La cabra siempre tira para el monte”. A esta frase popular le agregaría “...para comerse todo”. Y es que a este bóvido se le ve siempre esquivo y preocupado en destruir cualquier asomo vegetal que se le presente. Estos animales se la pasan masticando y cuando uno se los cruza, se sumergen en el monte instintivamente. He ahí el gran problema.
¿Por qué son tan perjudiciales estos montaraces caprinos? Las razones son ya conocidas. Las cabras se alimentan exclusivamente de brotes y material vegetal, arrancando su alimento de raíz, a diferencia del ganado vacuno por ejemplo. Eliminan el sotobosque y ocasionan la desaparición de la cobertura vegetal. A su vez, evitan la regeneración de los terrenos donde se les encuentra. Adicionalmente, las cabras tienen unas pezuñas que compactan el piso, ocasionando que posibles semillas en el suelo nunca más germinen. Los auquénidos (sabiamente utilizados por los Incas) empero, poseen unas patas adaptadas para no dañar el suelo. Las cabras son terribles y para muchos son los enemigos número uno del suelo ya que también favorecen su erosión. Estas invasoras tienen además una altísima tasa de reproducción, casi como los conejos.
¿Y cómo nació la idea de escribir este texto? El detonante principal para sentarme a escribir sobre estos mamíferos es la imagen que ha quedado grabada en mi mente (y que debo confesar me provocaría imitar) tras haber visto en televisión un documental sobre las Islas Galápagos. En él se narraba la situación actual de estas islas tan peculiares y la historia de su conservación. Así, en una escena se ve a un diestro cazador en un helicóptero, armado de un rifle, matando cabras en una de las islas de este archipiélago. Con gran envidia escuchaba y veía que prácticamente se “limpió” la isla de esta plaga de cuatro patas. La causa que originó la matanza fue la introducción de las cabras, lo cual aniquiló prácticamente a las tortugas, pues las dejaba sin alimento y al borde de la extinción.
Las cabras de Zárate
Otro de los motivos que me llevan a esta confesión es una visita reciente que realicé al Bosque de Zárate (BZ) en la sierra limeña. Allí pude comprobar que esos bosques de inmenso valor están tomados por las irreverentes cabras. Mientras caminaba por los estrechos caminos para llegar al bosque, apreciaba a decenas de estos animalitos tan lindos devorando insaciablemente los brotes y la vegetación. Algunas de ellas ni se inmutaban ante la presencia humana, pero otras más desconfiadas efectivamente tiraban pal monte
Los territorios que albergan al BZ le pertenecen a la comunidad del distrito de San Bartolomé. No obstante, las cabras que allí pastan no son de esa comunidad, sino de la comunidad de Surco que colinda con el BZ. Estos vecinos del bosque le pagan a los propietarios del terreno S/.3000 anuales para que sus cabras se alimenten hasta reventar y reventarlo todo. A través de este “negocio” los surqueños aseguran su ganado caprino, el cual venden (porque un porcentaje mínimo es para su autoconsumo); y los sanbartolomeños reciben “alguito” por ser los dueños de tan hermoso y valioso lugar.
Como me comentaba un lugareño, casi ninguno de los sanbartolomeños se alimentaba de las cabras pues ¡no eran suyas! y en ocasiones aisladas se las compraban a los surqueños para alguna celebración. Me cuesta entender esta dinámica tan simplista y totalmente desbalanceada para los dueños del BZ. Si bien existe un interesante y creciente interés por cambiar el uso del área del BZ hacia un uso orientado al turismo, mi opinión (que se la dije al comunero) es que como medida prioritaria deben desaparecer esas cabras del bosque. En esa fecha aún no había visto el ya mencionado documental, sino le hubiese propuesto este efectivo método de “saneamiento caprino”.
El BZ es muy frágil y como me comentaba el comunero, cada vez se reduce más. Debo también confesar que yo lo “alucinaba” más extenso. Y si no se toman medidas urgentes, su futuro es nada promisorio. Apostar por el turismo será seguramente un proceso largo que dependerá de la voluntad de los sanbartolomeños de renunciar a ese dinero tan fácil de obtener (que analizado seriamente resulta ser una cifra irrisoria) y cambiar de una vez su mentalidad para buscar otras opciones de conservación y de desarrollo apostando por un uso sostenible de sus recursos naturales.
Ahora, llegar al BZ es difícil y un gran segmento de turistas (nacionales y extranjeros) no gustan necesariamente de un sitio al cual es complicado llegar, ya sea porque no disponen de mucho tiempo, porque prefieren algo más “suave” o simplemente porque no le hayan un interés real a un bosque con una diversidad biológica única y amenazada. Se va a tener que hacer una campaña agresiva para captar adeptos, así como invertir en la señalización, acondicionamiento del circuito, capacitación de guías y otros aspectos mínimos para fomentar el turismo.
Pero, lo principal para mí es que los de San Bartolomé vayan donde los surqueños a decirles que ya no podrán pastar sus cabras en el BZ (y de ser necesario, cercar la zona), por ende, deberán renunciar al dinero. En este caso, los sanbartolomeños son los primeros que deben querer y hacer el cambio. Su bosque tiene dos opciones: desaparecer poco a poco o recuperarse (obvio, sin cabras) para salvaguardar una diversidad biológica que pueda brindar ingresos si es bien manejada.
Más cabras
El tercer motivo de este discurso es la constante pesadilla que veo en muchos lugares al toparme con las cabras, en especial en el bosque seco. Y es que en un ecosistema que ya de por sí está adaptado a condiciones hostiles en cuanto al acceso al agua, debe soportar además una avalancha de cabras. Si bien, son sabrosos los “picantes y cabritos a la norteña” y este animal forma ya (lamentablemente) parte del desarrollo cultural de muchos pueblos, creo yo que su crianza es descontrolada, abusiva y poco provechosa.
Como lo he comprobado también en el norte del país, las cabras no forman parte del menú familiar. Estas son criadas para ser vendidas a restaurantes o a aquellos que deseen celebrar algún acontecimiento especial. Asimismo, cuando el suelo se recupera parcialmente luego de un periodo de lluvias, vienen estas a arrasar con todo. Así, permiten que un arbusto invasor, la “borrachera” (Ipomoea carnea), prolifere. Esta especie es un indicador del mal manejo del suelo y en muchos lugares abunda. Saquen sus conclusiones.
(Mi) defensa adelantada
Por supuesto que se me puede cuestionar por la postura que expongo. ¿Con qué atribución puedo yo plantear desterrar a las cabras, siendo estas la fuente económica de algunos peruanos? ¿Qué propongo como alternativa? ¿Quién soy yo para alabar una masacre animal cuando ando por ahí pregonando la conservación de nuestros recursos naturales?
Voy por partes. Pienso que es necesario cambiar gradualmente la crianza de caprinos por animales menores como el cuy o el pato criollo. Estos se pueden manejar más fácilmente y requieren menos espacio. Si bien es necesario casi un cambio generacional, pues la cabra es parte del colectivo humano y cultural en muchos lugares, se debe intentar cambiar esta visión. Asimismo, se puede seguir criando cabras, claro, pero de manera regulada en un corral. Pero no es justo soltarlas por ahí para que regresen bien comidas tras arrasar con gran parte de la cobertura vegetal.
Es cuestión de estudiar alternativas y asumir el reto a mejorar las cosas. No propongo dejar sin comer a algunos ni iniciar una matanza, solo deseo llamar la atención y buscar la reflexión. El mejor picante de cabrito que he probado fue uno que cocinó una señora en el caserío Santa Rosa de Las Salinas, el cual colinda al sur con el Santuario Histórico Bosque de Pómac. Allí las cabras también hacen de las suyas. No obstante, mientras devoraba varios platos del picante, no pensé en lo que ocasionan estos animales. Claro, nadie me quitará lo comido. Realmente me persigue la imagen de la cacería en helicóptero y quiero dejar de invocarla, por eso pienso que deberíamos fomentar una crianza ordenada y controlada del ganado caprino (y también del vacuno).
Artículo publicado el 12 de junio de 2008 en la versión online de la Revista Viajeros:
http://www.viajerosperu.com/articulo.asp?cod_cat=4&cod_art=970
¿Por qué son tan perjudiciales estos montaraces caprinos? Las razones son ya conocidas. Las cabras se alimentan exclusivamente de brotes y material vegetal, arrancando su alimento de raíz, a diferencia del ganado vacuno por ejemplo. Eliminan el sotobosque y ocasionan la desaparición de la cobertura vegetal. A su vez, evitan la regeneración de los terrenos donde se les encuentra. Adicionalmente, las cabras tienen unas pezuñas que compactan el piso, ocasionando que posibles semillas en el suelo nunca más germinen. Los auquénidos (sabiamente utilizados por los Incas) empero, poseen unas patas adaptadas para no dañar el suelo. Las cabras son terribles y para muchos son los enemigos número uno del suelo ya que también favorecen su erosión. Estas invasoras tienen además una altísima tasa de reproducción, casi como los conejos.
¿Y cómo nació la idea de escribir este texto? El detonante principal para sentarme a escribir sobre estos mamíferos es la imagen que ha quedado grabada en mi mente (y que debo confesar me provocaría imitar) tras haber visto en televisión un documental sobre las Islas Galápagos. En él se narraba la situación actual de estas islas tan peculiares y la historia de su conservación. Así, en una escena se ve a un diestro cazador en un helicóptero, armado de un rifle, matando cabras en una de las islas de este archipiélago. Con gran envidia escuchaba y veía que prácticamente se “limpió” la isla de esta plaga de cuatro patas. La causa que originó la matanza fue la introducción de las cabras, lo cual aniquiló prácticamente a las tortugas, pues las dejaba sin alimento y al borde de la extinción.
Las cabras de Zárate
Otro de los motivos que me llevan a esta confesión es una visita reciente que realicé al Bosque de Zárate (BZ) en la sierra limeña. Allí pude comprobar que esos bosques de inmenso valor están tomados por las irreverentes cabras. Mientras caminaba por los estrechos caminos para llegar al bosque, apreciaba a decenas de estos animalitos tan lindos devorando insaciablemente los brotes y la vegetación. Algunas de ellas ni se inmutaban ante la presencia humana, pero otras más desconfiadas efectivamente tiraban pal monte
Los territorios que albergan al BZ le pertenecen a la comunidad del distrito de San Bartolomé. No obstante, las cabras que allí pastan no son de esa comunidad, sino de la comunidad de Surco que colinda con el BZ. Estos vecinos del bosque le pagan a los propietarios del terreno S/.3000 anuales para que sus cabras se alimenten hasta reventar y reventarlo todo. A través de este “negocio” los surqueños aseguran su ganado caprino, el cual venden (porque un porcentaje mínimo es para su autoconsumo); y los sanbartolomeños reciben “alguito” por ser los dueños de tan hermoso y valioso lugar.
Como me comentaba un lugareño, casi ninguno de los sanbartolomeños se alimentaba de las cabras pues ¡no eran suyas! y en ocasiones aisladas se las compraban a los surqueños para alguna celebración. Me cuesta entender esta dinámica tan simplista y totalmente desbalanceada para los dueños del BZ. Si bien existe un interesante y creciente interés por cambiar el uso del área del BZ hacia un uso orientado al turismo, mi opinión (que se la dije al comunero) es que como medida prioritaria deben desaparecer esas cabras del bosque. En esa fecha aún no había visto el ya mencionado documental, sino le hubiese propuesto este efectivo método de “saneamiento caprino”.
El BZ es muy frágil y como me comentaba el comunero, cada vez se reduce más. Debo también confesar que yo lo “alucinaba” más extenso. Y si no se toman medidas urgentes, su futuro es nada promisorio. Apostar por el turismo será seguramente un proceso largo que dependerá de la voluntad de los sanbartolomeños de renunciar a ese dinero tan fácil de obtener (que analizado seriamente resulta ser una cifra irrisoria) y cambiar de una vez su mentalidad para buscar otras opciones de conservación y de desarrollo apostando por un uso sostenible de sus recursos naturales.
Ahora, llegar al BZ es difícil y un gran segmento de turistas (nacionales y extranjeros) no gustan necesariamente de un sitio al cual es complicado llegar, ya sea porque no disponen de mucho tiempo, porque prefieren algo más “suave” o simplemente porque no le hayan un interés real a un bosque con una diversidad biológica única y amenazada. Se va a tener que hacer una campaña agresiva para captar adeptos, así como invertir en la señalización, acondicionamiento del circuito, capacitación de guías y otros aspectos mínimos para fomentar el turismo.
Pero, lo principal para mí es que los de San Bartolomé vayan donde los surqueños a decirles que ya no podrán pastar sus cabras en el BZ (y de ser necesario, cercar la zona), por ende, deberán renunciar al dinero. En este caso, los sanbartolomeños son los primeros que deben querer y hacer el cambio. Su bosque tiene dos opciones: desaparecer poco a poco o recuperarse (obvio, sin cabras) para salvaguardar una diversidad biológica que pueda brindar ingresos si es bien manejada.
Más cabras
El tercer motivo de este discurso es la constante pesadilla que veo en muchos lugares al toparme con las cabras, en especial en el bosque seco. Y es que en un ecosistema que ya de por sí está adaptado a condiciones hostiles en cuanto al acceso al agua, debe soportar además una avalancha de cabras. Si bien, son sabrosos los “picantes y cabritos a la norteña” y este animal forma ya (lamentablemente) parte del desarrollo cultural de muchos pueblos, creo yo que su crianza es descontrolada, abusiva y poco provechosa.
Como lo he comprobado también en el norte del país, las cabras no forman parte del menú familiar. Estas son criadas para ser vendidas a restaurantes o a aquellos que deseen celebrar algún acontecimiento especial. Asimismo, cuando el suelo se recupera parcialmente luego de un periodo de lluvias, vienen estas a arrasar con todo. Así, permiten que un arbusto invasor, la “borrachera” (Ipomoea carnea), prolifere. Esta especie es un indicador del mal manejo del suelo y en muchos lugares abunda. Saquen sus conclusiones.
(Mi) defensa adelantada
Por supuesto que se me puede cuestionar por la postura que expongo. ¿Con qué atribución puedo yo plantear desterrar a las cabras, siendo estas la fuente económica de algunos peruanos? ¿Qué propongo como alternativa? ¿Quién soy yo para alabar una masacre animal cuando ando por ahí pregonando la conservación de nuestros recursos naturales?
Voy por partes. Pienso que es necesario cambiar gradualmente la crianza de caprinos por animales menores como el cuy o el pato criollo. Estos se pueden manejar más fácilmente y requieren menos espacio. Si bien es necesario casi un cambio generacional, pues la cabra es parte del colectivo humano y cultural en muchos lugares, se debe intentar cambiar esta visión. Asimismo, se puede seguir criando cabras, claro, pero de manera regulada en un corral. Pero no es justo soltarlas por ahí para que regresen bien comidas tras arrasar con gran parte de la cobertura vegetal.
Es cuestión de estudiar alternativas y asumir el reto a mejorar las cosas. No propongo dejar sin comer a algunos ni iniciar una matanza, solo deseo llamar la atención y buscar la reflexión. El mejor picante de cabrito que he probado fue uno que cocinó una señora en el caserío Santa Rosa de Las Salinas, el cual colinda al sur con el Santuario Histórico Bosque de Pómac. Allí las cabras también hacen de las suyas. No obstante, mientras devoraba varios platos del picante, no pensé en lo que ocasionan estos animales. Claro, nadie me quitará lo comido. Realmente me persigue la imagen de la cacería en helicóptero y quiero dejar de invocarla, por eso pienso que deberíamos fomentar una crianza ordenada y controlada del ganado caprino (y también del vacuno).
Artículo publicado el 12 de junio de 2008 en la versión online de la Revista Viajeros:
http://www.viajerosperu.com/articulo.asp?cod_cat=4&cod_art=970
Interezante ojala tambien hibiera vsito este documental para promover la erradiacion de las cabras de las serranias chilenas que solo acaban con la vegetacion autoctona sin resguardo alguno de ella por lso propietarios de tan dañiños animales
ResponderEliminarHola Kiko,
ResponderEliminarEsta bueno el articulo. En el anho 2000 hice mi tesis forestal en el BZ, inventariando los arboles e infiriendo su edad por su diametro. Los resultados muestran que la mayoria de individuos son viejos (casi jubilados) y hay poquisimos arboles jovenes (ninhos o adolescentes). La poblacion joven no podra reemplazar a la adulta que vaya muriendo. El bosque esta muy degradado y esta muriendo. Especies arbustivas y matorrales eventualmente reemplazaran este relicto de bosque. El bosque mas chevere y cercano a Lima.
Para saber sobre el potencial de regeneracion de las especies arboreas, paralelamente mi colega Pablo Rey hizo su tesis. Concluyo que los arboles fructifican y sus semillas tienen un gran poder de germinacion. Gran cantidad de semillas germinadas se puede verificar en el bosque despues de la epoca humeda.
De hecho la cabra seria la principal sospechosa de por que los arboles "bebe" no llegan ni siquiera a "ninhos". Pero, al menos en este bosque, creo que la estacionalidad del clima tambien juega un factor importante. Para determinar que tanto influyen estos dos principales "sospechosos" seria bacan cercar algunas parcelitas evitando el acceso a cabras y compararlas con otras con acceso.
Mientras la Comunidad de San Bartolome no se proyecte con lo del turismo, deberia al menos invertir un poco de sus rentas caprinas y hacer un vivero con las especies arboreas. Son solo 5 especies las principales y algunas toman muchos anhos en crecer. Para cuando se den cuenta que el turismo es la voz, al menos tendran como resembrar parte del hueco demografico que dejaron las cabras en el bosque.
Un abrazo,
Manolo Mavila
Habla!
ResponderEliminarMuy cierto lo que dices. En primer lugar creo que no podemos tolerar esa política tan común en el país de soltar en terrenos ajenos a las cabras u otros animales para que pasten y hagan un gran daño a la flora del lugar. ¿por qué? A veces dicen que es parte de la “cultura ancestral” o que la tierra es de todos. No me parecen argumentos válidos. Eso debe cambiar, se debe realizar una ganadería manejada y especializada, por un lado para proteger espacios forestales valiosos y por el otro, para ofrecer carne de calidad, a la que se le puede dar una certificación orgánica si se hace un trabajo serio. Es el momento de que, en este caso por ejemplo, los pobladores de San Bartolomé hagan algo más que soltar sus putas cabras. Además, para hacer turismo en el BZ es necesario mínimo dos días pues el camino es exigente y lo ideal es dormir ahí para disfrutar del paisaje y conocer el bosque, entonces, no puede ser que ante el esfuerzo y en todo el camino te cruces con cientos de cabras. Para eso no van a subir los turistas y menos los gringos a los que también se apunta como clientes. Y claro es importante lo que dices: investigación, hacer parcelas para estudiar la dinámica del bosque bajo diversas condiciones, fomentar la creación de viveros, hacer un manejo del ganado, ver otras opciones (cuyes, patos y otros) y concientizar a la gente (en especial, a los niños). Ojalá con la propuesta de zona reservada (que luego debería establecerse una reserva nacional o un refugio de vida silvestre en mi opinión) mejoren las cosas. Veremos qué pasa, pero insisto en que debemos cambiar varios hábitats y conductas no puede quedar todo tal cual como ahora. Ni hablar. Un abrazo.