Hace unos días, el ministro de Agricultura, Carlos Leyton, sacó al fresco a su colega Antonio Brack, de la cartera de Medio Ambiente, por el tema de los transgénicos. Leyton exigió que se discuta el ingreso al país de los también conocidos como Organismos Genéticamente Modificados (OGM), luego de que Brack afirmara que eso no debería suceder, en aras de conservar nuestra diversidad biológica. Asimismo, Leyton sugirió que algunos OGM sí podrían ingresar al país y que el tema debe ser debatido. Al parecer, en este tema estarían algunos intereses económicos ocultos.
Y este asunto vuelve a la palestra debido a las nuevas tendencias mundiales para mejorar la producción de alimentos ante su posible escasez en un futuro no muy lejano. Los terrícolas aumentan exponencialmente y las tierras cultivables se van reduciendo de manera preocupante. Este es un argumento a favor de los OGM y del neocolonialismo. Todo esto ha ocasionado que algunos gobiernos —cuyos territorios para producir alimentos son insuficientes— e inversionistas privados se movilicen a ocupar los terrenos agrícolas de otros países para producir alimentos.
Como mencioné en un artículo anterior, países como Arabia Saudita, Japón, Corea del Sur y China ya utilizan terrenos agrícolas en Sudán, Zimbawe, Uganda, Madagascar, Indonesia y hasta en Brasil para llenar sus dispensas alimenticias. Para muchos, la compra desesperada de tierras se asemeja al pánico previo a un colapso del mercado financiero, en donde se debe asegurar algún bien que, pese a una crisis, ofrezca algún rédito.
Hace hambre
Las cifras sobre la población mundial indican que el crecimiento poblacional va indudablemente en aumento. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y Alimentación (FAO), en la actualidad existen cerca de 924 millones de personas que sufren de hambruna. Esta última cifra aumentará por supuesto si las cosas siguen tal cual como están. Acá aprovecho para “meter” entre líneas —y apoyar— la propuesta de Patricia Majluf, directora del Centro para la Sostenibilidad Ambiental de la Universidad Peruana Cayetano Heredia, de incluir a la anchoveta en la dieta de los peruanos. No puede ser que casi el 100% de lo capturado sirva para producir harina de pescado, cuando el índice de desnutrición infantil del país es de 35%.
Si los inversionistas ven a las tierras productivas como una gran inversión, se puede deducir que han percibido que la situación alimenticia mundial se puede volver crítica. Además, han demostrado que tienen los recursos monetarios para “asegurarse” con terrenos que posteriormente pueden fungir de “minas de oro”. La demanda de alimentos crece rápidamente y su producción no se mantiene al mismo ritmo. Algo se debe hacer, y al parecer a los países ricos solo les queda invertir en los países pobres.
Cada vez se acentúa el hambre mundial y, además, en muchos lugares ya no se desea consumir únicamente lo propio, sino se busca ampliar el menú con nuevas opciones culinarias extranjeras. No obstante, en nuestro país parece darse esta tendencia parcialmente, es decir, cada vez somos más personas con hambre, pero contrariamente sí deseamos “papear” lo nuestro. Ahora, si es que tendremos siempre cómo saciar el hambre, es complicado, y más complejo se ve el panorama si pensamos en las generaciones futuras.
Parrillada vs. semillas y vegetales
Por otro lado, en el planeta parece instalarse otra tendencia alimenticia: consumir más carne y menos granos y verduras, a raíz de que la mayor cantidad de gente se reúne en ciudades, y en ellas se promueve el consumo de un menú más cosmopolita, dejando de lado una dieta tradicional sana. Esto en especial en aquellas sociedades consumistas donde los obesos y las cadenas de fast food invaden todos los rincones. En muchas grandes ciudades, el menú "globalizado" tiene más proteínas y grasas que fibra y vegetales.
Un ejemplo de esto nos lo brinda, una vez más, China a través del cambio cultural que atraviesan (principalmente adoptando elementos de occidente) abarcando también a su cocina. El consumo de carne de los chinos para el 2020 sería el doble que aquel del año 1995, mientras que el de arroz (el principal y más importante alimento del país) aumentará muy poco. Adicionalmente, el consumo en calorías de un europeo o norteamericano es alto en comparación con el promedio mundial, de tal manera que si todos los habitantes del planeta alcanzasen dicho nivel, la Tierra no nos proporcionaría ni el 25% de los alimentos para todos.
Según la FAO, para cubrir las necesidades alimenticias de la humanidad en el año 2050 va a ser necesario duplicar la producción mundial de alimentos. Uno de los alimentos esenciales que se tendría que producir más serían los cereales, pero ya no para servir de alimento al ganado vacuno principalmente, sino para el consumo humano. Lo mismo pasa con nuestra anchoveta, la cual (si en algunas décadas sobrevive) debería ser consumida por los peruanos y no por los chanchos y pollos.
Mesa porcina
Es preocupante pensar que pronto los criaderos chinos de chanchos (actualmente con más de un millón de cerdos) necesitarán más alimento para saciar la creciente demanda de estos animales, por lo que las tierras productivas en Zimbawe y Uganda serán insuficientes para los orientales. A la fecha, el alimento en el planeta alcanza para todos (pese a que está mal distribuido y administrado), según la FAO. No obstante, ya han existido diversas protestas en el mundo por el acceso a los alimentos básicos, lo cual podrá complicarse en el futuro.
En este panorama preocupante, ¿qué es lo que necesitamos? De todas maneras creo que se necesita explorar científicamente con mayor profundidad el tema de la producción de alimentos (esto no significa apoyar la introducción en el país de los OGM), con el fin de mejorar el acceso para todos y de no acabar con la Tierra frente al inminente aumento de la población mundial. Además, debemos enfrentar los cambios climáticos debido al calentamiento global.
Por ejemplo, es necesario investigar sobre las consecuencias de futuras sequías e inundaciones en zonas productivas. Cada vez se necesita más espacio para cultivar, pero lamentablemente este es cada vez más escaso. Hace 40 años la humanidad estuvo frente a una situación similar cuando hubo hambruna, para lo cual los científicos presentaron como solución los monocultivos en vez de la agricultura de varias especies a la vez. Esto fue llamado la "revolución verde".
Tal situación calmó el hambre pero empobreció los suelos y estos pasaron luego a ser campos de pastoreo que ya no pudieron ser utilizados para la agricultura. Dada la situación actual, la humanidad no tiene aún una propuesta de salida tal como lo fue la revolución verde. La introducción de los OGM y la manipulación genética podrían ser la solución, pero aún no estamos convencidos de eso.
Pese a que ya se investiga para mejorar la acuicultura, el control de plagas y otros aspectos como la functional food para satisfacer el apetito mundial, no tenemos resultados precisos, lo que sí queda claro es la interdependencia entre el alimento y la tecnología. Asimismo, se ha podido establecer que el mejoramiento genético que se busca en los laboratorios no se encuentra ahí, sino, en los lugares de donde procede tal o cual especie. La robustez de una papa peruana se debe a su entorno agreste, difícil y único, el cual debemos preservar.
Y este asunto vuelve a la palestra debido a las nuevas tendencias mundiales para mejorar la producción de alimentos ante su posible escasez en un futuro no muy lejano. Los terrícolas aumentan exponencialmente y las tierras cultivables se van reduciendo de manera preocupante. Este es un argumento a favor de los OGM y del neocolonialismo. Todo esto ha ocasionado que algunos gobiernos —cuyos territorios para producir alimentos son insuficientes— e inversionistas privados se movilicen a ocupar los terrenos agrícolas de otros países para producir alimentos.
Como mencioné en un artículo anterior, países como Arabia Saudita, Japón, Corea del Sur y China ya utilizan terrenos agrícolas en Sudán, Zimbawe, Uganda, Madagascar, Indonesia y hasta en Brasil para llenar sus dispensas alimenticias. Para muchos, la compra desesperada de tierras se asemeja al pánico previo a un colapso del mercado financiero, en donde se debe asegurar algún bien que, pese a una crisis, ofrezca algún rédito.
Hace hambre
Las cifras sobre la población mundial indican que el crecimiento poblacional va indudablemente en aumento. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y Alimentación (FAO), en la actualidad existen cerca de 924 millones de personas que sufren de hambruna. Esta última cifra aumentará por supuesto si las cosas siguen tal cual como están. Acá aprovecho para “meter” entre líneas —y apoyar— la propuesta de Patricia Majluf, directora del Centro para la Sostenibilidad Ambiental de la Universidad Peruana Cayetano Heredia, de incluir a la anchoveta en la dieta de los peruanos. No puede ser que casi el 100% de lo capturado sirva para producir harina de pescado, cuando el índice de desnutrición infantil del país es de 35%.
Si los inversionistas ven a las tierras productivas como una gran inversión, se puede deducir que han percibido que la situación alimenticia mundial se puede volver crítica. Además, han demostrado que tienen los recursos monetarios para “asegurarse” con terrenos que posteriormente pueden fungir de “minas de oro”. La demanda de alimentos crece rápidamente y su producción no se mantiene al mismo ritmo. Algo se debe hacer, y al parecer a los países ricos solo les queda invertir en los países pobres.
Cada vez se acentúa el hambre mundial y, además, en muchos lugares ya no se desea consumir únicamente lo propio, sino se busca ampliar el menú con nuevas opciones culinarias extranjeras. No obstante, en nuestro país parece darse esta tendencia parcialmente, es decir, cada vez somos más personas con hambre, pero contrariamente sí deseamos “papear” lo nuestro. Ahora, si es que tendremos siempre cómo saciar el hambre, es complicado, y más complejo se ve el panorama si pensamos en las generaciones futuras.
Parrillada vs. semillas y vegetales
Por otro lado, en el planeta parece instalarse otra tendencia alimenticia: consumir más carne y menos granos y verduras, a raíz de que la mayor cantidad de gente se reúne en ciudades, y en ellas se promueve el consumo de un menú más cosmopolita, dejando de lado una dieta tradicional sana. Esto en especial en aquellas sociedades consumistas donde los obesos y las cadenas de fast food invaden todos los rincones. En muchas grandes ciudades, el menú "globalizado" tiene más proteínas y grasas que fibra y vegetales.
Un ejemplo de esto nos lo brinda, una vez más, China a través del cambio cultural que atraviesan (principalmente adoptando elementos de occidente) abarcando también a su cocina. El consumo de carne de los chinos para el 2020 sería el doble que aquel del año 1995, mientras que el de arroz (el principal y más importante alimento del país) aumentará muy poco. Adicionalmente, el consumo en calorías de un europeo o norteamericano es alto en comparación con el promedio mundial, de tal manera que si todos los habitantes del planeta alcanzasen dicho nivel, la Tierra no nos proporcionaría ni el 25% de los alimentos para todos.
Según la FAO, para cubrir las necesidades alimenticias de la humanidad en el año 2050 va a ser necesario duplicar la producción mundial de alimentos. Uno de los alimentos esenciales que se tendría que producir más serían los cereales, pero ya no para servir de alimento al ganado vacuno principalmente, sino para el consumo humano. Lo mismo pasa con nuestra anchoveta, la cual (si en algunas décadas sobrevive) debería ser consumida por los peruanos y no por los chanchos y pollos.
Mesa porcina
Es preocupante pensar que pronto los criaderos chinos de chanchos (actualmente con más de un millón de cerdos) necesitarán más alimento para saciar la creciente demanda de estos animales, por lo que las tierras productivas en Zimbawe y Uganda serán insuficientes para los orientales. A la fecha, el alimento en el planeta alcanza para todos (pese a que está mal distribuido y administrado), según la FAO. No obstante, ya han existido diversas protestas en el mundo por el acceso a los alimentos básicos, lo cual podrá complicarse en el futuro.
En este panorama preocupante, ¿qué es lo que necesitamos? De todas maneras creo que se necesita explorar científicamente con mayor profundidad el tema de la producción de alimentos (esto no significa apoyar la introducción en el país de los OGM), con el fin de mejorar el acceso para todos y de no acabar con la Tierra frente al inminente aumento de la población mundial. Además, debemos enfrentar los cambios climáticos debido al calentamiento global.
Por ejemplo, es necesario investigar sobre las consecuencias de futuras sequías e inundaciones en zonas productivas. Cada vez se necesita más espacio para cultivar, pero lamentablemente este es cada vez más escaso. Hace 40 años la humanidad estuvo frente a una situación similar cuando hubo hambruna, para lo cual los científicos presentaron como solución los monocultivos en vez de la agricultura de varias especies a la vez. Esto fue llamado la "revolución verde".
Tal situación calmó el hambre pero empobreció los suelos y estos pasaron luego a ser campos de pastoreo que ya no pudieron ser utilizados para la agricultura. Dada la situación actual, la humanidad no tiene aún una propuesta de salida tal como lo fue la revolución verde. La introducción de los OGM y la manipulación genética podrían ser la solución, pero aún no estamos convencidos de eso.
Pese a que ya se investiga para mejorar la acuicultura, el control de plagas y otros aspectos como la functional food para satisfacer el apetito mundial, no tenemos resultados precisos, lo que sí queda claro es la interdependencia entre el alimento y la tecnología. Asimismo, se ha podido establecer que el mejoramiento genético que se busca en los laboratorios no se encuentra ahí, sino, en los lugares de donde procede tal o cual especie. La robustez de una papa peruana se debe a su entorno agreste, difícil y único, el cual debemos preservar.
Se nos vienen tiempos difíciles. Conservando nuestros recursos naturales y usándolos de manera racional podremos salir airosos. Lo demás es cuento chino.
Artículo publicado el 21 de junio del 2009 en el Suplemento Semana del Diario El Tiempo de Piura.
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