Sobre selvas y desiertos (página 24)
...Y el ave impávida
suspirando cada día,
se levanta y anda:
sobrevive en su simple destino.
Juan José Beteta (El canto fue ave, 2003)
Calentando motores para el VII Congreso Nacional de Ornitología, tocaré un tema que viene tomando mucha importancia en el estudio de las aves (y sobre el cual sabemos poco): sus cantos y el significado que estos puedan tener. Una de las personas en el planeta que viene estudiando este tema es el multimillonario Mark Constantine. Este aficionado a las aves y empresario que hizo su fortuna en base a la industria del jabón (es cofundador y director de la firma de cosméticos Lush), desea formar la colección de cantos de aves más grande del mundo. Constantine pasea por los parques, pequeños bosques y otros rincones su tierra natal, Inglaterra, grabando en su mente diversos cantos de aves.
La extensa filarmonía que allí se desencadena es el escenario perfecto para reconocer diferentes cantos. Algunos nos hablan de amor y odio; otros de miedo, codicia; otros de belleza y pasión. Cada contacto con estas criaturas aladas fue haciendo que se convirtiera más en “escuchador” que en observador de aves. Y es que a muchas de ellas solo se las escucha, más no se las ve.
Esto lo digo porque he acompañado varias veces a los observadores de aves, y mientras ellos se detenían a escuchar los cantos y los diferenciaban unos de otros (mientras para mí muchas veces eran la misma cosa), yo me quedaba con la impresión de estar en una sinfonía musical totalmente desconocida. Constantine afirma que “quien domina el canto de las aves, es como si tuviera una visión de rayos X”. Si bien existen cantos inconfundibles que permiten identificar especies sin temor a equivocarse, prevalecen otros cantos que para el común de los mortales son irreconocibles.
A eso se le debe agregar que una sola especie tiene distintos cantos para situaciones determinadas. Esto hace el reconocimiento de los cantos mucho más difícil. Según Constantine, “Las aves poseen un gran repertorio y conocerlo significa saber si son adultas o jóvenes, hembra o macho, si solo cantan, si anuncian ataque, si están cortejando a su pareja; o si simplemente están practicando”. Pese a que este inglés no ha estudiado ornitología o algo similar, él mismo se autodefine como una especie de científico aficionado.
Billetón
Mark Constantine publicó el 2006 (en su propia editora) el libro: “The Sound Approach” (www.soundapproach.co.uk). Este texto, escrito en primera persona, narra anécdotas del autor, las cuales pretenden ganar adeptos para la ornitología. Si bien su obra está basada principalmente en aves europeas, es interesante conocer el grado de avance que presenta esta disciplina que es denominada por algunos como bioacústica. Su proyecto ha reunido varios investigadores reconocidos de Irlanda, Escocia, Finlandia, Holanda y contiene más de 36 000 grabaciones de cantos.
Este aficionado es reconocido por los círculos científicos ya que su trabajo ofrece calidad. Su archivo registra además del canto; el lugar exacto de la grabación; la hora del registro; y cuando es factible, la edad y el sexo del ave, así como los sonidos registrados “detrás de ellos”, ya que en muchas oportunidades, el ave responde a estos estímulos. Adicionalmente, la calidad del sonido es de primera, lo que permite utilizar estos cantos para una identificación certera en el campo.
Para compilar todos estos registros, Constantine viajó por lugares remotos en todo el planeta. Y ante la pregunta: ¿Quién financió estos viajes? La respuesta es obvia: él mismo. No obstante, según comenta “He gastado algunos cientos de miles de euros, pero prefiero no obtener la cifra exacta para no tener un disgusto con mi mujer”. Está claro que la investigación cuesta, pero definitivamente debe ser vista en nuestro país como una inversión y no como un gasto inútil.
Cantos y perfumes
La empresa (de jabones y perfumes) de Constantine refleja de alguna manera su “modus vivendi”. En ella no hay un departamento de mercadotecnia, ni tampoco hace uso de una publicidad excesiva. La sección de desarrollo está conformada por él, su esposa y algunos amigos. Su laboratorio parece más la cocina de una bruja en donde se entremezclan las recetas, las ollas e ingredientes como limones, paltas, chocolates, piñas y otros. Hace poco Constantine sacó al mercado un perfume llamado “Go Green” en base a tomillo, hinojo y cedro; el cual fue dedicado a una activista ecológica.
Así, para este exitoso empresario y aficionado a las especies aladas, el perfume y el canto de las aves son dos formas de acción de una misma estrategia: cortejar, encantar y hechizar para seducir. Constatine afirma que “el perfume y la música no necesitan teoría ni palabras, ambas cosas actúan directamente en nuestras sensaciones”. Asimismo, sostiene que “quien no conoce de este tema, piensa que los cantos son inofensivos e inocentes; no obstante, la verdad es otra: el canto de las aves es un arma en la despiadada lucha por sobrevivir. En ella se engaña, se despista y se burla a los rivales; y generalmente, se trata de la vida o la muerte”.
Cantar para sobrevivir
En el mundo de las aves, aquella que no cuida su territorio con cantos agresivos y altos, así como aquella que no puede obtener una pareja mediante la combinación de sus cantos y de una conducta condicionada por los genes, es arrollada por la evolución; es decir, desaparece. En esa dirección, según Constantine, “es por eso que las aves cantan tan bonito, ya que si no lo hacen, estas son sacadas fuera de circulación”.
Estos afanosos cantores utilizan todo tipo de artimañas y ocasionan diversos dolores de cabeza a los birdwatchers e investigadores. Existen algunas especies que imitan el canto de otras aves, lo que significa reconocer posiblemente otra ave de la que se cree haber escuchado. Se la saben todas. Asimismo, existen algunas plumíferas que han adaptado diversos sonidos “humanos” —como timbres de celulares— en su repertorio, lo que a largo plazo puede ser perjudicial, pues esto ocasionaría que muchas aves no se puedan comunicar entre sí; y según Constantine “podría generar una nueva especie alada”.
Para analizar e identificar este fenómeno, este aficionado inglés, a través de su obra, intenta reclutar a muchos observadores de aves a fin de conocer la “gramática y ortografía” de los sonogramas. De esta manera, Constantine busca que los “pajareros” identifiquen los sonogramas, que son como el mapa del canto y que estos se utilicen para identificar a las plumíferas. Para este apasionado, todos los observadores de aves deberían dominar estos elementos de identificación. En mi opinión, yo los veo como el DNI de una especie, no obstante, por ahora la identificación se hace mayormente en base a avistamientos, utilizando de manera complementaria el canto.
Constantine acaba de publicar: “Petrels: night and day. A sound approach guide”, dedicado a aves marinas como los petreles y pardelas, los cuales son extremadamente difíciles de grabar. Ojalá que en el Perú se pueda en algún momento hacer este tipo de cosas. Aves no nos faltan.
* El título de este artículo es prestado del poemario de un gran amigo, Juan José Beteta, con quién trabajé algunos años. Su pluma florida, culta y contundente me brindó lecciones de cómo hacer de la escritura una manera de luchar y de decir lo que hay que decir.
Artículo publicado el 21 de abril de 2008 en la versión online de la Revista Viajeros:
http://www.viajerosperu.com/articulo.asp?cod_cat=9&cod_art=888
...Y el ave impávida
suspirando cada día,
se levanta y anda:
sobrevive en su simple destino.
Juan José Beteta (El canto fue ave, 2003)
Calentando motores para el VII Congreso Nacional de Ornitología, tocaré un tema que viene tomando mucha importancia en el estudio de las aves (y sobre el cual sabemos poco): sus cantos y el significado que estos puedan tener. Una de las personas en el planeta que viene estudiando este tema es el multimillonario Mark Constantine. Este aficionado a las aves y empresario que hizo su fortuna en base a la industria del jabón (es cofundador y director de la firma de cosméticos Lush), desea formar la colección de cantos de aves más grande del mundo. Constantine pasea por los parques, pequeños bosques y otros rincones su tierra natal, Inglaterra, grabando en su mente diversos cantos de aves.
La extensa filarmonía que allí se desencadena es el escenario perfecto para reconocer diferentes cantos. Algunos nos hablan de amor y odio; otros de miedo, codicia; otros de belleza y pasión. Cada contacto con estas criaturas aladas fue haciendo que se convirtiera más en “escuchador” que en observador de aves. Y es que a muchas de ellas solo se las escucha, más no se las ve.
Esto lo digo porque he acompañado varias veces a los observadores de aves, y mientras ellos se detenían a escuchar los cantos y los diferenciaban unos de otros (mientras para mí muchas veces eran la misma cosa), yo me quedaba con la impresión de estar en una sinfonía musical totalmente desconocida. Constantine afirma que “quien domina el canto de las aves, es como si tuviera una visión de rayos X”. Si bien existen cantos inconfundibles que permiten identificar especies sin temor a equivocarse, prevalecen otros cantos que para el común de los mortales son irreconocibles.
A eso se le debe agregar que una sola especie tiene distintos cantos para situaciones determinadas. Esto hace el reconocimiento de los cantos mucho más difícil. Según Constantine, “Las aves poseen un gran repertorio y conocerlo significa saber si son adultas o jóvenes, hembra o macho, si solo cantan, si anuncian ataque, si están cortejando a su pareja; o si simplemente están practicando”. Pese a que este inglés no ha estudiado ornitología o algo similar, él mismo se autodefine como una especie de científico aficionado.
Billetón
Mark Constantine publicó el 2006 (en su propia editora) el libro: “The Sound Approach” (www.soundapproach.co.uk). Este texto, escrito en primera persona, narra anécdotas del autor, las cuales pretenden ganar adeptos para la ornitología. Si bien su obra está basada principalmente en aves europeas, es interesante conocer el grado de avance que presenta esta disciplina que es denominada por algunos como bioacústica. Su proyecto ha reunido varios investigadores reconocidos de Irlanda, Escocia, Finlandia, Holanda y contiene más de 36 000 grabaciones de cantos.
Este aficionado es reconocido por los círculos científicos ya que su trabajo ofrece calidad. Su archivo registra además del canto; el lugar exacto de la grabación; la hora del registro; y cuando es factible, la edad y el sexo del ave, así como los sonidos registrados “detrás de ellos”, ya que en muchas oportunidades, el ave responde a estos estímulos. Adicionalmente, la calidad del sonido es de primera, lo que permite utilizar estos cantos para una identificación certera en el campo.
Para compilar todos estos registros, Constantine viajó por lugares remotos en todo el planeta. Y ante la pregunta: ¿Quién financió estos viajes? La respuesta es obvia: él mismo. No obstante, según comenta “He gastado algunos cientos de miles de euros, pero prefiero no obtener la cifra exacta para no tener un disgusto con mi mujer”. Está claro que la investigación cuesta, pero definitivamente debe ser vista en nuestro país como una inversión y no como un gasto inútil.
Cantos y perfumes
La empresa (de jabones y perfumes) de Constantine refleja de alguna manera su “modus vivendi”. En ella no hay un departamento de mercadotecnia, ni tampoco hace uso de una publicidad excesiva. La sección de desarrollo está conformada por él, su esposa y algunos amigos. Su laboratorio parece más la cocina de una bruja en donde se entremezclan las recetas, las ollas e ingredientes como limones, paltas, chocolates, piñas y otros. Hace poco Constantine sacó al mercado un perfume llamado “Go Green” en base a tomillo, hinojo y cedro; el cual fue dedicado a una activista ecológica.
Así, para este exitoso empresario y aficionado a las especies aladas, el perfume y el canto de las aves son dos formas de acción de una misma estrategia: cortejar, encantar y hechizar para seducir. Constatine afirma que “el perfume y la música no necesitan teoría ni palabras, ambas cosas actúan directamente en nuestras sensaciones”. Asimismo, sostiene que “quien no conoce de este tema, piensa que los cantos son inofensivos e inocentes; no obstante, la verdad es otra: el canto de las aves es un arma en la despiadada lucha por sobrevivir. En ella se engaña, se despista y se burla a los rivales; y generalmente, se trata de la vida o la muerte”.
Cantar para sobrevivir
En el mundo de las aves, aquella que no cuida su territorio con cantos agresivos y altos, así como aquella que no puede obtener una pareja mediante la combinación de sus cantos y de una conducta condicionada por los genes, es arrollada por la evolución; es decir, desaparece. En esa dirección, según Constantine, “es por eso que las aves cantan tan bonito, ya que si no lo hacen, estas son sacadas fuera de circulación”.
Estos afanosos cantores utilizan todo tipo de artimañas y ocasionan diversos dolores de cabeza a los birdwatchers e investigadores. Existen algunas especies que imitan el canto de otras aves, lo que significa reconocer posiblemente otra ave de la que se cree haber escuchado. Se la saben todas. Asimismo, existen algunas plumíferas que han adaptado diversos sonidos “humanos” —como timbres de celulares— en su repertorio, lo que a largo plazo puede ser perjudicial, pues esto ocasionaría que muchas aves no se puedan comunicar entre sí; y según Constantine “podría generar una nueva especie alada”.
Para analizar e identificar este fenómeno, este aficionado inglés, a través de su obra, intenta reclutar a muchos observadores de aves a fin de conocer la “gramática y ortografía” de los sonogramas. De esta manera, Constantine busca que los “pajareros” identifiquen los sonogramas, que son como el mapa del canto y que estos se utilicen para identificar a las plumíferas. Para este apasionado, todos los observadores de aves deberían dominar estos elementos de identificación. En mi opinión, yo los veo como el DNI de una especie, no obstante, por ahora la identificación se hace mayormente en base a avistamientos, utilizando de manera complementaria el canto.
Constantine acaba de publicar: “Petrels: night and day. A sound approach guide”, dedicado a aves marinas como los petreles y pardelas, los cuales son extremadamente difíciles de grabar. Ojalá que en el Perú se pueda en algún momento hacer este tipo de cosas. Aves no nos faltan.
* El título de este artículo es prestado del poemario de un gran amigo, Juan José Beteta, con quién trabajé algunos años. Su pluma florida, culta y contundente me brindó lecciones de cómo hacer de la escritura una manera de luchar y de decir lo que hay que decir.
Artículo publicado el 21 de abril de 2008 en la versión online de la Revista Viajeros:
http://www.viajerosperu.com/articulo.asp?cod_cat=9&cod_art=888
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