El Niño, el famoso protagonista -cada cierto número de años- de innumerables pérdidas, pero también el responsable de una explosión de verdor, es mal llamado fenómeno. No debería ser calificado como fenómeno, ya que es un estado climático, con consecuencias ya conocidas, que se viene dando desde hace cientos de años, y al cual la naturaleza ya está acostumbrada. Solo el hombre, es decir nosotros, no lo estamos y nos lamentamos de su presencia. Además, cada vez que se presenta, lo hace de manera distinta, por lo que debería más bien recibir el nombre de evento.
Lo llamamos fenómeno tal vez porque no podemos predecir con exactitud (como sucede actualmente) su aparición, así como la magnitud de sus efectos; y porque produce generalmente cuantiosas pérdidas.
Si viene o no viene este año, o el siguiente, no es el motivo de este artículo, sino más bien intentar aclarar algunos puntos sobre este cambio climático, que al parecer tiene cierta ambigüedad. Por un lado, El Niño beneficia en parte a la costa norte con sus lluvias, ya que desencadena que los bosques secos estallen en verdor y que por ende se regeneren; así como permite la presencia de nuevas especies marinas para la pesca. Por otro lado, perjudica a diversas poblaciones humanas a través de los arrasadores huaycos e inunda y destruye campos de cultivo. A su vez, genera la escasez de algunas especies marinas para la pesca.
Si sabemos que El Niño podría presentarse con fuerza este y el otro año, no vamos a aminorar su magnitud, pero sí podemos prevenir sus efectos con el fin de reducir las pérdidas. Cómo justificar que diversas poblaciones humanas se instalen en las márgenes de algunos ríos, sabiendo que cuando se presenta El Niño, las aguas caudalosas arrasan con todo.
Además, es necesario estar prevenidos ante las crecidas de los ríos, con la construcción de diques de contención y con la evacuación de los desmontes de basura acumulados en las orillas de los ríos. Estos últimos generan que los cursos naturales de los ríos se desvíen, ocasionando más pérdidas de las necesarias.
Causas y efectos
El evento de El Niño es, a grandes rasgos, el calentamiento anormal de las aguas del Océano Pacífico. Dicha característica repercute directamente en el país y produce a su vez diversos cambios climatológicos en otras partes del planeta.
Bajo condiciones normales, nuestra costa está influenciada por dos corrientes: la Corriente Peruana (o de Humboldt), de aguas frías y que circula desde el Polo Sur hasta cerca de los 5° latitud sur (a la altura de la Península Bayovar, en Piura); y la Corriente de El Niño, de aguas calientes que proviene del norte y que circula desde la frontera norte del país hasta los 5° latitud sur.
En comparación con la zona oeste del Océano Pacífico (Indonesia, Australia, Oceanía), las aguas que bañan las costas de Sudamérica son más frías debido a la Corriente Peruana. Cuando se presenta el evento de El Niño, la Corriente del mismo nombre de procedencia ecuatorial baña nuestro litoral, aumentando la temperatura del agua. El agua fría que viene del Polo Sur con la Corriente Peruana se hunde cerca de 180 metros de profundidad ocasionando que los nutrientes que acarrea esta corriente disminuyan o desaparezcan de la franja marina. Dicha situación altera la cadena trófica de tal manera que, las especies propias de nuestra costa se alejan de las costas (o mueren) y aparecen otras especies marinas tropicales acostumbradas a aguas más calientes.
El aumento de la temperatura de las aguas permite que éstas se evaporen más fácilmente formando nubes mucho más grandes que, por acción del viento, se trasladan a las costas y producen fuertes lluvias. Paralelamente se producen sequías en la zona oeste del Océano Pacífico.
¿Por qué El Niño?
Los pescadores peruanos de la costa norte notaron -hace ya varios años- que cada cierto número indefinido de años, la temperatura del agua marina aumentaba en algunos grados en el mes de diciembre. Esta inexplicable situación generaba que muchas especies típicas de nuestras costas desaparecieran; como por ejemplo la anchoveta, que es la base de nuestro ecosistema marino. Además, la presencia de lluvias anormales y de los consecuentes huaycos ocurrían o se generaban principalmente en diciembre. Dicha situación, ocasionó que los hombres de mar bautizaran a esta anomalía como El Niño, ya que la aparición de sus conocidos efectos, coincide con la fecha del nacimiento del Niño Jesús.
¿Y La Niña? Muchos hemos escuchado de ella, pero sabemos realmente ¿qué o quién es? A grandes rasgos podría decirse que La Niña es la contraparte de El Niño y de ahí su denominación. Consiste en la presencia de aguas más frías de lo normal en la costa sudamericana, produciendo sequías y el efecto contrario en la zona oeste del Océano Pacífico; es decir, aguas cálidas y fuertes lluvias. La Niña se origina debido a que los vientos alisios del Pacífico se intensifican y producen que las aguas frías circulen en la superficie en el Pacífico oriental (Sudamérica). Su presencia se debe tal vez a una reactivación de la Corriente Peruana, la misma que durante la duración de el evento de El Niño, se ve alterada totalmente.
Los Niños
La aparición de estos dos eventos -que forman parte de un sistema climatológico más grande, denominado Oscilación Meridional de El Niño y conocido como ENOS o ENSO por sus siglas en inglés- debe llevarnos a tratar de entender mejor sus causas y efectos. Su innegable presencia, debe obligarnos a que nos preparemos para sus visitas. Además, es evidente la falta de conocimiento sobre ambos eventos en nuestro país, lo cual nos debe obligar a invertir en la investigación científica, con el fin de obtener mayor información que nos permita establecer diversas acciones para enfrentarnos y aprovechar su presencia, así como para afrontar mejor sus efectos.
Ambos eventos se seguirán presentando cada cierto número de años, con mayor o menor intensidad, pero no van a desaparecer, ni dejarán de formar parte de nuestra historia. En esta situación, surgen algunas dudas, por ejemplo: ¿Su magnitud se incrementa debido al calentamiento global? ¿Estamos preparados para un evento de grandes magnitudes? ¿Planificamos la construcción de obras viales tomando en cuenta a estos eventos?
El evento de El Niño ya empieza a ejercer sus primeros impactos. La opinión pública, así como los sectores especializados especulan y se desdicen sobre su presencia y sobre sus posibles consecuencias. Pero no nos olvidemos que los más afectados son los pobladores ubicados en aquellas zonas que ya han sufrido los estragos de El Niño y que generalmente se encuentran en los márgenes de los ríos. Podemos estar frente a un nuevo evento, y si es así, qué mejor actitud que prepararnos. La invitación ya está hecha.
Lo llamamos fenómeno tal vez porque no podemos predecir con exactitud (como sucede actualmente) su aparición, así como la magnitud de sus efectos; y porque produce generalmente cuantiosas pérdidas.
Si viene o no viene este año, o el siguiente, no es el motivo de este artículo, sino más bien intentar aclarar algunos puntos sobre este cambio climático, que al parecer tiene cierta ambigüedad. Por un lado, El Niño beneficia en parte a la costa norte con sus lluvias, ya que desencadena que los bosques secos estallen en verdor y que por ende se regeneren; así como permite la presencia de nuevas especies marinas para la pesca. Por otro lado, perjudica a diversas poblaciones humanas a través de los arrasadores huaycos e inunda y destruye campos de cultivo. A su vez, genera la escasez de algunas especies marinas para la pesca.
Si sabemos que El Niño podría presentarse con fuerza este y el otro año, no vamos a aminorar su magnitud, pero sí podemos prevenir sus efectos con el fin de reducir las pérdidas. Cómo justificar que diversas poblaciones humanas se instalen en las márgenes de algunos ríos, sabiendo que cuando se presenta El Niño, las aguas caudalosas arrasan con todo.
Además, es necesario estar prevenidos ante las crecidas de los ríos, con la construcción de diques de contención y con la evacuación de los desmontes de basura acumulados en las orillas de los ríos. Estos últimos generan que los cursos naturales de los ríos se desvíen, ocasionando más pérdidas de las necesarias.
Causas y efectos
El evento de El Niño es, a grandes rasgos, el calentamiento anormal de las aguas del Océano Pacífico. Dicha característica repercute directamente en el país y produce a su vez diversos cambios climatológicos en otras partes del planeta.
Bajo condiciones normales, nuestra costa está influenciada por dos corrientes: la Corriente Peruana (o de Humboldt), de aguas frías y que circula desde el Polo Sur hasta cerca de los 5° latitud sur (a la altura de la Península Bayovar, en Piura); y la Corriente de El Niño, de aguas calientes que proviene del norte y que circula desde la frontera norte del país hasta los 5° latitud sur.
En comparación con la zona oeste del Océano Pacífico (Indonesia, Australia, Oceanía), las aguas que bañan las costas de Sudamérica son más frías debido a la Corriente Peruana. Cuando se presenta el evento de El Niño, la Corriente del mismo nombre de procedencia ecuatorial baña nuestro litoral, aumentando la temperatura del agua. El agua fría que viene del Polo Sur con la Corriente Peruana se hunde cerca de 180 metros de profundidad ocasionando que los nutrientes que acarrea esta corriente disminuyan o desaparezcan de la franja marina. Dicha situación altera la cadena trófica de tal manera que, las especies propias de nuestra costa se alejan de las costas (o mueren) y aparecen otras especies marinas tropicales acostumbradas a aguas más calientes.
El aumento de la temperatura de las aguas permite que éstas se evaporen más fácilmente formando nubes mucho más grandes que, por acción del viento, se trasladan a las costas y producen fuertes lluvias. Paralelamente se producen sequías en la zona oeste del Océano Pacífico.
¿Por qué El Niño?
Los pescadores peruanos de la costa norte notaron -hace ya varios años- que cada cierto número indefinido de años, la temperatura del agua marina aumentaba en algunos grados en el mes de diciembre. Esta inexplicable situación generaba que muchas especies típicas de nuestras costas desaparecieran; como por ejemplo la anchoveta, que es la base de nuestro ecosistema marino. Además, la presencia de lluvias anormales y de los consecuentes huaycos ocurrían o se generaban principalmente en diciembre. Dicha situación, ocasionó que los hombres de mar bautizaran a esta anomalía como El Niño, ya que la aparición de sus conocidos efectos, coincide con la fecha del nacimiento del Niño Jesús.
¿Y La Niña? Muchos hemos escuchado de ella, pero sabemos realmente ¿qué o quién es? A grandes rasgos podría decirse que La Niña es la contraparte de El Niño y de ahí su denominación. Consiste en la presencia de aguas más frías de lo normal en la costa sudamericana, produciendo sequías y el efecto contrario en la zona oeste del Océano Pacífico; es decir, aguas cálidas y fuertes lluvias. La Niña se origina debido a que los vientos alisios del Pacífico se intensifican y producen que las aguas frías circulen en la superficie en el Pacífico oriental (Sudamérica). Su presencia se debe tal vez a una reactivación de la Corriente Peruana, la misma que durante la duración de el evento de El Niño, se ve alterada totalmente.
Los Niños
La aparición de estos dos eventos -que forman parte de un sistema climatológico más grande, denominado Oscilación Meridional de El Niño y conocido como ENOS o ENSO por sus siglas en inglés- debe llevarnos a tratar de entender mejor sus causas y efectos. Su innegable presencia, debe obligarnos a que nos preparemos para sus visitas. Además, es evidente la falta de conocimiento sobre ambos eventos en nuestro país, lo cual nos debe obligar a invertir en la investigación científica, con el fin de obtener mayor información que nos permita establecer diversas acciones para enfrentarnos y aprovechar su presencia, así como para afrontar mejor sus efectos.
Ambos eventos se seguirán presentando cada cierto número de años, con mayor o menor intensidad, pero no van a desaparecer, ni dejarán de formar parte de nuestra historia. En esta situación, surgen algunas dudas, por ejemplo: ¿Su magnitud se incrementa debido al calentamiento global? ¿Estamos preparados para un evento de grandes magnitudes? ¿Planificamos la construcción de obras viales tomando en cuenta a estos eventos?
El evento de El Niño ya empieza a ejercer sus primeros impactos. La opinión pública, así como los sectores especializados especulan y se desdicen sobre su presencia y sobre sus posibles consecuencias. Pero no nos olvidemos que los más afectados son los pobladores ubicados en aquellas zonas que ya han sufrido los estragos de El Niño y que generalmente se encuentran en los márgenes de los ríos. Podemos estar frente a un nuevo evento, y si es así, qué mejor actitud que prepararnos. La invitación ya está hecha.
Artículo publicado el 17 de setiembre de 2006 en el Suplemento Semana del Diario El Tiempo de Piura.
esta pagina es increible aunque no lo crean ahora ya se porque es importante leer jejejejejejeje : )
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