viernes, 12 de junio de 2009

BORN IN BORNEO (O EN PERÚ): NACIDO PARA DESAPARECER (1)


La isla de Borneo está ubicada en el sureste asiático y tiene una extensión de 743 330 km². Los territorios de la isla le pertenecen políticamente a tres países, estos son (por orden de extensión de mayor a menor): Indonesia, Malasia y Brunei. En ella habitan cerca de 18 millones de personas. Gran parte de este privilegiado rincón de la Tierra mantiene aún extensos espacios de selva virgen e inexplorada. Un parecido con nuestro país es pura coincidencia. No obstante, veremos que conociendo lo que allá sucede podemos trazar una similitud tenebrosa.

Borneo es una porción del planeta que todavía puede ser catalogada como un espacio bello, salvaje, inhóspito y de naturaleza majestuosa, donde la mano destructora del hombre aún no ha destruido todo, pese a que la sombra amenazadora de la especie humana ya se deja ver por ese paradisiaco lugar de nuestro tan golpeado planeta. La industria inescrupulosa en búsqueda de petróleo y oro, y ávida por plantar palmas aceiteras está en estos momentos destrozando la isla. La codicia humana, el desconocimiento de la población y la inoperancia (o encubrimiento) gubernamental son los componentes ideales y básicos para hacer de nuestro planeta un lugar inhabitable.

Las selvas tropicales de Borneo albergan poblaciones únicas de orangutanes, gibones y otros animales aún desconocidos en el planeta que utilizan árboles inmensos y muy antiguos para su supervivencia. La diversidad biológica de la isla es muy alta e invalorable. Una cosa es estar dentro del paraíso y otra es sobrevolarlo. Al hacer esto último, se podrán apreciar las miles de hectáreas destinadas a las plantaciones que han desplazado al bosque tropical lluvioso.

El aniquilamiento de la diversidad biológica crece con cada palmera

Y es que distintos intereses han puesto su mira desde hace décadas en esta privilegiada isla ubicada en la línea ecuatorial, entre el mar sureño chino y el mar de Java. Así, los chinos pusieron la puntería a los cuernos de rinoceronte, a la madera e incluso a diversas aves (y a sus nidos) para preparar platos exóticos. Comerciantes árabes y portugueses pululaban desesperados por extraer pimienta y oro. En épocas coloniales, en los siglos XIX y XX, la isla estuvo bajo dominio británico y holandés; y ya para ese entonces se introdujeron nuevas especies que desplazaron a algunas de las nativas.

Con la situación política actual, en donde tres partes de la isla le pertenecen a Indonesia y el resto —en su gran mayoría— a Malasia y —una pequeña porción— a Brunei, la explotación de los recursos se rige en muchos aspectos bajo términos coloniales, pese a que el colonialismo terminó con el fin de la Segunda Guerra Mundial. Posteriormente, grandes capitales europeos, estadounidenses y australianos iniciaron la búsqueda desesperada de madera, petróleo, carbón y gas. Adicionalmente, los "ricos" de la isla demandan en la actualidad madera para sus casas y con ello, contribuyen también a la desaparición acelerada de los bosques.

Altísima diversidad biológica amenazada

Borneo posee una diversidad biológica que puede ser considerada como la más alta del planeta. En la isla habitan más de 15 000 tipos de plantas (entre ellas, 2500 variedades de orquídeas, así como la orquídea y planta carnívora más grandes del planeta). También tienen una fauna impresionante. Allí habita la mayor cantidad de especies del planeta que va desde culebras voladoras hasta escarabajos diminutos. Posiblemente, en estos momentos se esté descubriendo una nueva especie.

En esta Arca de Noé, el animal símbolo de la isla es el orangután, el cual se ha convertido en el engreído de muchas campañas de conservación. Y justamente a través de estas campañas es que se intenta evitar que desaparezca toda la flora y fauna de Borneo. Felizmente existen aún en las partes altas porciones de bosque de muy difícil acceso que sobreviven al hombre. No obstante, en las partes bajas (territorio de orangutanes, elefantes y donde habita la mayor variedad de especies) la depredación avanza aceleradamente.

Datos aparecidos en la revista “Science” (en base a un estudio del Banco Mundial) sostienen que en las dos últimas décadas, se ha deforestado por año cerca de 8000 km². Con esto, se especula que para el 2010 las zonas bajas de la parte indonesa podrían desaparecer pese a que se han tomado algunas medidas para frenar la tala ilegal, pero que para algunos expertos, solo retrasan el fin inminente.

Uno de los causantes de esta situación es el conocido “oro verde”, es decir, la palma aceitera. Este monocultivo tiene en la isla las condiciones perfectas para desarrollarse. Indonesia y Malasia producen el 86% de este biocombustible a nivel mundial. Pese a la advertencia de diversas organizaciones internacionales al respecto, Indonesia no ha detenido esta industria que cuenta con 60 000 km² plantados. Para el 2020 se podría hablar del doble de territorio dedicado a la palma. Otras amenazas son el oro y el carbón, en especial en la parte suroeste de Borneo, donde las excavaciones y la minería informal talan bosques y contaminan ríos.

Adiós a los bosques

En tiempos evidentes de calentamiento global, Borneo tiene un papel importante, puesto que cerca del 11% del territorio de la isla está conformado por bosques, donde los árboles crecen sobre un terreno formado durante siglos por una gran cantidad de material orgánico. En esa capa, que en algunos puntos alcanza más de 20 metros, se almacena una enorme cantidad de carbono. Cuando esta zona es deforestada y preparada (a través de la tala y la quema) para las plantaciones de palma, libera una alta cantidad de CO2.

Cuando hay sequías, estas zonas se incendian y si no se controla el fuego a tiempo, el humo ocasiona un daño terrible. Los aeropuertos deben dejar de operar y muchas personas sufren afecciones respiratorias, sin contar los daños ambientales. Indonesia ocupa el tercer lugar, después de China y Estados Unidos, en cuanto a emisión de dióxido de carbono.

Bajo estas circunstancias, mucho tiempo no le queda a este gran refugio de vida silvestre, pues pese a que se han tomado medidas convencionales como la implementación de áreas naturales protegidas (por lo menos en Indonesia), no hay dinero para asegurar un éxito mínimo en su implementación. Además, la población local no apoya estas medidas, pues las ven como amenazas a su economía; existe una gran corrupción en las autoridades; y los sistemas de control son ineficientes.

Similitudes que asustan

Revisando lo que sucede en Borneo, es innegable que existe un gran parecido con nuestra realidad. Hablar de una gran diversidad biológica amenazada debido al avance de actividades extractivas que deforestan los bosques, contaminan ríos y ocasionan cuantiosos daños es factor común. Asimismo, determinar que la falta de un acercamiento de la población local a los problemas medioambientales del país, debido básicamente a que, para muchos, el llevar algo de pan al hogar, es prioridad; y a que por ahora no percibimos muy de cerca los efectos que nos depara el calentamiento global, nos asemejan con la isla.

Sin embargo, pese a que en el Perú se registra cierto retroceso en la tala ilegal y que se viene luchando para llevarla a la mínima expresión; y que se están fortaleciendo políticas de gestión ambiental, estamos muy expuestos al cambio climático generado por el calentamiento global.

Un ejemplo claro que mezcla de alguna manera varios problemas es la ascendente cantidad de aludes que entierran diversos poblados en el país. La minería informal y la colonización “a la mala” de territorios condicionan que grupos de gente se establezcan en zonas que son vulnerables a huaycos y que tras la deforestación (que elimina toda barrera natural) convierte a poblados en zonas de desastre. No es que haya más o menos huaycos, sino que suceden en lugares donde debería haber cubierta vegetal y no seres humanos.

Artículo publicado el 03 de mayo de 2009 en el Suplemento Semana del Diario El Tiempo de Piura.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡MAMÍFEROS COMO CANCHA!

  Perú, país de ratas. “Mastozoológicamente” hablando, somos un país de ratas y ratones.   Hace unas semanas, mientras revisaba junto a ...