“Si desaparece el monte, desaparece el Aguaruna”. Esta frase resume la situación real de los Aguaruna y es parte de la cosmovisión de este grupo indígena. No son de otro planeta. Son peruanos como nosotros, sin embargo viven en otra realidad y bajo otros preceptos. ¿Quiénes son? ¿Cómo viven? Conozcamos un poco más de cerca a estos compatriotas y de algunos de sus problemas.
Lamentablemente esta etnia solo es tomada en cuenta cuando se produce algún hecho violento, característica que refleja el abandono en el que se encuentran los pobladores y la falta de una cultura nacional integral. La población Aguaruna, según el último censo de 1993, es de 45,137 personas y constituyen el 18.83% de la población indígena. Son el grupo con mayor índice poblacional después de los Ashaninka. Su población está repartida en las regiones de Amazonas, Cajamarca, Loreto y San Martín.
El nativo Aguaruna vive en estrecho contacto y armonía con el bosque. Sus valores espirituales, conocimientos básicos y visión del mundo nacen y se sustentan en la existencia y permanencia de su suelo como un todo omnipresente. Su vida gira en torno al bosque y todas sus manifestaciones culturales y productivas incorporan a este como un elemento inspirador y al que se le debe rendir culto y tributo. La educación que se transmite entre los Aguaruna a lo largo de todas las generaciones busca el manejo correcto y equilibrado del bosque.
Los sonidos musicales que producen los Aguaruna son una copia de los sonidos del bosque. Asimismo, las letras de las canciones reflejan la vida cotidiana en interrelación con la naturaleza. La fuente de vida para el Aguaruna es el sol, “Etsa”. Este Dios es el sustento de todo lo que lo rodea. El Dios mitológico o “nugkui” les enseñó a producir, recolectar, cazar y sobrevivir, es el padre de la producción que castiga a quien utiliza mal los recursos. ¿No debería este Dios castigar a los “colonos” que depredan el bosque?
El bosque: fuente de vida y alimento
En la mitología Aguaruna existe la historia de dos hermanas que eran malas. Estas se arrepintieron antes de morir y ambas fueron convertidas por el Dios “Etsa” en el achiote y el piyú, vegetales muy útiles para los Aguaruna. Los frutos del achiote proporcionan el color rojo y los del piyú el color negro. Ambos colores son típicos en la orfebrería Aguaruna y sirven también para pintarse el cuerpo con diversos motivos. La leyenda confirma la conexión entre la vida del hombre Aguaruna y el bosque.
La protección que le da el Aguaruna al bosque, y en general el indígena amazónico, tiene una finalidad utilitaria de subsistencia. El bosque los provee de alimentos, de protección de refugio y de un universo con el que ellos viven en conjunción. Qué grande debe ser la desesperación del Aguaruna cuando percibe que los animales del bosque empiezan a desaparecer. Nosotros, desde nuestros calidos hogares, nos lo imaginamos muy vagamente. Es necesario vivir y depender del bosque para saber de qué estamos hablando. Otra vez la arrogancia civilizada.
La alimentación del Aguaruna se basa en la proteína animal. Peces y animales del monte escasean. La principal y quizá única fuente de proteína se agota. ¿Qué les queda o les está quedando a los Aguaruna? Los Aguaruna se ven forzados a introducir en su alimentación el arroz, los fideos y diversas especias. Estos cambios lo hacen más débiles, pues solo se satisfacen y no reciben el promedio de proteínas suficiente para afrontar la dura vida de la selva. Quienes más sufren estos cambios dietéticos son, como siempre, los niños y los ancianos.
El bosque en las manifestaciones culturales
Los Aguaruna poseen dos instrumentos musicales importantes: la quena o “pinkui” y un tambor pequeño. Una especie de brazalete con semillas amarrados a los tobillos o a las rodillas o sostenidos con la mano, acompañan a estos instrumentos. Al ritmo de esta música danzan los hombres y mujeres por separado. No existe el baile mixto en la danza tradicional, sin embargo esto también cambiará pues la radio empieza a sustituir la música aguaruna. El mensaje de las canciones aguaruna consiste principalmente en mensajes dedicados al trabajo, la amistad y algunas especiales que motivan a los que van de cacería.
Todo su mundo gira en torno al bosque, todo se inicia y termina ahí. La compenetración del Aguaruna con la selva parte de los niveles más ínfimos hasta abarcarlo todo. No hay mucho más allá del bosque. Los matices de dependencia con su entorno con los que convive el nativo, son el motor que lleva a desarrollarse en él y con él. En las manifestaciones culturales de esta etnia se percibe el ingrediente principal que es su territorio. Esta simbiosis es muy fuerte y resistente y ha garantizado la supervivencia y establecimiento exitoso de los Aguaruna. Sin embargo, se están expandiendo diversas epidemias culturales invasoras dentro de los Aguaruna.
Su cosmovisión empieza a virar hacia otros rumbos contra los que no están preparados. Esto conlleva a transformaciones culturales que están desencadenando conflictos sociales internos.
Estos cambios que se vienen dando son caldo de cultivo de muchos problemas. Los que más los están viviendo son los hombres, que por su jerarquía tienen mayor contacto con la “civilización”, es decir los otros (apach), es decir nosotros. Ya desde niños a los Aguaruna se les inculca sus roles en su sociedad. El niño es reconocido como suki (testículo) y la niña como muntso (pecho) esto permite identificar desde los primeros años el tema reproductor y del cuidado de la familia como pieza fundamental de su subsistencia. Si esta relación cambia como se está dando, un nexo importante puede romperse y desbaratar a todo un pueblo que ya está amenazado. ¿Podemos estar hablando de peligro de extinción?
Artículo aparecido en junio de 2006 en la versión online de la Revista Viajeros:
http://www.viajerosperu.com/articulo.asp?cod_cat=1&cod_art=154
Así como Oskar Matzerath tenía su tambor de hojalata para comunicarse, yo tengo ahora el mío. En él reuniré gran parte de lo que escribo para transmitir lo que pienso y poder intercambiar ideas a través de comentarios, opiniones, críticas, y todo lo que los demás quieran escribir sobre lo que escribo. En este, mi espacio, podré tocar la melodía que me plazca, sin censura, sin tapujos y sin complejos de culpa. No es que me sienta censurado, pero la decencia y el respeto a veces nos limitan.
miércoles, 17 de junio de 2009
LOS AGUARUNAS (AENTS) Y LA AMENAZA DE LOS OTROS (APACH)
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Creo que los "apach" sabemos poco o nada de quienes viven en la selva... lamentable.
ResponderEliminarGracias por el post.
Ey, ¿sabes? Comparto contigo el gusto y la preocupación por el medio ambiente aunque escribo mucho menos que tú. Sin embargo a partir de ver tu blog me propondré escribir más. Te recomiendo buscar la guía "como escribir para la Web" de Guillermo Franco puede ayudarte a captar el efimero público de la red.
ResponderEliminarAh y mil gracias por el artículo. Mi esposa también siente mucha tristeza al ver que el bosque de su infancia se ha quedado reducido a casas y basura. La melancolia la invade frecuentemente. Ya haremos algo...
En respuesta a los dos comentarios expreso las siguients líneas: Los "apach", es decir, nosotros no conocemos efectivamente mucho de la selva y asumimos que son territorios para utilizarse cuando los necesitamos. De hecho, no es así, pero en un mundo donde la invasión humana avanza de manera incontrolable, la cual a su vez demanda energía, espacio, alimentos, es muy difícil conservar todo y tener una visión romántica de las cosas. Debemos sin embargo, velar para que la naturaleza que aún se mantiene no sufra ataques agresivos del hombre. El poblador selvático sabe cómo mantener el equilibrio, es por eso que debemos aprender de ellos, pero también ellos deben entender que no todo puede continuar en estos espacios. Una integración a una nueva visión es posible siempre y cuando ellos sepan velar por la conservación de sus costumbres. Es un tema muy complejo que seguiremos comentando. POr otro lado, gracias por la recomendación de la guía para escribir en la web.
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