El 8 de agosto se inician las Olimpiadas
2008 en Beijing. No obstante, el país anfitrión ya obtuvo una merecida medalla
de oro, fruto del esfuerzo por posicionarse en la punta como el país con más
emisión total de CO2 en el mundo, producto del rápido crecimiento de su
economía. Si bien Estados Unidos y Rusia presentan la mayor cantidad de emisión
de dióxido de carbono por cabeza, en números absolutos, China es el primero (ya
que si dividen la emisión total de CO2 entre los miles de millones de chinos,
la cifra engaña). El gran país asiático no está dispuesto a dejar su lugar
privilegiado en el podio.
Ya en los últimos años se veía venir que
China reemplazaría a Estados Unidos en el primer lugar, ahora se tiene la
certeza de esta situación es así. Solo basta revisar el informe de la agencia
ecológica holandesa MNP (Milieu en Natuur Plan Bureau), que señala que las
emisiones de CO2 del gigante asiático aumentaron el año pasado en 8%. El país
del norte obtuvo la medalla de plata con un 14% menos de emisión que los
chinos. La diferencia es enorme, por lo que al parecer, nadie bajará de su
lugar al país de la Gran Muralla.
Cementos China
En el aumento mundial de la emisión de
CO2, las dos terceras partes van a la cuenta de China. Y de esta proporción, la
mayor cantidad de dióxido de carbono es consecuencia de la generación de
energía eléctrica y de la producción de cemento y aluminio. Estos sectores
productivos han hecho posible el boom chino. Asimismo, no es que recientemente,
con el terremoto en la provincia de Shihuan, la producción de cemento haya
registrado un alza importante, ya que el crecimiento en esa área productiva se
registra constantemente desde hace años.
En China se realiza la mitad de la
producción mundial de cemento, el cual está destinado a la construcción de
puentes, casas, centros comerciales y a fortalecer la infraestructura de un
país que no deja de crecer. El año pasado, la producción de este material
creció en un diez por ciento y este año debe crecer aún más. Un factor que ha
alentado también el crecimiento de esta industria es la organización de las
Olimpiadas.
Las medallas de plata y bronce en el rubro
de la producción de cemento van para la India y los Estados Unidos. Perú no
aparece (para variar y por suerte en este caso) en la lista de los 20 primeros.
Esto es mejor para nuestro país, no obstante, también registramos un boom de
construcción en las ciudades. Una producción en aumento de cemento debería en
todo caso regularse y no darse de manera desordenada sin tomar en cuenta el impacto
ambiental. No pretendo satanizar esta actividad, pero sí advertir que no
podemos darnos el lujo de no acatar estándares mínimos de protección al medio
ambiente.
No firma
El aumento de la emisión de CO2 en China,
según la agencia holandesa, debería obligar a los chinos a firmar un nuevo
acuerdo sobre el cambio climático. Este podría darse a fines del próximo año en
Copenhague (Dinamarca). Actualmente, se vienen dando los preparativos y
determinadas conferencias previas para dicho esperado encuentro que ojalá
prospere y no se quede en el tintero. Para nuestra desidia, ni China ni Estados
Unidos se han sentido obligados a reducir la emisión del principal gas de
efecto invernadero.
Muchos diplomáticos han sustentado que
este “posterior” Protocolo de Kyoto se va a convertir en la firma más difícil
de obtener en el planeta en toda la historia, debido a que hay muchos intereses
en juego. Va a ser muy complicado lograr que todas las partes queden
satisfechas. Este es un verdadero conflicto socioeconómico y ambiental.
Esperemos que nuestros diplomáticos pongan su grano de arena en buscar que se
comprometan los poderosos a reducir la emisión de CO2. Acuérdense que nosotros
somos uno de los países que más “van a pagar pato” con el imparable
calentamiento global.
Y eso no es todo. Si lograr que las
principales partes firmen es difícil, más complicado va a ser —en caso de que
firmen— lograr que las cuotas de emisión que se establezcan sean realmente
respetadas. Es decir, pasar del papel a la realidad. Qué tan difícil es dicho
punto lo demuestra un informe (de casi 600 páginas) de la Agencia Internacional
de Energía (AIE) presentado hace poco (http://www.worldenergyoutlook.org/2007.asp).
Tiempos difíciles
Para reducir a la mitad la emisión de CO2
en el mundo hasta el año 2050 —según lo que también ha recomendado el Panel
Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC)—, se tendría que gastar en el
planeta, en base a lo estimado por la AIE, nada menos que 290 millones de
dólares. Tal cantidad de dinero estaría destinada a construir centrales
atómicas que produzcan energía, así como a la construcción de mecanismos que
generen energía eólica.
La situación actual nos lleva a pensar que
va a ser muy difícil que se imponga la energía nuclear (o atómica) debido a que
dicha alternativa tiene muchos detractores por el impacto que pueda tener algún
accidente en una central nuclear o que se le dé un mal uso. Si bien esta manera
de producir energía es “limpia” —comparada con otras—, su implementación parece
no ser una alternativa.
Así, en la lucha contra el CO2 para evitar
el cambio climático, existe una iniciativa presentada por algún consorcio:
enterrar bajo tierra en cámaras especiales el dióxido de carbono. Hay voces que
afirman que este mecanismo es la solución a este gran problema, sin embargo, el
costo que genera su implementación es muy elevado y al parecer no hay ninguna
empresa interesada por ahora en arriesgarse a invertir en dicho negocio.
Además, hay otro punto: así se implemente este mecanismo en los próximos años,
al parecer sería un poco tarde.
El futuro “no pinta” muy bien. Si la
humanidad sigue produciendo y consumiendo energía tal como lo viene haciendo,
la AIE predice que para el año 2050 aumentarán las emisiones de CO2 en 130% y
la demanda de petróleo, en 70%. Es decir, lograr revertir el cambio climático
bajo estas previsiones, es imposible. ¿Qué nos queda? ¿Biocombustibles?,
¿Transgénicos?, ¿Energía eólica?, ¿Energía atómica?, ¿Responsabilidad ambiental?
¿Alguien lo sabe a ciencia cierta?
Artículo publicado el 16 de julio de 2008
en la versión online de la Revista Viajeros:
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