sábado, 13 de junio de 2009

MEDIDAS A CORTO PLAZO VS. DESARROLLO SOSTENIBLE. CAOS VEHICULAR EN LA CAPITAL


Tomé un taxi el mediodía del lunes para acudir a un almuerzo. Atravesé en mi recorrido parte del distrito de Lince. Generalmente no hablo con los taxistas pues estos hablan usualmente sobre fútbol o política; y la verdad es que prefiero guardarme mis opiniones para no discutir en vano. Sin embargo, esta vez conversé con el taxista y le comenté que en la mañana había estado en medio del caos debido al cierre de las avenidas Petit Thouars y Arequipa. El taxista me hizo ver el estado calamitoso de las calles y me contó que esas calles están así hace más de veinte años. Los trabajos que se iniciaron el lunes pasado anunciaban el infierno.

Las obras que se vienen realizando responden a la necesidad de tener “la casa arreglada” para cuando vengan nuestros invitados a las cumbres internacionales. Es decir, solo se hacen estas obras de maquillaje por tal motivo y no porque realmente se quiera mejorar el tráfico en la capital. O sea, si no hubiese estas reuniones internacionales, no pasa nada; que siga primando el caos, el desorden y el ruido demoníaco de las bocinas de los conductores. En las calles del Mercado Lobatón (a la altura del centro comercial Risso), pasar en auto es un desafío a la destreza para evitar baches lunáticos. ¿Por qué no arreglan entonces toda la avenida? ¿O lo están haciendo por partes? Esperemos que así sea y que arreglen todo de una vez.

Y una vez que el municipio remodele los tramos de ambas avenidas, ¿qué va a hacer? Tal vez “parche” y “selle” lo que se vea feo y lo que da mal aspecto. Pero, ¿no es hora de combatir la falta de respeto de los choferes con sus abusivas e inútiles bocinas? ¿Por qué miramos y planificamos siempre a corto plazo? Los invitados se van y nosotros nos quedamos en esta ciudad.

Nosotros tendremos que seguir lidiando con el desorden y la criollada. La política del parche y del “cortoplazismo” prima en muchos sectores, contribuyendo a que en diversos aspectos aún estemos en desventaja con otros países y realidades. Temas como la educación, la salud, el uso del agua o el uso de la tierra son vistos solo para solucionar los problemas del momento y cumplir algunas de las promesas hechas. No podemos seguir pensando a corto plazo, debemos proyectarnos y ver más allá para buscar soluciones que permitan cambios significantes, no simples maquillajes. 

La bocina o claxon como extensión de la personalidad 

Haciendo hincapié en un tema que es necesario abordar y combatir, pienso que el uso del claxon por se ha transformado negativamente. Esta herramienta tiene la intención de llamar la atención al peatón, ciclista o a otro vehículo sobre un posible incidente que puede ser evitado. Es un método disuasivo que busca llamar la atención para tomar las medidas necesarias a fin de evitar hechos lamentables en las calles. No obstante, nuestros lúcidos choferes usan el claxón para llamar la atención, exigir rapidez en el convulsionado tráfico y “jalar” gente.

Tocar la bocina desesperadamente mientras se espera en un semáforo significa para muchos creer tontamente que el ruido ensordecedor activará algún mecanismo para que la luz cambie. ¿Quién controla y regula su uso? Sentado al costado del chofer de una combi o couster he podido contemplar escenas que me hacen pensar que el claxon es, por un lado, un intento de imponer la personalidad de los conductores ante el caos general y la competencia. Es decir, esta es una manera de querer sobresalir a punta de “gritos” que ellos no pueden dar. Tocar innecesariamente la bocina es asumir una postura que el chofer no tiene fuera del asiento de su vehículo.

Por otro lado, la bocina es para muchos choferes del transporte público un megáfono con el que se llama casi personalmente a todo posible pasajero. ¿Cómo fiscalizar y sancionar si se pasan los límites de emisión sonora para el transporte público, si no existen límites máximos permisibles (LMP) para tal fin? La fiscalización ambiental (que deberá estar a cargo del nuevo Ministerio del Ambiente) debe partir de la aprobación de las diversas normas que definen los LMP y los Estándares de Calidad (ECA). Finalmente, creo que deberíamos tener todos los años cumbres internacionales en el país para ver si así el Gobierno y los municipios hacen algo más por nuestras ciudades.

¿Por qué no invitan a los participantes a un baño en las playas de San Miguel? ¿O tal vez a un breve recorrido a las seis de la tarde entre lunes y viernes por el cruce de las avenidas Javier Prado con la avenida Arenales o con el Paseo Parodi? Existen seguramente diversas opciones de “city tours” tanto en Lima como en provincias para nuestros invitados con el fin de que conozcan toda la casa y no solo lo “más bonito” y lo recién “parchado”.

Artículo publicado el 22 de febrero de 2008 en la versión online de la Revista Viajeros: http://www.viajerosperu.com/articulo.asp?cod_cat=4&cod_art=817

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