sábado, 13 de junio de 2009

COSTA RICA: CHIQUITA PERO PODEROSA

He conocido a muy pocos costarricenses. De ellos, recuerdo a una morena (que conocí hace años), quien con mucho orgullo me comentaba lo hermoso que es su país. Yo, por supuesto, le decía que el Perú es más interesante y bonito ya que tenemos casi todos los climas y ecosistemas. Sin embargo, ella en un disimulado arrebato de revancha me dijo que su país estaba mejor conservado y aprovechado. Me piqué y le dije que no era verdad, sin embargo, tras algunas lecturas debo reconocer que mi amiga no estaba tan equivocada. Claro, salvando las diferencias de extensión y población, comparativamente, Costa Rica es un buen ejemplo a tomar en cuenta en lo referido a conservación, ecoturismo e investigación científica.

Estuve leyendo algunos trabajos aparecidos en la página web del Instituto Nacional de Biodiversidad (INBIO) costarricense (http://www.inbio.ac.cr) y buscando algunas referencias a fin de tener un panorama más claro sobre parte de lo que acontece en el país centroamericano. Dicho Instituto fue fundado en 1989 y es uno de los ejemplos a seguir para los países en vías de desarrollo de cómo manejar adecuadamente la diversidad biológica en base a un trabajo de conservación y de uso sostenible; y en especial, en base al rol fundamental de la investigación científica.

¡Biodiversity is money!

 Ante la situación actual en el planeta, surge una pregunta que incluye al Perú como país megadiverso: ¿Cómo utilizar la diversidad biológica para el beneficio de la humanidad pero reconociendo y beneficiando al país de origen? O tal vez dicho en otras palabras, ¿cómo obtener y ofrecer beneficios en base a nuestra diversidad biológica sin que nos hagan “el avión”?

Durante la Cumbre Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo, desarrollada en setiembre de 1992 en Río de Janeiro, se estableció que cada país debe tener la completa soberanía sobre sus recursos genéticos. Además, si bien por un lado se determinó que es necesario asegurar que cualquiera pueda utilizar los recursos del planeta, también se acordó que aquellos habitantes del país de donde proceden los recursos a utilizar, deben recibir algún beneficio o parte de este. Llevar estas decisiones a la práctica es uno de los retos que debemos afrontar.

Así también, en la Conferencia sobre Diversidad Biológica, realizada en mayo de este año en Bonn, Alemania, se discutieron estos puntos, a fin de lograr que realmente se cumplan. Tras 16 años después de Río de Janeiro se ha avanzado muy poco. Y es que al parecer hay un factor causante de que tales afirmaciones no se hagan realidad: el dinero; y específicamente el dinero que ganan unos pocos.

Las grandes empresas que utilizan los recursos naturales buscan impedir que se beneficien los que realmente deberían beneficiarse con su diversidad biológica. Esto debido a que si esto sucediese, los países soberanos y dueños de los recursos naturales le “restarían” ingresos a los inversores. De los 25 medicamentos más vendidos en el mundo, 10 de ellos tienen como materia prima hongos, bacterias, plantas o animales procedentes de los países megadiversos. Pese a ello, para los empresarios no se justifica que los poseedores de la diversidad biológica reciban “su parte”.

El mercado farmacéutico es uno de los que reporta más ganancias en el mundo; y los productos elaborados en base a recursos genéticos representan un gran porcentaje de estos dividendos. Es por eso que con justa razón, los países con una gran diversidad biológica y que ―paradójicamente― son aquellos en vías de desarrollo o pobres, reclaman su parte. Y así como van las cosas, además de esta injusta o nula repartición de las ganancias, se cierne otro problema: la biopiratería.

No obstante, existen algunos casos que pueden generar esperanza y modelos de lucha. En una región de Sudáfrica crece un arbusto de la familia botánica Apocynaceae (Hoodia gordonii), conocido como hoodia, que es utilizado tradicionalmente por algunas tribus que lo mastican para ahuyentar el hambre. Dicha propiedad llamó la atención de empresarios, quienes ahora lo usan para fabricar unas píldoras dietéticas. Tras muchos años de lucha, la población San (que agrupa a las tribus de la región en cuestión) logró que se les otorgue al menos 6% de los ingresos de dichos comprimidos.

Modelo costarricense

Ejemplos como el sudafricano son muy raros. Sin embargo, el caso de Costa Rica, a través del INBIO, puede marcar la pauta para futuros casos. Así, el consorcio farmacéutico Merck invirtió cuatro millones de dólares la década pasada en el INBIO y prometió ofrecer el 10% de las ganancias al país si descubriesen algún recurso natural para su uso (a la fecha no han descubierto un elemento natural para sus fines). Además, el acuerdo estipula que parte de ese porcentaje debería destinarse a la conservación.

Costa Rica concentra cerca del 4% de la diversidad biológica de la Tierra en tan solo 0,01% del territorio del planeta. Según los científicos, esta particularidad debe ser protegida mediante un uso apropiado y justo de sus recursos naturales. Esta historia nos debe sonar conocida. Personalmente, lo más cercano que conozco a este modelo son el Instituto de Investigación de la Amazonía Peruana (IIAP) y el Centro Internacional de la Papa (CIP); y creo que pese a ese gran esfuerzo, todavía tenemos mucho por hacer. Pero también es primordial conocer lo que tenemos para enlazar con el conocimiento, políticas de investigación, conservación y aprovechamiento sostenible.

En el país centroamericano ya se registran algunos avances, pues ya se han descubierto en las selvas “ticas” algunos componentes naturales contra la resaca y el malestar. Asimismo, en organismos marinos del Mar Caribe se ha encontrado una proteína fluorescente que es utilizada en los laboratorios como marcador; y en algunos terrenos volcánicos, el INBIO ha logrado aislar una enzima que reduce el uso de químicos en la industria textil. El “gran descubrimiento” aún no ha sido realizado y ya se han empezado a retirar los grandes inversionistas multinacionales, pues al parecer no les es totalmente rentable financiar todo el proceso. No obstante el interés y la inversión en investigación científica continúan.

Actualmente, el INBIO trabaja con universidades y concentra su trabajo en toda la diversidad biológica y ya no solo en la búsqueda de recursos explotables. Hace poco, el Gobierno Coreano destinó un millón de dólares para buscar en Costa Rica un recurso contra el cáncer y el asma. El INBIO ya cuenta con especies recolectadas e identificadas listas para ser analizadas; y es que la investigación científica paga si es que se promociona. El inventario total de su diversidad biológica es otra de las metas del INBIO. Y nosotros ¿Cómo estamos por casa?

Hace unos días leí que científicos alemanes descubrieron en la isla de Madagascar (587 041 km², aproximadamente la mitad del territorio del país) una nueve especie de lemur (Microcebus macarthurii). Este primate nocturno, según la “American Journal of primatology”, ha recibido el nombre científico en base a la Fundación MacArthur que financió dicha investigación. También leí que en la isla caribeña de Barbados se ha descubierto hace poco la serpiente más chica del mundo: la (Leptotyphlops carlae). Este reptil mide tan solo diez centímetros y parece un fideo. Según los científicos estadounidenses que la descubrieron y clasificaron, una serpiente de esa magnitud solo puede vivir en islas, en donde pueden encontrar espacios exclusivos para su desarrollo; y que a diferencia de las grandes serpientes estas miniaturas solo ponen un huevo.

En nuestro país, ¿no existirán aún nuevas especies por descubrir? Seguro que sí. ¿Conocemos todo lo que poseemos? Seguro que no. ¿Invertimos en investigación científica? Muy poco. En mi opinión, debemos exigir que se invierta mucho más en investigación científica y que se difunda la mayor cantidad de información sobre nuestra diversidad biológica. Así por ejemplo, en el tema de los transgénicos no nos pueden meter cuentos ni sorprender con información parcializada y que responde al interés de unos cuantos.

Artículo publicado el 18 de agosto de 2008 en la versión online de la Revista Viajeros:
http://www.viajerosperu.com/articulo.asp?cod_cat=2&cod_art=1072


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