas perecieran. Además, el hombre trajo consigo sus animales y sus enfermedades que mermaron poblaciones enteras de aves.

Según Peter Raven del Jardín Botánico de Missouri en St. Louis, al final de este siglo “tendremos una homogeneización, es decir se terminarán las diferencias regionales” en cuanto a la distribución de las especies que sobrevivan. El escenario para Raven en el 2100: “veremos por todos lados algunas pocas especies de aves, independientemente si son de la zona o no”. Solo las más resistentes sobrevivirán y poblarán los espacios dejados por sus parientes extintos.

La organización internacional dedicada a la protección de las aves BirdLife International sostiene que hoy en día tenemos un record de especies de aves amenazadas. En la última versión de su informe sobre la situación de las aves, se consigna que existen 1210 especies en peligro de extinción. Según los expertos, al menos las aves, han sido mejor protegidas que otras especies de animales. Sin dicha protección, muchas especies emplumadas habrían ya desaparecido. El caso de otros animales es más crítico, debido a que, pese a todo, las aves sucumben en menor grado a las alteraciones ocasionadas por el hombre y a que éstas son protegidas con mayor énfasis.

Como vemos, el daño que estamos ocasionando en la naturaleza no se detiene. Muchos podrán argumentar que un par de especies menos sobre la Tierra no es el acabose. Claro que no lo es, pero ¿quiénes somos nosotros para generar dicha situación? Somos una especie invasora que se diferencia de las demás justamente por su intelecto, aunque estemos demostrando lo contrario.

En la tercera entrega, hablaremos sobre la triste célebre Lista Roja en el Perú.


Artículo publicado el 29 de abril de 2007 en el Suplemento Semana del Diario El Tiempo de Piura.

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