sábado, 13 de junio de 2009

COLAPSO MARINO. ALERTA EN LA COSTA PERUANA

Un artículo que confirma una vez más que nuestro mar está en peligro debido a la pesca indiscriminada - de arrastre y, según las declaraciones recogidas en la zona, usando incluso dinamita-. En Pisco, en la zona conocida como Santa Elena, a unos cuantos kilómetros del muelle de San Andrés, donde uno puede relajarse mirnado el mar y la actividad de los pescadores artesanales, algunas cosas nos llaman a reflexionar: la contaminación ambiental producto de la actividad indutrial de la zona y la disminución de la cantidad de peces que antes se encontraban sin mucho apremio. Para tomar en cuenta...

Mientras tomaba sol, contemplaba que a unos metros de donde estaba, había un par de hombres buceando. Mi primera impresión fue que estaban “marisqueando”, o sea, buscando mariscos, pero luego me enteré que estaban reparando un tubo, pues en esa zona se ubican distintas fábricas harineras y esos tubos de corto alcance que se introducen en el mar sirven para eliminar los desechos que se producen (la sanguaza), lo que contamina las costas de Pisco. A eso se debe agregar la gran cantidad de embarcaciones de todo calado en la bahía. Desde enormes cruceros hasta bolicheras y pequeños botes pululando por las aguas de esta zona. Justo al frente se podía apreciar la plataforma de la empresa que se encarga de embarcar el gas en esos monstruos marinos.

Además del gran impacto que producen en la zona debido al ruido y a los pequeños derrames, existe otro impacto negativo producido por las hélices del motor en el agua. Esto genera que se remuevan los suelos de la bahía y que se altere el equilibrio del ecosistema. Si bien la situación actual de esta parte de nuestra costa parece estar tranquila, y en ella se respira un clima de solidaridad enfocado hacia la reconstrucción, creo que podemos identificar una muestra representativa de lo que sucede a lo largo de todo nuestro litoral. En los breves recorridos que hice, aprecié la gran cantidad de basura procedente del mar que se entremezclaba con escombros del terrible terremoto de agosto del año pasado.

Deleites marinos, los de antaño...

Estar en la playa es sinónimo de deleite con potajes marinos. Es por eso que fui al muelle de San Andrés a buscar “buen pescado”. Mientras deambulaba buscando lo mejor del mar por todo el muelle, solo pude observar peces chicos, pues según los pescadores, los peces grandes “se lo llevan las bolicheras”. Así pude ver que sobresalían en el muelle las rayas, los peces martillos (que camuflaban como toyos luego de cortarles las inconfundibles cabezas), y otras variedades como el “camote”, el pámpano, reducidos meros y otros. La situación, como me la narraba un curtido pisqueño, está cada vez peor. Cada vez deben irse más lejos a pescar pues sus anteriores dominios ahora pertenecen a los pescadores con embarcaciones más grandes. Luego, el lugareño agarró sus pocos baldes con su ralo botín y se retiró dándole algunos pescaditos a las insistentes gaviotas y a los relajados pelícanos.

Este testimonio no hace más que confirmar la debacle que se nos viene. Y como ya informé en tres artículos anteriores (http://www.infoecologia.com/) sobre la situación actual de los océanos en el planeta y el llamado que la ONU ha hecho para evitar el colapso de los mares en la Tierra, es momento de que hagamos algo. La sobrepesca ha ocasionado una disminución drástica de las poblaciones de peces, a lo que se deben sumar los efectos del cambio climático que empeoran el panorama. Un funcionario de la ONU ha sostenido que “se teme que en un tiempo no muy lejano se dé un total colapso de las poblaciones de peces en las principales zonas pesqueras sin que exista una posibilidad de recuperación”.

Aguas saladas

De todos los mares del planeta, entre el 10 y 15% sufren las consecuencias de la sobrepesca, contaminación ambiental y los efectos del cambio climático. Esta cifra es mayor a la que se pensaba. El peligro que trae consigo las modificaciones del clima se refleja en la disminución del pH del agua, es decir, en la acidificación de las aguas marinas debido al aumento de la concentración del CO2 en la atmósfera. Esto origina que mucha de la fauna marina, además de aquellos que poseen caparazones como las conchas, almejas, choros, caracoles y otros, se vean amenazados, pues el agua no es lo suficientemente alcalina, lo que origina que su protección natural se debilite.

Además, debido al calentamiento de las aguas, muchos corales y arrecifes desaparecen, y con ellos la enorme cantidad de vida marina que albergan. Según los expertos, en el 2050, cerca del 90% de los mares de las zonas tropicales (en donde estamos incluidos) sufrirán los efectos de la contaminación. Las zonas de “mares muertos”, es decir, aquellas sin vida marina y con poca concentración de oxígeno, aumentarán considerablemente.

El próximo verano veremos seguramente más casas de playa, más desagües (colectores), más cemento, más motos acuáticas y tubulares en las costas, así como la invasión progresiva e ininterrumpida de nuestra costa. Exijamos que se respeten los espacios marinos y que se regule la pesca indiscriminada. Los peces que consumimos son cada vez más chicos. Esto no es fortuito, los “peces grandes” son destinados a la industria y a otros fines. Hay mucho por hacer, ¿o alguien lo duda?

Nuestro litoral es espectacular y posee una tremenda diversidad biológica, pero si no hacemos nada por conservarlo, le dejaremos a las futuras generaciones un mar muerto. Como me comentó el pescador pisqueño con una resignación preocupante y mirando hacia el horizonte con una inconfundible nostalgia que me estremeció, “Señor, aproveche lo que hay, que de acá a unos años no habrá más”. Yo, sí le creo.

Artículo publicado el 7 de abril de 2008 en la versión online de la Revista Viajeros:
http://www.viajerosperu.com/articulo.asp?cod_cat=4&cod_art=872

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