sábado, 13 de junio de 2009

MEDALLA DE ORO PARA LA CHINA


El 8 de agosto se inician las Olimpiadas 2008 en Beijing. No obstante, el país anfitrión ya obtuvo una merecida medalla de oro, fruto del esfuerzo por posicionarse en la punta como el país con más emisión total de CO2 en el mundo, producto del rápido crecimiento de su economía. Si bien Estados Unidos y Rusia presentan la mayor cantidad de emisión de dióxido de carbono por cabeza, en números absolutos, China es el primero (ya que si dividen la emisión total de CO2 entre los miles de millones de chinos, la cifra engaña). El gran país asiático no está dispuesto a dejar su lugar privilegiado en el podio.

Ya en los últimos años se veía venir que China reemplazaría a Estados Unidos en el primer lugar, ahora se tiene la certeza de esta situación es así. Solo basta revisar el informe de la agencia ecológica holandesa MNP (Milieu en Natuur Plan Bureau), que señala que las emisiones de CO2 del gigante asiático aumentaron el año pasado en 8%. El país del norte obtuvo la medalla de plata con un 14% menos de emisión que los chinos. La diferencia es enorme, por lo que al parecer, nadie bajará de su lugar al país de la Gran Muralla.

Cementos China

En el aumento mundial de la emisión de CO2, las dos terceras partes van a la cuenta de China. Y de esta proporción, la mayor cantidad de dióxido de carbono es consecuencia de la generación de energía eléctrica y de la producción de cemento y aluminio. Estos sectores productivos han hecho posible el boom chino. Asimismo, no es que recientemente, con el terremoto en la provincia de Shihuan, la producción de cemento haya registrado un alza importante, ya que el crecimiento en esa área productiva se registra constantemente desde hace años.

En China se realiza la mitad de la producción mundial de cemento, el cual está destinado a la construcción de puentes, casas, centros comerciales y a fortalecer la infraestructura de un país que no deja de crecer. El año pasado, la producción de este material creció en un diez por ciento y este año debe crecer aún más. Un factor que ha alentado también el crecimiento de esta industria es la organización de las Olimpiadas.

Las medallas de plata y bronce en el rubro de la producción de cemento van para la India y los Estados Unidos. Perú no aparece (para variar y por suerte en este caso) en la lista de los 20 primeros. Esto es mejor para nuestro país, no obstante, también registramos un boom de construcción en las ciudades. Una producción en aumento de cemento debería en todo caso regularse y no darse de manera desordenada sin tomar en cuenta el impacto ambiental. No pretendo satanizar esta actividad, pero sí advertir que no podemos darnos el lujo de no acatar estándares mínimos de protección al medio ambiente.

No firma

El aumento de la emisión de CO2 en China, según la agencia holandesa, debería obligar a los chinos a firmar un nuevo acuerdo sobre el cambio climático. Este podría darse a fines del próximo año en Copenhague (Dinamarca). Actualmente, se vienen dando los preparativos y determinadas conferencias previas para dicho esperado encuentro que ojalá prospere y no se quede en el tintero. Para nuestra desidia, ni China ni Estados Unidos se han sentido obligados a reducir la emisión del principal gas de efecto invernadero.

Muchos diplomáticos han sustentado que este “posterior” Protocolo de Kyoto se va a convertir en la firma más difícil de obtener en el planeta en toda la historia, debido a que hay muchos intereses en juego. Va a ser muy complicado lograr que todas las partes queden satisfechas. Este es un verdadero conflicto socioeconómico y ambiental. Esperemos que nuestros diplomáticos pongan su grano de arena en buscar que se comprometan los poderosos a reducir la emisión de CO2. Acuérdense que nosotros somos uno de los países que más “van a pagar pato” con el imparable calentamiento global.

Y eso no es todo. Si lograr que las principales partes firmen es difícil, más complicado va a ser —en caso de que firmen— lograr que las cuotas de emisión que se establezcan sean realmente respetadas. Es decir, pasar del papel a la realidad. Qué tan difícil es dicho punto lo demuestra un informe (de casi 600 páginas) de la Agencia Internacional de Energía (AIE) presentado hace poco (http://www.worldenergyoutlook.org/2007.asp).

Tiempos difíciles

Para reducir a la mitad la emisión de CO2 en el mundo hasta el año 2050 —según lo que también ha recomendado el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC)—, se tendría que gastar en el planeta, en base a lo estimado por la AIE, nada menos que 290 millones de dólares. Tal cantidad de dinero estaría destinada a construir centrales atómicas que produzcan energía, así como a la construcción de mecanismos que generen energía eólica.

La situación actual nos lleva a pensar que va a ser muy difícil que se imponga la energía nuclear (o atómica) debido a que dicha alternativa tiene muchos detractores por el impacto que pueda tener algún accidente en una central nuclear o que se le dé un mal uso. Si bien esta manera de producir energía es “limpia” —comparada con otras—, su implementación parece no ser una alternativa.

Así, en la lucha contra el CO2 para evitar el cambio climático, existe una iniciativa presentada por algún consorcio: enterrar bajo tierra en cámaras especiales el dióxido de carbono. Hay voces que afirman que este mecanismo es la solución a este gran problema, sin embargo, el costo que genera su implementación es muy elevado y al parecer no hay ninguna empresa interesada por ahora en arriesgarse a invertir en dicho negocio. Además, hay otro punto: así se implemente este mecanismo en los próximos años, al parecer sería un poco tarde.

El futuro “no pinta” muy bien. Si la humanidad sigue produciendo y consumiendo energía tal como lo viene haciendo, la AIE predice que para el año 2050 aumentarán las emisiones de CO2 en 130% y la demanda de petróleo, en 70%. Es decir, lograr revertir el cambio climático bajo estas previsiones, es imposible. ¿Qué nos queda? ¿Biocombustibles?, ¿Transgénicos?, ¿Energía eólica?, ¿Energía atómica?, ¿Responsabilidad ambiental? ¿Alguien lo sabe a ciencia cierta?

Artículo publicado el 16 de julio de 2008 en la versión online de la Revista Viajeros:

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