Estos días hemos vivido y sentido tanto lo acontecido en Bagua que en los medios de comunicación no se ha dejado de hablar al respecto; y está bien que sea así, pues esta amarga experiencia nos debe enseñar, entre muchas cosas, que aún nos falta madurar como sociedad. Personalmente, he intentado leer y escuchar todo lo posible sobre la problemática de este sonado caso. Así, he revisado posiciones ultra derechistas, otras más moderadas, para atravesar por visiones más moderadas de los hechos, y llegar hasta las visiones apasionadamente antisistema y extremistas.
Me ha causado gracia las posturas de muchos amigos (esta trágica experiencia me ha enseñado además facetas desconocidas de muchos) que pregonan posiciones demoledoras, alineadas casi con posturas extremas y anarquistas. Estoy seguro que si mañana tendrían que elegir entre estas y las de centro-derecha, elegirían la segunda opción, pues en el fondo le temen a aventuras políticas desconocidas. Seguramente, yo también he destapado posturas que se han ido cultivando en mi vida y llegado el momento, deben salir a la luz. No obstante, pienso que así está bien. No es mi intención agarrarnos todos de las mechas, pero sí intentar ser más reflexivos en nuestro accionar.
Algunas cosas me han quedado claras, otras no tanto, y aún hay muchos aspectos negativos que, creo, no van a cambiar en el país en el corto plazo, a menos que estemos dispuestos a adoptar cambios consistentes y contundentes para mejorar nuestra situación. Tardaría mucho en nombrar los diferentes puntos de vista que he logrado recoger, no obstante, queda claro que el actual Gobierno cometió varios errores graves y que lo seguirá haciendo si no existe un frente ciudadano que esté pendiente de “pararle el macho” al gobierno de facto para enmendar el rumbo político del país.
Este frente que debería agrupar a un contingente ciudadano que sea lo más objetivo posible (sin apasionamientos extremos); y que debería servir también como un interlocutor garantizado que recoja los reclamos de los menos escuchados para buscar que sean incorporados en las políticas de desarrollo. Siempre escuchamos la formación de “mesas de diálogo” y de comisiones encargadas para las negociaciones, pero, esas medidas son solo para apagar el incendio, luego desaparecen y todo queda igual o casi igual.
A ver si todos nos mojamos
Por el lado de los ciudadanos de la Amazonía (y lo digo así porque ya hablar de indígenas denota un trato distinto), es necesario también que pongan de su parte para buscar salidas ante los años difíciles que se nos vienen para todos. Pero ya que hablamos de ciudadanos, por qué solo hablar de la selva, por qué no hablar de todos los peruanos. Estamos en una situación inmejorable para salir adelante, y si no es ahora, ya no creo que lo hagamos, pues el panorama del planeta se ve cada vez más turbio.
Si bien los pobladores de la selva anuncian que sí desean el progreso y la inversión para salir adelante, es necesario también un sacrificio y un esfuerzo por definir oportunamente y de manera sincera (sin intromisiones ideológicas extremas) cómo es que se debe dar ese cambio para bien. No todo puede quedar igual (lo repito), pues el desarrollo implica modificaciones leves y severas en su cosmovisión. Así, la oportunidad de consolidar ciertos patrones culturales y de dar paso a una conjunción de elementos culturales, sociales y económicos entre diversas visiones de afrontar la realidad, debe ocuparnos a todos.
Está demás decir que se deben fortalecer el diálogo y las instituciones ciudadanas para entendernos y para llevar un desarrollo armonioso con el medio ambiente. Además debemos, dada nuestra multiculturalidad, definir qué significa desarrollo y progreso para los peruanos. Y dichas concepciones comunicarlas, debatirlas, redefinirlas, tal vez. Todo esto en un clima permanente de cambios para lograr lo que buscamos como país.
Otra vez quieren invadir Pómac
Hace unos días algunos medios de comunicación informaron que el viernes 12 de junio, traficantes de tierras intentaron invadir otra vez el Santuario Histórico Bosque de Pómac. Este intento violento (los invasores portaban armas y secuestraron al personal del santuario) explica en parte lo que sucede en el país. Muchas personas creen que las medidas que se toman son solo “por un tiempo”, y que luego pueden regresar a la “normalidad”, es decir, a la impunidad, a hacer lo que les da la gana violando las leyes. Los invasores, según Perú 21, abrieron fuego, es decir, todo lo que anteriormente sucedió en la zona no parece haber servido de lección.
Felizmente estos señores pudieron ser desalojados y no lograron su cometido, sin embargo, no se pueden permitir este tipo de hechos. Asimismo, afortunadamente, no hubieron bajas humanas pero debemos entender que no escarmentar ante lo sucedido, nos mantiene en un espiral de conflictos de nunca acabar.
Esto se veía venir, pues, los terrenos de santuario son muy apreciados y seguramente dentro de estos invasores aún queda la esperanza de recuperar lo invertido en la zona (en pozos de agua, caminos). ¿Por qué apuestan estos señores a violar la ley?, ¿no existen otras alternativas de desarrollo? ¿Esto nos debe llevar a la instalación de una mesa de diálogo y a conversar con ellos?. Claro que no. Simplemente debe imperar el orden y punto. Qué diálogo puede haber si el asunto ya esta zanjado.
No podemos admitir este tipo de actos contra la legalidad, así como tampoco debemos permitir que se siga instaurando un país donde las invasiones y el atropello son herramientas permitidas para imponer medidas que lindan con lo ilegal.
Atando cabos
Finalmente, quisiera expresar que ante todo lo sucedido, me queda la esperanza de seguir apostando por buscar salidas a nuestros problemas. Cada uno debe haber sacado sus propias conclusiones y sabe de qué pie cojea. El Estado debe velar por los intereses de los ciudadanos bajo una mirada integradora, respetuosa y visionaria. No puede imponer medidas saltándose a los principales involucrados. Ahora, insisto, deben haber contrapropuestas que permitan discutir en una plataforma superior a la actual, qué es lo que se debe hacer, qué es lo que se puede hacer y cómo vamos a enfrentar los siguientes años.
Los apetitos electorales empiezan a despertar y no pararán hasta convertirse en un hambre voraz que puede deglutir esperanzadoras propuestas de cambio que, tras atravesar un “filtro político”, podrían convertirse en propuestas nada conciliadoras. El planeta entra a una etapa decisiva en su destino ante el aumento de la emisión de los gases de invernadero y los imparables cambios climáticos. Aprendamos de lo sucedido y seamos capaces de manejar nuestro propio destino. ¿Es eso mucho pedir?
Me ha causado gracia las posturas de muchos amigos (esta trágica experiencia me ha enseñado además facetas desconocidas de muchos) que pregonan posiciones demoledoras, alineadas casi con posturas extremas y anarquistas. Estoy seguro que si mañana tendrían que elegir entre estas y las de centro-derecha, elegirían la segunda opción, pues en el fondo le temen a aventuras políticas desconocidas. Seguramente, yo también he destapado posturas que se han ido cultivando en mi vida y llegado el momento, deben salir a la luz. No obstante, pienso que así está bien. No es mi intención agarrarnos todos de las mechas, pero sí intentar ser más reflexivos en nuestro accionar.
Algunas cosas me han quedado claras, otras no tanto, y aún hay muchos aspectos negativos que, creo, no van a cambiar en el país en el corto plazo, a menos que estemos dispuestos a adoptar cambios consistentes y contundentes para mejorar nuestra situación. Tardaría mucho en nombrar los diferentes puntos de vista que he logrado recoger, no obstante, queda claro que el actual Gobierno cometió varios errores graves y que lo seguirá haciendo si no existe un frente ciudadano que esté pendiente de “pararle el macho” al gobierno de facto para enmendar el rumbo político del país.
Este frente que debería agrupar a un contingente ciudadano que sea lo más objetivo posible (sin apasionamientos extremos); y que debería servir también como un interlocutor garantizado que recoja los reclamos de los menos escuchados para buscar que sean incorporados en las políticas de desarrollo. Siempre escuchamos la formación de “mesas de diálogo” y de comisiones encargadas para las negociaciones, pero, esas medidas son solo para apagar el incendio, luego desaparecen y todo queda igual o casi igual.
A ver si todos nos mojamos
Por el lado de los ciudadanos de la Amazonía (y lo digo así porque ya hablar de indígenas denota un trato distinto), es necesario también que pongan de su parte para buscar salidas ante los años difíciles que se nos vienen para todos. Pero ya que hablamos de ciudadanos, por qué solo hablar de la selva, por qué no hablar de todos los peruanos. Estamos en una situación inmejorable para salir adelante, y si no es ahora, ya no creo que lo hagamos, pues el panorama del planeta se ve cada vez más turbio.
Si bien los pobladores de la selva anuncian que sí desean el progreso y la inversión para salir adelante, es necesario también un sacrificio y un esfuerzo por definir oportunamente y de manera sincera (sin intromisiones ideológicas extremas) cómo es que se debe dar ese cambio para bien. No todo puede quedar igual (lo repito), pues el desarrollo implica modificaciones leves y severas en su cosmovisión. Así, la oportunidad de consolidar ciertos patrones culturales y de dar paso a una conjunción de elementos culturales, sociales y económicos entre diversas visiones de afrontar la realidad, debe ocuparnos a todos.
Está demás decir que se deben fortalecer el diálogo y las instituciones ciudadanas para entendernos y para llevar un desarrollo armonioso con el medio ambiente. Además debemos, dada nuestra multiculturalidad, definir qué significa desarrollo y progreso para los peruanos. Y dichas concepciones comunicarlas, debatirlas, redefinirlas, tal vez. Todo esto en un clima permanente de cambios para lograr lo que buscamos como país.
Otra vez quieren invadir Pómac
Hace unos días algunos medios de comunicación informaron que el viernes 12 de junio, traficantes de tierras intentaron invadir otra vez el Santuario Histórico Bosque de Pómac. Este intento violento (los invasores portaban armas y secuestraron al personal del santuario) explica en parte lo que sucede en el país. Muchas personas creen que las medidas que se toman son solo “por un tiempo”, y que luego pueden regresar a la “normalidad”, es decir, a la impunidad, a hacer lo que les da la gana violando las leyes. Los invasores, según Perú 21, abrieron fuego, es decir, todo lo que anteriormente sucedió en la zona no parece haber servido de lección.
Felizmente estos señores pudieron ser desalojados y no lograron su cometido, sin embargo, no se pueden permitir este tipo de hechos. Asimismo, afortunadamente, no hubieron bajas humanas pero debemos entender que no escarmentar ante lo sucedido, nos mantiene en un espiral de conflictos de nunca acabar.
Esto se veía venir, pues, los terrenos de santuario son muy apreciados y seguramente dentro de estos invasores aún queda la esperanza de recuperar lo invertido en la zona (en pozos de agua, caminos). ¿Por qué apuestan estos señores a violar la ley?, ¿no existen otras alternativas de desarrollo? ¿Esto nos debe llevar a la instalación de una mesa de diálogo y a conversar con ellos?. Claro que no. Simplemente debe imperar el orden y punto. Qué diálogo puede haber si el asunto ya esta zanjado.
No podemos admitir este tipo de actos contra la legalidad, así como tampoco debemos permitir que se siga instaurando un país donde las invasiones y el atropello son herramientas permitidas para imponer medidas que lindan con lo ilegal.
Atando cabos
Finalmente, quisiera expresar que ante todo lo sucedido, me queda la esperanza de seguir apostando por buscar salidas a nuestros problemas. Cada uno debe haber sacado sus propias conclusiones y sabe de qué pie cojea. El Estado debe velar por los intereses de los ciudadanos bajo una mirada integradora, respetuosa y visionaria. No puede imponer medidas saltándose a los principales involucrados. Ahora, insisto, deben haber contrapropuestas que permitan discutir en una plataforma superior a la actual, qué es lo que se debe hacer, qué es lo que se puede hacer y cómo vamos a enfrentar los siguientes años.
Los apetitos electorales empiezan a despertar y no pararán hasta convertirse en un hambre voraz que puede deglutir esperanzadoras propuestas de cambio que, tras atravesar un “filtro político”, podrían convertirse en propuestas nada conciliadoras. El planeta entra a una etapa decisiva en su destino ante el aumento de la emisión de los gases de invernadero y los imparables cambios climáticos. Aprendamos de lo sucedido y seamos capaces de manejar nuestro propio destino. ¿Es eso mucho pedir?
Artículo aparecido el 19 de junio en la versión online de la Revista Viajeros:
si en los colegios siguen enseñando educacion civica qué es una escarapela en vez de qué significa el Perú, la cosa no va a cambiar.
ResponderEliminarEs verdad, además si en algunos colegios de la selva enseñan animales africanos y cosas que no tienen nada que ver con su realidad, estamos fritos. Urge una reforma en la currícula urgente, si no, todo lo que se plantee caerá en saco roto.
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