viernes, 12 de junio de 2009

¿NOS PUEDE QUEDAR CHICA LA TIERRA?

Si revisamos algunos textos sobre economía y desarrollo humano aparece el término: neocolonismo, el mismo que, dicho de manera simple, significa que los países ricos buscan obtener espacios para plantaciones en países pobres. Es decir, dado que la demanda de alimentos ─producto del acelerado crecimiento humano─ aumenta, se debe producir más. Y debido a que en los países "con billete" ya no hay espacio y que en ellos sí se respetan los espacios protegidos, qué mejor idea que dirigir la mira a aquellas naciones con territorios sin explotar y en donde es "fácil" instalar grandes plantaciones.

Esto trae consigo problemas ecológicos y sociales, pero claro, dichos asuntos no son muy relevantes si de por medio hay mucho dinero. Un ejemplo que ilustra estos postulados es el de Sudán. En el 2007, el país africano recibió de las Naciones Unidas 283 000 toneladas de granos como ayuda humanitaria. El mismo año, la región de Darfur produjo y exportó la misma cantidad de cereales, según informó el Gobierno Sudanés. En el 2008, las firmas agrícolas extranjeras exportaron el doble.

Con esto quedó demostrado que Sudán podría convertirse en la dispensa de granos y cereales del continente africano, y de paso, abastecer a todos sus habitantes. No obstante, tal situación no se da y además, sabemos que es uno de los países más pobres del planeta. Sin embargo, lo peor es que el régimen sudanés ha cedido extensos territorios a los países árabes más ricos. Más de 10 000 ha le pertenecen a Arabia Saudita, mientras que los Emiratos Árabes poseen más de 379 000 ha.

Un ejemplo adicional es Laos, otro de los países asiáticos más pobres del mundo, en donde más de 3 millones de hectáreas (lo cual representa cerca del 15% de su territorio) son utilizadas por firmas extranjeras. Así, en la parte sur están ubicadas firmas procedentes de Tailandia, Vietnam y Malasia que producen caucho y azúcar principalmente; en la parte central firmas japonesas, indias y escandinavas cultivan eucaliptos y acacias para producir papel; y en la región del norte, los chinos siembran arroz.

La supremacía del más fuerte

El costo por el uso de una hectárea en Laos se encuentra entre 3 y 9 dólares debajo del precio promedio en el mercado internacional. Esto ocasiona que los pequeños agricultores (dueños de gran parte de estas tierras) sean desalojados y que, motivados por la ira, ocasionen grandes incendios. En base a este gran conflicto, el gobierno autoritario de este país se dio cuenta de que la situación se le escapaba de las manos y a mediados del año pasado frenó el otorgamiento de tierras para las plantaciones.

Sin embargo, esto no impidió que muchos funcionarios corruptos y otros líderes regionales continuaran cediendo terrenos (como si fuesen sus territorios) enriqueciéndose ilegalmente. Los poderosos sometiendo a los pobres, una historia conocida para muchos. Otro triste ejemplo es la fabulosa isla de Madagascar, en donde la crisis política que atraviesa ha ocasionado en gran parte que la empresa surcoreana Daewoo haya tomado en concesión la mitad de las tierras agrícolas de la isla por 99 años para sembrar principalmente palma aceitera.

Para el 2023, Corea del Sur espera dejar de importar trigo (procedente de Estados Unidos y América del Sur). Es por eso que tras el cambio de gobierno en la isla africana que amenazó a "sus cultivos", la firma asiática espera poder seguir "trabajando" ya que ha invertido bastante dinero. Todos estos casos tienen un costo ambiental, social, cultural y económico negativo para los países que se ven obligados a someterse al uso indiscriminado de sus tierras.

El temor mundial de que se propague el hambre, se intensifiquen las sequías, tornados, lluvias y otros fenómenos naturales en el planeta es latente, en especial cuando ya somos más de 10 000 billones de habitantes. Para el jefe de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y Alimentación (FAO), Jacques Diouf, estos temores han llevado a muchos países a una práctica aún joven: el neocolonialismo. Es decir, los países ricos buscan terrenos propicios en los países pobres para explotarlos. Esto, sin importar la existencia de comunidades nativas o de una alta diversidad biológica, total, lo último no se come (aún).

¿Y cómo lo hacen?, ¿cuál es el negocio?

Los terrenos "aptos" para sembrar en los países más pobres es la droga de las grandes transnacionales o de los países con una abultada billetera. En otras palabras, las naciones "misias" (e irónicamente las que en su conjunto son las que poseen la mayor diversidad biológica del planeta) producirán alimento para las naciones ricas con un costo enorme para sus propios pobladores. Ya sea a través de dudosas concesiones o de compras millonarias, se esconde el interés principal de asegurar el alimento.

Adicionalmente, uno de los problemas latentes en este aspecto es que no existe todavía una regulación internacional que controle esta actividad. Lo que manda en esta nueva faceta del colonialismo es el dinero y la necesidad de ocupar tierras para garantizar el alimento de poblaciones crecientes. Los países árabes por ejemplo, con mucho dinero, pero con pocos terrenos para cultivar, ya no desean depender del mercado libre, de los intermediarios y de las variaciones de precios en los mercados internacionales. Por eso invierten en comprar grandes extensiones de tierra.

Invertir en tierras agrícolas en época de crisis parece ser un buen negocio. Países como Japón, China, Arabia Saudita, Libia y Egipto extienden su poderío económico y es seguro que algunos de ellos ya tienen la mira puesta en nuestra patria (con la "ayudadita" del actual gobierno) ante la actual crisis económica y el futuro de la Tierra. Tomando como ejemplo a China, tenemos que, tras el gran avance industrial, sus tierras para el cultivo "quedan chicas", además se incrementan la contaminación, la escasez del agua y la desertificación en su territorio.

Además, los chinos no son pocos y tienen hambre. Es por eso que ya no quieren importar ciertos alimentos, pues los precios irán aumentando debido a, entre otros, el cambio climático en el planeta. Así, el Gobierno Chino busca países donde comprar tierras y ya encontró algunas. Los chinos plantan soya en Brasil, maíz en Zimbawe y otros cultivos en Laos, Camerún, Filipinas, México, Rusia, Uganda y en varios países más. Seguramente los chinos ya nos deben haber puesto en su lista.

Problemas

En esta búsqueda de nuevas tierras, existen algunos países donde es más fácil acceder a ellas debido a que, para tal fin, los gobiernos poco democráticos ven en dicha actividad una manera de llenarse los bolsillos. Así por ejemplo, esta tendencia obliga a los agricultores a modificar sus cultivos por otros (monocultivos) a costa de su diversidad biológica. Es por eso que existen muchos detractores de este sistema de producción. No obstante, también están los que ven un trato justo, puesto que los países ricos alimentan a los suyos y los países pobres ganan dinero, acceden a la tecnología y además salen ganando.

Es importante analizar cuáles son las tendencias en el mundo pues no podemos dejar que nos sorprendan. Este nuevo modelo no respeta al pequeño agricultor, ya que son desplazados de su tierra y con suerte podrán ser contratados como jornaleros, pues muchas empresas traen consigo a sus trabajadores. Adicionalmente, están los consabidos problemas ambientales, los mismos que, cuando de ganar dinero se trata, no son tomados en cuenta. Se explota la tierra hasta que ya no dé más y hasta luego. ¿Es eso justo? ¿Somos muchos?


Artículo publicado el 31 de mayo en el Suplemento Semana del Diario El Tiempo de Piura.

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