En la edición 321 de la revista científica
Science apareció el siguiente artículo: “Accelerated Human Population Growth at
Protected Area Edges" donde se sustenta que la implementación de áreas
protegidas resultan ser más beneficiosas para las poblaciones locales que para
la flora, fauna, el paisaje y los procesos ecosistémicos que en ellas se
conservan. Según el estudio, en África subsahariana (que incluye a todos los
países al sur del desierto del Sahara) y en América Latina se observa que las
poblaciones adyacentes a las áreas protegidas aumentan alrededor de las mismas,
lo que juega en contra de lo que se pretende proteger.
Otra de las conclusiones del artículo es
la siguiente: cuanto más se invierta en un área protegida, más gente se ubicará
en sus alrededores. Las inversiones en estos territorios producen que la nula o
poca infraestructura alrededor se incremente, originando un impacto muchas
veces negativo en los terrenos protegidos. Esto debido a que la infraestructura
implementada ─la cual por lo general no existe en zonas cercanas─ es un punto
de atracción a diversos pobladores que ven en ella una manera de satisfacer sus
necesidades.
En esa dirección, los científicos
responsables del estudio afirman también que en las zonas adyacentes a las
áreas protegidas existirían mejores posibilidades de trabajo. Tal situación es
una razón poderosa para ocasionar una migración humana que, en muchos casos,
tiene consecuencias negativas para la flora y fauna protegida. El estudio
mencionado refuta la muy mencionada teoría de que la existencia de los parques
nacionales y otras unidades de conservación significa una nueva forma de
colonialismo que le niega a las poblaciones el uso y aprovechamiento
tradicional de los recursos naturales que por generaciones han realizado en sus
territorios y de los cuales, en diversas ocasiones, depende su supervivencia.
Materiales y métodos
Para el estudio mencionado se revisó la
situación de 306 territorios protegidos (de las 2712 registradas en la World
Database on Protected Areas) pertenecientes a 45 países de los continentes ya
mencionados. Aquellas que fueron elegidas pertenecen a las categorías I y II
propuestas por la International Union for Conservation of Nature (IUCN). Según
esta clasificación, que comprende seis categorías definidas por sus objetivos
de manejo, todos estos espacios están dedicados a la protección y mantenimiento
de la diversidad biológica, de los recursos naturales y culturales asociados;
así como al manejo a través de medios legales u otros que sean efectivos.
La categoría I incluye dos subcategorías
(a y b). La subcategoría “a” reúne áreas protegidas que garantizan una
protección estricta de la naturaleza y en donde solo se permite la
investigación científica. En ellas se preservan ecosistemas representativos de
alto valor biológico. La subcategoría “b” agrupa áreas protegidas que son
manejadas exclusivamente para proteger la naturaleza en ecosistemas que no han
sido mayormente modificados y que mantienen gran parte de su estructura
original. La categoría II está conformada por parques nacionales, los mismos
que protegen ecosistemas íntegros y en donde no está permitida ninguna
actividad extractiva. Tan solo se permiten la investigación, educación y el
turismo manejado; siempre y cuando estas actividades se adapten a los niveles
estrictos de protección.
En el Perú, las Áreas Naturales Protegidas
(ANP) del Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas (SERNANP) que podían
ser incluidas dentro de las dos categorías de la IUCN elegidas para este
estudio (I y II) son exclusivamente aquellas de uso indirecto, es decir, solo
los parques nacionales; ya que los santuarios nacionales y los santuarios
históricos están considerados para la IUCN como categorías III y V.
Adicionalmente, para el estudio se
excluyeron áreas protegidas en ecosistemas marinos e islas, así como aquellas
que tienen una extensión menor a 10 km² y que fueron establecidas después del
año 1995. Bajo todas estas condiciones, en el Perú se evaluaron los parques
nacionales Cerros de Amotape, en Tumbes y Piura; Manu, en Cusco y Madre de
Dios; y Río Abiseo, en San Martín.
Inferencias
Salteándome la metodología, la cual,
después de revisar el material de soporte del artículo, debo confesar, no
entendí en su totalidad; comentaré algunos puntos del estudio que me llamaron
la atención. Así, revisando un poco las cifras, se estudiaron el siguiente
número de áreas protegidas en los países de América Latina: 17 en Argentina, 6
en Bolivia, 35 en Brasil, 14 en Chile, 15 en Colombia, 11 en Costa Rica, 7 en
Ecuador, 9 en Guatemala, 7 en Honduras, 12 en México, 3 en Panamá, 5 en Paraguay
y 13 en Venezuela.
A la fecha, el Perú cuenta con 53 ANP y 10
zonas reservadas (que protegen el 14,04% del territorio nacional), de las
cuales 12 (19%) son parques nacionales. Es así como solo se estudiaron tres de
nuestros parques nacionales, cuya extensión total suma más de 2 millones de
hectáreas. En comparación, las áreas estudiadas en Costa Rica suman poco más de
850 mil hectáreas y las de Colombia casi 4 millones de hectáreas.
Adicionalmente, se reporta que en los
últimos 30 años, la extensión total de las áreas protegidas en el planeta ha
aumentado en 500%. Hasta antes del presente informe, los expertos no se ponían
de acuerdo en establecer si dicha situación revertía positivamente en las
poblaciones aledañas a las zonas protegidas. Y es así como, según el estudio,
se determinó que en 245 de estas zonas de protección el crecimiento demográfico
alrededor de ellas fue mayor que en otros territorios rurales de los países
correspondientes.
El estudio determina que tal situación se
presenta debido a que las posibilidades de desarrollar actividades productivas
cerca de los terrenos protegidos son mayores. Esto tiene consecuencias
negativas para la conservación de la diversidad biológica debido al
establecimiento de poblaciones humanas y a actividades que derivan de tal
situación como la tala ilegal, la cacería, la quema de terrenos para la
agricultura y la construcción de obras viales y de infraestructura (caminos,
pozos, viviendas).
Se menciona además que en algunos casos,
la cifra de hectáreas deforestadas en las áreas protegidas con una alta
población humana es mayor en comparación con otras zonas del país.
Irónicamente, la protección de la diversidad biológica cerca de estas zonas
protegidas es más complicada de lo que se supone debido a la situación descrita.
Conclusiones y recomendaciones
Resumiendo en una idea lo anteriormente
expuesto, utilizaré las palabras del biólogo conservacionista de la Universidad
de California, Justin Brashares: “Los parques nacionales se han vuelto en
imanes para la colonización humana”; así como las del ecologista en trópicos S.
Joseph Wright del Smithsonian Tropical Research Institute de Balboa Panamá:
“Los parques son atractivos e impulsan la vida de la gente” y “El mensaje viene
a través de la belleza y la limpieza”; es decir, los territorios conservados
son nuevos y están prestos a ser utilizados para la supervivencia de humanos y
no necesariamente de la flora y fauna.
Si bien otros estudios proponen
desarrollar y usar mejor las zonas de amortiguamiento de las áreas protegidas
para que la actividad humana no impacte mucho en los ecosistemas protegidos, la
dimensión de este estudio creo que va más allá. Es por eso que es necesario
mayores investigaciones socio-ambientales para determinar los patrones de los
movimientos humanos alrededor de las zonas protegidas, buscando encontrar un
equilibrio que incentive un desarrollo con el menor grado de impacto en la
diversidad biológica que se protege.
La colonización no regulada de territorios
trae consigo otro problema que es la imposición de nuevas culturas con
consecuencias que pueden ser muy perjudiciales para los pueblos originarios que
viven cerca de las áreas protegidas, y que han adquirido un uso regulado de los
recursos naturales que pude ir acorde con los objetivos de conservación
planteados al momento de establecer estos territorios protegidos. Tema harto
complicado, pero que no podemos ignorar.
Artículo publicado el 18 de setiembre de
2008 en la versión online de la Revista Viajeros:
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